Iglesias del Nuevo Testamento

Juan y David, con mucho entusiasmo, conversaban con su antiguo maestro. “Durante las dos semanas pasadas predicamos en la plaza de Valle Alto y 20 personas aceptaron al Señor como su Salvador. Creo que debemos establecer una iglesia para todos esos recién convertidos. Queremos estar seguros de que estamos haciendo bien las cosas, por ello hemos venido para discutirlo con usted.”

“El establecimiento de una nueva iglesia constituye una hermosa responsabilidad”, les contestó el hermano Luis. “La iglesia fue planificada en la mente de Dios, fue iniciada por el Señor Jesucristo y es dirigida por el Espíritu Santo. Hablemos de lo que significa en realidad la responsabilidad de ustedes en el establecimiento de una nueva iglesia.”

Quizá se haya encontrado usted en una situación similar, o quizá ya sepa que muy pronto deberá fundar una nueva iglesia. Este curso le ayudará a seguir el plan bíblico para la fundación o el establecimiento de nuevas iglesias. La primera lección le dará el plan de Dios para el comienzo de Su iglesia. Le ayudará a comprender con mayor claridad el plan de Dios para la iglesia, a apreciar con mayor plenitud la obra del Espíritu Santo en la misión de la iglesia.

Ante los ojos de Dios, todas las personas que creen en Cristo componen una hermandad o un compañerismo espiritual. La Biblia le llama a este compañerismo el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12–13, 27). Si deseamos hablar acerca de las personas que componen el cuerpo de Cristo, ¿cómo podemos describirlas? La Biblia usa la palabra “iglesia” cuando se refiere a las personas que creen en Cristo. La iglesia es un compañerismo de creyentes, de aquellos que han nacido otra vez, que han sido redimidos de sus pecados por el sacrificio de Cristo en la cruz. Creen en la muerte de Jesucristo como sacrificio por su salvación y viven en obediencia a Dios. En el Nuevo Testamento leemos los términos “discípulos” e “iglesia” usados en el mismo contexto para referirse a los seguidores de Cristo (Hechos 14:21-28; 15:2-3).

La palabra “iglesia” se usa para describir diferentes elementos del cuerpo de Cristo:

  1. La iglesia local, o la iglesia reunida. Este es un grupo de creyentes que se reúnen para adorar a Dios y estudiar la Biblia (véase Hechos 11:22; 1 Corintios 1:21; Tesalonicenses 1:1; Filemón 2). En un lugar puede referirse a miles de creyentes reunidos. En otro se refiere a creyentes reunidos en grupos pequeños (Mateo 18:20). Ambos son ejemplos de la iglesia reunida.
  2. La iglesia en todo el mundo. Este es el compañerismo de los creyentes de todas partes del mundo. Cada creyente verdadero forma parte de este compañerismo mundial. También se le llama con frecuencia iglesia universal.

EL MODELO DE LA IGLESIA

La iglesia de la cual leemos en el Nuevo Testamento era el modelo para todo el crecimiento futuro de la iglesia. San Pablo le escribió a los Efesios que el pueblo de Dios, la iglesia, son “miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo” (Efesios 2:19-20). Con este gran fundamento, ¿qué tipo de iglesia quiere Dios que edifiquemos hoy? Cuando estudiamos el comienzo de la iglesia nos damos cuenta de que existen varios principios claves que pueden ser usados con éxito hoy para edificar la iglesia en cualquier cultura o lugar.

El comienzo de la iglesia

A continuación presentamos seis principios claves que se encuentran en el estudio de la obra de la iglesia del Nuevo Testamento.

Primero, un grupo de creyentes se responsabiliza de llevar el evangelio a su propia comunidad. Los discípulos siguieron el mandato de Jesús de comenzar a predicar el evangelio primero en Jerusalén. No sólo predicaron el evangelio, sino que también testificaron del evangelio por su forma de vivir. Lea Hechos 2:42-47. Estudiemos estos versículos bíblicos y observemos cómo fue fortalecido el testimonio de la iglesia por la forma en que vivieron los creyentes.

En el versículo 42 se nos dice que los discípulos fueron fortalecidos en su fe al dedicarse a la enseñanza de los apóstoles y fueron alentados por la hermandad al comer y orar juntos. Además, se ayudaron mutuamente compartiendo sus bienes y posesiones con los necesitados (v. 45).

