El Método de La Enseñanza

Esta lección le ayudará a evaluar las necesidades de su gente, a planificar la respuesta para esas necesidades, y preparar y enseñar lecciones bíblicas. Lo que aprenda en esta lección será de ayuda práctica en su ministerio de la enseñanza. Aprenderá cómo recoger y arreglar el material para preparar las lecciones bíblicas, y cómo utilizar técnicas de la enseñanza para enriquecer las experiencias de aprendizaje de su gente.

Usted cuenta con el Espíritu Santo como su ayudador en la enseñanza de la Biblia. Él inspiró la Palabra que usted enseña y Él es su maestro. Jesucristo dijo que el Espíritu le enseñaría a usted, le guiaría a toda verdad y le recordaría todas las cosas (Juan 14:26; 15:26; 16:13). Puede reclamar estas promesas como suyas cada vez que enseñe. También puede esperar ver resultados cuando el Espíritu Santo transforme la verdad en algo real, personal y apropiado a la vida de la personas a quienes usted ministra.

ESTABLEZCA LOS OBJETOS

Quizá haya escuchado del maestro acerca de quien se dijo: “Comenzó sin saber hacia dónde se dirigía. No supo dónde estaba mientras viajaba. Finalmente, arribó sin saber dónde había estado.” Por supuesto nos impresiona el humor de tal declaración; no obstante, detrás del humor observamos una persona que tristemente carece de organización, visión y objetivos. Y si no establecemos objetivos para servir al Señor, seguramente fracasaremos en realizar la tarea para la cual Él nos ha llamado. No alcanzaremos el objetivo ni ganaremos el premio al cual Dios nos ha llamado en Cristo Jesús (Filipenses 3:14).

Usted preguntará: “¿Qué es un objetivo?” Un objetivo es lo que usted espera alcanzar con su esfuerzo. En relación con su ministerio a los demás, los objetivos claramente definidas son esenciales para la enseñanza efectiva. Un buen objetivo se caracteriza por tres elementos: 1) por ser suficientemente breve como para ser recordado, 2) por ser suficientemente claro como para ser escrito, y 3) por ser suficientemente específico como para ser alcanzado. Si no cuenta con objetivos claros para la enseñanza su tendencia será extraviarse y tratar con asuntos sin importancia.

Considere los siguientes aspectos cuando establezca los objetivos: 1) el material de la Biblia que ha de enseñar, y 2) las necesidades de los alumnos. Ambos elementos pueden estar relacionados. Trate de relacionar el material de la Biblia a las necesidades de los alumnos. La mayoría del material bíblico puede ser presentado para satisfacer las necesidades generales, y las de largo alcance, de una clase bíblica.

Existen tres clases de objetivos que deberían ser tenidos en cuenta en la enseñanza. Note cuón importantes son en su propósito general.

