La enseñanza es un ministerio

En este estudio sabrá por qué Dios quiere que enseñe, y se le darán algunas herramientas para que aprenda a enseñar. En nuestra primera lección leeremos Mateo 28:19–20, que muestra el mandato de Jesús a enseñar.

En esta lección observaremos que la enseñanza cristiana es una de las formas que Dios ha establecido para que la gente sepa acerca de Él. Dios quiere que compartamos esas verdades con los demás, para que ellos puedan encontrar la verdad y la vida eterna.

La enseñanza cristiana es diferente

Diferente de otras enseñanzas

La enseñanza se efectúa en muchos lugares diferentes. Por lo general pensamos en una escuela cuando oímos las palabras enseñar o maestro. Pero gran parte de la enseñanza se lleva a cabo fuera de la sala de clase.

Una definición amplia de la enseñanza es “ayudar a otra persona a aprender algo.” Lo que se aprende puede ser información, conocimientos o alguna habilidad. Necesitamos aprender muchas cosas para vivir en este mundo, de manera que la enseñanza es importante.

La enseñanza cristiana es, entonces, compartir con otros nuestros conocimientos de la relación que existe entre Dios y nosotros. Es un ministerio que Dios nos ha dado, de ayudar a otros a aprender cómo crecer en su vida con Dios.

Sin embargo, los conocimientos solos no son suficientes. Es también de importancia espiritual el ver resultados en la vida de la persona. La enseñanza cristiana no consiste sólo en presentar verdades o hechos. Guía al alumno a fin de que aprenda a obedecer la Palabra de Dios según le es presentada.
Y al obedecer, establecemos una buena relación con Dios. (Lea Juan 8:31 y Santiago 1:22–25.)

El maestro cristiano enseña a fin de conseguir resultados prácticos en la vida del alumno. El alumno demuestra por su conducta que sabe lo que se le enseñó. Tampoco el Señor Jesús enseñó simplemente por enseñar. Él vio los cambios de vida que se producían en virtud de su enseñanza.

Diferente de predicar y testificar

Los apóstoles emplearon tres métodos para esparcir el evangelio: predicar, testificar, enseñar Lucas 20:1 muestra que Jesús enseñó y predicó. En Hechos 5:42 se nos dice que los apóstoles “no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo”. ¿Qué significa predicar? Predicar es proclamar o anunciar el mensaje del evangelio de tal manera que los oyentes lo acepten y procedan según éste. El predicador procura convencer al oyente de que crea su mensaje y lo acepte.

A veces hay enseñanza en la predicación. Con ambas se busca un cambio en el oyente. Pero la enseñanza explica, mientras que la predicación anuncia el mensaje, y llama al arrepentimiento y a la dedicación. Piense en algún sermón que haya escuchado recientemente. ¿Se sintió motivado en sus
emociones e intelecto al punto de decidir cambiar en alguna manera? ¿Actuó en consecuencia?

Lea Hechos 10:34–43. El apóstol Pedro le habla al pueblo reunido en la casa de Cornelio con respecto a Jesucristo. En el versículo 39 les dice que él y los otros apóstoles vieron con sus propios ojos todo lo que hizo Jesús. Habían visto su muerte y habían visto a Jesús después de su resurrección. Luego, el apóstol Pedro les dice a sus oyentes que Dios les había ordenado predicar y testificar de Jesús. Testificar significa hablar acerca de algo que uno ha visto o experimentado. Los apóstoles habían visto muchas cosas que habían acontecido en la vida de Jesús.

Enseñar es tan importante como a predicar o testificar. Necesitamos de estas tres formas de ministerio para anunciar el evangelio. Se necesita preparación para enseñar, pero las recompensas son maravillosas. Debe comenzar ahora mismo a orar a fin de que el Señor lo guíe en su ministerio de enseñanza.

La enseñanza cristiana es espiritua

Con sus últimas palabras dirigidas a sus discípulos, el Señor Jesús les dijo que parte de su labor sería la de enseñar. Les dijo:

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:19–20).

El mandamiento

El Señor Jesucristo le dio a sus discípulos el mandamiento de enseñar. Este mandamiento es tan importante como cualquier otro que dio el Señor. Pero no nos dijo que hiciésemos algo que nadie había hecho jamás.

En el Antiguo Testamento, se nos presenta el ministerio de enseñanza en la vida de Moisés. En efecto, en Éxodo 24:12, el Señor le dijo a Moisés: “Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles.” Instrucción es otra palabra que podríamos usar en lugar de enseñanza. Moisés debía enseñarles a los israelitas las leyes que Dios le había dado. Al estudiar la vida de Moisés en los libros de Números, Levítico y Deuteronomio, observamos que él hacia precisamente esto.

