Iglesias de Sostenimiento Propio

David y Juan se sentían muy feli ces al darle su infor me al hermano Luis. “Dios nos ha dado tres f amilias más y cinco jóvenes más en este mes. Ya tenemos un comité de la iglesia. Los miembros del comité nos acompañaron cuando visitamos a las f amilias en sus casas. Ello s son bien respetados por todos y, en realidad, testificaron y ganaron a más personas que nosotros. Visitaron a los recién convertidos durante la semana cuando nosotros no pudimos hacerlo.”

“¡Gloria a Dios!” dijo el hermano Luis. “La iglesia de Valle se está estableciendo m uy bien. ¿Han comenzado a enseñarles a las person as acerca d el sostenimiento de su iglesia?”

“No”, dijo David, “si com enzamos tan pronto a predicarles sobre las ofrendas quizá se asusten.”

“No lo creas”, replicó el hermano Luis, “se sentirán m uy contentos si les enseñan acerca de dar ofrendas para su iglesia.

This next lesson will help you understand the concept of self-support and the blessing associated with giving to the work of the Lord.

Así les abrirán puertas para mayor crecimiento y bendición espiritual”.

Esta lección le ayud ará a com prender el concepto del sostenimiento propio y la bendición relacionada con la generosidad en la obra del Señor.

LOS PRINCIPIOS DEL SOSTENIMIENTO PROPIO

Aparentemente las fina nzas de la iglesia debe rían ser asunto de la organización de negoc ios de la iglesia, en lugar de formar parte del ministerio espiritual. Pero al leer el Nuevo Testamento, en particular las cartas de San Pabl o a las iglesias, observamos su importancia en aquel tiempo, por lo cual es importante para la iglesia de hoy. Al estudiar estos pasajes aprendemos que la for ma en que se manejan las finanzas puede influir en forma directa sobre la fundación de iglesias. No es i mportante cómo s e arreglen las fina nzas, sino cómo el arreglo influye sobre la vida de los creyentes y si promueve la extensión del evangel io. Los escritos de San Pablo sobre finanzas relacionados con el ministerio no tenían relación con lo personal, sino más bien la importancia residía en la forma en que el tema influía sobre los oyentes.

Consideremos tres principios que guiaron la práctica de San Pablo:

  1. La predicación del evangelio no es motivada por ganancia monetaria. Cuando San Pablo les predicaba a los inconversos, o en sus prime ros contactos con la iglesia, evitó con todo cuidado dar la im presión de que predicaba el evangelio por amor al dinero. En la sociedad de aquellos días abundaban los filósofos y magos ambulantes que se sostenían del dinero que recogían en sus exhibiciones (Hechos 8:9; 16:16). San Pablo no quería que clasificaran de esa manera al evangelio. Aun cuando San Pa blo no t omó dinero de los oyentes para si m ismo, estaba en favor de que, quienes dedican su vida a predicar el evangelio, tienen el derecho de vivir del mismo (1 Corintios 9:7-12). Las enseñanzas de Jesús y de la ley judía aclar an que el m inistro tiene el derecho de recibir sostenimiento (Mateo 10 :10; Lucas 10:7 ). Pero San Pablo aclaró por qué no deseab a recibirlo. Deseaba que todos comprendieran que la predicación del evangelio no era motivada por la avaricia. No quería estorbar la o bra del evangelio (1 Corintios 9:12). Deseaba demostrar un interés personal por los recién convertidos al no ser carga para ellos (1 Tesalonicenses 2:7-8). San Pablo deseaba establecer un ejemplo de trabajo ordenado y no dar nunca la apariencia de codicia (Hechos 20:33-34; 1 Tesalonicenses 2:5; 2 Tesalonicenses 3:7-8).

Con todo, San Pablo recibió donativos, pero aparentemente sólo les permitió a los cr eyentes más maduros de las iglesias que le enviaran ofrendas para sus necesidades (Filipenses 4:14-17). Les dijo a los corintio s que había “despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros ” (2 Corintios 11:7-9). San Pablo aparentemente estaba dando el ejem plo para quienes ministraban, a fin de que tuvieran cuidado de no dar la impresión de que esperaban recibir algo.