La Escritura nos dice que a todos les sobrevino temor por las maravillas y señales que hacían los apóstoles por el poder de Dios. De seguro esos milagros fueron un testimonio para todos los que los presenciaron y, sin duda, así fueron atraídos muchos a convertirse al evangelio, a creer en Cristo. Podemos suponer que muchos incrédulos también fueron atraídos por el gozo y la felicidad de los creyentes. El versículo 46 describe lo que las personas de Jerusalén observaron acerca de los creyentes: “Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.”

El resultado de la forma de vida de los creyentes consistió en que “el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos” (v. 47).

Los versículos bíblicos que acaba usted de leer nos dicen que se había formado un cuerpo de creyentes local. Y mientras que a la vez se alentaban y fortalecían mutuamente, hacían un gran impacto de testimonio en su comunidad. Las personas pueden testificar del evangelio en su comunidad, pero el testimonio más duradero y efectivo se realiza a través del cuerpo de creyentes que viven su nueva fe en amor y gozo en su comunidad. Un fuerte grupo local de creyentes se estableció en Jerusalén. Entonces la iglesia también comenzó a crecer en las regiones circunvecinas: Judea, Samaria y, al poco tiempo, en provincias lejanas.

Segundo, el evangelio fue predicado a los inconversos donde ellos estaban. Los apóstoles no alquilaron un salón ni se confinaron a predicar el evangelio de salvación en un edificio dado. Salían todos los días y se reunían en el templo (Hechos 2:46), donde estaban las personas que necesitaban oír su mensaje. Incluso después que los apóstoles fueron encarcelados y azotados, “todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo” (Hechos 5:42). El principio expresado aquí consiste en que llevaron el evangelio a donde estaban los pecadores. No esperaron a que los pecadores acudieran a su grupo local. Nosotros hemos de seguir su ejemplo.

Tercero, la iglesia del Nuevo Testamento identificó y envió a quienes Dios había llamado para llevar el evangelio a otras áreas. Aun cuando todo creyente tiene la responsabilidad de testificar en su comunidad, algunos han recibido la capacidad y el llamamiento para ir a nuevas áreas. Un ejemplo de tal llamamiento y capacidad lo demuestra la iglesia de Antioquía al enviar a Bernabé y a Saulo después que el Espíritu Santo los apartó (Hechos 13:1-3). Más adelante en este curso estudiaremos la autopropagación de la iglesia y discutiremos este principio más a fondo.

Cuarto, el evangelismo del Nuevo Testamento fue dirigido a los adultos. El modelo del Nuevo Testamento consistió en predicar para ganar a líderes familiares a fin de que a su vez éstos ganaran a su familia para Cristo. El Nuevo Testamento contiene muchos ejemplos de este principio: San Pedro le predicó a la familia de Cornelio (Hechos 10); San Pablo invitó al carcelero de Filipos a que creyera en el Señor, luego lo bautizó a él y a toda su familia (Hechos 16:31-33). También en Filipos San Pablo le predicó a algunas mujeres negociantes, entre ellas Lidia, quien abrió su corazón y respondió al mensaje de San Pablo. Ella y otros miembros de su familia fueron bautizados (Hechos 16:14-15). Otros ejemplos los ofrecen la casa de Estéfanas (1 Corintios 1:16), Onesíforo (2 Timoteo 1:16) y Filemón (Filemón 2). Generalmente, cuando se gana a los adultos para Cristo, éstos conducen a sus hijos a que le acepten también. De esta manera familias enteras se convierten en creyentes.

Quinto, los nuevos creyentes fueron integrados en la vida del cuerpo de la iglesia local. Los apóstoles obedecieron el mandato de hacer discípulos y luego ayudaron a éstos enseñándoles. Quienes aceptaban el mensaje de salvación a través de Cristo de inmediato se identificaban con el cuerpo de Cristo — la iglesia (Hechos 2:41).

Entonces, como leemos en Hechos 2:42, recibían la enseñanza de los apóstoles y eran nutridos en oración y compañerismo con los otros miembros del cuerpo. Además de que se les enseñaba doctrina a los recién convertidos, éstos también “perseveraban . . . en la comunión unos con otros . . . y en las oraciones”.

