Día 80: Sed de Dios

Escritura de hoy: Salmo 63: 1

Pensamiento central: Cuando yo, como un ciervo, sea acosado en la caza y tenga suficiente sed, vendré al atardecer a beber del arroyo de Dios

Cuando éramos niños, era divertido que nos persiguieran mientras jugábamos al escondite o a patear la lata. El miedo a ser la presa era emocionante. Sin embargo, a medida que crecíamos y nos convertíamos en adultos, huir perdió su atractivo.

En el Salmo 42:1,2, David se compara a sí mismo con un ciervo perseguido, jadeando de sed y buscando finalmente el arroyo en el barranco para beber. Nuestras luchas por escapar de las artimañas de nuestro enemigo nos hacen tener sed de Dios. Solo Dios y Su Agua Viva pueden saciar la sed del alma que sentimos.

La mujer samaritana en el pozo (Juan 4) buscaba agua. Jesús conocía su estilo de vida y su sed de amor. Había buscado el amor de cinco hombres y aún no lo había encontrado. En cambio, se había convertido en una marginada en su comunidad. Jesús le dijo: «Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba del agua que yo le daré nunca volverá a tener sed. El agua que yo le dé se convertirá en él en una fuente de agua que brota para vida eterna» (Juan 4:13).

¿No deberíamos agradecer a Dios por cualquier búsqueda que nos lleve a Él? Nuestra sed de Dios solo puede satisfacerse con un trago fresco de Agua Viva: Dios mismo.

Oración devocional: Señor, gracias por saciar la sed de mi alma. Ayúdame a beber a diario y en abundancia de tu Agua Viva.

Lectura bíblica de hoy: Números 30:1-31:54; Lucas 4:1-30; Salmo 63:1-11; Proverbios 11:20-21

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