60 segundos – Soñadores
Autor: Dave ArnoldNorman Vincent Peale nos desafió: «Conviértete en un soñador. Vuelve al mayor sueño que hayas tenido. Los sueños se identifican completamente con las posibilidades. Si no hay sueños, no hay posibilidades, no hay sueños. Es una unidad básica. Para tener posibilidades, debes tener sueños».
La raíz de sueño es chalam y se utiliza más de cien veces en el Antiguo Testamento. Un significado es «recibir un mensaje de Dios bajo inspiración divina». Es la palabra que usaron los hermanos de José cuando se refirieron a él en Génesis 37:19 como «este soñador.» El mensaje divino que Dios envió a José a su corazón le permitió perseverar hasta que el sueño que Dios le dio se cumplió.
En Apocalipsis 3:11, se nos amonesta: «Retén lo que tienes, para que nadie te quite tu corona». El Mensaje lo traduce así: «Mantén firme lo que tienes». El paso del tiempo, las dificultades, las desilusiones, la gente, etc., pueden contribuir a renunciar a los sueños que Dios nos ha dado. Si no se es precavido, uno puede perder su recompensa.
Johann Wolfgang von Goethe desafió: «No sueñes sueños pequeños, porque no tienen poder para mover los corazones de los hombres». Pablo, estando ante el rey Agripa, le contó su experiencia en el camino de Damasco, y el mandato de Cristo que recibió, «de convertir a los hombres de las tinieblas a la luz, y del poder de Satanás a Dios.» Entonces declaró que no había sido «desobediente a la visión celestial» (Hch 26, 18 y 19). Más tarde, pudo escribir a Timoteo: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe» (2 Timoteo 4:7). La visión y el sueño que Dios puso en su corazón, siguen moviendo el corazón de los hombres dos mil años después.
Dios habló al corazón de George Mueller sobre las horribles condiciones de los huérfanos en Inglaterra y le dio el sueño de cuidar de ellos. Por fe en Dios, fundó casas para huérfanos en Bristol, amando, alimentando, vistiendo y educando a miles de niños. El sueño que Dios puso en su corazón no sólo influyó en generaciones de huérfanos, en una ciudad y en una nación, sino también en el mundo del siglo XIX.
Recuerda: «¡Si puedes soñarlo, puedes hacerlo!». (Walt Disney)