60 segundos – Su camino está en el mar
Autor: Dave ArnoldUn proverbio italiano dice: «Quien no quiera tener problemas en este mundo, que no nazca en él».
Un hombre pintó un cuadro de un niño con su mochila llena de manzanas. Colgaba de la punta de los dedos desde lo alto de una pared. Justo encima de la pared, al otro lado, estaba el dueño del huerto del que el niño había cogido las manzanas. Al pie del muro había un gran bulldog, encadenado a una perrera. El niño no podía subir por miedo al dueño. No se atrevía a bajar por miedo al perro. Debajo de la imagen estaban estas palabras: «En apuros».
En el Salmo 77:19, Asaf se refirió al tiempo en que los hijos de Israel se encontraron «en un aprieto». Estaban acorralados por todos lados en el Mar Rojo, y atenazados por un miedo terrible, debido al avance del ejército egipcio. La situación parecía desesperada. El problema era mayor que ellos. Para colmo, no veían a Dios por ninguna parte. El Mar Rojo habla de situaciones imposibles.
Hoy, esto puede ser tu hogar, tus finanzas, tu salud, tus hijos, tu trabajo o tu ministerio. Sin embargo, Asaf dijo: «Tu camino está en el mar». Ellos no esperaban encontrar a Dios allí, pero lo encontraron en medio del Mar Rojo de una manera que nunca antes lo habían experimentado. El Mar Rojo se convirtió en el lugar de la liberación milagrosa. Contemplaron asombrados cómo Dios acudía en su rescate. La Biblia Viviente dice: «Su camino conducía por una senda a través del mar – una senda que nadie sabía que estaba allí».
Andrew Murray nos recuerda: «Tu vida religiosa ha de ser cada día una prueba de que Dios obra imposibilidades. Tu vida religiosa ha de ser una serie de imposibilidades hechas posibles y actuales por el poder omnipotente de Dios». En una fábrica de algodón había una tarjeta en las paredes de las salas de trabajo que decía: «Si se te enredan los hilos llama al capataz». Un día, a una nueva trabajadora se le enredaron los hilos, e intentó desenredarlos, pero sólo consiguió empeorarlos. Entonces llamó al capataz. Vino y miró. Entonces le dijo: «¿Has estado haciendo esto tú sola?». «Sí», respondió ella. Él le preguntó: «Pero, ¿por qué no me mandaste llamar siguiendo las instrucciones?». «Hice lo que pude», dijo ella. «No, no lo hiciste», dijo el capataz. «¡Recuerda que hacer todo lo posible es mandar a buscarme!».
Jeremías 33:3, «Clama a mí, y yo te responderé, y te mostraré cosas grandes y ocultas que tú no conoces».