Las personas que dirigen y las que siguen
“Me siento muy contento de poder anunciarles que hemos elegido a un líder de jóvenes”, dijo el pastor. “Quiero que nuestra obra mejore. Hay muchos jóvenes que debemos alcanzar. Yo solo no lo puedo hacer, y Dios nos ha provisto a un ayudante excelente. Les presento al Hno. Pedro González”.
Pedro sonreía mientras se dirigía apresuradamente hacia el frente del salón. “Gracias”, respondió. “Siento que Dios me ha dirigido a este puesto. Les pido sus oraciones para que yo pueda ser un buen líder”.
Ese fue un momento emocionante para Pedro. Había nacido en un hogar cristiano y había servido al Señor desde su niñez. Había creído que algún día Dios lo pondría en un puesto de liderazgo. “Seré líder”, dijo un día a sus hermanos mayores. “Puede ser que alguna vez los de mi propia familia estarán entre los que dirigiré”.
Sus hermanos se rieron de él. “¡Qué gran líder serás!” le dijeron burlonamente. Hasta sus padres le advirtieron. “No sueñes tan alto, hijo”, le dijo su padre.
Pero sus sueños se estaban volviendo realidad. Fue escogido por encima de sus hermanos y otros de la iglesia. “Les voy a mostrar a mis hermanos”, dijo en su corazón. “Les voy a mostrar qué buen líder puedo ser. Planificaré cuidadosamente y daré instrucciones claras a todos los jóvenes. Veré que todo se haga correctamente, y la obra del Señor prosperará”.
¿Qué cree usted de Pedro? ¿Él comprende el significado de liderazgo? ¿Será un buen líder? En esta lección veremos el ejemplo de uno de los líderes escogidos por Dios. Nos ayudará a considerar estas preguntas. Nos ayudará a comenzar nuestro estudio de quiénes son los líderes cristianos, y cómo trabajan con las personas para cumplir los propósitos de Dios.
El liderazgo en el plan de Dios
Antes de volver a la historia de Pedro González, consideremos la pregunta básica de por qué nos interesamos en el tema del liderazgo. ¿Por qué existen líderes? Si piensa en ello comienza a ver que existe algún tipo de liderazgo doquiera que dos o más personas estén haciendo algo juntas. “Tú levantas ese lado y yo éste”, podría usted decir cuando alguien y usted comienzan a levantar una caja pesada o un pedazo de madera. La otra persona coopera con su sugerencia, y de repente usted es el líder. El liderazgo es necesario cuando los miembros de la familia trabajan juntos. En el campo y en el trabajo hay líderes. En la escuela y en la iglesia están aquellos que dirigen y los siguen. ¿Por qué es así? ¿Qué razón puede dar usted?
Definición de liderazgo
Se necesita de liderazgo para lograr un propósito, para realizar algo. La idea de liderazgo cristiano existe porque Dios tiene un propósito. Hay algo que Él quiere que se haga. Él quiere expresar su amor y misericordia a toda las personas de la tierra, y Él quiere que las personas lo amen y lo adoren. Dios tiene un plan definitivo por el que hará esto. Por tanto, cuando hablamos del plan de Dios, queremos decir que Dios tiene cierta manera específica de lograr su propósito. Su voluntad no se hace al azar ni por casualidad. Dios tiene un plan. Él sabe por adelantado cuál es su propósito, y cómo obrará para lograrlo.
Una parte importante del plan de Dios es que su obra será hecha por personas, dirigidas e investidas de poder del Espíritu Santo. Dios escoge personas y les da tareas específicas que hacer, para cumplir así con su propósito.
