Las Iglesias Capacitan a Líderes

David y Juan se sentían un poco desalentados cuando fueron a visitar al hermano Luis. “Siento mucho decirle que la iglesia de Valle Alto ya no está creciendo tan rápido como al principio”, dijo David. “Ganamos a otros tres jóvenes, pero ya no ganamos a ninguna otra fam ilia durante este mes. Los recién convertidos consumen casi todo nuestro tiem po y por ello no podemos dedicarnos a ganar a personas nuevas, como lo hacíamos antes.”

“Creo que la respuesta a sus problemas se puede resumir en una sola palabra: liderato”, dijo el hermano Luis. “Ya hemos hablado sobre cóm o organizar la iglesia y desarrollarla con gobierno pr opio. Ninguna iglesia puede depender de uno o dos líderes solam ente. Ha llegado el momento de capacitar a lo s creyentes para las responsabilidades de liderato dentro de la iglesia. Al enseñarles a ayudar a otras personas en la iglesia, tam bién aprenderán a alcanzar a personas fuera de ella. De esta manera la iglesia seguirá creciendo.”

Si está us ted trabajando actualmente en un a iglesia creciente, o planea hacerlo en el futuro, esta lección le ayudará a comprender métodos de desarrollo de líderes que pueden asumir responsabilidades dentro de la iglesia. Estudiará principios de las Escr ituras que le dirigirán en la selección y capacitación de líderes en la iglesia local.

EL PORQUE DE LOS LIDERES

Razones bíblicas

Después de establecer una iglesia el plantador de iglesias puede proceder a establecer otras en otras áreas. Para que la iglesia conti núe creciendo y extendiendo sus ministerios el liderato debe quedar en m anos de líderes dentro del cuerpo de la ig lesia. En las Es crituras se presentan claramente ejemplos de este principio.

Durante los años del m inisterio terrenal de Jesús, les predicó a miles de personas y sa nó a centenares de ellas, pero seleccionó y capacitó sólo a unos cuantos discípulos (doce) para que dirigieran la nueva iglesia y capacitaran a su vez a otros com o líderes. Jesús se preocupó mucho por las multitudes. Lloró lleno de compasión por ellas (Lucas 19:41). Aun cuando deseaba ganarlas, sabía que las alcanzarla mejor con unos cu antos discípulos bien capacitados. Esos discípulos, ju nto con aquellos que ellos mismos ganaron para el Señor, alcanzaron a las multitudes. Su influencia llegó hasta “el mundo entero” (Hechos 17:6).

Cuando Jesús les dio sus in strucciones finales a sus discípulos, no les dijo que buscara n a grandes multitudes para que les predicaran. Sencillamente les mandó: “Haced discípulos.” Sabía que esa er a la clave que los capacitaría para llevar el evangelio al mundo entero (Mateo 28:19-20).

El apóstol San Pablo com prendió muy bien ese principio. En 2 Timoteo 2:2 escribió: “Lo que has oído de mi ante muchos testigos, esto encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.” Los líderes de la iglesia primitiva se entregaron a la tarea de capacitar a “hombres fieles” para continua r el proceso de enseñarles también a otros. Al cap acitar a obreros fieles el plan tador de iglesias puede m ultiplicar los re sultados de su traba jo con mayor efectividad.

Razones prácticas

La verdad de que los líderes deben provenir del cuerpo de la iglesia es evidente por razones naturales y bíblicas. Los miembros de la iglesia por lo general le responden mejor a una persona f amiliarizada con su f orma de vivir. Los que viven en una aldea, por ejemplo, difícilmente aceptan como líder a una persona de un a gran ciudad cosmopolita.

Espiritualmente, la iglesia c onfronta un gran problem a si siempre depende de liderato ajen o a ella. No queremos decir, por supuesto, que los obreros dentro de una iglesia local no pueden dejar su área, sino qu e uno de los m inisterios importantes de la iglesia consiste en producir líderes locales. El desarrollo de líderes dentro de la iglesia es el resultado del gobierno propio respons able. La iglesia está asumiendo la responsabilidad de su propia estabilidad y la obligación de llevar el evangelio a la comunidad que le rodea. Por lo general el resultado es el crecimiento espiritual y numérico.

