Mansedumbre: El Fruto de la Sumisión

Es sorprendentemente adecuado que en la Biblia al Espíritu Santo se le simbolice como paloma, a Jesús como Cordero y a sus seguidores como ovejas. Todos ellos son símbolos de mansedumbre — el fruto espiritual de la sumisión.

Cuando el Espíritu Santo descendió sobre Jesús en el momento de su bautismo en el río Jordán lo hizo en forma de paloma. Juan el Bautista, heraldo de Jesús, no lo introdujo como conquistador todopoderoso, sino como Cordero de Dios, que quitaría el pecado del mundo (Juan 1:29). Su naturaleza sumisa se resume en estos versículos: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca” (Isaías 53:7). “Quien cuando le maldecían, no respondía con maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente” (1 Pedro 2:23).

Jesús llamó a sus discípulos ovejas: “Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen . . . y pongo mi vida por las ovejas” (Juan 10:14-15). Las ovejas son animales apacibles, sumisos. El creyente lleno del Espíritu que manifiesta el fruto de mansedumbre es sumiso y útil al Señor, su Pastor.

Esta lección le ayudará a comprender la importancia de la mansedumbre como fruto del Espíritu. Como fiel oveja, siga usted a su Señor a dondequiera que le dirija.

LA MANSEDUMBRE IDENTIFICADA

Definición bíblica

“Mas el fruto del Espíritu es paciencia, benignidad, bondad, . . .” (Gálatas 5:22-23).

amor, gozo, paz, fe, mansedumbre

La palabra mansedumbre como se usa en Gálatas 5:23 se deriva del término griego praotes. Este es probablemente el atributo más difícil de definir, porque se refiere a una actitud interior y no tanto a una acción exterior. Las tres ideas principales de la mansedumbre como fruto del Espíritu son estas:

1. Sumisión a la voluntad de Dios. A ello se estaba refiriendo Jesús en Mateo 11:29 cuando dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.” Aquí Jesús se describe a sí mismo como manso y humilde. Ambas son características de aquel que se ha sometido totalmente a la voluntad de Dios.

2. Ser educable. Estar dispuesto a aprender, o no ser demasiado orgulloso como para recibir enseñanza. Santiago 1:21 dice: “Recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas.”

3. Ser considerado. Casi siempre praotes se refiere a demostrar consideración, moderación, calma, o preocupación, o identificarse con los demás motivado por el amor.

La mansedumbre es lo opuesto de la aspereza. Consiste en ser moderado, apacible y sumiso sin la idea de debilidad o inferioridad. La mansedumbre no es sinónimo de cobardía — en la Biblia se relaciona con valor, fortaleza y resolución. Moisés era un hombre muy manso, pero a la vez estaba listo para entrar en acción en momentos de dificultad.

Es importante comprender que praotes describe una condición de mente y corazón espiritual en naturaleza y que es fruto de poder. En Gálatas 6:1 el apóstol San Pablo dice: “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.” Ser espiritual en el sentido bíblico significa ser controlado y dirigido internamente por el Espíritu Santo en lugar del espíritu humano. Este tipo de mansedumbre es descrito por San Pablo en 1 Timoteo 6. En el versículo 11 dice que el hombre de Dios debe seguir, entre otras cosas, la mansedumbre. Pero en el siguiente versículo San Pablo le dice a Timoteo que pelee “la buena batalla de la fe” (v. 12).

La mansedumbre y la firmeza van de la mano. Los franceses suelen repetir un refrán popular que dice: “Debe uno tener manos de hierro en guantes de terciopelo.” San Pablo era como una madre llena de ternura que cuidaba y alimentaba a sus hijos (1 Tesalonicenses 2:7). Pero cuando los corintios desafiaron su autoridad espiritual como apóstol de Jesucristo, les preguntó: “¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre? (1 Corintios 4:21). Como hombre que daba evidencia del fruto del Espíritu, podía combinar la firmeza con la mansedumbre.

Definiciones seculares

Jenofonte (434–355 a. de. J.C.) fue historiador, ensayista y militar griego. El usó la palabra praotes para describir la comprensión fraternal que se desarrolla entre los soldados que han estado combatiendo juntos por largo tiempo.

Platón (427–347 a. de J.C.) fue un brillante filósofo griego. El usó la palabra praotes en el sentido de amabilidad y cortesía, agregando que esas dos virtudes constituyen el cemento que mantiene unida a la sociedad humana. También usó el término para describir un caballo de pura sangre ya domado que usa su fuerza de acuerdo con los deseos y necesidades de su dueño. Su fuerza es más benéfica al ser disciplinado. Los músculos de nuestro cuerpo se fortalecen al ser disciplinados por el trabajo o el ejercicio. Quizá Jesús pensaba en ello cuando dijo: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí” (Mateo 11:29).