Evidencias del liderazgo
Relatos históricos
No hay duda de que el concepto o principio del liderazgo está incluido en el plan de Dios. Sabemos esto por nuestro estudio de los relatos bíblicos acerca de la manera que Dios se ha relacionado con la humanidad. Cuando leemos las descripciones de los sucesos en la Biblia, descubrimos que
no hay ningún incidente, que se sepa, de que Dios lleve a cabo su propósito al dar instrucciones idénticas o similares a cada persona que ha de ser afectada por un mensaje o plan de acción. El método de Dios es obrar a través de personas; ellas comparten con otras y las involucran según lo que hayan recibido del Señor. Dios requiere de ciertas personas que se responsabilicen de que sus planes se ejecuten. El resultado de esto es que las personas responsables toman puestos de liderazgo y, en muchos casos, organizan grupos a los que dirigen hacia la meta indicada por el Señor. Por tanto, podemos decir que una evidencia de que el liderazgo está incluido en el plan de Dios es la evidencia de los relatos históricos. En este curso se dan varios de estos relatos.
Instrucciones y llamamientos directos
El llamamiento de Dios se encuentra registrado en varios relatos bíblicos. Dios comunica a ciertas personas que han sido escogidas para llevar a cabo sus planes. En algunos casos, les da instrucciones detalladas. De modo que otra evidencia de la necesidad de tener liderazgo en el plan de Dios es la
evidencia de instrucciones y llamamientos directos. Un ejemplo es el llamamiento del apóstol Pablo, que examinaremos en la Lección 3.
Dones de ministerio
Los escritores bíblicos, inspirados por el Espíritu Santo, dicen que Dios da a la iglesia personas que deben ocupar puestos específicos. A estas personas se les llama apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros (Efesios 4:11- 16; Romanos 12:6-8). Las personas así ciertamente tienen
puestos de liderazgo. Además, Dios da a la iglesia capacidades y operaciones que requieren de liderazgo, como el don de administración o el de dirigir, y el don de ayudar. Los eruditos bíblicos se refieren a tales personas y operaciones como dones de ministerio. Estos dones espirituales son evidencia de la importancia del liderazgo en el plan de Dios.
Requisitos y responsabilidades
La Biblia da otra evidencia de que el plan de Dios incluye el liderazgo con las listas y descripciones detalladas de los requisitos y responsabilidades. En el Antiguo Testamento encontramos detalles respecto de los sacerdotes y los reyes. En el Nuevo Testamento se dan claramente los requisitos
para los líderes de la iglesia. Los apóstoles demostraron gran preocupación de que los que ocupaban puestos de liderazgo cumplieran con los requisitos espirituales, morales y mentales.
Más adelante en este curso, consideraremos en más detalle el llamamiento de Dios, los dones espirituales y los requisitos bíblicos para el liderazgo. Estudiaremos ejemplos bíblicos. Mencionamos estos temas ahora sólo como evidencia de que el liderazgo está incluido en el plan de Dios.
Las organizaciones eclesiásticas, con las que la mayoría estamos familiarizados, se han establecido sobre la base de que el hombre cree que Dios llama a líderes,y que los dirige con el propósito de cumplir su plan en la tierra. La existencia de la iglesia organizada, y de muchos tipos de ministerios cristianos en todo el mundo, es evidencia de que Dios usa líderes.
José: Un modelo bíblico
Una iglesia local, con una congregación y un lugar para adorar al Señor, es por lo general resultado del liderazgo de una o varias personas. Cuando estas personas experimentan el llamamiento y la dirección de Dios, se esfuerzan por ganar almas y capacitar a los creyentes. El desarrollo y la perduración de esas actividades requiere de más liderazgo.
Ahora podemos volver a Pedro González. Su historia indicó que el pastor era el líder de una iglesia local como lo hemos descrito. A medida que este pastor trabajaba para cumplir el propósito de Dios, se dio cuenta de que necesitaba a un ayudante. Así fue cómo Pedro llegó a ocupar un puesto de
liderazgo.
Usted ve que Pedro iba a ser un líder de jóvenes. Al mismo tiempo, él iba a trabajar bajo el liderazgo de su pastor. Recuerde este principio, pues lo estudiaremos después: La mayoría del liderazgo cristiano es liderazgo intermedio. La mayoría de los líderes cristianos siguen a otros líderes, y todos siguen al Señor.
