La Preparación Personal
¿Ha observado alguna vez el progreso de la pintura de un artista durante varios días de trabajo? En la primera sesión, él quizá prepara un bosquejo rápido del cuadro: un charco, una barda, un granero antiguo. Cuando usted observe el mismo cuadro pocos días después, él habrá agregado la puesta del sol, algunas nubes, una barda dividida y una rama sobresaliente. Aún después, el cuadro terminado contará con vivos colores, detalles finos y una perspectiva clara. El estudio de la Biblia es, en cierto modo, similar. Ningún tema es dominado, ningún sermón es preparado, ninguna lección es terminada en sólo una sesión.
El estudio es acumulativo: cada cosa que aprende es agregada a lo que ya sabía. La verdad de la Biblia es de tal naturaleza que nuestro cuadro nunca es terminado. Como estudiante de la Palabra, usted volverá en su estudio una y otra vez a las Escrituras y cada vez agregará algo para hacer al cuadro de la verdad un poco más completo.
En esta lección discutiremos formas que le ayudarán a leer mejor la Biblia y a entenderla mientras se prepara a sí mismo para ministrar a las necesidades de las personas por medio de la predicación y la enseñanza.
La Lectura como Devoción Personal
Guillermo Bravo trabaja para una gran compañía en la ciudad y enseña una clase bíblica de adultos todas las semanas en su iglesia local. Su trabajo diario comienza a las 8 de la mañana pero llega a su oficina a las 7:15 para tener sus devociones privadas. “Comienzo con alabanza y oración,” dice él, “y cuando termino con la lectura de la Biblia, permanezco sentado en silencio y pienso acerca de lo que he leído. A veces escribo algo en mi cuaderno de apuntes. Este tiempo de devociones que tengo cada mañana me ayuda a comenzar el día correctamente.”
Las actividades devocionales personales son importantes para todos los cristianos y especialmente para usted por ser alguien que ministra a otros. Estas le permiten reconocer la presencia de Dios de manera que pueda reflejar la belleza, la gracia y el carácter de Dios. En el desarrollo de esta relación con Él, sus conocimientos en el ministerio y en las necesidades humanas crecerán en la medida que su desarrollo espiritual es dirigido por el Espíritu Santo. Su comprensión de la relación entre las devociones privadas y el ministerio puede ser mejor entendida en la siguiente analogía. Una vaca buscará y encontrará pasto en las primeras horas del día. Luego buscará agua y descansará largamente en la sombra. Finalmente, tarde en el día, ella regresará al establo pastando mientras camina. Nunca se le cruzará por su mente el asunto de la leche. Ella no está en los pastizales para producir leche. Ella está allí para comer pasto, beber agua y descansar en la sombra. Así ocurre con usted y sus devociones privadas: usted no está en el lugar de oración para producir sermones y lecciones. Usted está allí para su propio beneficio y bendición. De todas maneras, sólo cuando se nutra su propia vida espiritual, podrá fortalecer a los que ministra.
Como uno que ministra, usted puede sólo compartir con otros aquellas cosas espirituales que son verdaderamente suyas. Cuando ministra a otros, la Palabra que predica o enseña debe ser viva y real en usted. Cuando la Palabra ha pasado por su mente y corazón, ésta bendecirá a otros que le escuchan. Sólo cuando haya encontrado una verdadera y significativa relación con Dios es que podrá dirigir a otros hacia Él. Cuando el Espíritu Santo lo guía y le proporciona su poder, entonces podrá llevar a otros a la misma experiencia, porque sólo su relación podrá ser compartida con otros. El pastor espiritual debe buscar pastos delicados y aguas de reposo en la Palabra de Dios para sí mismo y luego guiar a otros a esos lugares de bendición. Lo que tenga podrá dárselo a otros (Hechos 3:6), y ellos sabrán cuando usted haya estado en comunión con El (Hechos 4:13).
A continuación hay algunas sugerencias para su adoración privada. Forme el hábito de orar y meditar diariamente. Haga tiempo y tome tiempo para estar a solas con Dios. Daniel hizo de la oración un hábito diario y continuó con este aún cuando enfrentó la muerte en el foso de los leones (Daniel 6:10). Cuando Dios puso a Josué como líder de Israel, Él le prometió éxito y prosperidad si leía y seguía toda la ley de Dios (Josué 1:6–9). Su habilidad para cumplir fielmente con el ministerio al cual Dios lo ha llamado, dependerá principalmente de su relación con Dios y su obediencia diligente a su Palabra. Quizá necesite levantarse temprano o acostarse tarde, pero usted necesita hacer tiempo para tener comunión privada con Dios cada día.
