Deberes de los Hijos


Cuando consideramos la importancia que la Palabra de Dios da a la obediencia, no es de extrañar que el único mandamiento a los hijos que se encuentra en la Biblia es: “Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo.” (Efesios 6:1). Una de las lecciones más valiosas que un niño puede aprender es respeto y autoridad y la lección comienza en el hogar.

Jesús, nuestro ejemplo perfecto, por medio de su obediencia a su Padre Celestial, hizo la salvación posible para toda la humanidad. El Hijo de Dios siempre hizo lo que agradaba al Padre (Juan 8:29), y Él primero aprendió la obediencia de sus padres terrenales (Lucas 2:51).

Una muchacha sirvienta de Israel que había sido llevada cautiva a Siria, dio un testimonio del poder de Dios que resultó en la sanidad de un capitán sirio que tenía lepra. Indudablemente, esta muchacha aprendió la obediencia con sus padres, lo cual resultó en obediencia a Dios, en su hogar en Israel.

En esta lección, consideraremos algunas razones por las cuales los niños necesitan aprender a ser obedientes. También señalaremos algunos efectos de largo alcance en las vidas de aquellos que aprenden a respetar la autoridad y de los que no lo hacen.

Respetar y Obedecer a los Padres

Porque Dios así lo Ordena

El quinto de los Diez Mandamientos que se encuentran en Éxodo 20 fue dirigido a los hijos, y era el único con promesa. Jesús lo repitió (Mateo 15:4) y el apóstol Pablo lo mencionó en su enseñanza:

Hijos, obedezcan en el Señor a sus padres, porque esto es justo.  «Honra a tu padre y a tu madre —que es el primer mandamiento con promesa— para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra.” (Efesios 6:1–3)

Los hijos muestran su amor hacia sus padres al obedecerlos. Siempre que un hijo habla irrespetuosamente a sus padres, rehúsa hacer lo que se le ordena, menosprecia a sus padres cuando le hablan, o protesta cuando lo están reprendiendo, está violando uno de los Diez Mandamientos.

En el Antiguo Testamento la desobediencia a los padres era considerada una ofensa tan seria que el castigo podía ser la muerte. Al recurrir a castigo tan severo, la ley intentaba impedir la propagación de un espíritu anárquico y desobediente que sería una amenaza para toda la sociedad.

Si todos los hijos respetaran y obedecieran a sus padres, muy pocos violarían la ley y serían criminales. Hijos e hijas sabios deciden obedecer a sus padres, y hacen que estén orgullosos de ellos. “El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre” (Proverbios 10:1).

Aquellos que no respetan la autoridad de sus padres tampoco respetarán ninguna otra autoridad. Hasta que los hijos alcanzan la edad legal de un adulto, las leyes de Dios y las terrenales dan a los padres autoridad sobre ellos. Pero aun cuando una persona es adulta y empieza a dirigir su propia vida y hacer sus propias decisiones directamente bajo la autoridad de Dios en lugar de la de sus padres, aun entonces debe siempre respetar a sus padres.

Por el amor y el cuidado que ellos tienen

Cuando Dios bendice un hogar concediéndole hijos, Él espera que los padres les den amor y cuidado. Una mujer sufre mucho cuando da a luz un hijo. Muchos padres se abstienen de algunas cosas que necesitan para darles a sus hijos lo que ellos necesitan.

Dios espera que los padres guíen y críen a sus hijos lo mejor que puedan. Así que, al cooperar con los padres, los hijos cooperan con Dios. Dios dijo de Abraham:

Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. (Génesis 18:19)

¿Qué les deben los hijos a sus padres? ¿Cómo pueden jamás pagarles por el don de la vida, por su trabajo para proveerles alimento, vestido, protección y enseñanza? El amor, el respeto y la obediencia es la mejor manera que los hijos tienen para decirles gracias a sus padres por su amor y cuidado.

Los padres han pasado ya por muchas experiencias que los hijos tendrán que confrontar. Ellos algunas veces comprenden los problemas del hijo mejor que lo que éste cree, y muy a menudo les proporcionan ayuda y consejo muy valiosos. Los hijos necesitan saber que hay alguien más fuerte y sabio en la familia que ellos.