Toda la iglesia es bendecida cuando un pastor tiene la visión, como la tenía S an Pablo al capacitar a Tim oteo y a Tito, de d esarrollar líderes dentro de la igle sia. Tales pastores saben cóm o inspirar a los dem ás y delegarles responsabilidad sin temor de perder su autoridad. Estos pastores saben que cuando los miem bros comienzan a trabajar, se produce una iglesia unida, feliz y saludable. El pastor que trata de hacer todo él solo y mantener todo bajo su control tendrá que luchar contra el descontento. Además estorbará el crec imiento de la igle sia. Debe p ermitir que otros creyentes calificados to men responsabilidades para que ellos, tam bién, puedan edificar el cuerp o de Cristo junto con él (Efesios 4:12).

LOS REQUISITOS PARA LOS LIDERES

En la lecció n 3 es tudiamos acerca del gob ierno de la iglesia, así como la necesidad de ciertos líderes y comités de la m isma. Estos son necesarios para su estabilidad y servicio efectivo. A ciertos líderes se les escogerá com o miembros de la junta oficial. Estos le ayudarán al pastor en su obra. No gobiernan ni a la ig lesia ni al pastor, m ás bien su función consiste en servir junto con el pastor.

Normas bíblicas

En 1 Timoteo 3:1 leemos: “Si alguno anhela obispado, buena obra desea.” Entonces, para que no abriguem os ninguna duda en nuestra mente, se presenta una lista de los requisitos que debe llenar un obispo o diácono (1 Timoteo 3:2-10; Tito 1:5-9).

  1. Debe ser irreprensible: es decir, que nadie tenga ninguna razón de acusarlo de conducta impropia.
  2. Debe ser marido de una sola mujer. Esta era una declaración importante para una sociedad donde los hombres con frecuencia vivían con más de una mujer. San Pablo aclaró que la norm a del matrimonio cristiano e ra esta: cada hombre deberá tener una sola esposa a quien le será fiel por sobre todo.
  3. Debe ser sobrio. No debe irse a los extrem os en ninguna actividad. Deberá practicar la tem planza y la moderación en cada área de su vida.
  4. Debe ser prudente. No de fuerte temperam ento, no dado a la satisfacción excesiva de sus apetitos.
  5. Debe ser decoroso. Que viva con decoro, ordenadamente. Que todos sus conocidos lo respeten.
  6. Debe ser hospitalario; es decir, estar dispu esto a compartir su casa y su tiempo con los demás.
  7. Debe ser apto para enseñar. Debe tener la capacidad de contarles a los de más las buenas nuevas y exhortarlos respecto a la vida cristiana.
  8. No es dado al vino.
  9. Debe ser bondadoso, no pendenciero ni buscapleitos.
  10. No ama o codicia el dinero.
  11. Gobierna bien su casa. Tiene a sus hijos en sujeción, procurando que le obedezcan con el debido respeto.
  12. No debe ser un neófito o recién convertido.
  13. Tiene buen testimonio en la comunidad.
  14. No debe ser soberbio ni iracundo.
  15. Debe ser amante de lo bueno.
  16. Debe exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen.

Cuando leemos los requisitos para el liderato en la iglesia de tiempos del Nuevo Testamento, observamos que hacen hincapié más bien en las cualidades, y no tanto en los hechos. No sólo es cierto en los versículos que acabam os de leer, sino tam bién en otro s incidentes en los qu e se escogió liderato espiritual. Cuando San Pablo necesitaba un compañero de viaje, seleccionó a Tim oteo, de quien se decía que “daban buen testim onio de él los herm anos que estaban en Listra y en Iconi o” (Hechos 16:2). Los hombres seleccionados para servir a las mesas en Jerusalén eran “de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” (Hechos 6:3). Cuando San Pablo escribió dándoles instrucciones a Timoteo y Tito acerca de lo s líderes de las iglesias locales, hizo hincapié en las cualidades, no en las tareas.

San Pablo sabía que las tareas podían cam biar y variar de una cultura a otra. Sabía que un hom bre capaz de gobernar bien a su fa milia también tendría la capacidad de alentar y dirigir a la familia de la iglesia. En todo tiempo y cultura ha s ido necesario orar por personas, enseñarles y alentarías. La capacidad para estos ministerios era m ás importante que decir cóm o debían llevarse a cabo las tareas.

San Pablo no dio modelos rígidos de liderato. E n Efeso y en Filipos habló acerca de los obispos y los diáconos; a Tito le mencionó los obispos, pero no los diáconos. Quizá lo hizo para asegurar la creatividad. Sabía que en diferentes épocas y culturas se necesitaría una gran varied ad de métodos para alcanzar el mismo propósito espiritual.

Una verdad queda clara en la iglesia de tiempos del Nuevo Testamento: siempre hubo pluralidad de liderato. Es decir, nadie sirvió o minist ró solo, aun cuando algunos tenían mayor responsabilidad que otros. San Pablo señala que “los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar” (1 Timoteo 5:17).

