Use la Palabra de Dios cuando ore

Casi todo lo que hacemos debe ser con fe, pues la vida está fundada en la fe. Comemos alimentos creyendo que nos nutren. Mandamos cartas creyendo que el sistema postal la entregará a la gente en otros pueblos y ciudades. Visitamos a amigo creyendo que cumplirá su promesa de recibirnos.

La vida cristiana también está fundada en la fe. Creemos que Dios nos ama y que se interesa por nuestros problemas, así que le oramos a Él con confianza, esperando que conteste.

¿Por qué debemos creer que Dios nos ama? Creemos que nos ama porque Él lo dice en su Palabra, la Biblia. La Palabra de Dios es completamente confiable y segura, tal como Él es. Si la Biblia dice Él que nos ama, así es. Cuando Él nos invita a orar, Él lo dice en serio.

Esta lección explica maneras en que la Biblia le ayuda cuando usted ora. Aprenderá cómo estudiarla, cómo usarla cuando ore y cómo poner en acción sus promesas.

Use la biblia como su guía

Jesús dijo que existe una relación directa entre sus palabras y nuestras oraciones. Él hizo la siguiente notable declaración: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7).

Esta maravillosa promesa nos enseña que la respuesta a nuestras oraciones dependerá del papel que juega en nuestras vidas la Palabra de Dios. Debemos meditar en lo que dice la Biblia y dejarla que nos guíe en nuestras acciones de todos los días, así como en nuestras oraciones. Sigamos al pie de la letra lo que la Biblia nos dice sobre cómo orar, y cuando oramos permitámosle a Dios que nos hable a través de su Palabra. Cuando oramos con otros, leyendo de las páginas de la Biblia y comentando lo que leemos, se hace más real la presencia de Dios entre nosotros. Dios aplica su mensaje a nuestras condiciones y nos muestra cómo debemos orar respecto de los problemas que se plantean en nuestros hogares, en nuestras comunidades, y en el mundo entero.

La Biblia nos señala cuál es la voluntad de Dios respecto a nuestras vidas y nos hace saber cómo orar para que sea hecha su voluntad. Debemos orar por todo aquello que signifique honrar a Dios y también por las cosas que beneficiarán a los demás, no solamente por lo que deseamos, o para satisfacer nuestros placeres egoístas.

Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (Santiago 4:2–3)

Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. (Mateo 26:41)

Muchas de las oraciones que aparecen en la Biblia resultan excelentes guías para nosotros. Podemos derramar nuestras almas en las palabras de David cuando clama pidiendo perdón, o en la angustiosa oración de sumisión de Jesús, inmediatamente antes de dirigirse a la cruz.

Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones…Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. (Salmo 51:1, 10)

Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea  como yo quiero, sino como tú. (Mateo 26:39)

Por lo tanto, si queremos que nuestras oraciones sean eficaces, llenemos nuestras mentes con la Palabra de Dios.

Leamos la Biblia, meditemos en lo que nos dice, memoricemos sus pasajes, oremos por su mensaje. Dará forma a nuestros deseos y guiará nuestras oraciones. En la medida en que permanece en nosotros, podemos pedir y recibir respuesta a las oraciones que elevamos.

Fortalezca su fe con la biblia

¿Hemos dicho alguna vez: “Quisiera tener más fe”, o “No tengo fe alguna”? En realidad todos contamos con una cierta medida de fe. Al comienzo de esta lección, dije que muchas de las cosas comunes de la vida que hacemos cada día, están fundadas en la fe.

Ahora que usted es un cristiano, sin embargo, usted tiene una clase de fe nueva. Esta fe es la creencia en Dios, una persona que usted no ha visto. Esta es el fundamento de su nueva vida.

Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. (Hebreos 11:1)

Dios mismo nos da fe, la confianza de que Él hará lo que promete. El obra a través de su Palabra para fortalecer nuestra fe, y nosotros cooperamos con Él en esto. Nuestra fe crece y aumenta cuando leemos las maravillosas cosas que Dios ha hecho por otros. Pensamos en el amor de Dios para con
nosotros y comprendemos que las cosas que hizo por la gente en los días bíblicos las hará por nosotros en el día de hoy. Acudimos a sus promesas y creemos lo que nos dicen. Oramos con la creencia de que recibiremos respuesta, y así ocurre sin duda alguna.

Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. (Hebreos 12:2)

Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Romanos 12:3)

Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos 10:17)

En Romanos 10:17 se nos recuerda que la fe no se logra por la simple lectura y la meditación de la Palabra de Dios. Lo que vigoriza nuestra fe es oír predicar la Palabra. Asistimos a los cultos de la iglesia y escuchamos los programas radiales cuando podemos. Los sermones, los cantos y los testimonios sobre Jesús, el Hijo de Dios, fortalecen nuestra fe en Él.

No lo entendemos a la perfección, pero sí sabemos que Dios obra por medio de nuestra fe. Si no creemos, ello obstaculiza la tarea del Altísimo. Si creemos, esto le hace más fácil contestar nuestras oraciones y hacer cosas maravillosas.

Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos. (Mateo 13:58)

Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. (Marcos 9:23)

Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; porque decía dentro
de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora. (Mateo 9:20–22)

Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos… (Mateo 9:28–30)

Use versículos bíblicos cuando ore

Las promesas que da Dios a sus hijos son como cheques en el banco del cielo. Los tenemos en la Biblia (nuestra chequera) y sólo tenemos que presentarlos para cobrarlos. La cuenta de Dios nunca tiene un saldo deudor, de modo que podemos presentarle estos versículos a Dios cuando oramos y saber que Él honrará la firma de su Hijo en ellos. Dios es completamente fiel a sus promesas.

La Palabra de Dios está llena de promesas que subsanan nuestras necesidades. Porque Jesús transformó a la gente, la alimentó y la sanó, sabemos que Él se preocupa por todas nuestras necesidades. Él promete consuelo para nuestra aflicción, compañía para nuestra soledad, perdón del pecado, liberación de los malos hábitos y todo lo demás que necesitemos.

Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Filipenses 4:19)

El rey David, cabeza del linaje real del que descendió nuestro Señor Jesús en su naturaleza humana, nos da un ejemplo de cómo podemos hacer de las promesas de Dios una parte de nuestras oraciones.

Ahora pues, Jehová Dios, confirma para siempre la palabra que has hablado sobre tu siervo y sobre su casa, y haz conforme a lo que has dicho…Porque tú, Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, revelaste al oído de tu siervo, diciendo: Yo te edificaré casa. Por esto tu siervo ha hallado en su corazón valor para hacer delante de ti esta súplica. Ahora pues, Jehová Dios, tú eres Dios, y tus palabras son verdad, y tú has prometido este bien a tu siervo. Ten ahora a bien bendecir la casa de tu siervo, para que permanezca perpetuamente delante de ti, porque tú, Jehová Dios, lo has dicho, y con tu bendición será bendita la casa de tu siervo para siempre. (2 Samuel 7:25, 27–29)

Usted puede hacer una oración similar por cualquier miembro de su familia que no cree en Jesús o no lo ha aceptado como su Salvador personal.

Haga algo por fe con las promesas de Dios

Prepárese para la respuesta

El director de un instituto bíblico y su esposa estaban orando que el Señor les diera algunas vacas para tener la leche que los estudiantes necesitaban los estudiantes. Tenían suficiente terreno para echar las vacas al pasto, pero algunos de los cercados se habían caído y era necesario repararlos. Un
día el Señor les habló en sus pensamientos: “¿Dónde pondrían las vacas por las que están orando? Si esperan que les conteste, prepárense. Reparen los cercados.” En obediencia, repararon los cercados. Pocos días después de terminar el trabajo, Dios proveyó las vacas.

Un enfermo que no había podido levantarse de la cama por mucho tiempo le pidió al pastor que llegara y orara por su sanidad. Él le dijo a su esposa: “Prepárame la ropa. Yo me voy a levantar después que oren por mí.” Se levantó, perfectamente bien.

¿Tiene usted algunos “cercados que reparar” para prepararse para recibir lo que ha pedido en oración y que Dios ha prometido darle? Siga adelante y haga su parte, creyendo que la respuesta está en camino.

Crea y dele gracias a Dios

Suponga que usted está pobre, sin trabajo, con hambre y endeudado. Entonces su tío rico le dice que él va a pagar todas las deudas suyas y que le va a dar un trabajo. Él le da un cheque para que compre la comida que necesita y alguna ropa. ¿Usted le diría: “Todo me suena maravilloso, pero primero quiero ver si este cheque es bueno. Si me dan el dinero a cambio del cheque, yo te daré las gracias. Y cuando reciba mi primer pago del trabajo que me ofreciste, de seguro que te dará las gracias?” ¡Por supuesto que no! Usted se alegraría, creyendo que en realidad tiene lo que él le prometió. ¿No deberíamos hacer lo mismo con Dios? Él se alegra cuando nosotros creemos y le agradecemos sinceramente lo que nos ofrece, aun antes de tenerlo en las manos. Alabe a Dios por la respuesta.

Por tanto, os digo que todo lo que pidieres orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. (Marcos 11:24)

Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. (Santiago 1:6)

Siga creyendo

La historia de Abraham (antepasado de los árabes y de los judíos) nos enseña a seguir creyendo. Dios le dijo a Abraham que sería padre de naciones. Pero pasaron veinticinco años y Abraham no tenía hijos.

Y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo [Abraham], que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara. Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido. (Romanos 4:19–21)

El ejemplo de Abraham nos enseña a apartarnos de la perspectiva natural de la fe. Deje de mirar el problema y concéntrese en la promesa. No mire sus limitaciones ni la montaña de dificultades que le bloquean el camino. Mire a Jesús. Aun cuando todo resulta mal, siga confiando en Dios y alabándolo. La montaña de problemas no puede evitarle que siga adelante con Jesús. Él los apartará o le mostrará un camino en medio de ellos o lo elevará por encima de ellos. Las montañas no son problema para Él.

Respondiendo Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis no sólo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis. (Mateo 21:21–22)

Acepte y haga algo

Cuando creemos que recibimos, hacemos algo con ello. Los que oran para ser liberados de malos hábitos pueden dar un paso de fe y deshacerse de las cosas de las que le han pedido a Dios que los libere. Los que oran para que Dios los use dan un paso de fe para hacer lo que Él les dice que hagan, confiando en su poder para ayudarles. Cuando empezamos a hacer algo con la promesa de Dios, la vemos cumplirse. Este es el modelo bíblico.

Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. (Santiago 2:17–18)

 

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