Tal vez algunos jóvenes no respeten a sus padres porque son pobres y con poca educación. Tal vez sus padres no se vistan tan a la moda como otros, y quizá no puedan hablar de los problemas mundiales inteligentemente. Pero podría ser que estos mismos padres han querido lo mejor para sus hijos para que éstos disfruten de una buena vida al grado que ellos mismos se han conformado con poco. Han dado incansablemente y sin ninguna queja su tiempo, su dinero y sus fuerzas y, por lo tanto, merecen el amor y el respeto de sus hijos. Los hijos que tratan a sus padres sin cariño, por cualquier razón, no solamente les hacen mal a ellos, sino que se hacen mal a sí mismos también. Proverbios 11:17 dice: “A su alma hace bien el hombre misericordioso; mas el cruel se atormenta a sí mismo.”

R. T. Cross, en su libro Making the Home Happy, [Haciendo feliz el hogar] dice:

Hay dos razones por las que debemos amar a Dios: Primero, por la posición que Él tiene en el universo; segundo, por su carácter bondadoso y amante. Hay dos razones por las que debemos honrar a nuestros gobernantes: Primero, por la posición que ellos tienen; segundo por su integridad, si la tienen… Hay dos razones por las que debemos honrar a nuestros padres: Primero, por la posición que ellos tienen como nuestros protectores dirigentes y proveedores naturales; y segundo, por su amor para nosotros; por lo bueno que haya en ellos, y por el bien que a nosotros nos hagan.

El amor incluye todas las responsabilidades que debemos a nuestros padres. No podemos honrar a nuestros padres sin amarlos, o amarlos sin honrarlos.

Por el amor a los padres

Los hijos que aman a sus padres querrán complacerlos. Algunas veces encontramos que es difícil obedecer a Dios en algunas cosas que Él nos pide, pero debemos aprender a confiar que Él sabe todas las cosas. Los hijos también deben aprender a confiar en que sus padres saben qué es lo mejor para ellos, porque Dios ha puesto a los padres en esta posición de autoridad sobre los hijos. Jesús es el ejemplo perfecto porque, aunque Él es el Hijo de Dios, Él obedeció a sus padres terrenales.

Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. (Lucas 2:51)

Ayudar a sus Padres

Ayudarles en el hogar

Si bien se espera que los padres provean lo necesario para sus hijos, éstos pueden ayudar en el trabajo del hogar. Este es uno de los aspectos más importantes en la formación de un niño, la oportunidad de desempeñar trabajos que está capacitado para hacer. En algunas ocasiones un padre desearía mucho mejor hacer el trabajo él mismo que tener que pasar por el proceso tedioso, y algunas veces doloroso, de enseñar a su hijo a hacerlo. Pero frecuentemente los hijos que han crecido rebelándose en contra de la autoridad han sido aquellos que han tenido demasiado tiempo libre, y a quienes no se les enseñó a ser responsables en el hogar. Un niño pequeño requiere más tiempo para jugar, pero una mayor proporción de su tiempo debe ser de trabajar, conforme crezca y se acerque a la edad adulta.

Será mucho más fácil para una persona asumir responsabilidades como adulto si ha aprendido a ser responsable como miembro de una familia. Los jóvenes que tienen algún trabajo fuera del hogar para ganar dinero extra pueden también ayudar a sus padres con algunos de los gastos. Algunos jóvenes están capacitados para comprar su propia ropa y útiles para la escuela, ayudando así de esta manera a aliviar el peso financiero de sus padres.

Cuidar de los padres ancianos

Cuando los padres ya no pueden proveer lo necesario para ellos mismos, debido a la ancianidad o a alguna enfermedad seria, los hijos son responsables de ver que ellos reciban el cuidado adecuado. Ya sea que los hijos puedan tener a sus padres en el hogar, o que sea necesario hacer otra clase de provisión para ellos, aquellos pueden demostrar su amor y aprecio por sus padres asumiendo esta responsabilidad.