Muchos de los sacerdotes y profetas del Antiguo Testamento eran también maestros. En nuestra próxima lección estudiaremos con más detenimiento a algunos de estos hombres.

Jesús no solamente predicaba, sino también enseñaba. Lea Juan 17:6–8, donde Jesús afirmó que su enseñanza procedía de Dios. Dios se propuso que Jesús enseñara. De manera que cuando Jesús nos ordenó que enseñásemos, simplemente transmitía el método que figuraba en sus planes para anunciar su mensaje al hombre.

Dios dio maestros con el fin de ayudar a la iglesia. Pablo escribe:

Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para
la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo. (Efesios 4:11–12)

Se necesitan maestros que ayuden en la obra de edificar el cuerpo de Cristo, la iglesia. El ministerio de enseñanza ha figurado en el plan de Dios desde la época del Antiguo Testamento, a través de los escritos del Nuevo Testamento. Se nos manda que continuemos enseñando como parte de la tarea
de la iglesia.

El libro de texto

Leamos de nuevo Mateo 28:20. El Señor Jesucristo dijo que debemos enseñarle a la gente a que obedezca lo que él mandó. Este es el evangelio que nosotros mismos hemos recibido. El Señor Jesús nos dice, en Mateo 5:17–20, que Él no vino para abrogar o suprimir la ley de Moisés o las enseñanzas de los profetas. Tanto la ley de Moisés como las enseñanzas de los profetas, constituían parte de su ministerio. El Señor Jesucristo
se refirió a lo que enseñaban la ley de Moisés y los profetas. Asimismo dijo: “cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.”

Estudiamos muchas materias que nos proporcionan información útil y nos ayuda en nuestra vida cotidiana. El estudio de la historia contribuye a que sepamos más del mundo en que vivimos. El estudio de las matemáticas, las ciencias y otras materias importantes nos son de gran beneficio. Pero el
estudio de la Palabra de Dios les proporcionará a los estudiantes la información que necesitan saber, no solamente con respecto a esta vida, sino también la futura. La Palabra de Dios nos revela su plan para todos nosotros. Si hemos de enseñar a la gente acerca de Dios y de su plan para su vida, debemos emplear su libro, que es la Biblia.

El Ayudador

No debe tener miedo de obedecer el mandamiento de Jesús de enseñar. Antes de regresar a su Padre, nos prometió otro Ayudador. Él dijo:

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad. (Juan 14:16–17)

Jesús le dio al Espíritu Santo el título de Consolador o Ayudador. Lea Lucas 4:14–15 y vea cómo este Espíritu Santo ayudó a Jesús en su enseñanza. ¿Qué significa esto para usted en su ministerio de enseñanza?

En Juan 14:26, el Señor Jesucristo nos explica una vez más de qué manera nos ayudará el Espíritu Santo al servir a Dios. Él dijo:

Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

El Espíritu Santo nos ayudará a recordar, de manera que podamos enseñar a la gente lo que necesita saber. Mientras usted hablaba con alguien respecto de un problema de esa persona, recordó repentinamente un versículo bíblico. El Espíritu Santo nos ayuda a recordar. El es nuestro Ayudador. Cuando usted obedece el mandamiento de enseñar, el Espíritu Santo lo acompañará para ayudarle a desempeñarse con más eficiencia en el ministerio de la enseñanza.

Los alumnos

El Señor Jesús quiere que impartamos enseñanza a todos. En Mateo 28:19–20 dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones.” Esto significa que es necesario impartir enseñanza a todo hombre, mujer y niño, a fin de que obedezcan los mandamientos del Señor. A veces pensamos
que solamente tenemos que enseñarles a aquellos que asisten a nuestras iglesias y escuelas dominicales. Pero Jesús dijo que dondequiera que haya gente, hemos de estar dispuestos para enseñar. No necesita ser maestro en la iglesia para poder enseñar a otros. Todos hemos recibido el mandamiento de enseñar, así como también tenemos la necesidad de ser enseñados.

Cuando se arroja una piedra sobre un estanque se producen ondas que se esparcen en círculos cada vez más amplios. En Éxodo 17:6, Dios da a Israel agua de una roca en el desierto. Pablo describió esto a la iglesia de Corinto como un ejemplo para nosotros. Pablo dijo: “y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo” (1 Corintios 10:4). De la misma manera, nuestra enseñanza se extiende y abarca al mundo que nos rodea.

El ministerio de enseñar es necesario para ayudar al hombre, a la mujer y a los niños a crecer espiritualmente en su vida cristiana. Dios planeó que usted tenga su parte en este ministerio maravilloso. El Señor Jesús lo ayudará, pero usted necesita comenzar a estudiar la Biblia y pensar en la gente
que conoce. Ore por ella. Ore pidiendo que Dios lo ayude a enseñarles su Palabra para que les sea de beneficio.

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