60 segundos – Los pasos de un buen hombre
Autor: Dave ArnoldUna vez le hicieron la pregunta a Samuel Morse, el inventor del telégrafo,

«Cuando realizaba sus experimentos con el telégrafo, ¿llegó alguna vez a un punto en el que no supiera qué hacer a continuación?». «Oh, sí, más de una vez», respondió el Sr. Morse. «En esos momentos, ¿qué hacía?», le preguntaron. El inventor respondió: «Eso es algo que el público no sabe. Cuando no podía ver con claridad, oraba para tener más luz».
Se nos dice en el Salmo 37:23: «Los pasos del hombre bueno son ordenados por el Señor, y Él se deleita en su camino». «Pasos» significa “su curso de vida; el camino por el que va”. No hay nada en el hebreo para «bueno», así que el original dice: «Los pasos de un hombre». La palabra para «hombre» es geber, que significa «un hombre fuerte, un conquistador». La idea es que incluso el hombre más poderoso debe ser guiado y apoyado por el Señor. Cuando este es el caso, «Se deleita en su camino». Dios está complacido con él, y vive bajo las bendiciones, el cuidado y el favor de Dios.
En Lucas 14:15, Cristo dijo: «Bienaventurado el que comerá pan en el reino de Dios». Usó una palabra para denotar el feliz estado de los que confían en Dios. La palabra aquí traducida «bienaventurado» es de dos palabras griegas que significan «no,» y «destino,» y «muerte.» La insinuación es que tales personas no están sujetas a los caprichos del destino o de la muerte. Adam Clarke dijo: «De esta definición, podemos aprender que la persona a quien Cristo llama feliz es aquella que no está bajo la influencia del destino o la casualidad, sino que es gobernada por una Providencia omnisapiente, teniendo cada paso dirigido a la consecución de la gloria inmortal». Este es el pensamiento del Salmista en 48:14, «Él será nuestro guía hasta la muerte» o «para siempre». Recuerda: «Coincidencia es cuando Dios elige permanecer en el anonimato».
Un congoleño oraba así: «Querido Señor, tú serás la aguja y yo seré el hilo. Tú ve primero y yo te seguiré adonde tú me guíes».
«Pero Él hizo salir a los suyos como ovejas, y los guió por el desierto como un rebaño» (Salmo 78:52).
