60 segundos – Dejar y Pegar

Henry Ford, fundador del imperio Ford, era un hombre trabajador y sencillo. En su quincuagésimo aniversario de boda, un periodista le preguntó: «¿Cómo explica su feliz matrimonio?». Henry no dudó un instante antes de responder: «¡Cumpliendo el primer modelo!».

Cuando Dios trajo a Eva a Adán para que fuera su esposa, declaró: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne», Génesis 2:24. La palabra hebrea para «dejar» significa «renunciar, soltar». «Unir» es dabaq, que significa “adherir, estar pegado y adherirse”. André’ Maurois sugirió que este voto formara parte de toda ceremonia matrimonial: «¡Me ato de por vida! He elegido; a partir de ahora mi objetivo no será buscar a alguien que pueda complacerme, sino complacer a quien he elegido».

En Mateo 19:5, Cristo afirmó Génesis 2:24: «Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne». Esto se repite en Efesios 5:31. El matrimonio es el abandono de todos los demás y la unión de uno mismo con el otro. En el libro Anchors In Troubled Waters (Anclas en aguas turbulentas), Harold Hazelip escribió: «Alguien ha dicho que el matrimonio es una obra de arte que nunca está terminada. Es la más desafiante y compleja de todas las obras que un ser humano puede crear. No es como la pintura, la poesía, la arquitectura o una novela. Nunca podemos dejar las herramientas de esta forma de arte, dar un paso atrás y declarar que la obra está terminada. El matrimonio es un proyecto continuo».

La pareja de ancianos, tan obviamente entregados el uno al otro, celebraba sus bodas de oro. Al acto acudió el reportero habitual de los periódicos, en busca de una historia de interés humano, que hizo las preguntas de rigor: «¿Sigue enamorado de su mujer?». «Más que nunca; la adoro», fue la respuesta inmediata. «¿Quiere decir», insistió el reportero, evidentemente dubitativo, “que, a pesar de llevar cincuenta años casado con la misma mujer, está más enamorado de ella que nunca?”. «No, hijo», fue la lenta respuesta, “no a pesar de los cincuenta años, sino a causa de ellos”.

«Menos matrimonios se disolverían, si más de los que dijeron ‘sí quiero’— lo hicieran».