Comience sus devociones con alabanza y adoración. Cultive en su propio corazón un espíritu de gratitud y alabanza a Dios. Piense de su misericordia, su bondad y su amor mientras le agradece. Aprenda a expresar estos sentimientos verbalmente. Hable a su Padre celestial en forma conversada, personal como de hijo a padre.
Puede libremente expresar sus sentimientos en la oración privada. David expresó sus emociones por medio de sus salmos, ya sea para quejarse contra sus enemigos (Salmo 28:1–5) o para alabar a su Dios (Salmo 30:1–12). Vacíe su corazón de amargura, enojo y frustración por medio de la oración; entonces espere en la presencia de Dios hasta que usted sea lleno con su gracia y bondad. Cuando sus pensamientos son correctos, su vida será correcta (Proverbios 4:23).
Un plan sistemático de lectura conservará a la Biblia en el centro de sus devociones. Si lee tres capítulos cada día de la semana y cinco capítulos los domingos, podrá leer toda la Biblia en un año. Otro plan sugiere que lea tres capítulos del Antiguo Testamento cada mañana y dos capítulos del Nuevo Testamento cada noche. Escoja un plan, uno de estos u otro, y sígalo. Lo que la comida es para su cuerpo, lo es la Palabra para su espíritu. Usted puede perder una comida y sobrevivir, pero si deja de comer morirá. Así es con su vida espiritual, debe tener la Palabra para vivir. No se desanime si no entiende o recuerda todo lo que lee.
Permita que la Palabra le hable cuando la lea. No se apure; dele suficiente tiempo a Dios para que le diga algo. Dedique algo de su tiempo con Dios, y no permita que pase la oportunidad de que Dios le hable por la Palabra.
Usted puede utilizar la Palabra de Dios en oración y alabanza. Cuando encuentre una porción de la Escritura que expresa la oración o la alabanza de su corazón, ofrézcasela a Dios. Por ejemplo, el Salmo 51 es una oración de arrepentimiento. Efesios 1:15–23 es la oración de Pablo por los creyentes de Efeso.
Usted puede adorar al Señor con el Salmo 66, uno de los tantos cánticos de alabanza de David. Encontrará otras porciones para usar de vez en cuando. Ellas le bendecirán y ministrarán cuando las utilice en oración y alabanza al Señor.
Memorice algunos de sus pasajes bíblicos favoritos. Escriba un versículo sobre una tarjeta y escriba la cita bíblica en el reverso. Lleve la tarjeta con usted, consúltela durante el día y memorice el versículo y la cita. Al llenar su mente y corazón con la Palabra de Dios, ésta añadirá calidad en cada parte de su vida, incluyendo sus pensamientos y sus obras. Su buena actitud será como aire fresco para cada persona que encuentre.
La persona que fielmente pasa tiempo con Dios en oración y utiliza la Palabra de Dios como la regla para su vida, habrá dado un paso importante en la preparación en la importante tarea de ministrar a otros.
La Lectura para Ganar Comprensión
Lea Para una Comprensión Total
Es difícil delinear dónde termina la preparación personal y comienza la preparación para ministrar. Quizá no exista final de una ni principio de la otra, pero para nuestro estudio digamos que la lectura de la Biblia es el comienzo de la preparación del ministro.
Toda persona que ministra la Palabra en la predicación o en la enseñanza necesita hacerlo a partir de un conocimiento bíblico abundante. Familiarizarse con la Biblia como un todo requiere la lectura de tapa a tapa a fin de conocer el contenido y comprender sus enseñanzas. La lectura para obtener conocimiento de trasfondo debe hacerse regularmente y no solamente cada vez que prepara un sermón o una lección. Ministrar a partir de una mente y un corazón lleno con la Palabra de Dios será de bendición a su audiencia y una experiencia gratificante para usted.
Para obtener satisfacción completa de una pintura, esta deberá observarse dos veces: una a la distancia y otra de cerca. O, si prefiere, puede observarla de cerca y retirarse a la distancia para una nueva observación. Como sea, usted disfruta del cuadro mejor cuando lo puede observarlo como un todo y en sus detalles. En una forma similar, existen dos maneras de observar la Biblia. Una es el método sintético que le proporciona el panorama total de la Biblia. En este método de estudio las diferentes partes de la Biblia se reúnen para configurar un libro, y los detalles son observados como partes de toda la revelación. Este panorama total muestra la unidad de las diferentes partes de la Biblia y su relación entre sí.
