¿Tiene Dios verdaderamente un plan?

¡Tantas cosas parecen suceder por casualidad! En Egipto existen enormes monumentos llamados pirámides. Son inmensas y han permanecido por miles de años. Los bloques de piedra se acomodan tan bien unas a otras de tal modo que no se necesitó mezcla alguna de cemento para mantenerlas en su lugar. ¿Acaso fueron construidas sólo por irse amontonando las piedras? No, sabemos bien que no.

En alguna parte hubo un maestro constructor que sabía muy bien, desde antes de comenzar, cómo se vería al final el monumento. Él lo diseñó. Hizo planes, se aseguró de que hubiese material, luego dirigió a miles de hombres cerciorándose de que cada uno hiciese su tarea. Sin duda que muchos problemas se originaron mientras trabajaban juntos. Algunos quizá desistieron; otros no cumplieron con su parte. Pero el arquitecto continuó hasta que la pirámide quedó terminada.

Imagínese a millares de hombres que trabajan con enormes montones de piedra. ¿Qué podía haberse hecho sin un diseño? En esta lección usted aprenderá acerca del plan de Dios. Pero también, comprenderá que Dios tiene un plan para usted.

Dios tiene un plan para todo

Dios tiene un plan para todo. Le hizo saber a Job que había planeado cuál sería la profundidad del océano, cuándo saldría el sol y cuál sería el tamaño de la tierra. Diseñó las estrellas y creó el relámpago. Dios planeó aun cómo nacerían los animales. Le dio fuerza al buey y altivez al caballo. Creó al águila para que pudiese remontarse a las más altas montañas (Job 38–39).

Dios diseñó todo y la humanidad fue la parte más excelente de su plan. Le dio atención especial al diseño del ser humano porque tenía un propósito especial para éste.

Dios creó a los seres humanos con mayor semejanza de Él que de los animales. Dios quería compañerismo; nos creó de modo que pudiésemos gozar de compañerismo con Él. Dios piensa y hace planes; por ello nos hizo de modo que pudiésemos pensar y hacer planes. Dios ama; por tanto, nos creó de modo que pudiésemos amar. Dios hace decisiones y nos creó con el privilegio de que pudiésemos escoger.

Dios tiene un plan para cada persona, pero no todas las personas han escogido hacer lo que Dios ha planeado. En realidad la Biblia dice que cada quien ha hecho lo que ha querido (Romanos 3:23). A pesar de ello, el plan de Dios no ha cambiado. Usted ha aprendido por experiencia propia que
Dios le ha concedido a usted, como a los demás, la oportunidad de formar parte de su maravilloso plan mediante su salvación. Podemos cooperar con Él y un día ser como Él.

Dios tiene un plan para los seres humanos

Un plan contiene ciertos rasgos o características. Por ejemplo, en el diseño de una casa se incluyen planes para que tenga paredes, ventanas, puertas, y cuartos. Hemos dicho que Dios tiene un plan para los seres humanos. ¿Cuáles son las características de ese plan?

El plan de Dios principia con el conocimiento

David fue uno de los líderes del pueblo de Dios. El escribió muchos de los salmos registrados en la Biblia. En el Salmo 139 dijo que Dios conocía todas sus acciones y pensamientos. Dios sabía lo que él iba a decir aun antes de que lo dijera. Dios había creado a David. Él lo había formado en el vientre de su madre.

Dios no solamente creó a David; también lo creó a usted. Amaba a David aunque lo conocía a la perfección. Lo ama a usted en la misma forma aunque también lo conoce perfectamente. Planeó su nacimiento, su salvación, su vida y aun su eternidad. Si usted desea cooperar con Él y decide seguir ese plan para su vida, Él lo guiará eficaz y activamente (Filipenses 2:13).

El plan de Dios incluye diversidad

En el mundo la gente pertenece a muchas razas y nacionalidades. Piense en la variedad de tipos de cabello, forma de ojos y color de piel. Dentro de cada raza observamos que cada uno es diferente del otro. Tenemos diferentes ideas; nos gustan diferentes comidas. ¿Acaso no es bueno que Dios nos
haya creado con individualidad propia?

