60 segundos – El hombre de las dos caras
Autor: Dave ArnoldEn la antigua Roma se enseñaba que había un hombre con dos caras, una delante y otra detrás. Enseñaban a sus hijos sobre él, colocaban una imagen suya en una moneda e incluso construyeron un templo donde la gente podía honrarlo y adorarlo. Se llamaba Jano y le dieron su nombre al primer mes del año, enero. Con dos caras, decían, podía mirar hacia delante y hacia atrás al mismo tiempo.

Por supuesto, nunca existió una persona con dos caras. Dios nos hizo con una cara, de frente, porque quiere que miremos hacia adelante. Como alguien ha observado correctamente: «La vida puede entenderse mirando hacia atrás, pero debe vivirse mirando hacia delante».
El apóstol Pablo tenía un pasado del que no se sentía orgulloso. Sin embargo, a la iglesia de Filipos le dijo de sí mismo: «…una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento en Cristo Jesús» (Filipenses 3:13 y 14). Se describe a sí mismo como un corredor en la carrera de la vida, y no permitiría que nada, ni siquiera su pasado, le impidiera alcanzar su meta. La palabra que utiliza para «olvidar» es muy fuerte. Significa «olvidar por completo». La lección es que, cuando insistimos en nuestros pecados y fracasos pasados, nuestro progreso se ve obstaculizado.
Durante el mandato del General Colin Powell como secretario de Estado de EE.UU., descubrió que un discurso que había pronunciado ante las Naciones Unidas se había basado, en parte, en información errónea. En su larga y distinguida carrera, esto supuso un punto bajo y una mancha en su historial. En una entrevista declaró: «Estoy decepcionado. Lamento que ocurriera, y ojalá quienes lo sabían mejor hubieran hablado en su momento, pero no hay nada más que pueda decir al respecto». En lugar de estar encadenado por el pasado, el Sr. Powell dijo que había elegido «centrarse en el parabrisas delantero y no en el espejo retrovisor» de la vida.
Todos tenemos algo en nuestro pasado de lo que nos arrepentimos. Puede haber sido un error honesto, un fracaso moral o una decisión tonta. Sin embargo, aunque el pasado siga formando parte de nuestras vidas, no tiene por qué determinar nuestro futuro. Gracias a la sabiduría y el perdón de Dios (Salmo 130: 3 y 4), podemos centrarnos en el futuro con esperanza. Como alguien dijo hábilmente: «Es mejor mirar hacia adelante y prepararse que mirar hacia atrás y desesperarse».