  1. Objetivos generales o de largo alcance. Dos objetivos generales del maestro cristiano son 1) ayudar a los alumnos a alcanzar la madurez cristiana, y 2) instruirlos para que alcancen los perdidos para Cristo. Enseñar a sus alumnos a estudiar la Biblia y orientarlos a cumplir alguna clase de servicio cristiano son también objetivos dignas de largo alcance. Usted deseará alcanzar estos objetivos generales en cierta cantidad de tiempo. Para alcanzar estos objetivos puede incluir en su programa un estudio de las principales doctrinas, el estudio de un libro de la Biblia, o la vida de un personaje de la Biblia. Puede dedicarle tres meses (una sesión por semana) a un gran capítulo de la Biblia (Hebreos II, 1 Corintios 13, Romanos 8). Puede dedicar un año al estudio de un libro de la Biblia como, por ejemplo, el Evangelio de Mateo. Los medios que utilice le ayudarán para informar a sus alumnos acerca de las responsabilidades de la madurez cristiana: vida cristiana consistente, servicio desinteresado, y deseo de testificar.
  2. Objetivos individuales y para la clase. Usted debe determinar cuidadosamente y en oración los objetivos individuales y para la clase. Considere las necesidades de la clase y las individuales tal como usted las conoce. Un objetivo es tratar de suplir cada una de estas necesidades. Quizá sea necesario una instrucción bíblica básica. Quizá la necesidad mayor sea entender los principios de la Biblia relacionados con la vida cristiana. Muy frecuentemente las verdades conocidas necesitan ser aplicadas, practicadas en la vida diaria. Usted puede establecer los objetivos teniendo en cuenta estas necesidades. Así podrá preparar y enseñar lecciones para alcanzar el objetivo de ayudar a los alumnos en la forma que más la necesitan.
  3. Objetivos individuales para las lecciones. Cada lección debería tener un objetivo principal: informar, explicar, o cambiar la actitud o la conducta. Usted puede proporcionar información, explicar y aplicar la verdad, todas en una lección. Sin embargo, éstas deberían contribuir en lograr el objetivo que determina de antemano para la lección. Es mejor tener un objetivo y alcanzarla que disponer de dos objetivos y perder ambas. Es difícil alcanzar más de un objetivo por lección. A medida que el objetivo es alcanzado en cada lección, también lo irán siendo los objetivos de largo alcance y los generales. Establezca sus objetivos. Luego alcáncelos por medio de la enseñanza.

RECOLECTE EL MATERIAL

¿Qué enseña la Biblia?

Una vez que ha determinado sus objetivos, es esencial que busque en la Palabra de Dios lo que ella tiene que decir acerca del tema que ha escogido para satisfacer las necesidades de sus alumnos. La Biblia es el libro de texto del maestro cristiano.

Es la base de toda enseñanza cristiana y debería ser la base y la sustancia de cada lección. Todo otro material es únicamente suplementario. No obstante, cuando dispone de lecciones bíblicas útiles y efectivas, puede utilizarlas confiadamente como material de recurso adicional. Estos materiales normalmente le proporcionarán amplitud, profundidad y enfoque a su estudio. Además, pueden reducir significativamente la cantidad de tiempo que necesita para la preparación de la lección.

Las verdades bíblicas pueden ser presentadas con toda autoridad porque son la Palabra de Dios. Por esta razón, la primera pregunta que es necesario hacer en relación con cualquier asunto de la fe y la práctica es: ¿Qué dice la Biblia?

Supongamos, como ejemplo, que usted detecta en su congregación cierta actitud de incertidumbre acerca de la responsabilidad cristiana sobre el tiempo, los talentos y el lugar que Dios ha dado a cada creyente. Usted desea ayudar a su gente a comprender su responsabilidad. Entre otros pasajes excelentes de la Escritura que tratan con el tema, notamos las palabras de Jesús acerca de la mayordomía fiel en Lucas 12:3548 (note especialmente el v. 48). Pablo también trata con la responsabilidad cristiana en sus cartas a los corintios (1 Corintios 3:10–15; 2 Corintios 5:10) y a los romanos (Romanos 14:9–12). También los comentarios de Santiago acerca de la fe expresada en acciones, nos permiten conocer que la experiencia cristiana vital fluye en un amor práctico hacia Dios y hacia nuestro prójimo que reconoce lo que debe ser hecho (Santiago 2:14–26).

Es aquí que comprendemos la hermosura de las palabras de Pablo a Timoteo: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3:16–17). El contenido de la Biblia es importante porque establece claramente la voluntad de Dios para la gente. Comience a investigar en ella; construya su lección sobre ella; y aplique sus verdades a usted mismo y a sus oyentes. Haciendo así, instruirá a su gente y preparará el terreno para que el Espíritu Santo comience a aplicar las verdades a la vida espiritual de cada uno de ellos.

¿Qué he aprendido?

