También necesita un método

Queremos que nuestro “alimento” espiritual tenga buen sabor. Queremos enseñar de tal manera que el alumno se interese en lo que decimos, y crezca espiritualmente. Por esta razón necesitamos emplear los métodos correctos cuando enseñamos.

Acabamos de ver que tenemos un mensaje maravilloso para compartir con el mundo. Es el mensaje más importante que se haya dado jamás. Cómo lo presentamos es también muy importante. Los métodos no son, en sí mismos, espirituales o carentes de espiritualidad. Pero nos permiten enseñar verdades espirituales de manera que la gente de cualquier edad pueda comprenderlas y aceptarlas. Por lo tanto, emplee los mejores métodos cuando enseña estas verdades maravillosas de la Palabra de Dios.

Usted necesita un método

¿Ha asistido alguna vez a una clase sin haber aprendido nada? Quizá el maestro había estudiado su lección, pero al terminar la clase usted se quedó sin saber lo que él procuraba enseñarle. O tal vez lo que dijo no le interesaba realmente a usted. A veces, esto ocurre cuando el maestro no se ha
preparado bien o si la enseñanza no fue relevante.

Ya estudiamos cómo preparar un mensaje. Un mensaje mal presentado puede ser el resultado de no haber usado el método correcto ni en la preparación ni en la presentación de la lección. Los métodos son “maneras de presentar su mensaje mediante un sistema ordenado de ideas y temas.” El maestro no solamente necesita saber el mensaje de la lección, sino también cómo quiere enseñarlo. El mensaje es lo que se enseña. El método es la manera que emplea para enseñar el mensaje.

El empleo del método correcto será importante en su ministerio de enseñanza. Algunas personas afirman que los métodos no son necesarios. Creen que si solamente hablan, el Espíritu Santo les dirá lo que deben decir. El enseñar en una forma que ayude a la gente a crecer en lo espiritual, no es una
tarea tan fácil. Todo aquel que procura enseñar sin emplear buenos métodos, descubrirá después de varios años, que aquellos a quienes enseñó no aprendieron mucho.

No es contrario al plan de Dios el emplear métodos de enseñanza. El Señor Jesús empleó varios métodos diferentes para enseñar, tanto a sus discípulos como a las multitudes que lo seguían. Estudiaremos estos ejemplos en nuestra próxima lección.

Uno de los ministerios del Espíritu Santo consiste en guiar al creyente. Si usted como creyente le pide al Espíritu Santo que lo guíe, él lo guiará en escoger los métodos que serán más apropiados para la presentación de la lección.

Métodos de enseñanza

Deberá conocer diferentes métodos empleados en la enseñanza, cuando vaya a preparar su mensaje. Pueden emplearse varios métodos. Al escoger el método que empleará, será importante que piense en la edad de aquellos a quienes enseña. Puesto que los niños son distintos de los adultos en lo
que respecta a su capacidad de aprendizaje, necesitará emplear maneras distintas de enseñanza. Estudiaremos ahora cuatro métodos de enseñanza. Al discutirlos, trate de ver cómo podría usarlos en su ministerio de enseñanza.

Dé una conferencia

Una conferencia es “una disertación o plática preparada, sobre un tema escogido, pronunciada con el propósito de enseñar”. La conferencia puede ser larga o corta, y tiene mejores resultados entre los adultos. Los niños tienen dificultad en escuchar a un orador durante largo tiempo.

Hay varias razones en virtud de las cuales se emplea la conferencia.

1. Ahorra tiempo. El maestro puede presentar una lección y proporcionar hechos o verdades que los alumnos tardarían mucho más tiempo en encontrar por sí mismos.

2. Mantiene al maestro en el tema de la lección. Puede darse una lección completa sin que los alumnos interrumpan al maestro y lo desvíen a otro tema. Esto tiene muchísima importancia cuando se presentan nuevas verdades o se quiere que los alumnos aprendan cierto asunto específico. El maestro proporcionará sólo los hechos e ideas que tienen aplicación a esa lección en particular.

3. Ayuda a enseñar a grupos numerosos. Una conferencia puede darse ante un grupo de cien personas con la misma facilidad que se da a diez. Resulta más difícil emplear otros métodos de enseñanza cuando los grupos son numerosos.

Junto con las buenas razones para el empleo del método de dar conferencias, hay algunas cosas que el maestro necesitará observar con cuidado.