Volvamos atrás y repasemos los pensamientos y el comportamiento de Pedro en el momento en que fue presentado como líder. Sintió que Dios lo estaba dirigiendo, y pidió oración. También, declaró que planificaría cuidadosamente y que daría instrucciones claras. Él quería que la obra del Señor
prosperara.
Todo esto parece muy bien. Pero, ¿ ve usted algún problema en la manera en que él pensaba? ¿Qué del orgullo? ¿Parecía inclinarse un poco a sentirse orgulloso de su puesto y a hacer alarde de ello? ¿Parecía demasiado ansioso de usar su autoridad y dar instrucciones a otros? ¿Cómo debe reaccionar el creyente cuando se le confiere un puesto de liderazgo?
Podemos encontrar ayuda para contestar preguntas así, al leer los relatos bíblicos de las experiencias de liderazgo. Uno de los más completos y detallados es la historia de la vida de José. Ciertamente que esta historia es mucho más que un registro histórico. Dios lo ha preservado para nosotros como un magnífico estudio del comportamiento humano y los principios de liderazgo.
Aunque usted crea que conoce bien la historia, debe tomar tiempo para repasarla ahora, ya que nuestra discusión será desde un punto de vista que quizá sea nuevo para usted. El relato completo se encuentra en el libro de Génesis, capítulos 37-50. Las porciones clave para nuestro estudio del liderazgo son los capítulos 37, 39-42; 41:1-25; 43:1, 15,24-31; 45:1-15. Esto le podría parecer una asignación larga para leer, pero la encontrará interesante y de mucho valor.
A continuación vamos a examinar un resumen de la historia. Observaremos algunas de las características de José y trataremos de contestar la pregunta: ¿Qué clase de persona era José? Para esto, consideraremos tres características básicas: las cualidades personales, los pensamientos y sentimientos, y las acciones. El éxito como líder se relaciona con todas éstas.
Si lee algunos libros sobre el liderazgo, usted verá que a las cualidades personales del líder se les llama rasgos de liderazgo, a los pensamientos y sentimientos del líder se les llama actitudes de liderazgo, y a las acciones de líder se les llama comportamientos de liderazgo. En este estudio usaremos la palabra características para incluir todos éstos. No obstante, le será ventajoso entender cada uno de estos términos, así que los usaremos de vez en cuando a través del curso.
José: Un líder en esclavitud
“¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros?” Fue con palabras como éstas, dichas en tono de ridiculización, que sus hermanos reaccionaron cuando José les contó sus sueños. Él soñó que sería un gran líder. Sus hermanos tenían una creencia errónea, pero que muchos comparten. Ellos creían que el propósito principal del liderazgo es dar a una persona poder sobre otras, para mandar a las personas.
El relato bíblico de las experiencias de José nos dice que esta no es la idea que Dios tiene del liderazgo. José pudo haber abrigado cierto orgullo en su corazón cuando les contó sus sueños, pero nada en su vida sugiere que era jactancioso o que oprimiera a los demás. Probablemente lo que sentía respecto a sus sueños era más que nada maravilla o admiración, la que compartió sinceramente con su familia. Parece que él tenía un sentido de ser escogido por Dios para un propósito. Creemos esto, porque años más tarde él les recordó a sus hermanos que había sido plan de Dios ponerlo en un puesto de liderazgo, no para su propio honor, sino para lograr el propósito de Dios para muchos.
Probablemente José no entendía plenamente ese plan en su juventud, pero evidentemente aceptó sin duda la realidad de que Dios lo estaba dirigiendo. El registro bíblico repite varias veces las palabras: Jehová estaba con José. Seguramente que José estaba consciente de esto, y sus acciones son evidencia de que él se sentía confiado de que era guiado por Dios.