Parte del proceso de recolectar material de enseñanza consiste en recordar todo lo que leyó, escuchó o ha visto y pueda tener relación con la lección que enseñará. Recuerde lo que ha aprendido. Recuerde experiencias personales que pudieran ayudar a explicar o aplicar la lección. Piense acerca de eventos actuales:

Noticias de radio, televisión y periódicos que pudieran ser útiles. Escriba a medida que medita. En pocas palabras, considere todo lo que haya aprendido y que es útil para la lección. Coordine y utilice únicamente lo mejor de todos estos materiales. Y como dijimos anteriormente, sus conocimientos, descubrimientos y experiencias, como también las historias e ilustraciones de otras personas, son una manera de personalizar el contenido de la lección. Usted enriquecerá la experiencia de aprendizaje de sus oyentes si utiliza estos elementos seculares con discreción. Por supuesto, usted incluirá material adecuado para cada lección que tenga acumulado en su archivo.

ORDENE EL MATERIAL

Planee una serie

Una serie consiste de un número de lecciones sucesivas con un tema similar. Por ejemplo, una serie de lecciones es ideal para enseñar doctrina, libros de la Biblia, temas de la vida cristiana, es decir, asuntos que requieren más de una o dos lecciones para desarrollarlos. Una serie de lecciones puede extenderse con éxito por algunas semanas, a varios meses, y aun hasta un año. Algunos ministros han utilizado varios años para enseñar y predicar sistemáticamente toda la Biblia. La clave para esta clase de enseñanza, sin embargo, es la planificación eficaz, el establecimiento de objetivos reales, y la preparación adecuada. Si estos factores están presentes, los creyentes experimentarán sin duda el crecimiento y el desarrollo en la fe y darán evidencias de madurez espiritual.

Una serie de lecciones dará la oportunidad de estudio profundo. Usted puede dar tareas específicas para el estudio y ocupar a los alumnos más productivamente con este método.

Sus alumnos ganarán mayor conocimiento en las verdades espirituales que producen estatura espiritual a medida que ellos participan en el proceso de aprendizaje. Esta participación lo emocionará y lo hará comprender que a medida que el Espíritu Santo ilumina los corazones y las mentes de sus oyentes, y hacen que la verdad sea real, ellos serán conformados progresivamente a la imagen de Cristo.

Determine con suficiente anticipación, al preparar una serie de lecciones, los materiales que cubrirá y por cuánto tiempo continuarán las lecciones. Anuncie estos planes, trabaje para realizarlos y hónrelos. La gente no se cansará de una serie de lecciones si está bien planificada, es significativa para ellos y tiene un punto específico de arribo.

Arregle el material en forma ordenada

Consideremos un plan adecuado para desarrollar una lección sencilla de la Biblia. Este plan le ayudará a comunicar hechos, proporcionar una explicación y hacer la aplicación de las verdades espirituales que presente.

Las partes preliminares del plan de una lección incluye:

el tema de la lección, el pasaje bíblico, la verdad central, y el objetivo de la lección. El tema de la lección es su título, el tema que será enseñado. El pasaje bíblico deberá ser escogido con mucho cuidado. Si es parte de una serie, éste, por supuesto, deberá ser presentado en forma cronológica. Escoja un pensamiento completo de uno o varios párrafos que exprese el contenido de la lección. Recuerde: el pasaje bíblico es el fundamento de la lección. Todo otro material debe estar basado en éste y ser utilizado para explicar, ilustrar o aplicar su verdad.

La verdad central es la verdad principal del pasaje bíblico. Puede resumirla en una o dos oraciones breves y escribirlas como parte del plan de su lección. Luego escriba el propósito o objetivo de la lección y manténgalo delante suyo a medida que prepara y enseña la lección. Le ayudará a alcanzar el objetivo a medida que expone la lección. Más tarde puede usarla para comprobar si alcanzó ese objetivo para la lección.

Después de establecer las partes preliminares del plan de la lección, deberá pensar en las tres divisiones principales: la introducción, el cuerpo y la conclusión.