El Nuevo Testamento no da normas estrictas sobre cómo debía llevarse a cabo la enseñanza de nuevos creyentes y el desarrollo de la hermandad del cuerpo. Los métodos usados por Jesús, los apóstoles u otros creyentes, variaban y eran determinados por la necesidad misma. Pero sabemos que hay muchas instrucciones acerca de relaciones con otros creyentes y su relación con Dios. Estas dos relaciones no pueden separarse. Dios ha establecido que el recién convertido crezca y llegue a ser discípulo de Jesucristo maduro y responsable dentro del contexto de la iglesia y a través de las experiencias de relaciones con otros miembros del cuerpo.

Sexto, los apóstoles predicaron la salvación por la fe en Cristo y no tanto un sistema de creencias o ceremonias religiosas. Los creyentes de la iglesia primitiva fueron esparcidos por todo el mundo conocido y pronto estaban predicándoles a muchos pueblos diferentes. Los apóstoles predicaron la salvación por la fe en Jesucristo como el Salvador. No predicaban para establecer un nuevo sistema de creencias. Predicaban con la demostración del poder de Dios para suplir las necesidades de las personas. Cuando los pecadores vieron los milagros realizados, con los cuales se ayudó a muchas personas, creyeron que Cristo podía suplir también las necesidades de ellos. Cuando vieron el poder con el que se predicaba el mensaje del evangelio, obtuvieron fe para creer y ser salvos (1 Corintios 2:4).

La iglesia continuó el ejemplo de los apóstoles en todas partes. Otros creyentes comenzaron a desarrollar ministerios en la iglesia. En cada caso su ministerio era como el de los apóstoles (Hechos 6:8; 8:4-8). Echaron fuera demonios; los paralíticos fueron sanados; el corazón de las personas estaba lleno de gozo, porque habían sido liberados del pecado, de enfermedades y la desesperación. Gracias a todo ello las iglesias crecían y nuevos convertidos se agregaban a diario.

El Espíritu Santo dirigió a la iglesia primitiva para proveer compañerismo con el fin de suplir las necesidades de los recién convertidos. Este compañerismo les dio un sentido de “pertenencia”. Como Jesús lo había profetizado, la iglesia creció primero en Jerusalén. Miles se convirtieron en muy poco tiempo. La mayoría eran judíos. Aun cuando seguían a Cristo, seguían siendo judíos; por tanto, creyeron que deberían continuar obedeciendo las reglas ceremoniales del culto judío (Hechos 5:20; 24:18). Pero cuando personas no judías comenzaron a convertirse, los creyentes judíos querían que ellas se sometieran también a las costumbres judías. Cuando se discutió el problema en una reunión especial de los líderes de la iglesia, el Espíritu Santo usó a los apóstoles para que los líderes judíos cambiaran de parecer (Hechos 11:1-18; 15:1-20). Si a los creyentes no judíos se les hubiera demandado que obedecieran reglas ceremoniales judías, hubieran creído que la salvación dependía en parte de la observancia de rituales religiosos. Sin embargo, Dios había trazado el plan de que la salvación dependiera sólo de Cristo y de nadie más (Hechos 4:12) y de que todos los creyentes fueran bautizados en un cuerpo — judíos o no judíos, esclavos o libres (1 Corintios 12:13).

Este principio le permitió al evangelio extenderse por todo el mundo y darnos la verdad de que sólo se debe predicar la salvación, no ceremonias o costumbres locales. Lo que enseñaba la iglesia del Nuevo Testamento era lo mismo en todas partes. Las personas pueden expresar su fe en diferentes formas. Cómo adora la gente depende de su cultura. El evangelio de Jesucristo es el mismo hoy; es tan poderoso en Africa o China como lo es en América Latina o Europa.

El propósito de la iglesia

Cristo les mandó a sus discípulos: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mateo 28:19-20).

El mandato de Jesús puede dividirse en dos partes: (1) “Id, y haced discípulos”; (2) “enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. Estas son las dos funciones de ministerio principales de la iglesia: evangelismo y enseñanza.