Cuando los envidiosos hermanos de José lo vendieron como esclavo, él fue llevado a Egipto donde lo compró un oficial del gobierno. En poco tiempo fue asignado a un puesto de liderazgo. Este es un ejemplo del principio de liderazgo intermedio, ¿verdad que sí? José era esclavo y tenía que seguir
las órdenes de su amo. Al mismo tiempo, el amo necesitaba un ayudante para lograr hacer todo su trabajo. De modo que escogió a José como un líder intermedio, asignándole áreas de responsabilidad. José estaba a cargo de toda la casa y el negocio de su amo. Eso quería decir que tenía que administrar propiedad, dinero y personas. La Biblia dice que el Señor le dio a José éxito en todo lo que hacía. Esto nos indica que su amo se fijó en él. Eso también indica que José dio a saber que Dios era la fuente de su éxito. El hecho de que Dios estaba con él no quería decir que su trabajo era fácil, sino más bien que Dios le daba fuerzas para hacerlo. Tampoco quería decir que Dios lo guardaba de tener problemas. Más bien, Dios le daba sabiduría, valor y fe para que pudiera solucionar los problemas.
Los problemas más difíciles comenzaron cuando la esposa de su amo trató de seducirlo. Él la rechazó rotundamente diciendo: “He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?”
De modo que vemos que José respetó a su amo y, todavía más, la Palabra y la voluntad de Dios. Pero la mujer persistió y se enojó con José porque la rechazó. Finalmente, lo acusó falsamente e hizo que lo pusieran en la cárcel.
José: Un líder en la cárcel
Le debió haber parecido a José que sus sueños de liderazgo nunca se harían realidad. Había hecho lo mejor que podía, y aquellos a quienes servía se habían vuelto contra él. Es evidencia de su verdadero carácter de líder que no dijo: “¿De qué me sirve? Las personas reaccionan así. ¡No se puede
confiar en nadie!”
José era inteligente y se daba perfecta cuenta de que se le había tratado mal. No obstante, él siguió manteniendo su fe en Dios y, lo más notable para nuestro estudio del liderazgo, siguió trabajando eficientemente y relacionándose bien con las personas en variados niveles sociales. Ni siquiera la vida
en la cárcel podía evitar que el sueño que Dios le había dado influenciara la vida de Josué. Otra vez sus capacidades para el liderazgo se hicieron evidentes. La Biblia no da detalles sino simplemente dice que el Señor estaba con José y que le dio éxito, y que el jefe de la cárcel lo puso a cargo de los otros presos y de todos los asuntos de la cárcel.
¿Cómo sabía el jefe de la cárcel que el Señor estaba con José? ¿Qué supone usted que la persona puede hacer en la cárcel para mostrar que Dios le ha dado habilidad para el liderazgo? ¿Qué vio el jefe de la cárcel? Mantenga en mente estas preguntas. Después, cuando comparemos la historia de
José con lo que encontramos en los libros sobre el liderazgo entenderemos que José demostró varias características típicas de los líderes de éxito.
Mientras José estaba en la cárcel, dos de los que servían al rey ―el jefe de los panaderos y el jefe de los coperos― fueron acusados de delitos contra el rey. Siendo que José estaba a cargo, ellos estaban bajo su supervisión. Un día, él notó que se veían tristes. José se interesaba por ellos. Se preocupó cuando parecían tener problemas. “¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes?” les preguntó. Ellos le explicaron que habían tenido sueños que los preocupaban. José no dudó en tomar control de la situación. “¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora”, declaró él. Esto mostró otra vez su completa confianza en el Señor y en su propia comunión con el Señor.
Dios le dio a José la verdadera interpretación de los sueños, y él se los explicó a los hombres. Para el copero el sueño significaba liberación y restauración de su puesto con el rey. Entonces José sabiamente se aprovechó de una oportunidad que parecía que Dios le había dado. Le contó al hombre su propia situación. “Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón”.
“Claro”, contestó el copero. Pero cuando fue puesto en libertad se olvidó de José. Otra vez, otra persona no cumplió con las expectativas de José.
