Cómo puedo pertenecer a la Iglesia de Dios

¿Qué significa el pasado para mí? ¿Cuánto me interesa el significado de la iglesia? En esta lección estudiaremos a la iglesia en relación con usted. Esta lección es muy personal. Quizá sea la parte más importante de este libro. Muchas personas experimentan problemas porque no conocen la verdad presentada en esta lección. La iglesia experimenta muchas dificultades cuando no comprende la verdad. Estudie cuidadosamente estas páginas.

Probablemente usted y yo nunca nos hayamos conocido personalmente. Pero si usted ha aceptado a Cristo como su Salvador, ambos somos miembros de la iglesia. Por la gracia de Dios, algún día nos conoceremos personalmente. ¡Estaremos juntos en el cielo! En el cielo alabaremos juntos a Dios por su
gracia en Cristo. Comprenderemos cabalmente la naturaleza de su iglesia.

La responsabilidad del hombre

Arrepentimiento

Hemos estudiado algunas cosas hermosas que Dios realizará en favor de su iglesia. Sería horrible ser dejado afuera de la misma. ¿Qué debe hacer usted para pertenecer a la iglesia de Dios?

En primer lugar, la Biblia dice que hemos de arrepentirnos. Arrepentirse significa “cambiar su mente, su manera de pensar y su actitud.” Al arrepentirse, una persona mira hacia su pasado. Se siente triste por sus errores y decide cambiar. Arrepentimiento también significa mover su “yo” del centro y darle ese lugar a Dios. Pablo lo describe de esta manera: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3:7).

Cristo relató una historia hermosa acerca de un joven que abandonó a su padre y desperdició su dinero y su misma vida. Entonces se arrepintió y volvió a su padre. Se sintió triste por lo que hizo y decidió cambiar su vida. Este es el arrepentimiento verdadero (Lucas 15:11–32).

Conversión

La palabra conversión se usa 40 veces en el Nuevo Testamento. Significa “el acto de volverse”. Se usa muchas veces en el libro de Hechos. Generalmente la seguían las palabras “al Señor” o “a Dios” (Hechos 9:35; 11:21; 15:19). El hombre se ha de volver de lo antiguo (arrepentimiento) hacia lo nuevo (conversión). Debe entregarse totalmente a Dios.

La conversión consiste tanto en alejarse de algo como en volverse hacia algo más. Pablo le dijo a la iglesia de Tesalónica que los cristianos de todas partes “cuentan de nosotros la manera en que nos recibisteis, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero” (1
Tesalonicenses 1:9).

Creer

Las palabras creer en significa “confiar en” o “contar con”. La Biblia dice: “Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia” (Génesis 15:6). Los términos fe y creer son sinónimos, es decir, se parecen mucho en su significado.

Creer en Cristo significa encontrarse con Él, amarle, confiar en Él. Significa obedecerle y serle fiel. La fe es confianza activa en Dios. Demostramos nuestra fe por nuestras obras.

El arrepentimiento, la conversión y el creer están estrechamente relacionados. Son tres partes de una misma experiencia. ¿Se ha arrepentido usted verdaderamente, se ha convertido y tiene fe (cree) en Cristo? Si no lo ha hecho aún, acepte a Cristo por la fe hoy mismo. Esta es la única forma de
pertenecer a la iglesia de Dios.

La obra de Dios en la salvación

Hasta aquí, en esta lección, le he mostrado lo que el hombre debe hacer para volverse a Dios. Pero el hombre no puede realizar su parte sin la ayuda divina. Dios conduce al hombre a la iglesia. Lucas dijo refiriéndose a la iglesia: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos”
(Hechos 2:47).

El nuevo nacimiento

El ser humano no se convierte en cristiano sólo por el hecho de su nacimiento físico o natural, sino por el nuevo nacimiento. En su plática con Nicodemo, el Señor le aclaró la necesidad de nacer de nuevo (Juan 3:3–7). Cristo dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3:5). Pablo repitió la misma verdad: “La carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1 Corintios 15:50).

En efecto, Dios quiere que usted nazca de nuevo. Desea que comience a vivir de nuevo. La Biblia le llama a esta experiencia regeneración. Así como usted nació en una familia humana, debe nacer espiritualmente en la familia de Dios.