En Hechos 14:21-22 se encuentra un ejemplo de la forma en que la iglesia primitiva obedeció este mandato. “Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles a que permaneciesen en la fe.” En este ejemplo, los apóstoles San Pablo y Bernabé hicieron muchos discípulos en Derbe (evangelismo). Después, en el mismo viaje regresaron y confirmaron (enseñanza) a los nuevos discípulos. De esta manera obedecieron directamente el mandato de Cristo de Mateo 28:19-20.

Estas dos funciones explican la razón de por qué Dios ha puesto a la iglesia en el mundo. ¿Qué espera Dios que haga su pueblo, la iglesia, cuando entra en contacto con el mundo inconverso? La respuesta es: “hacer discípulos”. ¿Qué espera Dios que les ocurra a los creyentes al reunirse como miembros del cuerpo de Cristo? La respuesta consiste en edificarse unos a otros en la fe. Y tal edificación ocurre cuando a los creyentes se les enseña la Palabra de Dios.

La importancia de la iglesia

Jesús sabía que su muerte y resurrección pondrían la salvación al alcance de todos. El quería que las nuevas de salvación se extendieran por todo el mundo, pero no predicó en todas partes. Sólo predicó en Palestina.

El conocía el plan de Dios para la salvación del mundo. Para ayudar a cumplirlo, hizo cuatro cosas: (1) Seleccionó a un grupo de hombres a quienes se reveló como Salvador, (2) reunió a esos discípulos en un grupo selecto para que le acompañaran siempre; (3) les enseñó respecto al reino de Dios; y (4) les dio instrucciones para que siguieran su ejemplo enseñándoles a otros discípulos como El les había enseñado a ellos. Al dejar a sus discípulos, les dio la orden registrada en Mateo 28:19-20: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones . . . enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.” Jesús sabía que sus discípulos podían efectivamente hacer nuevos discípulos sólo si les enseñaba. La mejor manera de lograrlo consistió en reunirlos como grupo. De esta manera pudo instruirlos para que ellos, a su vez, pudieran ayudarse a inspirarse unos a otros. Cuando los discípulos comenzaron su ministerio, continuaron el proceso de hacer discípulos y de reunirlos para enseñarles.

En la actualidad a los grupos de creyentes que se reúnen para esos propósitos les llamamos iglesias locales. Las funciones de evangelismo y enseñanza generalmente se encuentran en iglesias locales saludables espiritualmente. El creyente individual puede evangelizar, pero por lo general el evangelismo es más efectivo cuando los creyentes que son capacitados colectivamente en una iglesia establecida cumplen esa función. La iglesia local provee capacitación y un lugar donde los recién convertidos se pueden reunir para la adoración, la instrucción en la Biblia y el compañerismo cristiano. Las iglesias que proveen capacitación adecuada para los recién convertidos los preparan para extender el ministerio de la iglesia a través del evangelismo y la enseñanza.

EL MINISTERIO DE LA IGLESIA

El ministerio tiene dos funciones

Ya hemos considerado dos funciones de la iglesia: 1) evangelismo y 2) enseñanza. La iglesia existe, entre otras razones, para realizar estas dos actividades. Estas funciones, sin embargo, son de importancia capital para la misión de la iglesia hacia el mundo.

Tipos de dones de ministerio

Cuando Jesucristo concluyó su ministerio terrenal, vino el Espíritu Santo. Le dio dones de ministerio a la iglesia y estos dones de ministerio le ayudaron a la iglesia a cumplir su misión dada por Dios. ¿Pero cómo ocurre? ¿Quién lleva a cabo cuáles tareas en el ministerio de la iglesia? Lea los siguientes pasajes que tratan sobre la naturaleza y el propósito de los dones del ministerio dados a la iglesia: Romanos 12:5-8; 1 Corintios 12:27-31; 1 Timoteo 3:1-10; y Efesios 4:11-12.

Estos pasajes dan ejemplos de los tipos de dones del ministerio que Dios da a la iglesia. Podemos clasificar estos dones de acuerdo con el lugar donde se usan principalmente.

  1. Dones del ministerio que se usan principalmente en el cuerpo de la iglesia: profetas, pastores, maestros, ancianos, diáconos, administradores, diversos géneros de lenguas.
  2. Dones del ministerio que se usan principalmente fuera de la iglesia: apóstoles y evangelistas.
  3. Dones del ministerio que se usan dentro y fuera de la iglesia: exhortación, milagros, generosidad, dones de sanidad, demostración de misericordia, ayuda.