Identificación de líderes reconocidos

En cada aldea y área de pueblo o ciudad a ciertas personas se les reconoce como líderes. Estas pueden ser ricas, pobres, o de clase m edia. Se les reco noce como líderes porque los demás respetan sus opiniones y valoran su juicio. Cuando se suscita una disputa local, las personas acuden a estos líderes para solucionar el problema. Cuando se necesita que un representante se dirija a las autoridades oficiales, se le pide al líder reconocido que hable a nombre de ellos. Cuando ocurre algo nuevo en el área, las personas acuden a estos líderes para enterarse de su opinión sobre ello.

El apóstol San Pablo sabía que los líderes reconocidos casi siempre son buenos líderes espirituales. Sabía que si estos líderes se convertían y consagraban verdaderam ente al Señor, podrían influir para que las personas de toda su área también se convirtieran. Por ello San Pablo aprovechó todas las oportunidades para testificarles a los líderes como el principal de la isla de Malta, los gobernadores Félix, Festo, el rey Agripa, e incluso a los de la casa del emperador de Roma (Hechos 24-26, 28; Filipenses 4:22).

Se le aconseja al plantador de iglesias que use el m ismo principio usado por San Pabl o. Debería ser valiente para predicarles el evangelio a t odos, pero también estar seguro de que a los líderes de cada comunidad se les da la oportunidad personal de convertirse a Cristo. Cuando haya un grupo de creyentes en algún lugar, el plantador de iglesias debería reconocer con todo cuidado a los líderes entre los recién convertidos . Los recién convertidos respetarán y obedecerán su liderato. Los inconversos también respetarán más el evangelio al ver que tales líderes reconocidos se han convertido a Cristo.

Cuando San Pablo dejó a su discípulo, Tito, para que trabajara en la isla de Creta, le dijo que nombrara “ancianos” en cada ig lesia. Estos debían ser creyentes maduros con altas cu alidades morales (Tito 1:5-9). San Pablo le ordenó a Tito q ue estableciera a estos líderes “en cada ciudad” (v. 5). El plantador de iglesias debe ser cuidadoso para no descuidar a algún líder po tencial sólo porque la persona sea mayor o m ás joven que él. Un joven bien puede ser un creyente m aduro y a un anciano bien puede faltarle mucha madurez espiritual. Lo importante es esto: un líder potencial debería ser respetado por la comunidad y ser maduro en su vida espiritual y conducta.

LA PREPARACION DE LOS LIDERES

El enfoque del Nuevo Testamento

Preparación espiritual

Para enfrentarnos al desafío de evangelizar a los perdidos hemos de aprender de los m étodos del Nuevo Testamento. Al leer el libro de Hechos observam os que los métodos de evangelismo y cap acitación de líderes de la iglesia eran flexibles. Se us aban diferentes m étodos para situaciones diferentes. De e llo aprendemos que los líderes de la iglesia de tiem pos del Nuevo Testam ento estaban dispuestos a recibir la dire cción del Espíritu Santo. También nos indica qu e al capacitar a los líderes para continuar la obra de la iglesia se hizo hincapié, sobre todo, en la preparación espiritual m ás que en la intelectual. Los apóstoles confiaron en que el Espíritu Santo dirigiría a los nuevos líderes.

La preparación primordial de Jesús para sus discípulos consistió en “que es tuviesen con él” (M arcos 3:14) para mandarlos después a predicar y a sanar a los enfermos. Con frecuencia Jesús dedicó tiempo para estar a so las con sus discípulos a fin de darles enseñanza espiritual (Marcos 4:10; 6:31; Lucas 11:1-13; y Juan 3:22). La preparación espiritual era tan im portante para la capac itación de los discípulos que incluso después de haber estado con Jesús a través de todo su m inisterio, en el Getsem aní y en el Calvario, les dijo que espera ran en Jerusalén hasta ser “bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 1:5).

La preparación espiritual se obtiene por el estudio de la Palabra de Dios y al aprende r a interceder en oración. Con el estudio y la oración no superficiales aprende uno a oír la enseñanza y la dirección del Espíritu Santo. E ste tipo de aprendizaje comienza cuando se entrega uno su vida a Cristo y continúa a través de toda la experiencia cristiana.

