60 segundos – El Aguilucho

Autor: Dave Arnold

En el Salmo 139:15, David declaró de sí mismo cuando aún estaba en el vientre de su madre: «Fui hecho en secreto, y hábilmente labrado». «Hábilmente labrado» es una imagen de colores abigarrados, como en un tapiz o un fino punto de aguja. La misma palabra se usa en el libro del Éxodo cuando Dios describe las cortinas interiores del tabernáculo. Estaban hechas, encajadas, formadas y bordadas de manera especial, por lo que el tapiz revelaba una belleza única.

Un águila nació y luego fue abandonada. Después de tres días razonó: «Si me quedo aquí, moriré». Así que saltó con cuidado y revoloteó hasta el suelo. Mientras buscaba comida, se encontró con una bandada de pavos.

El pavo jefe le invitó a comer con ellos. Los pavos estaban comiendo bellotas, así que él también comió bellotas, pero era difícil, porque las águilas no comen bellotas. El pavo jefe le preguntó dónde iba, y él contestó: «No tengo adónde ir». El pavo jefe le dijo: «¿Por qué no vienes a vivir con nosotros?».

Así que se fue a vivir con los pavos.

Le pusieron el nombre de «pavo». Empezaron a «pavonizarlo» del todo, ya que cada día recibía lecciones sobre cómo ser un buen pavo. Le enseñaron a escarbar, a buscar bellotas, a evitar a los cazadores y a encontrar un buen dormidero para pasar la noche. Le educaron bien.

Ahora, cuando eres un pavo, es fácil ser un pavo. Pero cuando eres un águila, es difícil ser un pavo. Así que esta pequeña águila trató de imitar a los pavos, pero fue una gran lucha. Un día, al pasar por una abertura del bosque, el aguilucho se detuvo y miró al cielo, y a gran altura, vio un águila remontando el vuelo. Algo en su interior le dijo: «¡Quiero estar ahí arriba!». (Se puede quitar un águila del cielo, pero no se puede quitar el cielo a un águila).

El pavo jefe se acercó corriendo, lo vio mirando hacia arriba y le dijo que parara, diciendo que lo que veía eran buitres, y añadió: «Y ya sabes lo que hacen los buitres». El aguilucho reprimió el deseo en su interior, diciéndose a sí mismo: «Se supone que no debo querer eso», y se propuso ser mejor pavo que nunca. Pero cuanto más lo intentaba, peor le iba.

Una mañana temprano, este aguilucho desanimado se detuvo bajo un árbol con la cabeza gacha y las alas caídas. Un búho que estaba en la rama de un árbol le preguntó: «¿Qué haces?». El águila respondió: «Soy un pavo». El búho dijo: «No eres un pavo, eres un águila». El aguilucho pensó un momento y expresó: «No, soy un pavo», alejándose abatido.

Lección: Cuando oyes durante mucho tiempo que eres un pavo, te lo crees.

Un águila, aunque esté rodeada de pavos, tiene que empezar a creer que es un águila, ¡si quiere empezar a ser un águila!

Isaías 40:31, «Los que esperan en el Señor… levantarán alas como las águilas».

Tómese sólo 60 segundos y tendrá en qué pensar todo el día. Estimulantes artículos escritos por Dave Arnold.

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