Día 350: El peligro de los extremos
Escritura de hoy: Proverbios 30:7-9 (NVI)

Pensamiento central: Las riquezas o la pobreza pueden hacernos pecar.
Agur, el autor de este proverbio, temía el pecado. El deseo de agradar al Señor puso de relieve dos condiciones de la vida: las riquezas y la pobreza.
Riquezas: Jesús dio un ejemplo de lo difícil que es para un hombre rico obedecer a Dios. El joven rico se apartó del Señor cuando este le dijo que vendiera todas sus posesiones y lo siguiera. Cristo dijo: «Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» (Mateo 19:24). Tener dinero no es pecado, pero el amor al dinero nos impide obedecer a Dios.
Pobreza: En tiempos bíblicos, los cosechadores dejaban parte de la cosecha para que los pobres la recogieran. Este gesto se convirtió en un importante medio de supervivencia para muchas personas desfavorecidas. Incluso hoy en día, algunos agricultores permiten que los pobres recojan sus campos. Todo el mundo se enfrenta en cierta medida al miedo de ser tan pobre que no pueda alimentar a su familia, e incluso al miedo de perder su hogar. Aunque puede haber tentación de robar para mantener a nuestras familias, ese es un medio inaceptable de subsistencia.
Cualquiera de los dos extremos, riqueza o pobreza, puede tentarnos a pecar. Podemos pedirle al Señor que nos libre de la pobreza, pero ¿con qué frecuencia le pedimos que nos prive de las riquezas? Ni siquiera el autor del proverbio de hoy se sentía lo suficientemente fuerte como para enfrentarse a ninguno de los dos extremos. ¿Y nosotros?
Oración devocional: Señor, ayúdame a encontrar satisfacción en Tu provisión para mi vida. Si es Tu voluntad traer riquezas a mi vida, ayúdame a no comprometer mi camino contigo.
Lectura bíblica de hoy: Nahum 1:1-3:19; Apocalipsis 8:1-13; Salmo 136:1-26; Proverbios 30:7-9