Preparación por experiencia

Jesús les ayudó a sus discípul os a aprender la obra del ministerio realizando las ta reas del m ismo. Su enfoque puede llamarse capacitación práctica. El p lantador de iglesias o el pastor debería cap acitar a los líderes com o lo hizo Jesús. Deben darles a los obreros la oportunidad de ministrar en la iglesia. Pueden dirigir grupos de evangelismo, visitar a los enfermos y orar por ellos, enseñar clases de estud io bíblico, y dirigi r reuniones de oración. En Mateo 17:17-20 di ce que los discípulos no pudieron sanar a un muchacho lunático, pero Jesús los llevó aparte y les dio enseñan za adicional. San Pablo enseñó por medio de discusiones en Efes o por dos años (Hechos 19:910), pero tal enseñanza no consistía sim plemente de discursos. De allí salieron m uchos a ministrar, puesto que leemos en Hechos 19:10 que en esos dos años “todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la palabra del Señor Jesús”. Esa no fue una tarea insignificante. Obviamente San Pablo no visitó m uchos lugares personalmente. Existe evidencia de que otros obreros establecieron las iglesias de Colosas, Hierápolis y Laodicea (Colosenses 2:1; 4:13). La provincia fue evangelizada totalmente al grado de que se convirtió en centro del cristianismo por muchos años.

Participación de muchos obreros

Jesús envió a doce discípul os a predicar, y luego “designó el Señor también a ot ros setenta” (L ucas 10:1). Estos obreros salieron a predic ar lo que habían aprendido de Jesús y regresaron con alegría (10:17). En ese m ismo capítulo el Señor dijo: “La mies a la verdad es mucha, m as los obreros pocos” (10:12). La gran cos echa demanda muchos obreros, y cad a creyente debería participar en la obra de la cosecha. No todos son llam ados a ser predicadores y m aestros, pero todo el cuerpo de Cristo forma parte del grupo de testigos que tiene la responsabilidad de llevar el evangelio. Un recién convertido puede testificar les a los inconversos, un creyente maduro puede ayudar a otro recién convertido, el pastor puede enseñarles a los diáconos y los diáconos pueden llegar a ser ob reros laicos que pueden establecer iglesias hijas. El Nuevo Testamento dice que después de la muerte de Esteban, la persecución obligó a los creyentes a dispersarse por toda Judea y Samaria (Hechos 8:1). Sólo los apóstoles se quedaron en Je rusalén, pero lo s creyentes esparcidos predicaron la Palabra por dondequiera que fueron (8:4). El m ismo principio se aplica hoy. Mientras más obreros laicos participen, mayor será la extensión de la iglesia.

Líderes capacitados por medio del ejemplo

Jesús dijo: “El siervo no es m ayor que su señor” (Juan 13:16). El plantador de iglesi as no puede esperar que a quienes capacita desarrollen mayor dedicación, visión y madurez espiritual que las dem ostradas por él en su vida. Las personas se fijarán m ás en su ejem plo que en sus palabras. “Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de el la, no por fuerza, sino voluntariamente, no por gana ncia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teni endo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino si endo ejemplos de la grey” (1 Pedro 5:2-3).

El Señor Jesucristo m ismo constituye nuestro ejem plo de deseo de servicio. El apóstol San Pablo lo resum e muy bien: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en for ma de Dios . . . se despojó a si m ismo, tomando forma de siervo . . . se humilló a si mismo, haciéndose obediente hasta la muerte” (Filipenses 2:5-8). En L ucas 22:14-30 leemos un incidente que describe una actitud errónea de los discípulos. Juan 13:1-17 registra lo ocurrido esa m isma noche y nos dice que el Señor les enseñó a su s discípulos con el ejem plo. Lea estos pasajes bíblicos c on cuidado y en espíritu de oración. Si un plantador de igle sias sigue el principio de servir a quienes dirige, ciertas personas siem pre le escucharán y seguirán s u liderato. Los creyentes a quienes dirija verán a Jesús en su vida.

Dé ejemplo de fidelidad y fe

Jesús les enseñó a sus discípu los: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel” (Lucas 16:10). Para el creyente que realiza la obra de Dios, en particular el plantador de iglesias o el pa stor, toda obra es importante. Demostramos nuestra fidelid ad por la atención que prestamos a los detalles pequeños de la obra. No prom eta asistir a una reunión si no está seguro de poder hacerlo y llegue a tiempo sie mpre. Si promete realizar alguna labor en cierta fecha, hágala. Si es fiel en lo poco, aquellos a quienes dirige confiarán en usted. Aprenderán por su ejemplo lo que significa la fidelidad.