  1. Cada iglesia local sostenía su propio ministerio. No hay indicación en las Escrituras de que una ig lesia local dependiera financieramente de otra. A los gálata s se les exhortó a sostener a sus propios maestros (Gálatas 6:6). San Pablo le dio a Tim oteo instrucciones para enseñarle a cad a iglesia a cuidar a sus propios pobres y viudas (1 Timoteo 5:3-10). Hubo una excepción en el caso de las iglesias que enviaron ofrendas a los creyentes de Judea en tiem pos de hambre (Hechos 11:29). Sin embargo, esta era una necesidad excepcional. Se trataba m ás bien de la respues ta de amor de los creyentes a la necesidad de otros miembros del cuerpo de Cristo y no tant o de apoyo financiero regular de una iglesia local. La pr ovisión para suplir las emergencias financieras de los dem ás también forma parte del ministerio de la iglesia. Tale s ofrendas demuestran la unidad y el amor que prevalece en el cuerpo de Cristo.
  2. La iglesia local administraba sus propios fondos económicos. En 1 Corintios 16:14 se indica que cada iglesia tenia la responsabilidad de sus propios fondos económicos. En este contexto. San Pablo les hizo saber a los corintios que llegaría en cierta f echa para recibir la of renda que habían colectado como dona tivo para la iglesia de Jerusalén. Ya había hecho lo m ismo en las iglesias de Galacia. Cada igles ia recogió y ap artó la cantidad que se había propuesto. San Pablo era sólo un enviado, junto con otros hombres a quienes la iglesia había designado para llevar el donativo a Jerusalé n. San Pablo con todo cuidado aclaró que estaba actuando principalmente como mensajero de las iglesias y que no era responsable de la administración del donativo. A ún más, tomó medidas de precaución para aseg urar que las igles ias estuvieran representadas en el transporte del donativo a Jerusalén (vrs. 3-4).

Estos tres principios demostrados por la enseñanza de San Pablo son guías que nos pueden ayudar a nosotros hoy. Por supuesto, en ocasiones y por diversas circunstancias se dan excepciones, pero el prin cipio básico que enseña el Nuevo Testamento consiste en que la igles ia local, tan to como el creyente en lo individual, debe de sarrollarse en madurez espiritual y responsab ilidad. Si se m antienen ambos en estado de dependencia no promueven la madurez necesaria para cumplir la misión de la iglesia.

LO PRACTICO DEL SOSTENIMIENTO PROPIO

Los planes y m étodos que nos da la Palabra de Dios para edificar su iglesia son prácticos y lógicos. Personas de todas partes pueden comprenderlos y usarlos. El m étodo bíblico de sostenimiento de la iglesia y la obra de extensión del evangelio consiste en que los gastos los compartan todos los m iembros del cuerpo de Cristo. Com o ya lo mencionamos, el aspecto im portante del sostenimiento de la iglesia radica en la forma en que influye sobre la vida de los creyentes y si prom ueve o no la extensión del evangelio.

He aquí dos razones prácticas para que una iglesia local llegue al sostenimiento propio:

  1. Desarrolla un sentido de responsabilidad. Cada grupo de creyentes debería sentirse responsable hacia los demás, así como hacia la obra de Dios al realizar la obra d e la iglesia. En las lecciones 1 y 3 nos ref erimos a Efesios 4:12 como a la declaración del propósito de la iglesia. Continuemos con el versículo 13 y leam os un resultado esperado de ese propósito: “has ta que todos lleguemos a la unidad de la fe y . . . a un varón perfecto”. La adopción de la responsabilidad constituye un m edio para alcan zar madurez. ¿Qué cree usted que pasaría si el dinero para sostener la igles ia local proviniera de una organización ajena o de otra iglesia? ¿En qué forma influiría ello sobre la vida de los creyentes? Es muy posible que quienes dependen de otros para su sostenim iento abriguen resentimientos contra sus benefactores. Los creyentes quizá resientan el hecho de esperar que alguien m ás reconozca y supla sus necesidades. El ten er que depender de algu ien más puede producir la pérdid a de la dignidad y la estimación propia. Una iglesia local en esta po sición quizá experimente el sentir de que es incapaz de cum plir el propósito de la iglesia. Ade más, los miembros de la iglesia quizá no la consideren com o propia y tengan la tendencia de esperar que los dirija la fuente que les provee el sostenimiento.