Dos años después el rey tuvo unos sueños inquietantes. Comenzó a preguntar si alguien podía interpretarlos. Entonces, finalmente, el copero se acordó de su experiencia en la cárcel. Le habló al rey de José. José fue llevado de la cárcel a la presencia del rey, y otra vez, dándole todo el crédito y la honra al Señor, le dio la interpretación de los sueños.
José: Un líder en triunfo
“Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón”, le dijo José al rey. “He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra . . . Por tanto, provéase
ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto . . . Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen . . . Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre”.
El rey quedó impresionado con José y sus palabras de sabiduría. “Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú”. Por tanto, José fue liberado de
la cárcel y ascendido a un puesto de liderazgo segundo sólo al del rey. Trazó los planes y supervisó la recolección y el almacenamiento de los alimentos.
Los resultados fueron exactamente como el Señor se lo había revelado a José. Cuando azotó el hambre, se comenzó la distribución de alimentos y las personas se salvaron de la muerte. Muchos venían de países vecinos a comprar alimentos. El puesto de José se hizo más y más poderoso, y se le daba el honor y el respeto más elevados.
Un día, mientras José supervisaba la venta de granos a los habían llegado de otros países, vio a sus propios hermanos que llegaban a comprar alimentos. Ellos no lo reconocieron, porque con la ropa elegante de su oficio parecía una persona muy diferente del joven que habían vendido como esclavo. Pero José los reconoció. Ellos se inclinaron ante él, mostrándole respeto, como a un rey. Su sueño de ser su líder por fin se había hecho realidad.
En el relato bíblico vemos que José no fanfarroneó de su puesto, ni trató de vengarse por la manera en que sus hermanos lo habían tratado. Él usó la oportunidad para ayudarles a aprender algunas lecciones, pero lo hizo con bondad, no por su propio honor, sino para fortalecerlos. Finalmente, no se
avergonzó de dejarlos ver sus emociones. Lloró de alegría y amor por su familia.
Pero más importante que todo su éxito como líder escogido por Dios fue que él reconoció, en el momento de su mayor poder y victoria, que era un instrumento usado por Dios para beneficiar a los demás y lograr un propósito divino.
Características del liderazgo
Nadie que haya hecho un estudio cuidadoso del tema del liderazgo trataría de describir al “líder típico”. Los estudios muestran que algunos líderes de éxito tienen un conjunto de características, y que otros tienen otro. Se han escrito cientos de páginas sobre el tema. Un libro sobre el liderazgo tiene una lista de 339 referencias respecto a las características de los líderes. Escritores de otros libros han declarado que el liderazgo no se puede entender en términos de características, y que no vale la pena discutir el tema.
Nosotros creemos que ningún conjunto de rasgos, actitudes ni comportamientos puede, en sí, describir al líder de éxito. No obstante, consideramos valioso el hacer un breve estudio de las características del liderazgo. Ya hemos comenzado esto en nuestro estudio de José. Encontramos que sus rasgos (la clase de persona que era), su actitud (la forma en que pensaba y sentía) y su comportamiento (la manera en que se conducía) se combinaban para convertirlo en un líder de éxito. Por ejemplo, por las palabras de Faraón sabemos que José era sabio y con criterio, o discreto (Génesis 41:39). También sabemos que era paciente, puesto que esperó muchos años sin perder la confianza en que Dios llevaría a cabo su plan. Entonces podemos decir que la sabiduría y la paciencia son dos rasgos de un buen líder. Esto no quiere decir que toda persona que es sabia y paciente será un buen líder. Pero nosotros creemos que sí quiere decir que cuando deseamos desarrollar los rasgos del buen liderazgo en nuestra propia vida debemos buscar al Señor para pedirle sabiduría y paciencia. Quiere decir que si somos sabios y pacientes es que tenemos algunas de las características del liderazgo.