Jesús, aun durante su sufrimiento y ya a punto de morir en la cruz, se acordó de su madre. La dejó al cuidado de Juan, uno de sus discípulos.

Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: “Mujer, he ahí tu hijo”. Después dijo al discípulo: “He ahí tu madre”. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. (Juan 19:26–27)

Amar, Honrar y Obedecer a Dios

Aceptar a Jesús como Salvador

Los niños deben aprender a amar, honrar y obedecer a Dios desde su más tierna edad. No necesitan esperar hasta que son adultos para arrepentirse de sus pecados y aceptar a Jesús como su Salvador. Al contrario, pueden guiarse por lo que el versículo siguiente afirma:

Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud. (Eclesiastés 12:1)

Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. (Marcos 10:14)

Cuando un niño llega a comprender que ha pecado, ya tiene la edad para ser salvo. Si niños mayores muestran evidencias definitivas de haberse arrepentido, debieran ser bautizados. Mientras más temprano en la vida una persona haga su decisión para Cristo, mucho mejor, porque conforme crece se hace más y más difícil apartarse de su pasado y aceptar a Cristo.

Adorar a Dios

Adorar quiere decir “la expresión del amor de uno hacia Dios.” La gente expresa su amor hacia Dios diciéndole que le ama, adorándole por medio de los himnos, dándole gracias por sus bendiciones, y hablando con Él por medio de la oración. Asistir a la casa de Dios, aprender juntos de la Palabra de Dios, ser sensibles al Espíritu Santo cuando Él habla al corazón, todos éstos son actos de adoración. La adoración también incluye dar nuestro dinero, nuestro tiempo y nuestro esfuerzo para que también otros puedan venir a conocer a Cristo.

Dios quiere que los niños tengan una parte en la adoración a Él, en el culto familiar en el hogar y en la casa de Dios con sus padres, hermanos y hermanas. Algunos de los hombres sobresalientes de la Biblia aprendieron a adorar y servir a Dios cuando eran pequeños. Entre ellos se encontraban Moisés, Daniel, Samuel y Timoteo. Se esperaba que los hijos acompañaran a sus padres a la casa de Dios.

Y todo Judá estaba en pie delante de Jehová, con sus niños y sus mujeres y sus hijos.
(2 Crónicas 20:13)

Los líderes religiosos se indignaron cuando escucharon a los muchachos en el templo gritando “¡Hosanna al Hijo de David!” Así que le preguntaron a Jesús si había escuchado lo que los muchachos decían. “Si”, les dijo Jesús, y añadió: “¿Nunca leísteis: ‘De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?’” (Mateo 21:16).

Ponga a Dios en primer lugar

Dios espera ocupar el primer lugar en las vidas de sus hijos a quienes les ha dado todo. “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas”
(Mateo 6:33).

Llega el momento en la vida de cada cristiano cuando al poner a Dios en primer lugar como debe uno hacer, confronta luchas con otras prioridades. Se suscitan dificultades en algunos hogares cuando un hijo es cristiano y los padres no lo son. Sin embargo, a los hijos se les ordena obedecer a sus padres. Dios les ha dado a éstos autoridad sobre sus hijos, y les ha encomendado la responsabilidad de enseñar, disciplinar y amar a sus hijos.

Cualquiera que sea la oposición que se suscite cuando los padres no son cristianos, los hijos deben demostrar un verdadero espíritu cristiano, y deben seguir respetando y honrando a sus padres. Al igual que con otra clase de relaciones en las que un cristiano encuentra que sus convicciones no están de acuerdo con alguna otra autoridad superior, la respuesta debe encontrarse al buscar a Dios sinceramente en oración. Dios puede resolver problemas satisfactoriamente aun cuando, hablando humanamente, no haya solución.

A continuación se encuentran dos de las muchas promesas maravillosas de Dios para dirigir a su hijo en cualquier circunstancia de su vida, si éste le obedece y confía en Él.

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
(1 Corintios 10:13)

Fíate de Jehová de todo tu corazón…Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. (Proverbios 3:5–6)

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