Sócrates (470–399 a. de J.C.) fue otro brillante filósofo griego. El usó el término praotes para comparar la reprensión con la mansedumbre. También aplicó el término a animales que, después de ser domados, aceptaban disciplina.

Aristóteles (384–322 a. de J.C.), otro gran filósofo griego, definió el término praotes como el equilibrio entre demasiada ira, o la propensión a la misma y la falta de ella, o la incapacidad de sentirla. Es decir, praotes, según Aristóteles, es la cualidad de un hombre que siempre se enoja en el momento oportuno y nunca en el inoportuno. Es el dominio de la ira.

Estas definiciones seculares nos ayudan a comprender mejor el significado de la palabra praotes usada por el apóstol San Pablo para describir el fruto espiritual que llamamos mansedumbre.

LA MANSEDUMBRE DESCRITA

La mansedumbre de Dios

La mansedumbre debería ser un rasgo esencial y característica de los creyentes, los seguidores de Jesús, porque cada creyente es nacido del Espíritu, quien mora en él. Nuestro Dios es manso. ¿Por qué entonces el salmista dice que Dios es un Dios justo que está airado contra el impío todos los días (Salmo 7:11)? La ira de Dios se manifiesta contra el pecado y el mal, por lo que no se relaciona con su amor y compasión por nosotros. Esta es mansedumbre divina. La ira humana es pecaminosa casi siempre. Por ello la Palabra de Dios nos advierte en Efesios 4:26: “Airaos, pero no pequéis.” Pero a la vez dice: “Aborreced lo malo” (Romanos 12: 9). Dios es nuestro ejemplo de perfecta mansedumbre combinada con la firmeza.

Jesús era manso y humilde (Mateo 11:29), pero no por ello era indiferente hacia lo malo. En una lección anterior estudiamos que cuando encontró a los mercaderes profanando el templo o la casa de Dios, con un azote los echó fuera del lugar sagrado (Juan 2:15-16). Enérgicamente podía echar fuera del templo a los profanadores, pero a la vez perdonar a una mujer sorprendida en el acto de adulterio (Juan 8:10-11). Ilustró esa mansedumbre como el fruto del Espíritu combinado con fuerza — no tiene nada que ver con la debilidad.

Jesús enseñó que la mansedumbre sería una característica esencial del discipulado en la era de la iglesia. Cuando los habitantes de una aldea samaritana no recibieron a Jesús, algunos discípulos le pidieron que invocara fuego del cielo para destruir la aldea entera. Jesús los reprendió diciendo: “Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas” (Lucas 9:55-56). En otras palabras, les estaba recordando a sus discípulos que el mensaje del evangelio era el ministerio del Espíritu Santo, por lo cual se debía ministrar en mansedumbre (también 2 Corintios 3:8).

La mansedumbre de Jesús se describe sorprendentemente en Juan 13:5. Jesús se humilló hasta el grado de lavar los pies de sus discípulos como ejemplo para ellos del principio del ministerio de un “siervo.”

La mayor demostración de Jesús de la mansedumbre del Espíritu Santo en El se observó en las horas previas a la crucifixión. En su oración se sometió totalmente a la voluntad del Padre, aun cuando le significó sufrimiento y muerte (Mateo 26:39). Bien pudo haber llamado a doce legiones de ángeles para que le rescataran en el momento de su arresto, pero voluntariamente permitió que los soldados lo capturaran (vv. 5054). Cuando fue acusado por los principales sacerdotes y los ancianos, no contestó ni se quejó (Mateo 27:14). El eterno Cordero de Dios, en un espíritu de amor y mansedumbre, se dio voluntariamente para expiar los pecados de toda la humanidad. En mansedumbre pronunció palabras de perdón desde la cruz para quienes lo crucificaban.

Referencias bíblicas de mansedumbre

Con frecuencia en la Biblia la mansedumbre se vincula con otros atributos o se contrasta con prácticas erróneas. Estas citas bíblicas nos ofrecen instrucciones de importancia respecto a la manifestación del fruto de la mansedumbre en nuestra vida. Estudiaremos algunas de ellas y el mensaje que tienen para nosotros.

Mansedumbre contra pecado. “Jehová exalta a los humildes [mansos], y humilla a los impíos hasta la tierra” (Salmo 147:6). La palabra hebrea base de mansedumbre se traduce como humilde en este pasaje. Aquí el salmista contrasta la persona mansa con la impía. La inferencia consiste en que un espíritu manso o humilde es una influencia de restricción contra el pecado. La mansedumbre como fruto del Espíritu sirve como protección contra el pecado en nuestra vida.