¿Qué puede ocurrir si el past or es sostenido con dinero de alguna fuente ajena a la ig lesia? Quizá no se sienta tan responsable ante los creyentes locales com o ante aquellos que le proveen su salario. Cu ando los m iembros de la iglesia sostienen a su propia iglesia y pastor, tienen un sentido de pertenencia y respons abilidad hacia la iglesia y el pastor. Tendrán mayor interés en el ministerio del pastor y sentirán m ayor responsabilidad de participar en los ministerios de la iglesia. De la misma manera, el pastor que es sostenido por aquellos que le rodean a diario se sentirá responsable de ser bien disciplinado y estar bien preparado para su m inisterio en la iglesia. Experimentará un sentir mayor de ser colaborador con Cris to en el m inisterio de la iglesia.

  1. El sostenimiento propio estimula la madurez. El sentido de responsabilidad que crece en una iglesia de sostenimiento propio también edifica madurez espiritual en la vida de los creyentes. La ofrenda con espíritu de alegría en gratitud a Dios no s ólo ayuda la obra de Dios, sino que también ofrece bend ición y aum ento de fe al dado r (2 Corintios 9:7-13). S i las personas se sacrifican para preparar un lugar de adoraci ón, también la considerarán como su casa de Dios.

El sostenimiento propio les enseña a lo s creyentes a confiar en Dios para s uplir necesidades financieras. Como resultado de aprender a confiar para ello, tam bién aprenderán a confiar en El para su plir otras necesidades, como la salvación de los demás, la sanidad de los enfermos, y para el ministerio creciente en otras áreas.

Los líderes de la iglesia deben ejercer cuidado para no robarles a los m iembros de una nueva iglesia la oportunidad de experimentar las bendiciones de dar para la obra de Dios. Esta circunstancia se ilustra con la historia de un predicador que vio a una mariposa luchando por salir de su capullo. La observab a con impaciencia mientras que la mariposa seguía luchando por salir. Parecía una tarea imposible. Finalmente el predicador ya no pudo soportar. Con su cuchillo, cortó los hilo s sobrantes del capullo. Cesó la lucha y el insect o quedó libre — débil y para vivir sólo por unos mom entos. ¡Una regl a de la vida se había quebrantado! Si la mariposa hubiera luchado hasta el final, después de mucho esfuerzo hubiera emergido una hermosa criatura de bellos colores. En ocasiones a los líderes de la iglesia les es difícil observar a un grupo de creyentes luchar para establecerse firmemente. Pero deben ser cuidadosos. Un infante o niño peq ueño necesita cuidado especial y nutrición, pero al ir crec iendo debe asum ir mayor responsabilidad de su cuida do propio. Sería peligroso y dañino mantener a un niño en constante estado de infancia y dependencia. Nosotros no desea mos ver a una iglesia en un estado permanente de dependencia. Cada iglesia nueva debería tener la oportunidad de madurar en su fe y seguir el plan de Dios de sostenim iento y crecimiento de la iglesia. Al obtener la capacidad de administrar su propio sostenimiento financiero, lo s creyentes tendrán m ayores probabilidades de aumentar su fe y confianza para dar otros pasos de mayor esfuerzo en la extensión de los m inisterios de la iglesia.

LA NECESIDAD DE ENSEÑAR EL SOSTENIMIENTO PROPIO

Enseñe a ofrendar sistemáticamente

S

En ocasiones los plantadores de iglesias o los pastores de un nuevo grupo de creyentes no están m uy dispuestos a enseñar acerca de la responsab ilidad financiera hacia la obra de Dios. Quizá tem an que las personas se desalienten o piensen que el pastor es codicioso. Ese es un error. Los plantadores de iglesias deberían ser estudiantes de la Palabra de Dios para comprender los aspectos bíblicos de la responsabilidad financiera. En tonces estarían preparados para pedirle al Espí ritu Santo que les dé sabiduría a fin de aplicar los principios bíblicos en su enseñanza a los recién convertidos.

