Piense en los demás cuando ore

¿Qué hace usted cuando sabe que alguien está sufriendo o que tiene problemas? Es probable que usted diga: “Trataría de ayudarle”. Pero ¿qué si usted estuviera demasiado lejos? ¿Qué si la persona necesita algo que usted no tiene? ¿Qué si ella tiene un problema difícil que está más allá de la habilidad de usted para resolverlo?

En esas situaciones, usted puede orar. Aun cuando crea que usted puede ayudar a la persona, siempre debe orar. La persona podría tener necesidades que no se pueden ver. Cuando usted ore, Dios podría mostrarle esas necesidades y hablarle sobre cómo usted puede ayudar.

Esta lección explica algunas de las claves para orar por los demás. Le ayudará a saber por qué orar y cómo orar. Cuando usted pone en práctica lo que aprende, estará siguiendo los ejemplos que da la Biblia y también participará en la obra que Dios hace en la vida de los demás.

Ver las necesidades de los demás

Jesús miraba a los que estaban a su alrededor y veía sus necesidades. Él se preocupaba por todos los que sufrían. Él recibía con amor a los pobres, a los desechados, a los ciegos, a los leprosos. Aun cuando las multitudes estaban escuchando su predicación, Jesús sabía que tenían hambre y les dijo a sus discípulos que les dieran algo de comer.

El amor de Jesús por la gente lo hacía sufrir con los que sufrían. El amor de Dios en nosotros nos ayudará a ver por los ojos de Jesús a los que están ciegos por el pecado, a los que son víctimas de Satanás, a los que están perdidos y que se dirigen a un sufrimiento eterno. Un amor así nos hará orar, tal como hacía orar a Jesús. Jesús vio hasta la necesidad de los que se burlaban de Él cuando estaba en la cruz por sus pecados. Ahí Él clamó: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.” (Lucas 23:34).

Una y otra vez leemos que Jesús “fue movido a misericordia” o que “tuvo compasión” al ver las necesidades de la gente. Compasión significa “sufrir con, sentir los sufrimientos de los demás como si fueran sus propios sufrimientos”. Esta compasión llevaba a Jesús a la oración y a la obra. Sus milagros eran en gran medida el resultado de su compasión, la manifestación del amor de Dios al subsanar las necesidades de la gente.

Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos. (Mateo 14:14)

Algunos piensan solamente en sus propios problemas o intereses y no ven la necesidad de los que los rodean. Peor todavía, algunos ven los problemas de los demás sin sentir ninguna preocupación, lástima ni pesar por los que sufren. Debemos orar que Dios nos haga más sensibles a los problemas
de los que nos rodean. Entonces Dios pondrá en nosotros el amor de Él por aquellos por quienes oramos, y así podremos orar con la compasión de Cristo.

La preocupación por los que tienen necesidades produce oraciones eficaces. Trae una profunda súplica en la oración intercesora (la oración por los demás) y produce para las respuestas cuando nos damos cuenta de que tiene Dios se preocupa por la necesidad.

Orar por su familia

La Biblia tiene muchos ejemplos de hombres y mujeres que oraron por sus hijos y por otros miembros de su familia. La oración de Abraham salvó de la muerte a su sobrino Lot cuando la ciudad de Sodoma fue destruida. Dios contestó la oración para escoger a la que sería esposa de su hijo Isaac. Isaac oró para que Dios sanara a su esposa Rebeca. Ella oró por sus hijos antes que nacieran. Manoa oró que Dios les dijera cómo criar a su hijo. Job oraba todos los días que Dios guardara a sus hijos de pecar o que los perdonara cuando pecaban. Los padres de familia llevaban a sus bebés al templo y los dedicaban a Dios. Las madres le llevaban a sus hijos a Jesús para que los bendijera o los sanara.

A través de la Biblia encontramos que Dios quiere que toda la familia le sirva junta y que goce de sus bendiciones en el hogar. Si todavía algunos de los miembros de su familia todavía no han aceptado a Cristo como su Salvador personal, su oración más importante por ellos es su salvación. Aquí está un maravilloso versículo bíblico que nos dice lo que podemos esperar si creemos.

Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. (Hechos 16:31)

Este es un excelente versículo para memorizarse y citar cuando oramos por la salvación de nuestra familia. Esto fortalece nuestra fe cuando recordamos que Dios quiere que toda la familia crea y se salve. Por fe podemos reclamar su salvación.

El amor por nuestros familiares debe hacernos tener paciencia y ser bondadosos con ellos aun cuando se opongan fuertemente al evangelio. Por supuesto que Satanás no quiere que nuestros familiares y amigos se salven. A veces mientras más oramos por ellos, más parecen rebelarse contra las cosas de Dios. Por lo tanto, es importante que nosotros: 1) sigamos orando y alabando a Dios con fe por la respuesta, 2) tengamos paciencia, 3) les demostremos que los amamos y 4) que obedezcamos al Señor cuando nos indique cómo testificarles o cómo oremos con ellos.

Oración + Paciencia + Amor + Obediencia = Resultados

Orar por los demás

¡Qué privilegio tenemos de poder trabajar con Dios ayudando a los demás por medio de la oración! En todas partes hay gente que necesita ser alentada y ayudada. Oramos por nuestra familia, por nuestros amigos y por nuestros vecinos. Qué decir de los maestros de escuela, de los dirigentes de la iglesia, de los funcionarios gubernamentales. Necesitan la ayuda de Dios. Oramos por nuestra nación y por otras naciones; por todos los que sufren, por los que necesitan a Cristo, por los nuevos convertidos y por los hijos de Dios, dondequiera que se encuentren. Todos tienen problemas demasiado grandes para resolverlos. A Dios le preocupan todas las necesidades humanas y él cuenta con la solución para todo problema. Trabajamos
como sus colaboradores al compartir su preocupación, llevando al trono de su gracia las necesidades de la gente, prestando oído atento a sus instrucciones, y luego haciendo lo que nos dice que hagamos. Su Palabra, además, nos muestra y nos dice cómo debemos orar por los demás.

Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia, para que vivamos quieta y reposadamente en toda piedad y honestidad. Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. (1 Timoteo 2:1–4)

Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen. (Mateo 5:44)

Y envió el rey Sedequías a Jucal hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías hijo de Maasías, para que dijesen al profeta Jeremías: Ruega ahora por nosotros a Jehová nuestro Dios. (Jeremías 37:3)

Pedid por la paz de Jerusalén. Sean prosperados los que te aman. (Salmo 122:6)

Y dijeron al profeta Jeremías: Acepta ahora nuestro ruego delante de ti, y ruega por nosotros…para que Jehová tu Dios nos enseñe el camino por donde vayamos, y lo que hemos de hacer. (Jeremías 42:2–3)

Por lo demás, hermanos, orad por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, así como lo fue entre vosotros,
y para que seamos librados de hombres perversos y malos; porque no es de todos la fe. (2 Tesalonicenses 3:1–2)

¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:13–16)

El aceite que menciona el pasaje anterior carecía de propiedades curativas; representaba al Espíritu Santo que es quien efectuaría la curación. En los días bíblicos se derramaba aceite sobre la cabeza de las personas cuando se las dedicaba a Dios y a su servicio. Las oraciones en favor de la sanidad
incluían la confesión de las faltas cometidas y la dedicación a Dios. Mucha gente hoy en día nos dice que Dios los sanó de enfermedades incurables cuando obedecieron las instrucciones presentadas en Santiago 5:13–16. A continuación elevemos juntos la siguiente oración.

Ayudar a subsanar las necesidades

Dios hace actuar y pone en juego muchas fuerzas para contestar las oraciones y atender a las necesidades humanas. Antes que nada, nos ayuda a percibir la necesidad y comparte con nosotros su preocupación por la misma. Luego nos enseña cómo debemos orar por esa particular necesidad y nos otorga fe en la respuesta. Nos hace saber qué espera de nosotros y nos ayuda a realizar lo que Él quiere que hagamos, de modo que contamos con la bendición de trabajar con él como socios de una empresa. Aparte de lo anterior, actúa sobre otra gente, en las circunstancias y de maneras sobrenaturales para hacer cosas humanamente imposibles de realizar. Hasta envía a sus ángeles para que actúen según su voluntad y responde a
nuestras oraciones.

El milagro de Jesús de alimentar a los cinco mil nos muestra una manera en la que podemos ayudarle a contestar la oración. Él oró por el almuerzo de un niño, lo multiplicó y lo puso en las manos de los discípulos para compartirlo con la multitud. El niño se lo pudo haber comido. Los discípulos se lo pudieron haber comido. Pero porque se lo dieron a los demás, el milagro ocurrió. Al compartirlo, Dios lo multiplicó hasta que todos comieron lo suficiente y sobraron doce cestas llenas. También nosotros debemos hacer más que orar por las necesidades de los que tienen hambre―ya sea del pan natural o del Pan de Vida. Dios nos bendecirá y también subsanará todas nuestras necesidades cuando oremos y compartamos con los demás. Jesús dijo:

Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con que medís, os volverán a medir. (Lucas 6:38)

El libro de Nehemías es un inspirador testimonio personal de cómo Dios obra en la persona que ora, en otros y en las circunstancias para contestar la oración. Nehemías, exiliado en Babilonia, tenía un buen puesto como siervo de confianza del emperador. Pero estaba preocupado por las necesidades de los demás, especialmente las de sus compatriotas que habían vuelto a Jerusalén. Cuando su hermano le trajo noticias de los problemas que tenían allá, Nehemías respondió:

Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. (Nehemías 1:4)

Nehemías oró por los muros que era necesario reconstruir para proteger al pueblo de sus enemigos, y Dios le puso en el corazón un plan para hacer algo por la necesidad. Nehemías se sentía tan preocupado que el emperador lo notó y le preguntó por qué estaba triste. Nehemías sintió temor porque nadie podía mostrarse triste en presencia del emperador. Él podía ser castigado o perder la vida por desagradar al emperador. Pero Nehemías elevó una oración rápida, silenciosa a Dios y tomó la oportunidad para hablarle al emperador de las necesidades de su país. Nehemías había orado: “Dame éxito hoy y haz que el emperador sea misericordioso conmigo”. Y Dios hizo exactamente eso. En vez de disgustarse, el emperador habló del problema con Nehemías.

Me dijo el rey: ¿Qué cosa pides? Entonces oré al Dios de los cielos, y dije al rey: Si le place al rey, y tu siervo ha hallado gracia delante de ti, envíame a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, y la reedificaré. Entonces el rey me dijo (y la reina estaba sentada junto a él): ¿Cuánto durará tu viaje, y cuándo volverás? Y agradó al rey enviarme, después que yo le señalé tiempo. (Nehemías 2:4–6)

¡Qué emoción! El emperador llegó a ser socio en el proyecto de Nehemías cuando Dios contestó la oración. Le dio a Nehemías permiso para ausentar por un tiempo, autorización, materiales y una escolta militar para protegerlo.

Dios le ayudó a Nehemías una y otra vez en respuesta a la oración. Nehemías reconstruyó los muros de Jerusalén y fue gobernador. Nehemías dio el secreto de su éxito con las palabras: “Porque Dios está conmigo.” También podríamos decir que se lograron grandes cosas mediante sus oraciones
porque él estaba dispuesto a asociarse con Dios para responder a esas oraciones.

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