60 segundos – Un Espíritu Frívolo (Primera Parte)
Autor: Dave ArnoldUn pastor veterano expreso una vez:
«Conocí a un hombre, y la música de Dios había salido de él. Con gran honestidad me contó cómo se había ido la gloria. Primero, le había disgustado el estilo de predicación de un predicador. Luego, llegó a disgustarle el predicador mismo. La irreverencia hacia el ministro y su mensaje se expandió en el corazón del hombre. Finalmente, se encontró sintiendo irreverencia hacia la iglesia donde el hombre hablaba domingo tras domingo. ¿Ves cómo es? Todo es un triste patrón. No podemos perder la reverencia por las cosas espirituales, sin perder la reverencia por el Autor de la espiritualidad – Dios. El camino a la irreverencia usualmente no comienza con la falta de respeto hacia Dios, sino con la falta de respeto hacia las cosas de Dios».
Jeremías escribió sobre aquellos que hacen que el pueblo de Dios «se equivoque por sus mentiras e imprudencias» (Jeremías 23:32). La palabra «imprudencia» puede traducirse como «ligereza», es decir, espuma o frivolidad. Está diciendo que se ríen y son frívolos con las cosas que deben ser reverenciadas, respetadas y vistas con temor.
En 2 Samuel 6, leemos que Uza intentó sostener el Arca de Dios y cayó muerto. Esto debió ser bastante grave para que Dios golpeara a un hombre hasta matarlo. Una mirada más atenta a las Escrituras revela que era hijo de Abinadab, y que toda su vida el Arca había estado en su casa. Se convirtió en un mueble familiar, y después de verla todos esos años, se había convertido en una simple caja. Había perdido su reverencia por lo sagrada que era como símbolo de la presencia de Dios entre su pueblo. Alexander MacLaren añadió: «En el caso de Uzah se trataba de un bajo sentimiento de sobrecogimiento».
Vance Havner escribió: «Nada es más delicado que el sentido del temor. Si se juega un poco con él, desaparece rápidamente. Observen la congregación del domingo por la mañana. No se ve mucho temor. Lo que ves no es asombro, es horror. La relevancia se ha vuelto más importante que la reverencia».
«Hablar flojamente de las cosas de Dios procede de pensar flojamente de las mismas».