  1.  La introducción. El propósito de la introducción de la lección es ganar la atención de la clase, crear disposición para el aprendizaje, e introducir el tema de la lección. La introducción puede consistir de repaso, de una pregunta que será contestada por la lección, una ilustración, o el contexto. Lo más importante que debe recordar: cualquiera que sea el método de introducción, siempre deberá estar estrechamente relacionado con el cuerpo de la lección.
  2. El cuerpo. El cuerpo de la lección consiste de hechos, explicaciones, y aplicaciones del pasaje bíblico. El pasaje de la Escritura debe ser bosquejado. El bosquejo provee las divisiones principales del cuerpo de la lección. Las ilustraciones, las notas de interacción, los métodos de enseñanza y los recursos audiovisuales son incluidos en el bosquejo del cuerpo de la lección. Todos deben contribuir al propósito general de la lección y ayudar a alcanzar el objetivo de la lección.
  3. La conclusión. La conclusión consiste generalmente en una aplicación de la verdad central de la lección. La pregunta que debe responder en la conclusión es: “¿Y ahora qué?” La apelación más fuerte es hecha en la conclusión. La lección puede terminar con una aplicación práctica que surge de la lección, con un adelanto de lo que será tratado en la siguiente lección o de asignaciones para preparar la siguiente clase.

COMUNIQUE EL MENSAJE

Siga un plan

Siga el plan de su lección cuando enseña. Cuando sigue el plan de la lección su enseñanza no descansará en la inspiración del momento. Sin embargo, un buen plan de la lección no limitará la creatividad legítima que es consistente con el objetivo de la lección. De hecho, un buen plan incluye libertad de guiar, explicar, y dar participación a la clase en el aprendizaje cuando el maestro alerta percibe que ese procedimiento es correcto. Más aún, el plan de la lección le ayuda a transitar confiadamente hacia el objetivo de la lección.

Presente la introducción de la lección que había planeado para su presentación. Entre en el curso de la lección sin demoras. Establezca el contacto con la clase, atraiga la atención de sus oyentes, estimule el interés, y pase a tratar el cuerpo de la lección. Proceda con todo esto de acuerdo con el plan que se propuso utilizar en la introducción.

Utilice métodos audiovisuales, ayudas e interacción según lo permita la lección. Anime a sus oyentes a la participación. Dirija en el aprendizaje por medio de la participación activa de sus oyentes. Proporcione datos; ayude a la clase a alcanzar conclusiones y hacer aplicaciones de la lección. Mantenga el objetivo de la lección en mente y trabaje para alcanzarla. Recuerde que el plan de la lección es como las riveras los son en el río. Es un canal a través del cual pasa el material de la lección se abre camino hacia el objetivo. El canal provee la estructura que ayuda a mantener la lección “en curso” de manera que el objetivo de la lección sea alcanzada. No debe ser interpretada como un dique que retiene la fluidez de la inspiración.

Es importante que termine cada lección y que arribe siempre a la conclusión. Si no dispone de tiempo para presentar todo lo que ha preparado, omita parte del cuerpo. No omita ni reduzca la conclusión. Utilice el tiempo que le ha asignado en su plan de la lección. Al finalizar, haga una aplicación de la lección y haga un llamamiento a la acción. Recuerde que el Espíritu Santo está presente para ayudarle. Él capacita a los creyentes a desear y a realizar el plan de Dios en su vida (Filipenses 2:13). ¡Descanse totalmente en Él!

Sea claro y pertinente

Los cinco sentidos son puertas de acceso a la mente. Estos sentidos (oído, vista, tacto, sabor y olfato) son cinco caminos de impresiones independientes que son transmitidos a la conciencia humana. Es por medio de estos sentidos que nos comunicamos. Más aún, los especialistas en la enseñanza han comprobado que cuando el material es presentado en más de una manera es recordado mejor. Es por eso que los recursos visuales pueden ayudar a que el contenido abstracto de una lección sea más concreto y fácil de aprender. Los recursos visuales y las imágenes, ya sean en cuadros o palabras, ayudarán a los oyentes a retener por más tiempo lo que usted les enseña.