En una reseña de las mejores fuentes que conocemos entre libros profesionales y libros de texto, encontramos varias listas de características que se consideran típicas de los líderes de éxito. Las que se mencionaron en la mayoría de las listas son las siguientes. El buen líder:
1. Tiene empatía
2. Cumple las metas
3. Tiene capacidad
4. Tiene estabilidad emocional
5. Tiene sentido de pertenencia al grupo
6. Tiene habilidad para compartir el liderazgo
7. Tiene consistencia y seriedad
Cuando las examinamos una por una vemos que todas se encuentran no sólo en los libros de texto sobre el liderazgo, sino también en la Biblia como características de los buenos creyentes. ¡No hay ninguna duda de las que los eruditos creen que son necesarias para el liderazgo de éxito! No obstante, una lista de la Biblia incluiría también éstas:
1. Tiene un sentido del llamamiento de Dios, o misión
2. Tiene concienciación de ser el canal del amor de Cristo para la humanidad
3. Tiene dependencia de la dirección del Espíritu Santo
4. Lleva una vida ejemplar, de acuerdo con la moralidad y la ética cristianas
Ahora consideraremos las siete características de liderazgo que son esenciales según la mayoría de los eruditos. Nuestro propósito es contestar esta pregunta desde una perspectiva bíblica: ¿Cómo es un líder? Encontraremos la mayoría de estas características en lecciones subsiguientes, cuando examinemos con más detalle algunas de las actitudes y comportamientos relacionados con el liderazgo de éxito.
Cómo es un buen líder
1. Tiene empatía. Los líderes pueden ver las cosas desde el punto de vista de otra persona. Tratan de comprender cómo es que los demás se sienten. La Biblia expresa esto lo que llamamos la regla de oro: “Y como queréis que hagan los hombres con vosotros, así también haced vosotros con ellos”
(Lucas 6:31). El escritor del libro de Hebreos dice: “Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como que también vosotros mismos estáis en el cuerpo” (Hebreos 13:3). También se nos dice que seamos todos de un mismo sentir (1 Pedro 3:8), y sobrellevar los unos las cargas de los otros (Gálatas 6:2). La empatía es esencial para el servicio cristiano y para testificar y, por consiguiente, para el liderazgo cristiano.
2. Cumple las metas. Los líderes pueden fijar objetivos y trabajar hasta lograrlos. Los líderes cristianos fijan objetivos para sí mismos y para su grupo dentro de la estructura del logro de los propósitos de Dios. El apóstol Pablo expresa esto claramente: “Prosigo a la meta, al premio del supremo
llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:14). En todos sus escritos, el concepto de lograr los objetivos es evidente. Él habla de su “causa”, su “propósito”, su “doctrina” (véase Efesios 3:1, 10-11 y 2 Timoteo 3:10).
3. Tiene capacidad. Los líderes hacen bien su trabajo y tienen las habilidades necesarias para sus propósitos. Conocen los hechos y dónde encontrar información para ayudar a los demás. Trabajan duramente y fijan normas elevadas para sí mismos y para los que los siguen. A través de la Biblia
hay muchas referencias a la necesidad de tener habilidad y diligencia en la obra del Señor. Por ejemplo, véase Éxodo 35-36; Proverbios 12:27; 22:29; 31:10-31; 2 Timoteo 2:15; Santiago 2:14-16; 2 Pedro 1:5-10.
4. Tiene estabilidad emocional. Los líderes no se alteran ante las circunstancias. Son razonables, confiados y alegres. No se enojan fácilmente, no son obstinados ni se desalientan fácilmente. Pueden reaccionar de manera apacible y amable cuando los planes no resultan bien y cuando surgen dificultades. David expresa este concepto desde el punto de vista de alguien que confía en el Señor. Él declara que en medio de toda dificultad todavía confía y que cantaría alabanzas. “Esfuérzate, y aliéntese tu corazón”, dice él (Salmo 27:14). Véase también Efesios 4:31, 2 Timoteo 4:5 y 1 Pedro 4:7.