Aun en una familia a veces los hijos no parecen estar relacionados unos con otros. Unos son delgados, otros gordos. Unos pueden tener cabello negro, otros cabello claro. Sin embargo, estas diferencias no son importantes para los padres cuando aman a sus hijos. Lo importante para ellos es que son
sus hijos.

La verdad es que Dios diseñó las diferencias que observamos. Planeó que fuésemos diferentes, con individualidad propia. Este es uno de los maravillosos aspectos de su plan. Cuando a veces notamos que nadie más es exactamente igual a nosotros, ¡así es en realidad!

El plan de Dios incluye una norma

¿Recuerda la pirámide a la cual ya nos hemos referido? No es importante que todas las piedras sean iguales. Lo importante es que se ajusten bien. Todas fueron hechas de modo que fuesen útiles. Esto quiere decir que cada una debe amoldarse al plan del constructor.

En la misma forma nosotros debemos ajustarnos de acuerdo con el plan de Dios, lo cual incluye una norma o patrón. Efesios 4:13 dice que la norma para nuestra vida es “la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”. Esta es la meta hacia la cual Dios nos dirige mediante la enseñanza de su Palabra. Cuando le permitimos que obre en nosotros, nos cambia conforme a la norma y modelo de su Hijo. Al fin y al cabo, somos sus hijos. Debemos parecernos a Él.

Lo anterior no quiere decir que perdemos nuestra individualidad. Cuando los hijos crecen, maduran como sus padres y saben tanto como ellos. En muchas formas piensan como sus padres. Pueden empezar a entender por qué sus padres los disciplinaban, les enseñaban y con frecuencia les
permitían resolver sus propios problemas. Sin embargo, todavía retienen su individualidad.

Si aprendemos de verdad a obedecer a Cristo, un día seremos como Él. Todas nuestras limitaciones presentes serán eliminadas. Conoceremos a Dios en forma total y completa. Entenderemos perfectamente su propósito. Lo amaremos con amor perfecto. Entonces tendremos perfecto compañerismo.

El plan de Dios propicia compañerismo

Fuimos diseñados para ajustarnos al plan de Dios. Quizá seamos débiles en lo que otros son fuertes; otros quizá sean débiles en lo que somos fuertes. En la Biblia se proporcionan algunos cuadros para ilustrar esta relación de unos con otros. Como familia de Dios tomamos las características de nuestro Padre y disfrutamos del compañerismo unos con otros (Efesios 2:11–19). Juntos somos las piedras que componen el templo en el cual mora Dios mediante su Espíritu (Efesios 2:20–22). Juntos nos constituimos en la esposa de Cristo (2 Corintios 11:2, Apocalipsis 21:9). Juntos formamos un ejército (Efesios 6:10–18).

Es evidente que el plan de Dios para el ser humano es de unidad: unidos con Él y unos con otros. Por tanto, es razonable esperar que el plan trazado por Dios para nosotros individualmente no contradiga lo que Él planea para nosotros y para el resto de su Creación.

Cuando nos damos cuenta de lo que Dios se propone para nosotros comprendemos que Él siempre ha tenido en mente dos cosas: 1) nuestro progreso individual con Cristo como nuestro modelo, y 2) el desarrollo de nuestras relaciones con otros que cooperan con el plan de Dios.

Muchos han experimentado el plan de Dios

La Biblia nos habla acerca de muchas personas que experimentaron el plan de Dios en su vida. Consideremos los relatos de algunas de estas personas.

Los discípulos de Jesús

Cuando Jesús estuvo en la tierra escogió de entre sus seguidores a doce discípulos para que estuviesen con Él (Marcos 3:13–15). Esta era la clave de su plan: Él estaría con ellos y, por estarlo, los cambiaría. Los seleccionó cuidadosamente después de pasar toda la noche en oración (Lucas 6:12–16). También trazó un plan: hacer la obra que el Padre lo había enviado a hacer (Juan 17:4).

La meta final en el plan de Cristo para sus seguidores era que fueran perfectos en unidad entre ellos y con Él (Juan 17:20–23). Sin embargo, al leer las historias de estos hombres en la Biblia, de inmediato vemos que ellos no eran iguales.