Para alcanzar el sostenimiento propio, es importante que la base sea correcta d esde el principio. A los recié n convertidos se les deberían enseñar las responsabilidades de la mayordomía en lo que se aplica a sus obligaciones de feligresía en la igles ia local. El apóstol San Pablo les enseñó a las iglesias a dar regularmente en proporción con sus ingresos (1 Corintios 16:1-2). Muchos creyentes operan basados en el principio de da r por lo m enos el diez por ciento de sus ingresos. Esto se enseño en el Antiguo Testamento y es quizá el m ejor plan sistem ático de ofrendar para la obra de Dios.

Muchos recién convertidos necesitan dirección sobre la forma de dar porque nunca antes habían tenido la experiencia de dar para la obra de Dios. La enseñanza bíblica consiste en dar en pr oporción con los ingresos, por tanto, la mayoría de los creyentes aceptan el diezmo como norma mínima. En 2 Corintios y San Pablo señala varios principios respecto a las of rendas que nos pueden ayudar a comprender cuál debe ser la actitud del creyente. Primero, las iglesias de Macedonia no dieron de su abundancia. Dieron de su extrem a pobreza. Segundo, a pesar de la prueba mas severa, experimentaron gran gozo que abundó en generosidad (vrs. 1-2). Terc ero, por iniciativa propia, suplicaron el privilegio de co mpartir con los otros santos (v. 4). San Pablo dijo que pudieron hacer esto porque primeramente se habían dado ellos m ismos al Señor (v. 5). Otros pasajes bíblicos nos en señan los principios de la generosidad en las ofrendas:

  1.  El ofrendar debe hacerse alegremente y con gran gozo. “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza . . . porque Dios am a al dador alegre” (2 Corintios 9:7). “La abundancia de su gozo . . . abundaron en riquezas de su generosidad” (2 Corintios 8:2).
  2. Dios promete bendiciones a aquellos que dan. “Traed todos los diezmos al alfolí . . . y probadme . . . y derramaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde” (Malaquías 3:10). “Dad, y se os dará; medida buena . . . porque con la misma medida con que m edís, os volverán a medir” (Lucas 6:38). “Y el que si embra generosamente, generosamente también segará” (2 Corintios 9:6). Estas promesas contienen la condición de que el dar debe hacerse alegremente y a la vez generosamente, jamás con una actitud de codicia, ni con la esperanza de obtener algo a cambio.
  3. El dar es una expresión de amor. “Y en vuestro amor . . . abundad también en esta gracia” (2 Corintios 8:7).
  4. El dar ahora asegura tesoros eternos en el cielo. “Dad limosna . . . haceos . . . tesoro en los cielos que no se agote” (Lucas 12:33).

La enseñanza con el ejemplo siem pre ha sido un buen método. Los maestros sabios y efectivos son aquellos que conscientemente comprenden su obligación delante de Dios. Comprenden su necesidad personal de o bedecer las Escrituras, y al hacerlo dan ejem plo a los demás. Aquellos que no viven de acuerdo con lo que enseñan, dan a otros ejemplos deficientes y son maestros deficientes. No podrán producir convertidos sólidos porque las personas verán las inconsistencias de su vida.

Enseñe la mayordomía

Un mayordomo es una persona que tiene el trabajo de cuidar las posesiones de alguien más. Es el administrador de la propiedad de su patrón. La mayordom ía del creyente es doble: 1) es responsable ante Dios por el uso de todo lo que Dios le perm ite usar, y 2) tiene la responsabilidad de enseñarles a los demás a ofrendar para la obra de Dios.

Jesús enseñó varias parábolas respecto a la obr a de un administrador. En Lucas 16:1-2, un mayordomo fue llamado para que diera cuenta de su mayor domía y se le encontr ó indigno de su posición. La enseñanza de Mateo 25:14-30 nos implica que, de hecho, nosotros no somos dueños de nada . Todo lo que tenemos nos ha sido da do por Dios y somos responsables ante El por su uso. Lo que el administrador gana y le regresa al dueño no es un donativo, sino lo que se espera y de manda. Todo lo que en realidad le pode mos ofrecer nosotros a Di os es el uso apropiado de las bendiciones que nos ha dado y la seguridad de que son de beneficio para el reino de Dios. Nuestra responsabilidad ante Dios incluye no sólo c osas materiales, sino ta mbién otras bendiciones que nos ha dado: “Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a lo s otros, como bue nos administradores de la multi forme gracia de Di os” (1 Pedro 4:10).