¿Ha considerado alguna vez el método de enseñanza de Jesús? Él enseñó cosas que la gente podía ver: un sembrador, un casamiento, un templo, un niño pequeño, una moneda, pájaros, lirios, vientos, la ofrenda de la viuda, las uvas, los pescadores, los bueyes, las puertas, y la cosecha. Cada enseñanza, cada lección sugiere algo que puede utilizar para ilustrar la verdad. Haga planes de usar pinturas, cuadros descriptivos, mapas, maquetas, pizarra, carteles y objetos de toda clase que faciliten su presentación. Puede utilizar materiales audiovisuales si puede disponer de ellos. ¿Puede imaginar cuán efectiva es una lección cuando un alumno puede escuchar, ver y tocar cosas que enseñan una verdad?

Use un lenguaje que sea fácil de comprender. El lenguaje es el puente entre su conocimiento y la necesidad del alumno. Use palabras sencillas. Reduzca las ideas complejas y difíciles a una explicación sencilla. Describa palabras nuevas por medio de la ilustración. Comience con cosas conocidas y familiares y continúe con lo que es desconocido e ignorado. Observe como el agua clara brilla y reluce cuando la luz pasa a través de ella. Algunas veces, sin embargo, el agua está cubierta con partículas suspendidas que le hacen perder su claridad. Cuando así ocurre, el agua debe ser filtrada. De la misma manera, usted necesita filtrar ideas y conceptos a través de su mente hasta que lleguen a ser claras como el cristal en su pensamiento y vocabulario. Es cuando su vocabulario y lenguaje son claros que la luz pasará a través de su enseñanza.

Jesús utilizó un lenguaje claro, sencillo y directo. La Regla de Oro es un ejemplo: “Así, que todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mateo 7:12). Cuando le preguntaron acerca de quién era el prójimo, Él contó una historia que ilustró claramente la respuesta (Lucas 10:25–37). Jesús habló con la gente al nivel de lo que ellos podían comprender. Él usó el nacimiento humano para explicar el nacimiento espiritual. Pidió de beber en el pozo de Jacob y enseñó acerca del agua de vida. Los pájaros y los lirios fueron usados para explicar el cuidado providencial de Dios. Un campo listo para la siega representó a la gente necesitada esperando el mensaje de buenas nuevas (Juan 4:35). Él utilizó libremente el lenguaje figurado: parábolas (Mateo 13:34), símiles (Mateo 23:37), metáforas (Lucas 13:32), y alegorías (Juan 15:1–10). Su vocabulario no fue impreciso ni general. Más bien, fue directo, hizo preguntas específicas (Mateo 22:41–46) y dio respuestas exactas (Mateo 22:34–40). Él dio promesas precisas (Mateo 24:2) e hizo demandas directas (Mateo 10:37–39).

Informe e interactúe

Quizá haya tenido la oportunidad de aprender a los pies de un maestro idóneo. Durante su ministerio de enseñanza, indudablemente quedó impresionado por los diferentes métodos que usó para comunicar su lección y la manera en que la gente respondía a sus métodos. Anímese. Usted también puede utilizar una variedad de métodos de enseñanza que mejorarán su habilidad de enseñar efectivamente. Consideremos algunos de estos métodos de enseñanza.

