60 segundos – Una Persona Perversa
Autor: Dave ArnoldMark Twain dijo una vez que, como experimento, puso a un gato y a un perro juntos en una jaula para ver si se llevaban bien. Sorprendentemente, lo hicieron. Después, puso un pájaro, un cerdo y una cabra.
Con unos pocos ajustes, ellos también se llevaban bien. Luego, puso a un grupo de personas de la iglesia con espíritu religioso, ¡y pronto no quedó ni un solo ser vivo!
Proverbios 16:27 y 28 declara: “El hombre impío desentierra el mal, y está en sus labios como fuego ardiente. El hombre perverso siembra contiendas, y el chismoso separa a los mejores amigos”.
Esta es una advertencia fuerte. Nota: “Impío” significa “una persona sin valor, malvada, un hombre de Belial”. “Belial” es una referencia a una fuerza maligna, utilizada por Satanás en el Nuevo Testamento y en El Paraíso Perdido de Milton, uno de los ángeles caídos. Este tipo de persona conspira contra los demás mintiendo y difamando su reputación. “Perverso” se define como “desviado, pervertido sexual, anormal y un fraude”. “Desentierra el mal”, es decir, busca destruir a las personas. Proverbios 8:13 dice que Dios odia tales actividades, y en Proverbios 2:12, se nos dice que nos separemos de ellas. “Susurrador” significa “calumniador” que “separa a los amigos”, es decir, la división. Terry Forrest dijo: “Sembrar discordia entre los hermanos es pecado independientemente de la motivación”.
En Proverbios 6:16-19, se nos habla de siete cosas que Dios odia y se dice que son “una abominación para Él”. La última de la lista es “el que siembra discordia entre los hermanos”. Curiosamente, a este tipo de persona se la menciona en igualdad de condiciones con el orgullo, los mentirosos, los asesinos de niños, los corazones viles y corruptos. “Abominación” significa “algo repugnante y aborrecible para Dios”. Es la misma palabra que se usa cuando Dios expresa que prácticas como la desviación sexual, el demonismo, el ocultismo, la brujería y la idolatría son una “abominación” para Él (Levítico 18:22 y Deuteronomio, capítulo siete). Sorprendentemente, las Escrituras enumeran a quienes siembran discordia junto con este tipo de personas.
La oración de John Wesley es una que necesita ser atendida: “Señor, si tengo que contender, que no sea con tu pueblo”.