A dos de ellos se les conocía como “hijos del trueno” (Marcos 3:17). A Juan, uno de ellos, también se le conoció como “el discípulo que Jesús amaba” (Juan 13:23). Con Pedro era necesario tener más paciencia. De Natanael se dijo que era un hombre en quien no había engaño (Juan 1:47).

Todos ellos provenían de diferentes profesiones y antecedentes, desde pescadores hasta cobradores de impuestos. Y mantuvieron su propia personalidad. Sin embargo, el estar con Cristo los unió. Fueron conocidos como “los doce apóstoles”. En Apocalipsis leemos que sus nombres están escritos en los cimientos de la ciudad de Dios (Apocalipsis 21:14).

Los doce apóstoles pasaron por muchas y diversas experiencias con Cristo. En ocasiones estuvieron cómodos; en otras se sintieron cansados. En alguna ocasión fueron alimentados milagrosamente; otras veces compraron su comida. Disfrutaron de grandes victorias y también experimentaron la
frustración. Sin embargo, al estar con Cristo el plan de Dios se cumplió en ellos.

El apóstol Pablo

El gran hombre de Dios que conocemos como el apóstol Pablo, en la primera etapa de su vida se le conocía como Saulo de Tarso. En cierta época odió a Cristo y a los seguidores de Él. Fue el causante de la muerte de muchos cristianos, porque pensaba que estaban blasfemando contra Dios. Cuando al fin Dios le habló personalmente, se dirigía a una ciudad con cartas que le permitirían arrestar a los seguidores de Cristo.

Tiempo después, cuando el apóstol consideró su vida anterior, se llamó a sí mismo el peor de los pecadores (1 Timoteo 1:15). Si el procedimiento de Dios fue eficaz en él, lo será en cualquiera que se somete a Él. En 2 Timoteo 4:7–8, Pablo expresa a su joven amigo Timoteo la confianza que tenía al final de su vida. Le dijo que había terminado la carrera y había guardado la fe. Como resultado, estaba seguro de que le esperaba un premio, no sólo para él, sino también para todos los que hicieran lo mismo.

Usted puede experimentar el plan de Dios

El plan de Dios para usted es tan completo y personal como lo fue para cada uno de los doce discípulos. La misma unidad que experimentó con ellos la desea con usted (Juan 17:21). Está obrando en la vida de usted y sus circunstancias en la misma forma en que lo hizo en la vida y circunstancias de ellos. Y, como la vida de Pablo lo demuestra, Dios puede cumplir su propósito en la vida de usted sin importar los fracasos que haya sufrido.

Una vez que usted se haya dado cuenta de que Dios tiene un plan para usted, cambiará su perspectiva. Comenzará a ver en forma diferente algunas cosas que suceden en su vida.

Un carpintero cambia la forma de madera con un formón o una sierra; la pule con lija. Un diamante no alcanza su máximo valor sino hasta que el joyero ha quitado con un cincel lo que no tiene valor. ¡Quizá Dios esté trabajando en usted con especial atención! A veces sentimos como que estamos siendo martillados, aserrados y lijados. Generalmente se lo atribuimos a la “suerte”, a la gente o a la situación en que estamos. Nuestra reacción sería diferente, sin duda, si lo consideráramos como parte del proceso de Dios en nuestra vida.

Romanos 8:29–30 nos habla del proceso en el que encajan los sucesos de nuestra vida. ¿Recuerda usted que estudiamos la verdad de que Dios conoce todo lo referente a nosotros? El plan de Dios para nuestra vida principia allí:

Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. (Romanos 8:29–30).

Al continuar el estudio de este curso, usted notará algunas formas que Dios usa para cambiarnos. En particular, observará cómo algunas circunstancias pueden ayudarnos a saber cuál es su voluntad. Sin embargo, desde el principio siempre recuerde lo siguiente: Dios es mayor que cualquier circunstancia. Dios usará todo lo que sucede a usted para alcanzar la meta final de Él si usted coopera con Él (Romanos 8:28).

 

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