  1. El método de conferencia. El maestro que utiliza el método de conferencia sencillamente cuenta, explica, y aplica la lección mientras que los o alumnos escuchan. Es una manera eficaz de introducir nueva información y cubrir mucho material en poco tiempo. Sin embargo, requiere la preparación cuidadosa y gran habilidad para mantener la atención durante toda la presentación. Para obtener mejores resultados, el método de conferencia deberá utilizarse en conexión con una variedad de otros métodos. Con suficientes recursos audiovisuales y con la participación ocasional del alumno, este método puede brindar buenos resultados.
  2. Narración de historias. ¿Qué le ocurre cuando alguien dice: “Eso me recuerda una historia”? La narración de historias es un método de comunicación eficaz. Las historias captan la atención, despiertan la curiosidad, y apelan a las emociones. Las historias pueden ser utilizadas a manera de introducción, como ilustración o aplicación de la verdad. Cuando narra una historia, esté seguro que la conoce bien, la puede presentar sin dificultad, y se identifica emotivamente con ella. La utilización adecuada de esta técnica puede ser muy eficaz en la comunicación.
  3. El método de preguntas y respuestas. Jesucristo utilizó en repetidas ocasiones el método de enseñanza de preguntas y respuestas. “¿Quién decís que yo soy?” “¿Qué buscáis?” “¿Qué pensáis?” fueron algunas de las preguntas que hizo. Las preguntas deben ser claras y específicas. Normalmente deben ser hechas por el maestro. La clase debe entenderlas y ser capaces de contestarlas. Este método posibilita la participación de la clase en la verdad que es presentada. Este método permite que la sección sea más significativa a los alumnos porque los desafía a obtener sus propias conclusiones.
  4. Discusión en grupo. Una discusión es el intercambio de información, ideas, y opiniones realizado por un grupo. El maestro dirige la discusión, ayuda a participar a tantos miembros de la clase como sea posible, y dirige la clase a una decisión o conclusión definida. La discusión de la clase es ventajosa porque invita a los alumnos a expresarse libremente, permite el intercambio de opinión entre los participantes, e incita a pensar a sus integrantes y a expresarse ante los demás. Sin embargo, para obtener buenos resultados, deberá limitar el número de participantes a no más de diez o doce. Este método es utilizado con buenos resultados por muchos maestros.
  5. Grupos pequeños de estudio. Es recomendable, cuando las clases son demasiado numerosas como para llevar a cabo una discusión general (más de doce), dividir la clase en grupos pequeños de estudio. Cada grupo pequeño no debe tener más de diez personas. Solicite a una persona en cada grupo que dirija la discusión. Proporcione a cada encargado la pregunta o problema que deberá discutir con su grupo. Luego, durante la discusión, visite cada grupo. En un tiempo predeterminado, llame a todos los grupos y permita que cada encargado presente a toda la clase la respuesta que elaboraron sus grupos. Frecuentemente, la discusión acerca de las conclusiones de los grupos son muy útiles y generan interés adicional. Luego, debería resumir sus respuestas y guiar a la clase a alguna conclusión.

Por supuesto, existen otros métodos de enseñanza que incluyen proyectos, viajes de grupo, recitación, trabajo manual y escrito. Hemos limitado nuestra discusión a algunos de los métodos principales de la enseñanza que han sido y son utilizados con éxito. Usted puede utilizarlos para otorgar variedad a su método y emplear las mejores técnicas comprobadas para comunicarse efectivamente en su ministerio de la enseñanza.

Un mensaje importante acerca de la enseñanza: Recuerde que la clase es para enseñar y no para predicar. La tarea principal del maestro consiste en dirigir la clase en una experiencia de aprendizaje. Considérese a sí mismo un “ayudador” de la enseñanza. Usted está en la clase para ayudar en la búsqueda de conocimiento. Como un equipo de exploradores necesita una guía para aventurarse en terrenos desconocidos, así su clase necesita una guía en su búsqueda de conocimiento. Un maestro, entonces, es más un investigador que un informante, un aprendiz más que un conferencista, uno que busca respuestas y no tanto uno que las hace. Haga que sus alumnos, a medida que enseña, lleguen a transformarse en estudiantes independientes. Como maestro, éste es el mayor don que puede entregarles. En las palabras de un dicho antiguo: “Dale un pescado a una persona y comerá un día; enséñale a pescar y tendrá de comer para toda la vida.”