Lea para obtener una Comprensión General
El muchacho se detuvo frente a la ventana y escuchó la tormenta con sus truenos y relámpagos. La lluvia había caído durante varias horas y con las luces apagadas de la casa la oscuridad era intensa tanto dentro como fuera de la casa. De pronto, un relámpago iluminó todo y un trueno seco estremeció las ventanas. En un instante muy breve sus ojos percibieron toda la escena: torrentes de lluvia, baldes de agua, los árboles doblados por el viento, el arroyo crecido, todo en blanco y negro. El cuadro total quedó impreso en su mente.
En una forma similar, la primera lectura de todo un libro o una porción de la Escritura le proporcionará un panorama total. (Este es el método sintético mencionado anteriormente, tal como se aplica al estudio de un sólo libro o de un pasaje extenso.) Los detalles son importantes únicamente para ayudarle con el panorama general y el bosquejo principal. Lea rápidamente para evitar la preocupación mental y retenga solamente lo que pueda, sin hacer mayor esfuerzo. Esta primera lectura rápida es importante para las lecturas siguientes.
Lea para entender el Significado
A la mañana siguiente, el muchacho estaba parado frente a la misma ventana y observaba el sol naciente en medio de un cielo claro. A excepción de la copiosa lluvia y el fuerte viento, las mismas cosas estaban allí, y más. La segunda observación le añadió detalle y color a cada cosa.
Lo mismo ocurre cuando lee un pasaje de la Escritura por segunda o tercera vez. La comprensión general de la primera lectura se llena de detalles en la segunda lectura. La impresión general obtiene color. Quizá necesite repasar la misma porción varias veces antes de que los detalles ocupen su lugar; pero a medida que lee el pasaje, este comenzará a impresionar su mente y corazón. Será en ese momento que comenzará a percibir no sólo el contenido sino el significado de la Escritura.
El método analítico de estudio de la Biblia, entonces, requiere el estudio y lectura cuidadoso de los pasajes. Esto le ayudará a desmenuzar, quebrar y dividir el todo en partes de manera que descubrirá un mayor significado. Observará también cómo las partes se relacionan entre sí y con el todo. Al leer la Biblia de esta manera, libro por libro, capítulo por capítulo, versículo por versículo, y palabra por palabra le ayudará a ganar un conocimiento y comprensión completos de la Escritura. Obviamente, este es un método de estudio que se extiende por muchos años, aun toda la vida, pero es un esfuerzo que vale la pena para obtener un conocimiento de toda la Palabra de Dios. La lectura sistemática, cuidadosa y meditada es una parte necesaria de la preparación para ministrar la Palabra en la predicación y la enseñanza.
Desarrollo Personal Continuo
Todo lo que está vivo crece, se desarrolla y lleva fruto. Su relación con Dios es una experiencia de vida espiritual. Como tal, debe haber crecimiento, desarrollo y frutos. Pedro nos desafía a crecer “en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (2 Pedro 3:18). Indudablemente, la razón para dejar de crecer es nuestra tendencia natural de “descansar”.
Algunas veces quienes ministran “descansan” en el desarrollo personal y el crecimiento temprano en sus ministerios. Para otros esta tendencia se manifiesta cuando reciben el primer reconocimiento oficial. Mientras que con otros ocurre cuando tienen la primera oportunidad de predicar o enseñar regularmente. Algunos que ministran crecen y experimentan desarrollo en los primeros años de servicio y años más tarde pierden interés en alcanzar un mayor crecimiento.
No hay lugar para tal actitud en la experiencia cristiana y mucho menos en la vida de alguien que ministra a otros. Cada nivel de desarrollo tiene su propia recompensa, pero ninguna realización produce satisfacción completa. Hay otras alturas que deben ser alcanzadas que, por la gracia y el conocimiento del Señor Jesucristo, no pueden ser agotadas.
Muchas áreas de su vida necesitan atención constante a fin de que usted alcance una madurez equilibrada. La Palabra y el Espíritu proveen el contexto dentro del cual puede desarrollarse de manera que pueda ser una persona equilibradamente madura y productiva. Consideremos áreas de desarrollo intelectual, bíblico, social y físico de la vida humana en las cuales Jesús estableció un modelo de crecimiento y desarrollo (Lucas 2:40).
