60 segundos – Palabras

Autor: Dave Arnold

En una iglesia rural de una pequeña ciudad, a un monaguillo que servía al cura en la misa dominical se le cayó accidentalmente la vinagrera.

El cura abofeteó con dureza al monaguillo en la mejilla y, con voz airada, le gritó: «¡Deja el altar y no vuelvas!». Ese niño se convirtió en Tito, el líder comunista. En otra catedral de una gran ciudad, a un monaguillo que servía al obispo en la misa dominical se le cayó accidentalmente la vinagrera. Con una mirada cálida y amable, el obispo le susurró cariñosamente: «Algún día serás sacerdote». Aquel niño creció y se convirtió en el arzobispo Fulton Sheen.

Proverbios 18:21 dice: «La muerte y la vida están en poder de la lengua, y los que la aman comerán su fruto». Víctor Hugo dijo: «Sea verdad o mentira, lo que se dice de los hombres, a menudo tiene tanta influencia sobre sus vidas, y especialmente sobre sus destinos, como lo que hacen.» Las palabras son espíritu, producen muerte o vida en las personas o en las situaciones. R. Whitman Seaman advirtió: «Las palabras pueden ser puñales clavados en el alma, y sus heridas pueden dejar cicatrices para toda la vida».

En Mateo 12:36, Cristo Jesús dijo: «Pero yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.» La palabra «ocioso» significa «fuera de trabajo». Cuando nuestra lengua está fuera de trabajo, y no está siendo usada para propósitos útiles, puede causar destrucción inconmensurable. Proverbios 15:4 declara, «La lengua sana es árbol de vida, pero la perversidad en ella quebranta el espíritu.»

Santiago escribió en 3:6 que la lengua «contamina» que significa, «manchar o mancharse».

Cuando Leonardo da Vinci estaba pintando su gran obra maestra, La Ultima Cena, se enojo con un amigo. Le dirigió palabras crueles e hirientes, amenazando a su amigo con vengarse. Volviendo a su trabajo, comenzó a pintar el rostro de Cristo. Sin embargo, descubrió que estaba tan perturbado y alterado que no podía serenarse lo suficiente para el delicado trabajo que se le exigía. Inmediatamente salió en busca de su amigo, se humilló y le pidió perdón. Entonces, en posesión de un espíritu sereno, pudo dar al rostro del Maestro la expresión de ternura que sabía que debía tener.

Proverbios 21:23 amonesta: «Quien guarda su boca y su lengua, guarda su alma de problemas». Advierte: «Deshacer una palabra que has dicho no es más posible que deshojar una flor que ya has cogido». «Hablad siempre con gracia, sazonados con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno», Colosenses 4:6.

Tómese sólo 60 segundos y tendrá en qué pensar todo el día. Estimulantes artículos escritos por Dave Arnold.

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