60 segundos – Victimismo

Peter Hamill, en su artículo «No es culpa mía», escribió: «El victimismo implica que nadie es personalmente responsable de la vida. Las derrotas, decepciones y fracasos que una vez se pensó que formaban parte de la porción de cada ser humano en esta tierra son ahora siempre culpa de otro.»

Salomón declaró: «La insensatez del hombre tuerce su camino, y su corazón se turba contra el Señor» (Proverbios 19:3). Debido a elecciones insensatas, podemos «torcer nuestro camino». Esta frase puede traducirse mejor, «lanza su camino de cabeza a la destrucción». Al igual que una avalancha que retumba por el sendero de la montaña, y causa muerte y destrucción, así las decisiones que tomamos pueden hacer lo mismo. Muchas veces es la propia insensatez la que lleva a la ruina, entonces la tendencia es culpar a Dios, a los demás, o incluso al diablo, y no asumir la responsabilidad personal.

En su Salmo de arrepentimiento, David se negó a culpar a otros por su terrible decisión respecto a Betsabé. Habló de «mis transgresiones», «mi pecado», y luego escribió: «He pecado» (Salmo 51). En marzo de 2009, una mujer de 62 años fue acusada de robar más de 73.000 dólares de su iglesia en el estado de Washington. Cuando los detectives la interrogaron, les dijo: «Satanás tuvo mucho que ver en el robo». Suena como si dijera que el diablo la obligó a hacerlo.

El profeta Isaías advirtió a su generación que asumiera la responsabilidad personal por su terrible condición. En el capítulo 50, versículo 1, dijo: «Por vuestras iniquidades os habéis vendido». Fyodor Dosstoevsky dijo: «Si puedes plantearte la pregunta: “¿Soy o no soy responsable de mis actos?”, entonces eres responsable».

Anna Russell capta el espíritu de pasar la culpa en la «Canción popular psiquiátrica»:

«A las tres tenía un sentimiento de ambivalencia hacia mis hermanos,

y por eso es natural que envenenara a todos mis amantes.

Pero ahora soy feliz; he aprendido la lección que esto me ha enseñado;

Que todo lo que hago mal es culpa de otro».

«La culpa no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos.»