Desarrollo Intelectual
Sería bueno comparar su necesidad de desarrollo intelectual con la experiencia escolar. Por ejemplo, la primera vez que su hijo va a la escuela y aprende cosas de nivel primario, usted se emociona. Pero si su conocimiento, capacidad de razonar y habilidades nunca mejoran, ¿acaso no se preocuparía? Y si su comprensión de asuntos del reino espiritual no aumenta, aquellos a quienes ministra tendrán buenas razones para estar también preocupados. Ciertamente, aquel que alimenta a otros debe tener comida para su propio estímulo intelectual.
Cuando pueda, obtenga libros de estudios que lo ayuden, comenzando con una buena concordancia y un diccionario de la Biblia. Para una segunda versión de la Biblia, podría considerar la Nueva Versión Internacional si es que todavía no la tiene. Consulte con alguien de confianza que pueda brindarle sugerencias acerca de libros para estudio que puedan ser beneficiosos.
En su continuo desarrollo y crecimiento intelectual, obtendrá beneficio de otros cursos por correspondencia. Quizá considerará ingresar en sesiones cortas de un instituto bíblico o aun en cursos extensivos de institutos bíblicos. Cualquiera sea el caso, lo importante es que continúe creciendo y desarrollando su conocimiento y comprensión de la Biblia. Muchos que entran al ministerio leen también las biografías inspiradoras de grandes cristianos. Esos libros pueden incrementar su conocimiento de personas como usted que se entregaron a Cristo y crecieron en la fe. Sus testimonios de la gracia de Dios le inspirarán y proveerán buenas ilustraciones para sus lecciones y sermones en el futuro.
Desarrollo Espiritual
El crecimiento espiritual es un proceso continuo. Cuando ministra a otros, usted asume cierta responsabilidad hacia ellos debido a que ellos buscan de usted instrucción y dirección. Al crecer espiritualmente podrá proporcionarles a ellos el cuidado que necesitan. Nuestra meta espiritual es ser semejantes a Cristo. Es la voluntad de Dios transformarnos a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Somos más semejantes a Él a medida que tenemos comunión con nuestro Señor y crecemos en el conocimiento de su Palabra.
Siempre hay algo más de la gracia y el conocimiento del Señor Jesús que debemos aprender y experimentar (2 Pedro 3:18). Pablo nunca perdió este deseo consumidor. Después de muchos años de ministerio, él lo manifestó así cuando dijo que sobre todo deseaba “conocerle [a Cristo], y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte” (Filipenses 3:10). Su propia experiencia en Cristo le proporcionará a usted conocimiento acerca de Él, y crecerá su carácter espiritual. Experimentará mayor compasión, comprensión, paciencia con las debilidades de otros, y la plenitud del amor de Cristo. Este es el proceso que Dios utiliza para desarrollar un corazón de pastor en nosotros.
La experiencia del apóstol Pablo nos deja un excelente ejemplo de desarrollo espiritual. Al comienzo de su carrera misionera, Pablo adoptó una posición muy rígida de la vida y el servicio cristianos. Cuando Juan Marcos dejó a Pablo y Bernabé durante el primer viaje misionero, Pablo lo interpretó como una deserción y no le dio otra oportunidad para recapacitar (Hechos 15:36-41). Sin embargo, a medida que Pablo aprendió a vivir de acuerdo con la dirección del Espíritu (Romanos 8:4–11), él fue más comprensivo y maduro en sus actitudes hacia los demás. Por medio de la disciplina amorosa del Espíritu, sus actitudes pasadas que eran controladas por la naturaleza humana fueron desplazadas por las actitudes controladas por el Espíritu que brindan vida y paz. Observamos el cambio práctico operado en su vida como resultado de su desarrollo espiritual cuando le comenta a Timoteo: “Toma a Marcos y tráele contigo, porque me es útil para el ministerio” (2 Timoteo 4:11).
Como podemos observar, nuestras antiguas actitudes, prejuicios y valores cambian por medio de la obra del Espíritu Santo que habita en nosotros. Reconocemos que los cambios que el Espíritu desea que hagamos han producido (y producen) verdadero desarrollo espiritual.
A pesar de ser un creyente maduro, un apóstol excelente y un ministro fiel, Pablo sintió la necesidad de continuar esforzándose en alcanzar la meta final (Filipenses 3:12–14). Él advirtió contra el abandono poco antes de llegar a la meta o menguar en el esfuerzo (1 Corintios 9:24–27) al decir de sí mismo: “Golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (v. 27). El descontento de Dios es advertido contra quienes dan la espalda a sus provisiones de vida y madurez espiritual (Hebreos 10:38–39).
