60 segundos – El lugar de encuentro con Dios

Autor: Dave Arnold

Alguien ha dicho: «Pobre del hombre que nunca ha tenido que confiar en Dios o morir».

Una antigua leyenda habla de un hombre que se había perdido en el desierto. Vagó durante días por la arena caliente y ardiente. Durante el día, el sol le abrasaba sin piedad, el viento le metía arena por la nariz, las orejas y la boca, y el frío de la noche aumentaba su miseria. Poco a poco se fue debilitando y desanimando, pues la muerte parecía inevitable.

Entonces, milagrosamente, creyó ver un oasis. Se preguntó si sería real o sólo un espejismo. Mientras avanzaba a trompicones y se arrastraba hacia las palmeras y la posibilidad de encontrar agua, se llenó de esperanza. ¡El oasis era real! Por fin encontraría alivio a su sufrimiento.

Sin embargo, al ver el oasis, se dio cuenta de repente de que había algo diferente en él. No había ningún estanque de agua, ningún manantial burbujeante. Todo lo que descubrió fue una anticuada bomba manual y, junto a ella, dos objetos: una nota manuscrita en un trozo de pergamino y una pequeña jarra de agua bien cerrada.

El mensaje del pergamino decía que había una junta de cuero dentro de la bomba que tenía que estar completamente saturada de agua para que ésta funcionara. En la jarra había agua suficiente para ello. La nota animaba al lector a no ceder a su sensación de sed y beber el agua de la jarra. De lo contrario, moriría. Cada gota debe utilizarse sabiamente para empapar la junta secada al calor. Entonces, cuando el cuero de la junta se ablandará y se expandiera, dispondría de un suministro ilimitado de agua fresca, refrescante y vivificante. La última instrucción del pergamino era rellenar la tinaja con agua para que el siguiente viajero que llegara al oasis también pudiera bombear el agua del pozo.

El hombre cansado se enfrentaba a un dilema. ¿Hasta qué punto debía confiar? Si vertía el agua sobre la junta, ¿estaría vertiendo el medio mismo de su propia supervivencia? Pero, ¿y si el pergamino tenía razón? Si no se aferraba desesperadamente a lo que tenía y lo sacrificaba por fe, ¡podría recibir un suministro mucho mayor! ¿Qué debería hacer?

La historia termina aquí. En realidad, la pregunta se nos plantea a todos nosotros. ¿Cuánta fe tenemos en los antiguos pergaminos (las Escrituras)? ¿Hasta qué punto estamos dispuestos a confiar en el mensaje de la Palabra de Dios?

«Según las Sagradas Escrituras, la extremidad humana es el lugar de encuentro frecuente con Dios» (Dale Bruner).

Tómese sólo 60 segundos y tendrá en qué pensar todo el día. Estimulantes artículos escritos por Dave Arnold.

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