Mansedumbre y ternura. En 2 Corintios 10:1 e1 apóstol San Pablo apela a los corintios “por la mansedumbre y ternura de Cristo.” La ternura se refiere a sufrir con paciencia y sin resentimiento. La mansedumbre se refiere a la dulzura de maneras o disposición — lo opuesto de la aspereza, severidad, violencia o rudeza. San Pablo no quería tratar ásperamente a quienes vivían de acuerdo con el mundo, sino que estaba listo a defender el evangelio y su ministerio por sobre todas las cosas. Su enfoque fue el de un hermano amante que deseaba dar a los inicuos la oportunidad de hacer bien las cosas en un espíritu de sumisión y obediencia.

Mansedumbre y humildad. La mansedumbre no es posible sin la humildad. Efesios 4:2 dice: “Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor.” Ser humilde es lo contrario de ser orgulloso o jactancioso. Es una actitud de sumisión y respeto a los demás.

Mansedumbre y sabiduría. “¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre [praotes]” (Santiago 3:13). Praotes, que se traduce como “mansedumbre” en Gálatas 5:23, aquí se vuelve a traducir de igual manera. El hombre sabio es manso. Repetimos, esto habla de un espíritu de sumisión o educable, el cual es evidencia del fruto de la mansedumbre.

Mansedumbre y paz. En 1 Pedro 3:1-6 el apóstol exhortó a las esposas a ser sumisas a su respectivo esposo, a fin de que, si alguno fuera inconverso, pudiera ser ganado por la pureza y reverencia que viera en su esposa. San Pedro dijo además que la belleza de una esposa no debería depender de la forma en que se adorna exteriormente, sino del adorno “interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” La palabra praotes incluye la idea de algo calmante y aliviador como un bálsamo. Aunque este pasaje se dirige en particular a las esposas, el principio se aplica a todos nosotros — un espíritu manso, apacible, atraerá más a un inconverso hacia Cristo Jesús que cualquier argumento o demostración exterior de superioridad religiosa.

Mansedumbre y salvación. “Porque Jehová tiene contentamiento en su pueblo; hermoseará a los humildes con la salvación” (Salmo 149:4). En este pasaje del Antiguo Testamento la palabra humilde se deriva de la misma palabra hebrea que se traduce como manso. En el Nuevo Testamento se observa de nuevo esa misma conexión: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Santiago 1:21). La palabra mansedumbre en este pasaje también se deriva de praotes. Significa mansedumbre del Espíritu que nos hace rendirnos al Señor, preparar el terreno para que la Palabra de Dios brote dentro de nosotros a fin de que produzcamos fruto abundante. Mateo 13 nos habla de un tipo de terreno el cual no permitió que penetrara la semilla, por su dureza y sequedad. El corazón también puede llegar a un estado semejante, para que la Palabra de Dios no penetre, debido a la rebelión contra El. Un corazón humilde es un corazón que ha sido suavizado por la mansedumbre, a fin de que pueda aceptar la Palabra que ofrece salvación.

Mansedumbre y dirección. “Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera” (Salmo 25:9). Esta dirección se ofrece de dos maneras: un camino ante los hombres y otro que conduce al cielo. En este versículo Dios promete su bendición en ambas formas: en lo recto (ante los hombres) y en su propio camino (ante El mismo).

LA MANSEDUMBRE ILUSTRADA

Ejemplos de mansedumbre

Podríamos dar muchos ejemplos del fruto de la mansedumbre o la falta del mismo en la vida de personajes del Antiguo Testamento y de la iglesia primitiva. Al leer los eventos bíblicos, podría usted preguntarse si la mansedumbre caracteriza a las personas envueltas en los mismos. En los casos en los que falte la mansedumbre, podría considerar la forma en que la historia hubiera tenido un resultado más positivo si este fruto se hubiera manifestado. Daremos sólo unos cuantos ejemplos aquí.

Abraham. Un ejemplo sobresaliente de mansedumbre en la solución de una disputa se observa en estas palabras que Abraham le dirigió a Lot:

Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda (Génesis 13:8-9).

A primera vista tiene uno la impresión de que Abraham está perdiendo terreno. Pero al final de la historia declara que el Señor prosperó a Abraham, ¡quien le dio a Lot el privilegio de escoger lo mejor! Isaac, hijo de Abraham, siguió el ejemplo de su padre para resolver una disputa sobre los pozos de agua (Génesis 26:20-26). También él fue bendecido por el Señor (v. 24).

Moisés. Números 12:3 dice que “aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.” Hay muchos ejemplos de su docilidad. Exodo 15:24-25 narra cuando el pueblo murmuró contra Moisés, quien de inmediato se volvió al Señor. De nuevo en Exodo 17:3-4 ocurrió lo mismo, con la misma actitud de Moisés: acudió al Señor. La siguiente ocasión en que el pueblo clamó contra Moisés, Dios lo defendió y le habló directamente a Aarón y a Miriam a favor de su siervo Moisés. Aquí se nos enseña que el Señor sostiene a los dóciles y mansos. En Números 16 se narra acerca de una rebelión contra Moisés como líder. De nuevo se manifestó su mansedumbre y Dios lo defendió.