Los tiempos difíciles son oportunidades para crecer espiritualmente. Las cosas que le hayan sucedido podrán ser utilizadas para ministrar a otros cuando usted haya tenido a Dios como su propio recurso de ayuda. Las cargas pesadas le fortalecerán; los tiempos difíciles le enseñarán buenas lecciones.
Dios le ha dado a cada miembro del cuerpo de Cristo alguna clase de ministerio o servicio. El ministerio se desarrollará en la medida que lo utilice; si es negligente, lo perderá. El crecimiento espiritual aumentará su influencia y eficacia ministerial.
Desarrollo Social
Jesucristo fue sociable. Él asistió a casamientos, cenas y otras actividades sociales. Él visitó a los pescadores a la orilla del mar, caminó por las ciudades, predicó en las sinagogas y enseñó junto al mar. Las multitudes le siguieron a la montaña y a los pueblos para escuchar sus palabras y sus bienaventuranzas. Jesús iba dondequiera estuviera la gente. La gente iba dondequiera estuviera Jesús. El Señor dijo: “El campo es el mundo” (Mateo 13:38), y Juan Wesley, uno de los líderes del gran avivamiento de Inglaterra, dijo: “El mundo es mi parroquia.” Esto debería darnos una indicación de la necesidad de participar en la vida de nuestras comunidades.
Usted puede ministrar a la gente cuando participa con ellos. Las lecciones y sermones que son generados por su contacto personal le ayudarán a responder a las necesidades de las personas. Jesucristo ministró a individuos. Algunas de las más grandes verdades que impartió fueron dadas a una persona. Algunas veces la gente abre su corazón y revela su necesidad sólo en el contacto personal.
Oportunidades de ministrar están presentes doquiera se encuentre. La gente necesita atención y amor personal. Propóngase a que cuando las personas que han estado en contacto con usted se vayan, se sienta mejor consigo mismas que cuando llegaron. Haga del interés por otros un hábito en su vida. Cada contacto personal puede ser una oportunidad de ministrar.
El ministerio de éxito requiere que tenga buenas relaciones con otras personas. Cada persona es una parte del cuerpo de Cristo, la iglesia, y debemos aprender a cooperar. Cada persona necesita de otra; nadie es totalmente independiente.
Algunas oportunidades para ministrar se presentarán al participar en las actividades de su comunidad. Puede mostrar su preocupación por las condiciones morales y espirituales del lugar donde vive si usted participa allí.
La gente quizá lo critique por su participación social como lo hicieron con Jesús (Mateo 11:19). Pero Él sirvió a las personas de esa manera y usted puede hacerlo también así. Recuerde, los cristianos son la sal de la tierra, y para ser eficaces deben mezclarse y bendecir a la gente del mundo por medio de su contacto. Pero este contacto tiene como su meta ministrar a sus necesidades de manera que puedan llegar a conocer a Cristo y el gozo de la salvación.
Desarrollo Físico
Pablo se refirió al cuidado del cuerpo físico cuando le dijo a Timoteo: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” (1 Timoteo 4:8). Las Escrituras enseñan claramente que el cuerpo no es superior a la vida espiritual. Sin embargo, la Biblia es igualmente clara cuando enseña que el cuerpo es el templo del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16). Es obvio que cada uno es responsable de cuidar su propio cuerpo físico. El cuidado adecuado, los hábitos saludables y el ejercicio son necesarios en la vida de cada cristiano. Al cuidar su cuerpo, usted lo honra como templo de Dios. Si es negligente o lo daña, las leyes físicas de la vida demandarán su pago. Aquí, como en otras cosas, es necesario tener un equilibrio; no debe abusar de su cuerpo con muchas actividades ni debe ser indulgente proporcionándole poco ejercicio y actividad. Notará que cuando mantiene su cuerpo en buena condición se sentirá mejor y que su actitud total hacia la vida y el ministerio prosperará.
Cada una de estas áreas de crecimiento es importante para una vida y ministerio bien balanceados. Sin embargo, su necesidad no necesita concentrarse exageradamente en el crecimiento. Este ocurrirá naturalmente. Un niño puede cavar donde está la semilla para ver si ésta crece. Un granjero plantará la semilla y hará todo lo necesario para que esta crezca y la cosechará.