Información básica acerca de la Biblia

La Biblia es un libro para toda clase de personas: jóvenes y ancianos, analfabetos e instruidos, ricos y pobres. Es un libro de instrucción espiritual que enseña a las personas cómo ser salvas y conocer el plan de Dios para ellas. El apóstol Pablo escribe acerca de la Biblia:

Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. (Romanos 15:4)

Por lo tanto, cada individuo puede relacionarse personalmente con la Biblia.

Podemos recibir bendición e instrucción al leer la Biblia, aun si no la comprendemos totalmente. Pero el gozo pleno del conocimiento bíblico se alcanza sólo a través del estudio concienzudo. Por ello necesitamos cierta información básica. En esta lección aprenderemos cómo se escribió la Biblia, sus ideas centrales, unidad y divisiones.

Escritores de la biblia

1. Inspiración

Aproximadamente 40 hombres escribieron la Biblia durante un período de 1600 años. Puesto que participaron tantos escritores bajo circunstancias distintas, bien pudo haberse dado el caso de que la Biblia no tuviera coherencia o unidad. Pero la Biblia nos dice que Dios guió o inspiró a los escritores para que escribieran sobre la forma en que Él trata con el hombre.

La inspiración, en lo relacionado con la Biblia, es realmente la acción del Espíritu de Dios de “respirar” sobre los escritores para dirigir sus pensamientos. Esta acción es fácil de comprender si recordamos que Dios creó al hombre del polvo de la tierra y le dio vida al soplar en su nariz el aliento de vida.

Algunos críticos creen que, aunque la Biblia contiene la verdad de Dios, también contiene errores. Otros tratan de explicar que distintas porciones de la Biblia se transforman en la inspirada Palabra de Dios para cada persona cuando Dios habla a los individuos a través de estas palabras bíblicas
en particular. Aun otros explican que Dios dictó la Biblia palabra por palabra, a hombres que la escribieron sin pensar en las palabras. Todas estas son ideas erróneas acerca de la inspiración.

La Biblia dice que toda la Escritura es inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16). Además, en 2 Pedro 1:21 leemos: “Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.” Si aceptamos cualquier porción de la Palabra de Dios como la verdad, entonces debemos aceptar la totalidad de la Palabra como la verdad.

No podemos decir que los escritores eran como máquinas, que no tenían la libertad de escoger. Aunque algunos no comprendieron plenamente lo que escribieron, en particular las profecías que aún no se habían cumplido, otros estudiaron sus temas. Incluso describieron sus propias experiencias. Lo que todos tenían en común era la revelación especial de Dios. Pablo lo comentó:

Por revelación me fue declarado el misterio… que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu. (Efesios 3:3, 5)

Su Espíritu Santo sigue confirmando la Palabra de Dios como la verdad.

2. Autoridad

Las palabras de la Biblia, así como los escritores las escribieron originalmente, son las mejores palabras posibles para cumplir el propósito de Dios. Puesto que Dios las inspiró, podemos tener confianza en ellas. Siempre son verdaderas. Las palabras de Dios no pueden fallar.

La Biblia es íntegra. Puesto que es la Palabra de Dios, no le hace falta nada. No se ha de añadir nada a las palabras de la Biblia, ni quitarles nada.

Además, puesto que la Biblia es verdadera, completa e inspirada por Dios, los eruditos bíblicos dicen que tiene “autoridad”. Aun las multitudes que oyeron a Jesús reconocieron la unción divina. Dijeron que Él no era como los otros maestros, sino que enseñaba con autoridad (Mateo 7:29).
Los tres significados principales de la palabra “autoridad” son: verdad final, ley o declaración oficial, y el poder de mandar. La Palabra de Dios tiene autoridad en cada una de estas tres áreas. Revela la verdad acerca de Dios. Contiene el plan oficial de redención para todo pueblo. Y tiene poder para cambiar vidas a medida que las personas obedecen sus mandamientos.

Cuando aceptamos la autoridad de la Palabra de Dios, podemos estudiarla con mayor comprensión. Ya no nos contentamos sólo con decir que es la Palabra de Dios y lo olvidamos; reaccionamos a ella como la Palabra de Dios verdadera y viviente que transforma nuestras vidas. Conforme comprendemos sus enseñanzas, las aceptamos sin lugar a dudas. Pablo estaba muy agradecido porque la iglesia de los tesalonicenses había recibido el mensaje de Dios “…no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios…” (1 Tesalonicenses 2:13).

Podemos confiar en la autoridad de la Biblia. Podemos confiar en la validez de las promesas de Dios y apropiárnoslas para nuestras vidas. Después nos inundarán su gozo y paz y podremos responder a la Palabra con una obediencia completa.

Trasmisión de la Biblia

Por mucho tiempo no se registró ninguna revelación escrita de Dios al hombre. Pero Dios sí les habló a los hombres y los dirigió de muchas maneras en sus acciones. La Palabra de Dios fue dirigida directamente a cada individuo. Por ejemplo, Dios llamó a Abraham y le dijo que por medio de él y sus descendientes (la nación hebrea), todo el mundo sería bendecido. De esa nación Dios escogió a ciertos hombres para que escribieran su revelación. Describiremos cómo fue escrita la Biblia y cómo nos fue trasmitida a nosotros.

Dios inspiró a Moisés para que escribiera una revelación que explicaría la creación de la tierra y daría las leyes, las promesas y las profecías de Dios. Por eso, Moisés escribió un juego de libros a los que otros hombres santos de Dios les agregaron más escritos. Estos hombres escribieron los libros
de la Biblia en piedras, tablas de arcilla, pieles y pergaminos o rollos. Estos escritos originales ya no existen, pero Dios dirigió a hombres fieles y sabios para que copiaran todos los libros de la Biblia. Muchas copias fieles de los primeros escritos existen todavía. Se encuentran en museos y bibliotecas de todo
el mundo.