Aun cuando esta lista toca el uso principal de estos dones del ministerio, todos pueden usarse dentro del cuerpo de la iglesia cuando son necesarios y todos pueden ser usados fuera del cuerpo de la iglesia para suplir cualquier necesidad que se presente. Por ejemplo, el evangelista puede enseñarles a los miembros de la iglesia a evangelizar. Los pastores pueden predicar y testificar a personas ajenas a la iglesia así como también a los miembros de ella. El propósito de esta clasificación de ministerios consiste en desafiarnos a comprender que todo creyente tiene una obra que realizar y que Dios nos ha capacitado para realizar esa tarea.

Propósito de los dones del ministerio

San Pablo hizo una lista de cinco dones del ministerio que tienen el propósito de proveer liderato en la iglesia. ¿Acaso sólo ciertos creyentes poseen dones del ministerio para usarlos en la realización del ministerio de la iglesia? ¡No! Todos los creyentes deben ejercitar los dones que aparecen en la lista de 1 Corintios 12:4-6 como parte del cuerpo: sin embargo, no todos los creyentes son llamados al liderato. Efesios 4:11-12 explica la razón: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.” Por tanto, los dones del ministerio que Dios concede a la iglesia son dados para hacer dos cosas: 1) preparar al pueblo de Dios para obras de servicio, y 2) edificar el cuerpo de Cristo. Observe que Cristo dio dones del ministerio a la iglesia para ayudarla a cumplir su mandato de Mateo 28:19. Todo se aclara cuando comparamos los dos versículos bíblicos que siguen.

Efesios 4:12 nos muestra que Cristo dio dones del ministerio para que la iglesia pudiera cumplir apropiadamente su mandato registrado en Mateo 28:19. Efesios 4:12 también explica este proceso. Este versículo nos dice que estos dones del ministerio son dados para fortalecer y edificar a la iglesia. ¿Pero quién debe realizar el ministerio de la iglesia entre los inconversos? ¿Quién debe ir y hacer discípulos?

EL PLANTADOR DE IGLESIAS

Lo que significa “plantar” una iglesia

Cuando un agricultor siembra una semilla él no puede hacer que crezca una planta. Puede cultivar la tierra y regaría, pero la semilla crece por sí sola. El agricultor no tiene que estar presente; sencillamente nutre lo que ha plantado y le provee las mejores condiciones posibles para que crezca y se desarrolle. En forma muy similar, un creyente puede testificarle a una persona, pero no puede hacer que se convierta. Puede usar la mejor técnica para presentarle el evangelio, pero sólo Dios puede hacer que germine la semilla de la fe en el corazón del incrédulo. El establecimiento de nuevas iglesias es semejante a ello.

Podemos reunir a recién convertidos. Podemos enseñarles y alentarles a que se fortalezcan en la fe, pero sólo el Espíritu Santo les da fe para llegar a formar una iglesia fuerte y multiplicadora. El agricultor debe depender del sol y la lluvia para hacer que germine su semilla, pero a la vez debe trabajar arduamente, cultivar la tierra y regar la planta hasta que los frutos estén listos para cosecharse. Quienes establecen iglesias tienen la responsabilidad de nutrir a los creyentes, orar con ellos, enseñarles la Palabra de Dios y dirigirlos para que respondan a la obra del Espíritu Santo. De esta manera la iglesia crece y produce fruto. Por ello a la fundación o el establecimiento de nuevas iglesias se le llama plantar iglesias.

El plantador de iglesias debe dar el ejemplo

¿Quién puede ser plantador de iglesias? Un plantador de iglesias es un creyente a quien Dios le ha dado la oportunidad de establecer una iglesia. La fundación de iglesias es el resultado de la determinación del creyente de presentarle a Cristo al perdido, ganar a otras personas y ayudarles a organizar una iglesia local.