5. Tiene sentido de pertenencia al grupo. El líder tiene un fuerte sentido de ser parte del grupo. Está consciente de un interés común y disfruta de trabajar con otros. Para el líder cristiano, esta es la relación de cuerpo que se explica en 1 Corintios 12 y Efesios 4. Absolutamente esencial para el
liderazgo cristiano es entender que las personas, como partes de un cuerpo, encuentran su verdadera vida y utilidad cuando están unidas “entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente” (Efesios 4:16). Cada parte del cuerpo ayuda a sostener todas las otras partes. Hay varias funciones cuando el pueblo de Dios trabaja en conjunto, y el liderazgo es una de ellas. De modo que el líder existe sólo en relación con los que lo siguen.
6. Tiene habilidad para compartir el liderazgo. Los líderes trabajan bien con otros líderes. Pueden aceptar un puesto como líder intermedio, siguiendo a los demás con lealtad y respeto, y pueden nombrar a líderes ayudantes, confiándoles el control sobre ciertas tareas. Esta característica está estrechamente relacionada con la del sentido de pertenecer al grupo. El énfasis aquí está en la humildad, la confianza y el respeto hacia los demás. Un buen líder tiene en gran estima a los demás, y un líder cristiano sabe que el método de Dios es obrar por medio de la humanidad, su creación más importante. Por lo tanto, se han de respetar los dones y los llamamientos de todos. Se nos dice que nos sometamos “unos a otros en el temor de Dios”
(Efesios 5:21). Pablo da el ejemplo para los líderes en sus frecuentes expresiones de aprecio para sus colaboradores y ayudantes. Entre las muchas citas referencias están Filipenses 4:1-3; Colosenses 4:7-14 y 1 Tesalonicenses 1:2-4.
7. Tiene consistencia y seriedad. Los líderes son consistentes y serios. Comunican en forma clara y sincera lo que esperan del grupo y luego ayudan a todos a trabajar de acuerdo con los planes. No se entusiasman con un proyecto para luego olvidarlo o cambiar de opinión de repente sin informar a los demás. Cumplen con su palabra y obedecen las mismas regulaciones que fijan para los demás. Jesús dijo claramente que la consistencia y la seriedad son requisitos en el servicio cristiano. “Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios” (Lucas 9:62). Pablo dijo: “Estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre” (1 Corintios 15:58). Vea también Gálatas 5:1 y Efesios 4:14.
Volvamos y repasemos lo que hemos logrado en esta lección. Primero, consideramos a Pedro González, un líder recién nombrado. Luego examinamos el relato bíblico de José para poder descubrir los rasgos, actitudes y comportamientos de un líder en una situación de la vida real. Finalmente, vimos una lista de las características de liderazgo según las han compilado los eruditos en los libros de texto sobre el tema del liderazgo. Descubrimos que cada una de estas características de buen liderazgo es también una característica de los buenos creyentes, y que José verdaderamente es un buen ejemplo a seguir.
Piense una vez más en Pedro. ¿Qué podríamos decirle para ayudarle a ser un mejor líder? Ahora podemos ver que tiene algunos problemas, ¿verdad? Primero, debe recordar que es un líder intermedio, que está bajo el Señor y bajo el pastor de la iglesia. Luego, él necesita adoptar una actitud más humilde. Debe tener cuidado de no complacerse en la idea de que tiene un puesto por encima de sus hermanos y de los otros jóvenes. Debe darse cuenta de que ser un líder cristiano es diferente que ser un jefe en una compañía comercial. Un buen líder, como José, respeta a los que ocupan puestos más altos y menos altos que él. Un buen líder hace mucho más que dar órdenes a los demás. Él trabaja con ellos. Está pronto a perdonar los errores de los demás y sigue amándolos y esperando lo mejor de ellos, aun cuando lo hayan decepcionado. Tratará de dirigirlos hacia una vida más piadosa, como lo hizo José con sus hermanos, para cumplir con la voluntad del Señor.