El Espíritu Santo le llena

Hemos aprendido que el Espíritu Santo es un don. ¿Cuándo es que estamos listos para recibir este don? En su libro, Keys to a Deeper Life [Claves para una vida más profunda], A.W. Tozer nos da una respuesta

Primero, debemos estar “seguros de que la experiencia de ser llenos es en realidad posible” (Tozer 1957, 26–27). Debemos tener la convicción de que no es nada extraño ni raro. Debemos ver que es la obra correcta de Dios, un don que nos llega por la obra de Cristo para salvarnos. Si leemos
y estudiamos lo que dice la Biblia acerca del ser llenos del Espíritu Santo, nuestra convicción será fuerte.

Segundo, Tozer dice que debemos desear ser llenos del Espíritu Santo. “¿Usted está verdaderamente dispuesto a dejar que el Espíritu de Dios sea Señor de su vida?” (28). ¿Usted está dispuesto a renunciar al orgullo, la jactancia y el egoísmo? ¿Usted está dispuesto a obedecer la Palabra de Dios escrita? ¿Usted está dispuesto a ser probado y disciplinado?

Si usted no puede contestar estas preguntas con un “sí” lleno de entusiasmo, examine sus motivos. Quizás usted sólo quiere la emoción que da el poder o la victoria. Pero si puede contestar positivamente, ¡usted está listo para ser lleno del Espíritu Santo!

Otros están siendo llenos

¿Sabía usted que Dios está derramando su Espíritu Santo sobre toda la gente todavía más que en el día de Pentecostés? La profecía de Joel se cumplió en parte entonces y en una medida mayor ahora.

Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán. (Hechos 2:17–18)

Entre los años 300 y 1900 d.C., algunos individuos y grupos siguieron siendo bautizados en el Espíritu Santo. Agustín, Javier, los Waldenses, Zinzendorf, Finney y muchos de los primeros metodistas y cuáqueros tenían la experiencia y el poder pentecostal.

En 1900 Dios derramó su Espíritu sobre sus hijos alrededor del mundo. De ahí en adelante el avivamiento pentecostal ha crecido. Muchos miles de cristianos en todas las diferentes iglesias, como católicas, luteranas, episcopales, presbiterianas, metodistas y bautistas han sido llenos del Espíritu Santo. Algunos calculan que hoy hay más de 110 millones de creyentes pentecostales en el mundo.

¿Quiénes están siendo llenos del Espíritu Santo? Los que tienen hambre y sed de Dios reciben el bautismo. Muchos ayunan para poder pasar más tiempo en oración. El hambre del alma se ha hecho más importante que la del cuerpo.

Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. (Salmo 42:2)

Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado. (Juan 7:37–39)

El Espíritu Santo está llenando a los que quieren que Él tome control de su vida. Ellos rinden mente, emociones, voluntad y cuerpo para que Dios pueda usarlos en cualquier manera que Él decida

Dé la Bienvenida al Espíritu Santo

Su amigo el Espíritu Santo quiere venir y llenarlo. El general William Booth, fundador del Ejército de Salvación, Antes de arrodillarse a orar para recibir el bautismo de Fuego…vea que su alma esté en armonía con la voluntad y el propósito del Espíritu Santo a quien usted busca. Vea que el
canal de comunicación, por el que el bautismo del Espíritu Santo se debe recibir, se mantenga abierto. He sabido de algunos…que no podían obtener nada de agua. Abrían el gripo repetidamente, pero no salía nada de agua… Había suficiente agua en el depósito, los tubos, los grifos y las conexiones estaban bien, pero no salía nada de agua. Por fin sacaron el tubo y encontraron un ratón. De nada sirve darle vuelta al grifo, orar, cantar o aun creer, si usted está reteniendo algo o se niega a hacer algo― algo por lo que se siente condenado, pero que se niega a entregar, algo en el tubo…Sáquelo;
no le dé descanso; entréguelo. Destruya sus ídolos y obstáculos e interrupciones, con una destrucción eterna. Deje que haya libre comunicación entre usted y Dios. Entréguelo todo, y será inundado antes de levantarse después de haber estado arrodillado; el mundo sentirá el poder de ello, y Dios tendrá toda la gloria.

Crea y reciba

Usted recibe el bautismo en el Espíritu Santo como recibe la salvación: por fe. Simplemente crea en la promesa de Dios y acepte el don que Él le ofrece. Aquí hay algunas de las promesas que le ayudarán a creer y a recibir. Son para usted. Memoríceselas y repítaselas a sí mismo. Cuando se dé cuenta de la verdad de las mismas le será fácil aceptar el don de Dios para usted.

Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá…¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lucas 11:9, 11–13)

Créale a Dios. No tema pedir. Y no tema cuando el poder del Espíritu Santo venga sobre usted. Dios lo ama. Usted es su hijo. ¡Él no le dará algo dañino cuando usted le pida el Espíritu Santo!

Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare. (Hechos 2:38–39)

Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen. (Hechos 5:32)

Para recibir un regalo usted simplemente cree que es para usted, le da las gracias al dador y lo recibe. Usted lo toma y lo hace suyo. De la misma manera, usted cree en la promesa de Dios. Reciba el don que Él ha ofrecido; dele las gracias por él y acéptelo. Usted cree que el Espíritu Santo viene a llenarlo. Usted le entrega su voluntad a Él, sus deseos y ambiciones, y deja que Él tome el primer lugar en su vida. Cuando lo haga, Él lo llenará. Y usted lo sabrá.

¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír con fe?…a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. (Gálatas 3:2, 14)

Entréguese al Espíritu Santo

Usted quiere que el Espíritu Santo lo llene para que Él pueda guiarlo, orar a través de usted, darle las palabras que debe decir testifica, y darle fe para creer en su poder para obrar milagros. El bautismo en el Espíritu Santo es su iniciación a esta clase de vida. Usted experimenta algo de toda esta obra
del Espíritu Santo en el bautismo. Es como una puerta por la que entra a la vida llena del Espíritu y dirigida por el Espíritu. Cuando usted entra, rinde su mente, sus emociones, su voluntad y su cuerpo al Espíritu Santo.

Con frecuencia los que oran para ser llenos alzan las manos como señal de que se entregan al Espíritu Santo y que lo invitan a que tome control. Algunos lo reciben mientras cantan himnos de consagración.

Entregue su mente

El Espíritu Santo viene para poder ayudarle a orar y
testificar. De modo que espere que Él le impresione ciertas
cosas en la mente por las que debe orar o por las que le debe
dar gracias a Dios. Obedezca al Espíritu Santo. Cuando lo haga,
Él orará por medio de usted en su propio idioma o en el que Él
escoja.

Entregue sus emociones

Su naturaleza emocional es parte de usted; entréguesela al Espíritu Santo. Si siente deseo de llorar cuando esté orando, no detenga las lágrimas. Deje que el Espíritu Santo disuelva toda la dureza, la voluntad propia, el orgullo, la duda y la resistencia a Dios que Él pudiera haber encontrado en usted. Permita que le dé convicción, que lo limpie y que lo lleve a ser lo que Él quiere que usted sea. Llore por sus amigos y sus seres amados que estén perdidos en pecado, o por los millones que nunca han oído el evangelio. Esta es la obra del Espíritu Santo en usted por la salvación de las almas.

Es posible que Cuando el Espíritu Santo lo llene, podría darle tal amor que usted lo adorará y lo alabará con el su alma. O usted podría estar tan alegre que sentirá ganas de reírse de gozo. Vaya, exprese este amor y este gozo del Espíritu Santo.

A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso. (1 Pedro 1:8)

Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. (Romanos 14:17)

Sin embargo, recuerde que las bendiciones de Dios se derraman sobre diferentes personas de maneras diferentes. Algunos no sienten ninguna gran emoción cuando son llenos del Espíritu Santo. Así que no se preocupe por ello ni trate de lograr algún estado emocional. Benjamin A Bauer dice esto:

El poder del Espíritu Santo en usted no se puede medir correctamente por la cantidad de sentimiento que usted posea, sino más bien por la fe que mora en su interior. El poder del Espíritu Santo podría estar obrando poderosamente en usted sin producir ni una partícula de emoción en su hombre físico. Pero la persona llena del Espíritu Santo siempre estará llena de fe y amor.

Entregue su voluntad

Usted ha invitado al Espíritu Santo que controle su vida. No discuta con Él sobre cómo Él debe hacerlo. No insista en una experiencia igual a la que tuvo otra persona. Acepte lo que Él tenga para usted. Algunos resisten el poder de Dios porque temen que los hará verse ridículos. ¿Y qué si la gente lo critica? Los críticos dijeron que Cristo y Pablo estaban locos y que los creyentes que fueron llenos del Espíritu Santo el día de Pentecostés estaban borrachos. Entregue su voluntad y deje que Dios haga lo que quiera.

Entregue su cuerpo

El Espíritu Santo le llenará el cuerpo como también la mente y la naturaleza emocional. Usted ha orado por el poder del Espíritu Santo; Él podría hacerlo sentir este poder para que usted sepa que es real.

La gente responde físicamente al poder del Espíritu Santo de diferentes maneras, bastante parecido a como lo hicieron en los tiempos bíblicos. Moisés tembló fuertemente. Daniel cayó al suelo como muerto. David danzó de gozo delante del arca. El paralítico saltó de gozo después de ser sanado. El día de Pentecostés, el grupo que se había reunido habló en lenguas según el Espíritu Santo les daba las palabras que debían decir.

La Biblia dice que de todos nuestros miembros, la lengua es el más difícil de controlar. Estamos prontos para decir las cosas que no debemos decir y lentos para decir lo que debemos decir. Así que debemos entregarle la lengua al Espíritu Santo y pedirle que nos ayude a usarla para la gloría de Dios.

La gente recibe esta obra del Espíritu Santo en varias formas. Algunos repentinamente hablan con fluidez en otro idioma sin problemas, luchas ni dudas. Simplemente le entregan su voz al Espíritu Santo.

