60 segundos – Chisme
Autor: Dave ArnoldMorgan Blake, escritor del «Atlanta Journal», escribió lo siguiente:
«Soy más mortífero que el proyectil chillón del obús. Gano sin matar. Derribo hogares, rompo corazones y destrozo vidas. Viajo en las alas del viento. Ninguna inocencia es lo bastante fuerte para intimidarme, ninguna pureza lo bastante pura para amedrentarme. No me importa la verdad, no respeto la justicia, no tengo piedad con los indefensos. Mis víctimas son tan numerosas como las arenas del mar, y a menudo tan inocentes. Nunca olvido y rara vez perdono. Mi nombre es Chisme».
En Proverbios 6:16 – 19, leemos siete cosas que Dios odia, y tres se refieren a la lengua: la lengua mentirosa, el falso testimonio y sembrar discordia. Agustín tenía un lema impreso en la pared de su comedor: «El que habla mal de un ausente no es bienvenido a esta mesa».
Leemos en Proverbios 26:21: «Las palabras del chismoso (chismoso o calumniador) son como heridas, y descienden hasta lo más íntimo del cuerpo.» Alguien afirmó: «De todas las heridas infligidas a otros, las más difíciles de curar son las hechas por la lengua». El Dr. A. B. Simpson declaró: «Preferiría jugar con un rayo bifurcado o tomar en mis manos alambres vivos, antes que decir una palabra imprudente contra cualquier siervo de Cristo, o repetir ociosamente los dardos calumniosos que miles de cristianos lanzan sobre otros para daño de sus propias almas y cuerpos.»
Cristo dijo en Mateo 12:34: «Porque de la abundancia del corazón habla la boca». Examinando la lengua del paciente, los médicos averiguan las enfermedades del cuerpo, los filósofos descubren las enfermedades de la mente, y Dios conoce los pecados del corazón. Los maestros judíos enseñaban: «Cuatro personas están excluidas de la presencia de Dios: el burlador, el hipócrita, el mentiroso y el vendedor de calumnias».
«La prueba de que tienes el Espíritu de Dios en tu vida no es que hables con una lengua desconocida, sino que sepas controlar la lengua que sí conoces» (J. Sidlow Baxter).
Salmo 19:14, «Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Señor, fortaleza mía y Redentor mío.»