¿Cuáles son los requisitos que debe llenar un plantador de iglesias? Al estudiar el Nuevo Testamento y observar las vidas de los líderes de la iglesia primitiva, podemos ver que los requisitos de un plantador de iglesias son aquellos que se requieren de cualquiera que desee ser usado por Dios. Dios nos dirigirá hacia la realización de ciertas tareas adecuadas a nuestra personalidad y talentos, pero el deseo de ser usado por Dios constituye un requisito básico, ya se trate de plantar iglesias o de cualquier otra fase de la obra de Dios.

¿Cuáles son las cualidades de quien desea ser usado por Dios? Primero y, más importante, el plantador de iglesias es un siervo (Filipenses 2:4-7). Jesús asumió la función de un siervo. Les mandó a quienes serían líderes que primero fueran siervos (Juan 13:14-16). San Pablo se hizo “siervo de todos” (1 Corintios 9:19).

Un siervo fiel no basa sus acciones en la satisfacción de sus necesidades egoístas. Por el contrario, está más interesado en los deseos y el bienestar de aquellos a quien sirve. No tiene necesidad de competir con otros siervos, puesto que el orgullo propio y las ambiciones no motivan el servicio que presta. El siervo verdadero se goza en servir a los demás.

Otras cualidades del plantador de iglesias de efectividad son:

  1. Es un hombre de Dios, nacido otra vez y disfruta de una vida llena del Espíritu (Juan 3:3; Hechos 1:8). San Pablo declaró que predicó el evangelio por la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo. Hizo hincapié en que ambicionaba predicar donde Cristo no era conocido (Romanos 15:18-20). Estas son algunas razones de por qué San Pablo fue un gran plantador de iglesias.
  2. Es un hombre de oración. Véase Colosenses 1:9-11 y Efesios 3:14-19; 6:18. La oración constituye una parte activa para el cumplimiento de la voluntad de Dios. Estos versículos bíblicos presentan la oración como una función vital, un encuentro en la guerra espiritual. A través de oración efectiva, ferviente (Santiago 5:16), el creyente puede sobreponerse a las circunstancias y situaciones relacionadas con la fundación de la iglesia, por lo cual es testigo de victorias y bendiciones en lugares donde, de otra manera, sólo vería fracasos. San Pablo mismo nos da el ejemplo. También es cierto que la oración moldea y predispone a la persona para que sea útil en cualquier circunstancia que Dios la ponga.
  3. Es motivado por una compasión profunda y continua por los perdidos (Romanos 9:2-3). Jesucristo ilustró este interés por los perdidos en su parábola del hijo perdido (Lucas 15:11 -32). Demostró la necesidad de la devoción sin egoísmo a los perdidos en su historia del pastor en busca de la oveja perdida (Lucas 15:3-7).
  4. Ama a las personas. Debe estar dispuesto a darles tiempo y a demostrar interés por sus problemas (1 Tesalonicenses 2:7-8).
  5. Da ejemplo de un carácter cristiano maduro (1 Corintios 11:1; 1 Tesalonicenses 1:6-8).

La obra de Dios se lleva a cabo gracias a la visión, el amor, el sacrificio y la perseverancia de algunas personas que se entregan a la tarea a la que Dios los llamó. Una de ellas, un creyente, estaba trabajando para desarrollar una obra de extensión a varios kilómetros de distancia de su iglesia. Caminaba toda esa distancia con regularidad para ministrarles a esas personas. A veces llovía cuando iba de regreso a su casa. Las colinas a veces se ponían tan resbalosas que tenía que subirlas literalmente a gatas. En ocasiones no llegaba a su casa sino hasta las 2:30 horas de la madrugada, lleno de lodo de pies a cabeza. Nadie le pagaba por esa labor. Sólo lo impulsaba su amor por las personas y por la obra de Dios. Tiempo después pudo organizar la obra como una iglesia con uno de sus ayudantes como pastor. Este hombre demostró el espíritu de un plantador de iglesias de efectividad.

Un plantador de iglesias lleva el mensaje de Dios

  1. Un mensaje basado en la Biblia. Las nuevas iglesias nacen como resultado de que los inconversos oyen el mensaje del evangelio y aceptan a Jesucristo como Salvador. Los recién convertidos tendrán una base sólida cuando ese mensaje se funde en las Escrituras. Estas están llenas de autoridad divina. La Palabra de Dios es poderosa; convence de pecado y juzga los pensamientos y actitudes del corazón (Hebreos 4:12). Reconociendo este poder los apóstoles se refirieron al Antiguo Testamento muchas veces cuando predicaron enseñaron. Usaron las Escrituras para demostrar que Cristo era el Mesías.

