60 segundos – La voz del corazón
Autor: Dave ArnoldDavid Wilkerson escribió: «Algunos no se acercan al trono de Dios porque piensan que la oración debe hacerse en voz alta. Ciertamente hay un tiempo para orar con la voz levantada, para clamar en voz alta, pero yo encuentro que mi oración más efectiva es en silencio. ES LA VOZ DEL CORAZÓN. Es el llanto del corazón, o la oración del corazón».

En 1 Samuel 1:13, leemos de Ana: «Ana hablaba en su corazón; sólo sus labios se movían, pero no se oía su voz». Oró con fervor, pero no pronunció palabra. Con Dios, la actitud del corazón es más importante que la postura o el procedimiento.
Spurgeon declaró: «La oración del corazón es el corazón de la oración».
David testificó en el Salmo 6:8: «Porque el Señor ha oído la voz de mi llanto», y en el Salmo 27:8, le dijo al Señor: «Cuando dijiste: “Busca mi rostro”, mi corazón te dijo: “Tu rostro, Señor, buscaré”».
Una vez le preguntaron a George Muller cuánto tiempo pasaba en oración. Respondió: «Horas, todos los días. Pero vivo en el espíritu de la oración. Oro mientras camino, cuando me acuesto y cuando me levanto. Y las respuestas siempre llegan. Decenas de miles de veces han sido respondidas mis oraciones».
El profeta Amós declaró: «Ciertamente el Señor Dios no hace nada, a menos que revele Su secreto a Sus siervos los profetas» (Amós 3:7). «Secreto» significa círculo. Dios y sus hijos pueden comunicarse confidencialmente entre sí, como en un círculo. Significa consultar con otros. «Secreto» también significa deliberación. Por último, significa una conversación íntima entre Dios y su pueblo.
Henri J. M. Nouwen dijo: «Sin soledad, es virtualmente imposible vivir una vida espiritual». La soledad comienza con un tiempo y un lugar para Dios, y sólo para Él. Si realmente creemos, no sólo que Dios existe, sino también que está activamente presente en nuestras vidas -curando, enseñando y guiando-, necesitamos reservar un tiempo y un espacio para prestarle toda nuestra atención.»
«La verdadera oración no es el ruidoso sonido
Que repiten los labios clamorosos
sino el profundo silencio del alma
Que abraza los pies de Jehová».
«Cuando ores, más vale que tu corazón esté sin palabras que tus palabras sin corazón» (John Bunyan).