El enfoque principal de esta lección es el uso de los fondos dados para la obra de D ios. El pastor debe con todo cuidado establecer confianza en la i glesia a tr avés del manejo del dinero de la misma. A la nueva iglesia se le debe enseñar a administrar sus fon dos fielmente desde el p rimer día que comienza a recibir donativos para la obra de Dios. En algunas partes del mundo las personas le dan part e de su cosecha a Dios. En otros lugares le dan parte del dinero que han ganado. Todo es una ofrenda para Dios.

He aquí un plan sugerido pa ra la buena adm inistración de las ofrendas de la iglesia.

  1. Por lo menos dos miembros deberán recibir todas las ofrendas de la iglesia.
  2.  Se deben conservar registros exactos y detallados de las cantidades recibidas por ofrendas.
  3. Todas las personas que cuentan las ofrendas deberán firmar como señal de verificació n de la cantidad recibida y archivada.
  4.  Un comité de finanzas de por lo m enos tres miembros debería hacerse responsable de la distribución de las ofrendas. Ade más de los miembros, el plantador de iglesias debería fo rmar parte de este comité y actuar como presidente.
  5. Deberá nombrarse un tesorero de entre los m iembros para que guarde un registro cuidadoso de todos los fondos de la iglesia.
  6. El tesorero deberá guardar el dinero en un lugar seguro para su futuro uso.
  7. Las ofrendas que se da n con un fin especifico deberán usarse sólo para ese propósito.
  8. Los informes financiero s anuales deberán hacerse públicos y estar a disposición de todos los miembros.

Si se observa este procedim iento, la iglesia tendrá una base para dem ostrar su res ponsabilidad por las ofrendas recibidas. Así se ev itará en lo s creyentes cualquier sospecha sobre el uso de los fondos. Esta responsabilidad se refuerza aún m ás con la or ganización de un com ité de miembros que supervise el m inisterio financiero de la iglesia. A este grupo se le pue de llamar comité de finanzas y deberá incluir oficiales de la iglesia, en particular líderes como el pastor o el plantador de iglesias.

El comité de finanzas debe hacer una lista de las necesidades financieras importantes. Al tener dinero a disposición, deberá desem bolsarse de acuerdo con las prioridades de esta lista. Ca da comité de finanzas tendrá que determinar las prioridades para su iglesia particular. Dependiendo de la ubicación y las circuns tancias de la iglesia, las prioridades podrán variar.

Algunas necesidades que probablem ente tendrán que considerarse primero son:

  1. Sostenimiento pastoral
  2. Alquiler de lugar de reunión
  3. Electricidad, calefacción, agua
  4. Mantenimiento de edificios
  5. Materiales educativos

En la m ayoría de los c asos la p rioridad que la iglesia trataría de suplir por sobre todo sería el sostenim iento del pastor. Los miembros de la ig lesia necesitan el liderato de un pastor de tiem po completo responsable de la obra entre ellos, que les enseñe y los dirija. Tam bién es de prim er orden la obtención de un lugar de adoración adecuado para reunirse. Si la iglesia alquila un local, esa d ebería ser probablemente la siguiente en el orden de prioridades. Sin embargo, en muchos lugares la iglesia puede reunirse en la casa de un creyente o en alguna propiedad provista por un creyente. La prioridad de cada creyen te debería determinaría el comité sobre la base de lo que se necesita con mayor urgencia para realizar la tarea del evangelismo y la enseñanza de los recién convertidos.

Cuando se discuta el uso de fondos a gran escala, el comité deberá convocar a todos los m iembros para que participen en la planificación o discusión. Esta fidelidad en la administración del dinero de la iglesia cre ará confianza en ésta. Todos deberán entender bien el informe de finanzas anual que se reparte a todos los m iembros para que estén conscientes de que su dinero se está usando para la obra de Dios. Las personas no tem erán de que sus donativos para Dios se estén usando mal. Al aprender a dar, lo harán con alegría, sabiendo que todos lo s donativos se usan para ayudar a adelantar la obra del Señor.