La nueva naturaleza

Usted nació con cierta naturaleza. Pero cuando usted nace de nuevo, obtiene una naturaleza nueva, la de Dios. San Pedro se refería a los creyentes cuando dijo que “llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina” (2 Pedro 1:4).

Pablo lo explicó de esta manera: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron: he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). La Biblia enseña que hay dos evidencias del nuevo nacimiento. La primera es el testimonio del Espíritu en nuestros corazones
(Romanos 8:16). La segunda es el fruto de justicia que se produce en la vida del creyente. Los nacidos del Espíritu deben producir frutos del Espíritu (véase Gálatas 5:22–23 en donde se incluye una lista del fruto del Espíritu).

Si ha contestado “No” a estas preguntas, quizá deba reexaminar su vida para asegurarse de que se ha arrepentido, se ha alejado del pecado y está confiando totalmente en Dios.

Los nombres que Dios da a su pueblo

Muchas personas se consideran a sí mismos cristianos. Sin embargo, algunos ni siquiera han experimentado el nacimiento espiritual que hemos estudiado. En realidad no son cristianos, aun cuando se asocian con la iglesia visible. No son miembros de la verdadera iglesia de Dios. Se les llama “inconversos”.

A los inconversos que se asocian con la iglesia visible no se les puede llamar con ninguno de los nombres con que la Biblia se refiere a los miembros de la iglesia verdadera. Estudiaremos sólo cuatro nombres, pero la lista bien puede continuar y alargarse mucho.

Discípulos

En todo el libro de Hechos, a los creyentes se les llama discípulos (Hechos 6:2; 9:1; 11:26; 14:21–22; 18:27; 19:9). Con este nombre llamó Jesucristo a sus seguidores. Un discípulo es un estudiante que adopta la doctrina de su maestro. De acuerdo con los evangelios, los discípulos seguían de cerca a su Maestro. Se comprometieron a obedecer a Cristo.

Los inconversos no pueden obedecer a Cristo ni se les puede llamar discípulos. Ni siquiera se les debe llamar cristianos, porque no lo son.

Santos

En el Nuevo Testamento se les llama santos a los miembros de la iglesia (Hechos 9:13; 2 Corintios 1:1, 13:13; Efesios 1:1; Colosenses 1:12). Observe que los santos están en el cielo y también en la tierra. Los santos son aquellos que se han separado para Dios. Los inconversos no pueden ser santos ni
pertenecer a la iglesia de Dios. No se han separado para Dios.

Hermanos

El término hermanos es el nombre que más comúnmente se aplica a los creyentes en el Nuevo Testamento. Con esta palabra se refieren a los lazos que unen a los creyentes dentro de la iglesia. La iglesia es la familia de Dios. Los creyentes han nacido en la familia de Dios por el nuevo nacimiento. Además, son hermanos de Cristo (Romanos 8:29; Hebreos 2:11–12, 17). Los inconversos no son hermanos de Cristo. Por tanto, tampoco pertenecen a la iglesia de Dios.

Cristianos

Como ya hemos estudiado, a los creyentes no se les llamaba cristianos al principio. Se les llamaba discípulos, santos o hermanos. El término cristiano se usó primeramente para burlarse de los creyentes. Pero se refiere a quienes le pertenecen a Él, a los que son como Cristo (Hechos 11:26; 26:28; 1 Pedro 4:16). El término cristiano debe aplicarse sólo a quienes han nacido de nuevo y poseen la naturaleza de Cristo.

A los primeros creyentes se les aplicaron muchos nombres. Estos, sin embargo, se han de aplicar sólo a los nacidos de nuevo en la iglesia. De ninguna manera se deben usar para referirse a quienes se asocian con la iglesia visible, pero no han nacido de nuevo.

Espero que ya haya usted recibido la experiencia del nuevo nacimiento (al creer en Jesucristo como Salvador y Señor), que ya pertenezca a la iglesia de Dios. Esta experiencia es lo más importante de toda su vida. Bien puede ser usted miembro de la iglesia o llamarse cristiano, pero debe nacer de nuevo para pertenecer a la iglesia de Dios. ¡Hágalo hoy mismo!

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