Enseñe para alcanzar el objetivo

Usted debería arribar a la conclusión en cada lección y apelar a la acción según la determina el objetivo de la lección. Tanto los objetivos de largo alcance como los individuales son las guías por donde transita cada lección. Esta verdad se aplica tanto a la preparación como a la presentación de la lección. La conclusión de cada lección debe llevarle a alcanzar el objetivo de la lección y a aproximarse a los objetivos generales o de largo alcance. Revise su presentación tan pronto como haya terminado la clase para saber si alcanzó el objetivo propuesta para esa lección.

Sea práctico al aplicar la verdad de la lección. Relacione ésta con situaciones de la vida que su clase confronta diariamente. La verdad que enseña libera, ilumina las mentes, produce crecimiento espiritual, desafía a una consagración más profunda, y produce una mayor semejanza con Cristo. Pero principalmente, recuerde que la verdad que usted enseña debe ser aplicada para llegar a ser efectiva. Jesús hizo una aplicación de la verdad en sus oyentes cuando dijo que aquellos que escucharan sus palabras y las hicieran serian como el hombre prudente que edificó su casa sobre la roca. Jesús dijo que quienes no aplicaran la verdad a sus vidas, serían como el hombre necio que edificó su casa sobre la arena. Por lo tanto, no dirija a sus alumnos hasta el punto donde tomar una decisión para detenerse allí y terminar la clase. Más bien, guíelos a que actúen o tomen una decisión en cuanto a la verdad que han recibido de manera que puedan ser hacedores de la Palabra y no tan solamente oidores (Santiago 1:22).

TENGA A JESUCRISTO COMO MODELO

Jesucristo fue el maestro por excelencia. Ninguna persona inteligente puede negar esta realidad. En parte, su grandeza de maestro se debe a las palabras que pronunció. Fueron las palabras de la Ley y los profetas. Él habló las palabras que escuchó de su Padre. Sus palabras tenían autoridad y maravillaron a las multitudes (Mateo 7:28).

Otra parte de su grandeza de maestro descansa en el método que usó. Él utilizó todo medio y método posible para enseñar sencillamente las verdades que el pueblo deseaba escuchar.

Él fue inigualable como narrador. Sus historias del Buen Samaritano y del Hijo Pródigo son únicas en belleza, sencillez y verdad. La lección en cada historia fue tan sencilla que únicamente quien se hiciera el sordo no podría entenderla.

Su habilidad de maestro resalta más ante nosotros cuando consideramos a quienes enseñó. Pareciera que Él escogía deliberadamente los alumnos más difíciles para que fueran sus discípulos. Ninguno de los doce poseyó más habilidad o preparación que la gente común. Ellos eran insignificantes, débiles y muy humanos. Pero Él les enseñó. Y lo que ellos aprendieron, se lo enseñaron a otros. Y la chispa que Él comenzó en esos vasos insignificantes y débiles creció hasta transformarse en una llama maravillosa, que se propagó y transformó el mundo para siempre gracias al calor y la luz de su amor eterno.

Cada una de estas razones que explican la grandeza de Jesús como maestro son un ejemplo para nosotros. La Palabra de Dios es nuestro recurso de verdad y autoridad. La eficacia de nuestra enseñanza descansa en nuestro deseo de utilizar lenguaje sencillo y vivo. El éxito de la enseñanza descansa en nuestra habilidad de enseñar a alguien que, a su vez, enseñe a otro.

Usted observará resultados definidos al determinar objetivos, recoger, arreglar y preparar materiales, y comunicar el mensaje con decisión y convicción. Pero en el curso de su preparación recuerde: es el Espíritu Santo quien toma la verdad y la enciende en los corazones de los hombres. Su método puede ser concebido maravillosamente, pero éste será únicamente lo mejor que pueda hacer si el Espíritu Santo no lo infunde con vida espiritual.

Más que nada, ore para que el Espíritu de Dios lo unja en su ministerio y lo ayude a ministrar las necesidades de su gente. Lleno de su Espíritu, usted podrá caminar en la fortaleza, sabiduría y compasión del Señor. Y la gente responderá, crecerá en la fe, y ganará a otros a medida que la obra del Señor avanza.

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