Cuando la predicación se basa en la Biblia, lleva la autoridad de Dios. Los oyentes reconocen el sonido de autoridad y escuchan al orador cuando habla con esta autoridad. Los judíos incrédulos reconocieron la autoridad de la enseñanza de Jesucristo (Mateo 7:29). Quedaron maravillados ante El cuando dijeron: “¡Jamás hombre alguno ha hablado como este hombre!” (Juan 7:46). El poder de su palabra está a nuestra disposición hoy al predicar mensajes basados en la Biblia. Sólo un mensaje basado en la Biblia es de efectividad para ganar a los perdidos y establecerlos en Cristo.

  1. Un mensaje Cristocéntrico. Cristo es el centro del mensaje que ayuda a las iglesias a multiplicarse. Las buenas nuevas consisten en que Cristo es el Mesías, en quien todas las profecías antiguas se han cumplido. Es el que dio su vida en la cruz para que el hombre pueda obtener perdón de pecados y vida eterna. El mensaje acerca del Mesías — el Salvador crucificado, resucitado — ayuda a hacer discípulos y a multiplicar iglesias. Gran parte del mensaje del evangelio consiste en explicar simplemente quién es Jesús, qué hizo en la tierra, la importancia de su muerte y resurrección, lo que está dispuesto a hacer por aquellos que lo que está haciendo y creen en El. Este es el mensaje que cambia las vidas de las personas.
  2. Un mensaje enfocado hacia las necesidades. El mensaje que inicia nuevas iglesias con efectividad anuncia que Cristo puede suplir sus necesidades. La persona que no conoce a Jesús con frecuencia se siente solo, sin nadie a quien acudir en busca de ayuda. Algunas personas están llenas de temor. Tales personas sienten que necesitan de alguien o algo superior a ellas. Esta búsqueda de ayuda hace que algunas personas participen en toda suerte de rituales religiosos, esperando encontrar en ellos una respuesta a sus necesidades. Algunos adoran a sus antepasados. Otros buscan protección en el mundo de los espíritus. Un ejemplo de la predicación para suplir las necesidades de tales personas consistiría en un mensaje que da una simple explicación de la forma en que el pecado separa al hombre de Dios y de que el sacrificio de Cristo les permite a los hombres volver a ser unidos en comunión con Dios. Cuando el hombre experimenta comunión con Dios, tiene un recurso para suplir todas sus necesidades.

Un evangelista amigo mío predica un mensaje Cristocéntrico sencillo. Con frecuencia van a oírlo personas enfermas. No dice que posee el don de sanidad, pero les dice a las personas que Jesús sanó a los enfermos. Les dice que Jesús sana hoy todavía, que si oran con fe les escuchará. Centenares han sido sanados y miles se han convertido a Cristo a través del ministerio de este hermano. Muchas iglesias se han establecido porque mi amigo predica para suplir las necesidades de las personas.

El mensaje del evangelio es un mensaje de esperanza que suple las necesidades del corazón humano. El mensajero de efectividad deberá comprender estas necesidades y demostrar que Cristo puede suplirlas. Un mensaje enfocado hacia las necesidades alcanzara a las personas. Este es el primer paso en la fundación de nuevas iglesias.

EL PODER DE LA IGLESIA

El Espíritu Santo capacita a los plantadores de iglesias

Hace unos cuantos años en la ciudad capital de un país africano, había sólo una iglesia evangélica. En una región montañosa de ese mismo país, un hombre cristiano sintió que Dios lo llamaba a predicar el evangelio. Este hermano tenía un buen empleo en el gobierno con un sueldo muy, alto. Cuando dejó su empleo para matricularse en el instituto bíblico, sus familiares se enojaron mucho y lo persiguieron fieramente. Era casado y tenían cuatro hijos, pequeños. Le era muy difícil proveer lo necesario para su familia, como lo había hecho antes de iniciar sus estudios. Cuando se graduó del instituto bíblico se mudó a la ciudad capital para establecer una nueva iglesia. Comenzó con unos cuantos creyentes. La vida era muy difícil para él y su familia en la ciudad, donde los precios eran demasiado altos, pero permaneció fiel. Hoy la iglesia es lo suficientemente grande como para sostenerlo y sigue creciendo. Es cierto que recibe sólo una quinta parte del sueldo que ganaba en su empleo del gobierno, pero cree que todo vale la pena porque se ha plantado una nueva iglesia. Hace seis años había solo una iglesia evangélica en la ciudad capital, pero otras personas también obedecieron el mandato del Señor y se convirtieron en plantadores de iglesias. En la actualidad hay 18 iglesias evangélicas en la ciudad.