San Pablo. Como ya hemos visto, con frecuencia el apóstol San Pablo escribió acerca de la importancia de un espíritu manso. Este fruto del Espíritu lo manifestaba regularmente San Pablo en sus tratos con aquellos que estaban bajo su cuidado y en su sumisión a la voluntad de su Señor y Salvador. Antes de su conversión era un hombre iracundo, militante, que deseaba destruir a los seguidores de Cristo. Pero después de su conversión vivió y enseñó el mensaje del evangelio de amor y compasión, en mansedumbre y humildad.

Aplicaciones prácticas

La mansedumbre es esencial para el ministerio efectivo en la obra del Señor. Dios nos ha escogido para representarle ante un mundo perdido y agonizante. Lo que el mundo vea en nosotros le atraerá hacia Jesucristo. Todos los aspectos de la mansedumbre — sumisión, ser educable, consideración, control de la ira — son elementos necesarios de nuestro testimonio y servicio cristiano, ya se trate de testificar a los perdidos, hacer discípulos de Jesús o restaurar a un hermano débil.

Testificar y compartir. En 1 Pedro 3:15-16 se nos da esta instrucción para compartir a Cristo con los demás:

Sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros; teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo.

Recuerde que el reino de Dios no se impone por la fuerza en el corazón — es admitido. Si Jesús hubiera deseado imponer a la fuerza su reino en el mundo lo hubiera hecho en el huerto del Getsemaní, cuando dijo: “¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?” La mansedumbre como fruto del Espíritu se relaciona estrechamente con nuestro testimonio efectivo de Cristo. Un creyente desconsiderado puede alejar del reino de Dios a alguien que está perdido. Trata de imponer sus opiniones sobre los demás, en lugar de mostrar la mansedumbre que se deriva de Jesucristo. Por otro lado, un creyente amable, considerado, sólo por su comportamiento hará que el impío se avergüence de las malas palabras pronunciadas contra él y será atraído hacia Cristo por su testimonio de mansedumbre.

Hacer discípulos de Jesús. La salvación es obra de Dios y de El solo, pero la responsabilidad de hacer discípulos recae sobre la iglesia. Un elemento vital de este ministerio de enseñanza es la mansedumbre como fruto del Espíritu:

A vital element in this teaching ministry is gentleness as the fruit of the Spirit:

Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad (2 Timoteo 2:23-25).

En ocasiones, en el proceso de hacer discípulos, alguien nos contradice. No debemos permitir ser arrastrados por argumentos tontos, sino más bien debemos pedirle al Espíritu Santo que produzca en nosotros su fruto de mansedumbre, para que podamos enseñar la verdad con benignidad y firmeza. Los argumentos sólo llegan a la cabeza. La mansedumbre llega al corazón. En el mundo es muy raro que se combinen la mansedumbre con la corrección, pero en la iglesia de Dios es plenamente posible a través del poder del Espíritu Santo.

Restauración de un hermano débil. “Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre” (Gálatas 6:1). Para ayudar y disciplinar a un hermano que ha caído, se requiere praotes como fruto del Espíritu. Si alguien es sorprendido en una falta, debe ser corregido. Pero la corrección debe hacerse con mansedumbre, la cual sólo puede realizar aquel que es espiritual.

Recompensas de la mansedumbre

El Salmo 37:11 contiene estas palabras: “Pero los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz.” En este versículo se mencionan dos recompensas de la mansedumbre. Una es futura — aquellos en quienes el Espíritu Santo produce el fruto de la mansedumbre poseerán el reino de Dios en su expresión y manifestación plena cuando venga el Rey. La otra es para el presente — disfrutarán de mucha paz. En ocasiones los hombres del mundo obtienen lo que desean mediante mucho esfuerzo y sagacidad. Pero en el reino de Dios los santos sencillamente heredan sus bendiciones del Señor por su mansedumbre. Jesús confirmó tal verdad cuando estableció las normas del reino que vino a fundar (Mateo 5:5).

Veremos otras recompensas de la mansedumbre diariamente en la respuesta a nuestro espíritu manso de aquellos que nos rodean. Piense en las ocasiones en las que el fruto de la mansedumbre en su vida hubiera hecho una gran diferencia. Pídale al Espíritu Santo que produzca en usted este fruto abundantemente. Entonces podrá someterse verdaderamente a la voluntad del Señor, ser educable, capaz de controlar su ira en forma apropiada y capaz de ser benigno y considerado en sus relaciones con los demás.

Siguiente lección