EL PODER DEL SOSTENIMIENTO PROPIO

Las iglesias que toman la responsabilidad de sostener la obra de Dios por lo ge neral crecen y se multiplican más rápido que aquellas que no lo hacen. Existen tres razones principales.

Se alienta el crecimiento en la fe tanto del pastor como de los creyentes. Leemos en las Escrituras que la fe es un don de Dios (Romanos 12:3; 2 Pedro 1:1). Pero cualquier regalo, para que tenga valor, debe recibirse y usarse. En 1 Pedro 1:6-7 se nos dice algo acerca de la fe: “Aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que som etida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro . . . sea hallada en alabanza.” Cuando una iglesia se está com enzando a establecer, quizá una prueba de la fe del pastor consista en depender de Dios para suplir lo necesario para él y su fam ilia, mientras que se dedica a ayudar a la nueva iglesia a desarrollarse. Al estudiar el pastor la Palabra y reclamar las promesas de Dios, su fe comienza a crecer. E l pastor, con la ayu da de su p ropia experiencia, puede ayudar a los recién convertidos a confiar en Dios y a reclam ar las p romesas de s u Palabra. Qu izá también represente una prueba de la fe de l os recién convertidos el asumir la responsabilidad de sostener la obra de Dios cuando aún la ig lesia es pequeña y luch a por seguir adelante. La prueba puede ayud arles a desarrollar m ayor fe para intentar cosas mayores en la obra de Dios. En la s Escrituras resulta evidente que la fe debe ser activa. “La fe sin obras está muerta” (Santiago 2:26). Una iglesia de sostenimiento propio podrá pasar por pruebas de su fe, ¿pero cuál será el resultado de esa prueba? Santiago 1:34 nos dice: “Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obr a completa.” Las iglesias que se sacrifican y dan generosam ente para la obra de D ios experimentarán crecimiento en la fe. Esta fe le da a la iglesia la perseverancia espiritual para crecer, madurar y extenderse en ministerio a otras áreas.

Las iglesias de sostenimiento propio ejercen mayor influencia sobre los inconversos de la comunidad. Si el plantador de iglesias es sost enido con fondos ajenos a la iglesia por un período de tiempo prolongado, los inconversos de la comunidad local considerarán con mucha razón la nueva iglesia como algo extranjero en su área. En particular si los fondos provien en de fuera del país. Quizá hasta le llam en a la iglesia una “religión extran jera”. Probablemente supongan que los creyentes están tratando de obtener algún beneficio m undano, en lugar de ayuda espiritual. Quizá piensen que el plantador de iglesias es un agente de ventas contratado o de algún gobierno extranjero. ¿Qué significa todo ello para la iglesia? Con toda seguridad le estorbará a su crecimiento. Para que la iglesia crezca, los convertidos deberán provenir de las personas que rodean la iglesia. La igles ia sostenida por m iembros de su propia comunidad puede desarroll ar un m ayor sentido de pertenencia a esa com unidad y no tiene que com partir su lealtad con alguna fuente extranjera. La iglesia que pertenece a las p ersonas puede ejercer m ayor influencia sobre aquellos que la rodean.

Las iglesias de sostenimiento propio proveen crecimiento ilimitado. Esta es una razón im portante de por qué una iglesia debe ser de sostenimiento propio. Los fondos que provienen de una fu ente externa o extranjera siempre son lim itados, y siem pre existe la pos ibilidad de que dejen de enviarlos en cual quier momento. Si la iglesia no se so stiene a si m isma llegará a cierta etapa d e desarrollo en la que sus fondos limitados pueden mantener sólo el trabajo presente. Puesto que los fondos son limitados, no se pueden abrir nueva s iglesias en el área ni enviar obreros a evangelizar. Pero en una iglesia donde se les enseña a las personas a dar, los fondos continuarán aumentando al ir ganando a nuevos creyentes para el Señor. No tiene que establecerse un límite para lo qu e la iglesia puede hacer en la obra de Dios . Permítame contarle lo que les ocurrió a dos iglesias de América Latina.