Otros se entregan poco a poco al poder del Espíritu. Algunos tartamudean y luchan por seguir hablando claramente en su propio idioma. Algunos son como niños que están aprendiendo a hablar cuando repiten una o dos sílabas o palabras que el Espíritu Santo les da. Pero a medida que aprenden a entregarse al Espíritu cada vez que oran, Él habla con fluidez a través de ellos.

Todavía otros sienten una fuerte impresión del Espíritu Santo que expresen cierta palabra o palabras que ellos no entienden. En fe aceptan esta dirección del Espíritu y expresan las palabras. Cuando lo hacen, el Espíritu Santo los capacita para hablar en otras lenguas―ya no en palabras que les pasan por la mente sino en un poder directo y sobrenatural.

Aquí hay una condensación de la experiencia de Robert W. Cunningham cuando era misionero presbiteriano en la India:

Yo estaba alabando a Dios y decía: “¡Gloria sea a ti, oh Dios!” De repente…El parecía decir: “En realidad no me estás alabando ni orando por mi gloria, no te sientes ansioso por mi gloria, sino porque quieres tu bautismo”… Regresé a la reunión…e inmediatamente comencé a orar como Él me había enseñado… “Oh Dios, que Tú seas exaltado y glorificado aquí, en esta reunión, en cada uno de tus hijos, en mí.”

Mientras yo oraba así con toda sinceridad, un poderoso espíritu de tristeza se apoderó de mí…En un espíritu que reconocí no ser el mío lloré de todo corazón porque Dios no era amado ni glorificado cuando Él era digno.

Después del espíritu de celoso y ardiente deseo por la gloria de Dios, me invadió una sensación maravillosa y suprema de gozo y libertad. Sentí como si estuviera en el centro, en el corazón del amor de Dios y libre de todo lo que me ataba. Reí con el gozo de ello―reí de mis dudas y temores, reí de los enemigos de mi alma, y reí con el gozo de triunfo sobre toda preocupación que me había atacado.

Por mucho tiempo el Espíritu me enseñó a alabarlo por su santidad, por su justicia, por su rectitud y por su bondad. Después me enseñó la pasión del deseo de su corazón de que su reino venga. ¡Ah!, si tan sólo supiéramos cómo el Espíritu anhela que Cristo sea coronado Rey.

La próxima lección que Él me enseñó fue el celoso deseo de Dios de que se haga su voluntad en la tierra como en el cielo. Él comenzó a tratar conmigo personalmente. Me mostró que todos los miembros, mi cuerpo entero, habían sido hechos para su gloria.

Todo esto mientras un tremendo poder había estado en mi cuerpo…Un poder que era inteligente…Un poder que era infinito, pero que se detuvo ante mi voluntad y que se negó a llevar a cabo sus deseos a menos que mi voluntad cooperara.

Luego me aclaró que Él esperaba que yo usara mi habla para glorificar a Cristo. Él quería que yo diera mi vida para glorificar a Cristo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo…el Sanador, el que bautiza en Espíritu y en fuego…el Rey que ha de venir.

Luego me hizo saber que quería mi lengua, para hablar a través de ella a medida que Él me daba las palabras. Cuando me entregué a Él, Él habló a través de mí en un idioma que yo no sabía ni entendía. ¿Por qué? No puedo decirlo. Sólo sé que Él me hizo sentir que Él, el Espíritu Santo, había usado mi lengua para expresarle misterios a Dios, y que era sumamente debido que Él sellara la inundación y llenura de su templo al tomar la lengua y adorar a Dios según daba expresión, en un lenguaje que yo no hubiera podido hablar por mi propia oración.

Dios, quien no hace dos hojas completamente iguales, lo llenará a usted del Espíritu Santo de la manera que Él escoja. Algunos son llenos del Espíritu Santo inmediatamente después de su conversión. Otros oran mucho tiempo antes de recibirlo. Algunos están arrodillados en el altar cuando son bautizados en el Espíritu Santo. Otros están sentados o de pie. Algunos están en un grupo de oración en un hogar. Otros están cantando, leyendo la Biblia u ocupados en su trabajo cuando de repente un gran amor hacia Dios se acumula en ellos e irrumpen alabándolo a Él y son llenos del Espíritu Santo.

Quizás usted ha sido lleno del Espíritu pero no tanto como le gustaría. Haga lo que hicieron los primeros cristianos: Permita que Él lo vuelva a llenar hasta rebozar. Siga siendo lleno del Espíritu.

Cuando usted ve cómo otros son llenos del Espíritu Santo, usted se da cuenta de que Dios no tiene favoritos. Lo que Él está haciendo por otros, Él también hará por usted. El tiempo que usted tiene de convertido, dónde está y lo que está haciendo no el lo importante. Lo importante es su actitud, su hambre y sed de Dios, su disposición para obedecerle a Él, y su fe de que Él cumplirá su promesa. Entréguese a Él y deje que lo llene ahí mismo dónde está.

Reciba ánimo de las palabras del apóstol Pablo a la iglesia colosense:

No cesamos de orar por vosotros, y de pedir que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad. (Colosenses 1:9–11)