¿Por qué deja un hombre su empleo para establecer una nueva iglesia? ¿Por qué está dispuesto a sufrir persecución de sus familiares? Porque Dios le ha hablado a través del Espíritu Santo. El Espíritu Santo capacita a los hombres para creer que Dios les ayuda en la obra de alcanzar a otras personas y en el establecimiento de nuevas iglesias. El Espíritu Santo capacita a los hombres para sufrir penalidades a fin de que se establezcan nuevas iglesias.

No podemos ser plantadores de iglesias de efectividad sin el poder interno del Espíritu Santo. Por ello Jesús les dijo a sus discípulos que esperaran en Jerusalén hasta recibir poder. Entonces podrían rendirle un servicio efectivo (Hechos 1:4, 5, 8). En este curso esta usted estudiando importantes métodos y principios de establecimiento de iglesias, pero no será buen plantador de iglesias si no ministra la Palabra en el poder del Espíritu Santo. La fe viene por el oír de la Palabra de Cristo (Romanos 10:17). Los mensajes ungidos por el Espíritu Santo son de efectividad para conducir a las personas a Cristo.

El Espíritu Santo le da vida y crecimiento a la iglesia

Es importante estudiar buenos métodos para plantar iglesias. Al continuar este curso usted estudiará principios y métodos de establecimiento de iglesias que se han usado con éxito en diversas partes del mundo. Además de usar buenos métodos para plantar iglesias por supuesto, también es de suma importancia reconocer la obra del Espíritu Santo de darle poder espiritual a la iglesia local. Con métodos apropiados y poder divino, las iglesias locales pueden multiplicarse con efectividad estableciendo otras iglesias. Así como el Espíritu Santo capacita a la persona para creer y ser salva, también le da fe viva y activa a la iglesia. Bien puede ocurrir un evangelismo poderoso pero los buenos métodos combinados con el poder del Espíritu Santo son necesarios para conservar los resultados y proveer el apoyo necesario para promover vitalidad espiritual y crecimiento saludable.

El siguiente ejemplo demuestra cómo el Espíritu Santo revitaliza una iglesia cuando los creyentes se dedican a la oración y reclaman el poder de Dios.

En un país de América Latina había muy pocas iglesias y los creyentes se sentían celosos y sospechaban los unos de los otros. No eran celosos de la obra de Dios. Varios creyentes comenzaron a preocuparse por la pobre condición espiritual de las iglesias y comenzaron a reunirse para orar. De pronto, en una sola semana 75 creyentes fueron llenos del Espíritu Santo. En 18 meses cerca de 300 creyentes recibieron la plenitud del Espíritu Santo. En un período como de dos años se había duplicado el número de creyentes y de iglesias. El evangelio se estaba predicando en áreas remotas que aún no habían sido alcanzadas a través de creyentes llenos del poder del Espíritu Santo y celosos de la obra de Dios.

Esa es la combinación de servicio dedicado y el poder del Espíritu Santo que observamos en el Nuevo Testamento. “Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían” (Marcos 16:20).

Al trabajar pura obedecer el mandato de Cristo de hacer discípulos en todo el mundo, podemos aprender de los ejemplos del Nuevo Testamento acerca de la obra de la iglesia primitiva. Como los primeros creyentes debemos trabajar en el poder y bajo la dirección del Espíritu Santo. Entonces edificaremos una iglesia dinámica, activa como la que Cristo deseaba: “Edificaré mi iglesia, las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16:18). Que Dios le aliente ricamente y le llene con el poder del Espíritu Santo al continuar estudiando métodos para establecer nuevas iglesias.

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