El Camino de la Fe: Cumplir con el Llamado de Dios

La realidad de la vida es que, en nuestro funeral, la gente dirá unas palabras amables, comerá ensalada de patatas en la cena y se irá a casa y volverá a sus vidas.

Nos gustaría pensar que el mundo se va a detener por completo durante unos días para llorar nuestra muerte (y para los familiares y amigos cercanos eso es cierto), pero en realidad el tiempo avanza. Lo que hagamos hoy se olvidará mañana. Sólo lo que invertimos en la vida de los demás perdurará para siempre. Se convierte en una cadena o un legado de edificación y aliento para aquellos con los que entramos en contacto. Si podemos dejar a la gente, hoy, más fuerte en su fe, sintiéndose mejor consigo misma, entonces realmente no importa si somos recordados o no. Lo único que importa es que hemos cumplido la llamada de Dios de ser un eslabón en la cadena del ministerio con los que nos rodean.