Por muchos años, a los libros de la Biblia se les llamaba “los libros”. La palabra “Biblia” se derivó del término griego biblia que significa “libro”. Después la Biblia llegó a conocerse como “el libro”, de acuerdo con el término griego. De esta manera, el significado del nombre “Biblia” es muy apropiado para los 66 libros que componen el Libro Santo.

Eruditos bíblicos han examinado y aceptado la Biblia como la Palabra de Dios inspirada. De hecho, llaman a los libros de la Biblia “el canon”. El canon está completo. Existen otros escritos antiguos acerca de Dios, pero no son inspirados. No forman parte de la revelación de Dios a nosotros.

Dios quiere que comprendamos su mensaje. Los escritores del Antiguo Testamento escribieron en hebreo para que el pueblo hebreo lo pudiera entender. Los escritores del Nuevo Testamento emplearon el griego, que era la lengua común de la época de Cristo.

Hoy día, la Biblia ha sido traducida a más de 1300 idiomas, de manera que hay muchas personas que puedan entender el mensaje. Es muy común encontrar, en diferentes traducciones, diversas maneras de expresión, pero el mensaje es el mismo.

Unidad de la biblia

Antiguo y Nuevo Testamentos

Los 66 libros de la Biblia se dividen en el Antiguo Testamento, compuesto de 39 libros, y el Nuevo Testamento, con 27 libros. Sin embargo, forman un solo libro, una historia, un relato. La idea principal de cada libro es el plan de Dios para redimir al hombre. El Antiguo Testamento predice lo que ocurrirá en el Nuevo Testamento y el Nuevo explica y cumple el pacto antiguo. De esta manera forman una unidad, porque ambos fueron escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo.

El personaje central de ambos Testamentos es Cristo. Cada libro lo presenta de una manera especial. Por ejemplo, Génesis muestra a Cristo como el Creador; Éxodo como el Redentor; Samuel, Reyes y Crónicas como el Rey; e Isaías como el Mesías. Mateo, Marcos, Lucas y Juan muestran a Cristo como el Mesías prometido, el Siervo de Dios, el Hijo del hombre y el Hijo de Dios. A medida que usted estudia cada libro, procure ver cómo se presenta a Cristo.

La palabra testamento significa “acuerdo”. El Antiguo Testamento revela el acuerdo de Dios con el hombre respecto a su salvación antes de que viniera Cristo. Este se basaba en las leyes que Dios le había dado a Moisés para que las escribiera. El Nuevo Testamento es el acuerdo de Dios con el hombre después de la venida de Cristo. Se basa en la gracia de Dios, que es su amor total y completo para el hombre. Dios envió a su Hijo a morir y a resucitar de entre los muertos para darnos la dádiva de la salvación.

El Antiguo Testamento predice la venida de Cristo. También nos muestra la debilidad del acuerdo antiguo. El pacto del Antiguo Testamento fue temporal y para una sola nación, los judíos. Tuvo también otras limitaciones. Por ejemplo, el pueblo debía sacrificar animales cada año para seguir expiando sus pecados (Hebreos 10:4–7, 10, 14).

El Nuevo Testamento contiene la historia de la venida de Cristo. Cumple las predicciones del Antiguo Testamento: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo” (Gálatas 4:4). El nuevo acuerdo perdura para siempre (Hebreos 7:24, 28). Es para todas las naciones (Hechos 10:34–35), y constituye el pago o la expiación por los pecados de toda la raza humana. Lo único que debemos hacer es aceptar el don de
Dios de su Hijo.

El cuadro sinóptico demuestra cómo se deben agrupar los libros de la Biblia.

Revelación progresiva

La historia bíblica empieza en Génesis con la creación del mundo y del hombre. Concluye en Apocalipsis con la terminación de la vida en la tierra como la conocemos. El resto de los libros de la Biblia, los que se encuentran entre estos dos, contienen la historia de la forma en que Dios obró la salvación del hombre para que éste pudiera disfrutar de la vida eterna en el cielo.

Cuando Adán y Eva desobedecieron a Dios, pecaron. Fueron separados de Dios espiritualmente. Con todo, Dios aún les amaba. Empezó por ello a trazar un plan para sanar sus espíritus. Fue necesario que pasara mucho tiempo antes de que el hombre recibiera la revelación total acerca de la sanidad espiritual. Hebreos 1:1–2 nos dice:

Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.

Hoy día tenemos la plena revelación por medio de Cristo, quien es el Verbo o la Palabra viviente. Quienes vivieron en tiempos del Antiguo Testamento no lo tuvieron en su plenitud, sólo parcialmente. Con el transcurso del tiempo, Dios reveló más y más de su verdad. (Vea Isaías 28:10). A ello nos referimos como la revelación progresiva.

Dios trató con las personas del Antiguo Testamento bajo una forma muy distinta de la que trata hoy con nosotros. Las enseñanzas del Nuevo Testamento contra la poligamia y el divorcio, por ejemplo, parecen contradecir las historias del Antiguo Testamento acerca de estas prácticas. Pero Jesús explicó que en el pasado Dios actuó de esa manera porque la gente comprendía las cosas más lentamente. A ellos no les había revelado tanta verdad como a nosotros (Mateo 19:3–9). Tenemos más conocimiento de la verdad porque Cristo vino a mostrarnos el camino. Al leer y estudiar la Biblia, comprenderá más y más la unidad del plan de Dios para su vida.

Cuando usted lea toda la Biblia comprenderá que lo que los inconversos llaman contradicciones, no lo son en realidad. Por el contrario, confirman la integridad de la Palabra de Dios.

Siguiente lección