Felipe y Carlos eran plantadores de iglesias que establecieron iglesias en pueblos cercanos a su com unidad. Ambos eran dedicados y trabajaron arduam ente. A Felipe lo sostenía una iglesia de otra ciudad. Carlos no recibía ninguna ayuda exterior.

Cuando Felipe ya había ganado com o a 20 personas para el Señor, no cabían ya en la casa donde se reunían. Entonces les escribió a los miembros de la iglesia que lo estaban sosteniendo pidiéndoles dinero para construir un templo. Las personas de la com unidad se opusieron a la nueva iglesia. No querían una “ig lesia extranjera” en su pueblo. Por fin se construyó el templo, pero después de muchas dificultades sólo unos cuantos se atrevieron a entrar. Los que asistían a la ig lesia no querían sostenerla, Decían:

“El templo no es de nosotros. Que lo sostengan quienes lo construyeron.” Felipe sigui ó pastoreando la iglesia porque aún recibía su sueldo de la otra iglesia. La nueva iglesia nunca creció e hizo muy poco para el Señor.

Este es un ejem plo de una iglesia edificada con una actitud de dependencia. Puesto que las personas dependían de alguien más para los gastos, probablem ente dependían de esa fuente ex tranjera hasta para que hiciera sus decisiones. Nunca desarrollar ían sus propias capacidades para cumplir los ministerios que debía desarrollar la iglesia. Cuando surgieran dificultades, adoptarían la actitud de que solucionaran los problem as quienes s ubsidiaban económicamente la obra. Los miembros de tal iglesia no tendrían la oportunidad de desarrollar un sentido de estimación propia como crey entes maduros. Tendrían miedo de intentar nuevos proyectos en la obra de Dios porque dependían de una fuente externa o extranjera para el sostenimiento de la obra.

Por otro lado, Carlos trabaj aba todos los días en su empleo. La mayoría de las tardes y cada dom ingo viajaba en ómnibus hasta el lugar donde se reunía con un grupo de recién convertidos que había ganado para el Señor. Cuando el grupo aumentó con varias f amilias, las personas le pidieron a Carlos que aceptara su ayuda para cubrir lo s gastos de su transportación. Com enzó a enseñarles las bendiciones de darle of rendas a Dios. Al poco tiem po ya contaban con suficientes convertidos como para alquilar un salón para los cultos. Las personas siguieron dando y Carlos pudo renunciar después a su em pleo para dedicar todo su tiempo a la iglesia. En unos cuantos años la congregación construyó su pr opio templo. Centenares de personas asistían a los cultos. Han podido establecer como 12 nuevas iglesias en áreas circunvecinas.

Esta iglesia de sostenimiento propio nunca se limitó por tener que depender del dinero de alguien más. Las personas sabían que sólo ellas eran la fuente de ingresos y desde el principio aprendieron a adorar al Señor dando ofrendas para su obra. Los creyentes de la iglesia que Carlos pastoreaba tuvieron la oport unidad de desarrollar m adurez espiritual. Obtuvieron un sen tido de estim ación propia v reconocieron sus obligaciones hacia la iglesia. Nunca esperaron que alguien m ás hiciera lo que ellos debían hacer; por consecuencia, sabían que debían evangelizar s u área y llevar a cabo los ministerios de la ig lesia. Felipe quizá hubiera podido ayudar a su iglesia a llegar al sostenimiento propio. Pero por su comienzo tan irregular, la tarea hubiera sido muy difícil.

Aun cuando el sostenim iento financiero es una necesidad para una ig lesia, de m ayor importancia es la condición espiritual, pues ésta influye sobre todo lo demás. Las bendiciones de Dios y el derramamiento del Espíritu Santo impulsa a la iglesia a realizar una obra mayor para el Señor. Si la iglesia experim enta una condición espiritual muy baja, ese no es el tiem po oportuno para hablar de finanzas, sino mas bien de la necesidad de una visitación del Espíritu Santo. La vida espiritual de la igles ia constituye el interés máximo, los métodos son secundarios.

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