60 segundos – El Libertador

Autor: Dave Arnold

Rafael Solano, desanimado y físicamente agotado, se sentó sobre un peñasco en el lecho seco de un río, y expresó a sus dos compañeros: «Estoy acabado. Es inútil seguir por más tiempo. ¿Ves esta piedra? Ya son 999.999 las que he recogido y ni un diamante hasta ahora. Si recojo otra, hará un millón, pero ¿para qué? Lo dejo».

Esto ocurrió en 1942, cuando los tres hombres habían pasado meses buscando diamantes en un curso de agua venezolano. Habían trabajado, agachados, recogiendo guijarros, esperando una sola señal de un diamante. Pero nunca pensaron en dejarlo hasta que Solano dijo: «Se acabó». Cabizbajo, uno de los otros hombres dijo: «Recoge otro y que sea un millón». «De acuerdo», dijo Solano, y agachándose, puso la mano sobre un montón de piedras y sacó una. Era casi del tamaño de un huevo de gallina. «Aquí está», declaró, “la última”. Por esa millonésima piedra, Harry Winston, el joyero neoyorquino, pagó a Rafael Solano 200.000 dólares. Llamado El Libertador, ¡era el diamante más grande jamás encontrado!

En Lucas 18:1, Cristo nos amonestó a «no desmayar».

La palabra griega para desfallecer o desmayar significa «relajarse, debilitarse o cansarse en la fe, abandonar la lucha, no esperar más la culminación».

Una traducción dice: «y no desmayar».

Harriet Beecher Stowe dijo: «Cuando te encuentres en un aprieto y todo vaya en tu contra hasta que parezca que no puedes aguantar ni un minuto más, nunca te rindas entonces, porque ese es justo el lugar y el momento en que cambiará la marea.»

En Juan 5:1 – 9, tenemos la historia del hombre cojo en el estanque de Betesda. Llevaba 38 años allí, esperando meterse en el agua en el momento oportuno y ser curado. Se ha calculado que este paralítico pudo haber hecho varios miles de intentos durante esos 38 años. Imagínate que se decepcionara miles de veces. Sin embargo, siguió intentándolo, sin darse por vencido, y, finalmente, oyó aquellas palabras de bienvenida: «Levántate, toma tu lecho y anda». Thomas Edison observó: «Nuestra mayor debilidad consiste en rendirnos. La forma más segura de tener éxito es intentarlo siempre una vez más».

Después de una gran tormenta de nieve, un niño pequeño empezó a abrir con una pala un camino a través de un gran banco de nieve frente a la puerta de la casa de su abuela. Sólo tenía una pequeña pala de juguete. Un transeúnte le preguntó: «¿Cómo esperas atravesar ese barrizal con esa pala?». «Siguiendo trabajando», fue la alegre respuesta del muchacho.

Salmo 126:6: «Los que siembran con lágrimas, RECOGERÁN con alegría».

Tómese sólo 60 segundos y tendrá en qué pensar todo el día. Estimulantes artículos escritos por Dave Arnold.

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