1. Puesto que los alumnos tienen menos oportunidades de hacer preguntas durante una conferencia, ésta debe presentarse en forma muy interesante. Si los alumnos se aburren o pierden el interés, no aprenderán lo que se les enseña. Para aprender, el alumno debe ser llevado a pensar por sí mismo. Hay maneras de lograr esto, hasta con el método de conferencia. Sugeriremos algunas, más adelante en esta lección.

2. Aun cuando el maestro será el que hablará más en la conferencia, es una buena idea dar a los alumnos la oportunidad de formular preguntas o hacer comentarios. Naturalmente, deben estar íntimamente relacionados con la lección para ser aceptables.

3. El método de conferencia requiere una cuidadosa atención en cuanto a cómo presentar las verdades del mensaje. Naturalmente, se puede decir lo mismo de otros métodos de enseñanza. Cuando da una conferencia, asegúrese de que el mensaje alcance, no sólo la mente del alumno, sino también su corazón, sus emociones y sentimientos.

4. Piense en lo que está diciendo. Es importante hablar con claridad y en voz alta para que todos oigan. Si escoge pronunciar una conferencia, haga planes cuidadosos sobre cómo va a presentar su mensaje. Puede hacerlo bosquejando la conferencia o haciendo una lista de sus temas o tópicos distintos. Luego siga el orden de su bosquejo a medida que enseña. Por ejemplo, al comienzo de esta lección di un bosquejo de lo que estudiaríamos—El plan y Los objetivos. Estamos estudiando en ese mismo orden.

Otra cosa que se puede hacer para ayudar a los alumnos a aprender por el método de conferencia es proporcionarles un juego de preguntas relacionadas con lo que se va a presentar. Pídales que escuchen atentamente para que capten las respuestas y las escriban. Al final de la conferencia, permita que los alumnos compartan sus respuestas.

Es importante que conozca a aquellos a quienes está enseñando, a fin de saber si crecen espiritualmente. Recuerde que ésta es la meta de toda enseñanza cristiana: Que la gente crezca en lo espiritual.

Narre una historia

El narrar historias es una de las maneras más antiguas de enseñar. El Señor Jesús era el narrador por excelencia. Sus historias eran interesantes y estaban repletas de acción. Derivaba esas historias de la vida diaria. Correspondían a cosas que el hombre hacía y sabía.

Tanto a los niños como a los jóvenes y a los adultos les gusta que se les cuenten historias. Mediante una historia, se les puede dar vida a las verdades. La acción retiene el interés del alumno, lo que contribuye a aumentar su capacidad de aprendizaje. Tratándose de niños pequeños, con frecuencia
la historia presenta toda la lección. Si se trata de niños mayores y adultos, la historia puede emplearse en tres formas cuando menos:

1. Al principio, para presentar la lección.

2. En el medio, para explicar una idea que se ha dado.

3. Hacia el final, a fin de aplicar el mensaje a la vida diaria.

Los vocablos o frases tales como amor, fe o estar agradecidos, son a veces difíciles de explicar. En una historia puede aclararse su significado. ¿Qué niño no se entusiasmaría con la historia de Daniel en el foso de los leones? Es una historia para cualquier edad y explica el significado de la fe en
Dios, quien cuida de su pueblo.

Sin embargo, en la enseñanza cristiana, no debemos escoger las historias simplemente para agradar al alumno. Cada una de las historias que narró Jesús tenía un mensaje porque él procuraba enseñar a sus alumnos u oyentes. Las historias que narramos en nuestra enseñanza deben también contener una verdad que contribuya a enseñar el mensaje. Hay historias en la Biblia que el maestro puede usar para enseñar, teniendo como mira el crecimiento en la vida cristiana del alumno. O puede hallar una historia aplicable a la vida diaria, como lo hacía Jesús. Y hasta podría hallar una historia relacionada con una noticia que aparece en el diario.

Al escoger una historia, formúlese las siguientes preguntas:

1. ¿Enseña esta historia la verdad que quiero emplear en esta lección?

2. ¿Tendrá esta historia algún significado para el grupo de edad al cual enseño?

3. ¿Hay acción en esta historia? ¿Hace algo la gente?

4. ¿Disfrutarán mis alumnos tanto como yo la narración?

Antes de narrar la historia a la clase, practíquela narrándola dos o tres veces en alta voz. Si la historia despierta el entusiasmo y tiene significado para usted, puede estar seguro que también lo tendrá para sus oyentes.