En Hebreos 11:6 se enseña la gran importancia de la fe: “Pero sin fe es im posible agradar a Dios.” Si existe una clave para el éx ito en el serv icio a Dios, es la fe. Alguien puede ver un área donde no hay creyentes y pensar que es imposible establecer una iglesia en la m isma. Alguien más puede considerarla como lugar que necesita una iglesia. La ve como una gran oportunidad. La fe en el poder de Dios nos capacita para realizar una obra que hum anamente parece imposible. La demostración de la fe en medio de los problemas y las dificultades constituye la mejor forma de ayudar a otros a aprender a ejer citar la fe en el poder de Dios.

Capacitación avanzada

Ocasionalmente algunos pastor es cometen el error de desear que buenos líderes se vinculen con la iglesia por tiempo muy prolongado. Es cierto que en la iglesia local comienza y se nutre el des arrollo de lo s líderes. S in embargo, la meta máxima de la capacitación de líderes en la iglesia local consiste en pr oducir no sólo líderes locales, sino también líderes para cada ministerio de la iglesia mundial. Deben desarrollarse evangelistas, m aestros, pastores y ejecutivos para la organización de la iglesia. Dios ha dado los dones del m inisterio de adm inistración, palabra de conocim iento y la palabra de sabiduría a diversos creyentes dentro de la iglesia (Rom anos 12:8; 1 Corintios 12:8, 28). Para que sean plantadas nuevas iglesias y crezcan, así com o para que se extienda el ministerio de la iglesia, los pastores deben tener la visión para reconocer y alentar a quienes el Señor está llamando al ministerio de tiempo completo.

El apóstol San Pablo reconoció la fe sincera y el don de Dios que había en Tim oteo (2 Timoteo l:5-6). Es evidente que Timoteo acompañó a San Pablo en el ministerio por un tiempo breve, quizá sólo por unos meses (Hechos 16:24). Pero después Timoteo fue enviado a Efeso y a otras iglesias a realizar s u obra co mo pastor-maestro. Tito, Tíquico, Artemas y otros habían esta do en contacto con los apóstoles, pero fueron enviados a sus propios m inisterios en las diversas iglesias de Asia. San Pablo se refiere a ellos en Colosenses, Efesios y Filipenses no com o a “aprendices”, sino como a “consiervos en el Señor”.

Los cursillos bíblicos o escuelas bíblicas de extensión se usan en nuestros días como sistemas de capacitación de creyentes en centros ubicados cerca de la iglesia local o en su templo. Estas escuelas ofrecen cursos con duración desde una sem ana hasta varios m eses. Las clases pueden impartirse en seminarios intensivos de fines de sem ana, o durante las noches por varias sem anas. Este proceso capacita a quienes tienen responsabilidades de una iglesia o un empleo para aprovechar la ventaja de la capacitación bíblica sin renunciar a su em pleo. Los cursillos o escuelas podrán usar materiales de un instituto bíblico establecido. Algunos cursos son enseñados por m aestros experimentados o pastores que usan los cursos del ICI bajo el método de seminario. Estos institutos constituyen buenos sistemas de capacitació n bíblica de nivel m edio porque permiten que m ayor número de personas reciban capacitación, con lo cual m ejora el ministerio de la iglesia local.

Los institutos bíblicos establecidos constituyen un lugar excelente para la capacitación de futuros líderes, pastores y ejecutivos de la ig lesia nacional que se necesitan para proveer liderato con el fin de adelantar la obra de la iglesia. Estos institutos son para quienes han dado evidencias de liderato y del llamamiento de Dios en su vida.

Durante los años que pasan en un instituto bíblico los estudiantes tienen la oportunidad de exponerse a una gran variedad de m inisterios de maestros calificados y de experiencia. Es de mucho valor por el estudio concentrado en la Palabra de Dios, por el desarrollo de una vida devocional profunda y por m inistrar junto con otros que también han sido llamados al ministerio del evangelio.

Cada iglesia local de bería ser como un sem illero. Después que brotan las plantas y comienzan a crecer, ya no hay espacio para todas en el s emillero. Entonces el hortelano las trasplan ta cuidadosamente a los campos en donde tendrán suficiente esp acio para crecer y producir abundante fruto.

El buen plantador de iglesias capacita a las personas en las nuevas iglesias. Al crecer espiritualmente y convertirse en buenos líderes, no debe trat ar de retenerlas para que trabajen todas en la m isma iglesia loc al. Los líder es espirituales producen mayor fr uto en el cam po que en el semillero. Todavía hay muchos lugares en el mundo donde “la mies a la verd ad es m ucha, mas los obreros pocos.

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