Use el método de discusión

Por discusión se entiende aquí “el compartir ideas y verdades que se han aprendido”.

El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. (Gálatas 6:6)

Una buena discusión puede serle de ayuda al alumno para poner en práctica las verdades que se le han enseñado. Un grupo que dirigí en cierta oportunidad discutió durante varias semanas el significado de ser creyente. Todos sabíamos de una familia de la vecindad que necesitaba ayuda. La mamá había estado en el hospital, el padre no podía trabajar debido a una enfermedad del corazón. Hablamos al respecto, y resolvimos poner en práctica las verdades que habíamos aprendido. De manera que les llevamos una canasta de víveres y disfrutamos de un rato de ministerio entre ellos.

La discusión no es simplemente hablar de algo o debatir lo que se ha enseñado: es compartir las ideas y las verdades que se han aprendido. Una discusión en el verdadero sentido del vocablo se produce cuando todos los participantes del grupo hacen esfuerzos para comprender una verdad. Este método de enseñanza es más difícil de emplear que cualquiera de los otros. Se necesitará para ello una cuidadosa preparación, y usted tendrá que estar listo para guiar los pensamientos o ideas del alumno.

Se necesitan varias cosas para que el método de discusión tenga éxito:

1. Todos deben entender claramente la cuestión o problema a discutirse. No deben formularse preguntas que requieren una cierta respuesta, porque ello limitaría la discusión.

2. La discusión debe ser parte integral de la lección. Puede ocupar todo el tiempo de clase o sólo una parte pequeña.

3. Debe organizarse de modo que ayude al alumno a sentirse libre de compartir sus pensamientos e ideas.

4. Debe tomarse el tiempo necesario para completar la discusión. Para que un alumno aprenda por el método de discusión, debe tener aplicación a su vida de todos los días.

5. Debe existir, de parte del alumno, un sincero deseo de aprender la verdad.

6. El maestro debe tener cuidado de no criticar los comentarios de los alumnos. La crítica desanimará al alumno e impedirá que tome parte en el futuro.

Es también importante saber que el método de discusión tendrá más éxito si el grupo es pequeño. Si hay más de doce o catorce alumnos en una clase, es difícil que todos tomen parte. Sin embargo, una clase numerosa podría dividirse en pequeños grupos, nombrándose dirigentes preparados para discutir alguna fase de la lección. A la mayoría de la gente le gusta hablar, de manera que si se emplea el método de discusión, éste podría ayudar a los alumnos a crecer en el entendimiento de las cosas espirituales.

Formule preguntas

El método de preguntas y respuestas es la mejor forma de descubrir cómo crece el alumno en su vida cristiana. Las preguntas que requieren respuestas bien meditadas, demostrarán en qué medida los alumnos ponen en práctica lo aprendido. Asimismo, el método de preguntas y respuestas
puede ayudar al alumno a interesarse más en el aprendizaje y en descubrir formas de aplicar las nuevas verdades.

Una buena pregunta es como el cebo en el anzuelo del pescador. Capta el interés de la gente y la hace pensar.

Se le pidió a usted que escribiera varias preguntas para una discusión relativa a la fe. Se hizo esto porque las preguntas son parte importante de una discusión. No puede haber discusión sin preguntas. Usted puede guiar la discusión mediante el uso de preguntas. Tres clases de preguntas son útiles para aquellos que enseñan:

1. La pregunta que se refiere a hechos o verdades. Esta pregunta requiere que una persona repita un hecho aprendido en el estudio de la lección. Esta clase de pregunta es importante porque necesitamos saber primeramente los hechos o verdades, antes de que podamos hallar la forma de ponerlos en práctica en nuestra vida.

2. La pregunta relativa a un problema. Esta es una pregunta sobre algún problema que necesita ser resuelto. Usted puede guiar al estudiante formulándole preguntas que le ayuden a pensar distintas formas de resolver el problema.

3. La pregunta referente a la aplicación. Esta pregunta requiere del alumno que aplique el mensaje de la lección a su vida diaria. La pregunta relativa a la aplicación puede emplearse para pedirle a alguien que crea en Jesús como su Salvador. Esta pregunta le pide al alumno que proceda según lo que ha aprendido.

En su ministerio de enseñanza, puede formular preguntas a fin de enterarse de cuánto saben aquellos a quienes enseña. Ellos, a su vez, formularán preguntas porque quieren saber. El aprendizaje será provechoso cuando tanto el maestro como el alumno se formulan preguntas.

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