El Significado de la Predicación
En la Unidad 1 consideramos qué es la predicación y qué clase de persona es quien la ministra. Estudiamos la preparación personal y práctica necesaria para predicar. Ahora estamos preparados para estudiar más detalladamente el ministerio de la predicación. En esta lección examinaremos el significado de la predicación, algunas razones de que la predicación es un medio de ministerio, y algunos ejemplos bíblicos de predicación.
La definición de predicación proporcionada en la Lección 1 será extendida para incluir términos del Nuevo Testamento que nos den un entendimiento más completo de la palabra predicación. Consideraremos las palabras del idioma original que nos darán un buen concepto de lo que la palabra predicación significó para la iglesia primitiva. Estudiaremos que de la misma manera en que la predicación fue entonces un método válido de la comunicación de la Palabra de Dios, así también hoy es un medio para comunicar el evangelio.
Mientras usted se aplica para entender el sentido de la predicación, oro al Señor para que desarrolle su potencial y sea capaz de ganar a los perdidos, fortalecer a los creyentes, y preparar a la iglesia para el inminente regreso de Cristo al mundo.
Definición de Predicación
Tradicional
“Predicación es la comunicación de la verdad por el hombre a los hombres. Esta contiene dos elementos esenciales: verdad y personalidad. No puede haber predicación si estos elementos no están juntos.” Estas palabras nos proporcionan lo que ha sido considerada por mucho tiempo la definición más clara y concisa de predicación. Esta fue enunciada por Phillips Brooks, un predicador estadounidense muy reconocido del siglo XIX. la predicación también ha sido descrita como la efusión de una vida, el tamizado de la verdad divina a través de la personalidad humana.
La predicación es el medio principal escogido por Dios y utilizado por la iglesia primitiva para comunicar las buenas nuevas a la gente. Y, aunque la predicación ha cambiado con el correr de los siglos, ésta retiene en un mayor o menor grado, los elementos originales de proclamación, evangelización e instrucción que tenía en los tiempos del Nuevo Testamento.
Biblica
Una de las principales definiciones de la palabra predicar en el Nuevo Testamento es “proclamar como un heraldo”. El mensaje de la predicación del Nuevo Testamento era el evangelio. La apelación era al arrepentimiento y la fe, y la meta era evangelizar al perdido. Las buenas nuevas necesitaban ser proclamadas públicamente porque ésta era la primera vez que la gente había escuchado y entendido la importancia de la muerte, el entierro y la resurrección de Jesucristo.
Aunque la predicación es mencionada muchas veces en el Nuevo Testamento, raramente se hace en relación con un discurso formal. Generalmente se refiere a anunciar el mensaje de buenas nuevas. Hoy, en muchos lugares del mundo, el mensaje del evangelio es anunciado a la gente por primera vez; esta es predicación neotestamentaria en el sentido de proclamar como un heraldo.
¿Puede esta definición de predicación ser reconciliada con la definición y práctica más amplia que hoy tenemos de la predicación? Sí. Por ejemplo, los predicadores del Nuevo Testamento tuvieron la oportunidad especial de anunciar las buenas nuevas inmediatamente después de la vida, muerte, resurrección y ascensión del Señor. El evangelio fue nuevo tanto a los judíos como a los gentiles; de manera que el objetivo obvio de la predicación era la salvación de los perdidos. Indudablemente esta es la razón por qué los ejemplos de predicación que tenemos en el Nuevo Testamento hacen hincapié en ganar a los perdidos. Sin embargo, más tarde, la iglesia maduró y tuvo literatura del Nuevo Testamento a su alcance. Pablo exhortó a Timoteo como pastor: “Te encarezco . . . que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina” (2 Timoteo 4:2). Este es el orden en el Nuevo Testamento que ha desarrollado el modelo de predicación actual. Entonces, la predicación actual no sólo incluye la proclamación del evangelio para que el perdido sea salvo sino también la predicación de la Palabra a los creyentes para que sean animados y fortalecidos en la fe. Por orden bíblico y ejemplo, entonces, ambos propósitos de la predicación provienen del Nuevo Testamento.
Otra definición importante en el Nuevo Testamento de la palabra predicar es compartir las buenas nuevas. Encontramos antecedentes de esta forma de predicación principalmente en el libro de Hechos. Observamos que los creyentes contaron la historia de Jesús dondequiera que iban. Ellos divulgaron el mensaje por medio de la conversación personal en los hogares, en los caminos, en los mercados o en cualquier lugar donde tenían oportunidad de hacerlo. Ellos testificaron con denuedo a los no convertidos acerca del poder del evangelio que había cambiado su vida.
Las buenas nuevas de salvación eran compartidas completa y certeramente. Estos creyentes, llenos del Espíritu Santo, hablaron con denuedo y autoridad en las sinagogas y las prisiones. Ellos razonaron con los eruditos, es decir, con aquellos que tenían a su cargo la formación de actitudes y pensamientos de las multitudes de hombres y mujeres de entonces; ellos testificaron ante los gobernantes; y declararon el evangelio ante los líderes religiosos, cuya mente frecuentemente se oponía a la verdad del evangelio. Los discípulos usaron muchas veces el mismo método —razonamiento, testimonio y declaración— con la gente de los lugares donde vivían, persuadiéndolos a aceptar el mensaje del evangelio. De hecho, cuando Jesús envió a los discípulos a cumplir con la tarea de “predicar el evangelio a toda criatura,” les instruyó que usaran todos los elementos de la comunicación como lo son la predicación, la enseñanza, el testimonio y la declaración. La misión era guiar a la gente a que viera, entendiera y experimentara el poder del evangelio.
Así, el evangelio fue divulgado por medio del testimonio personal y la proclamación pública. Multitudes de creyentes dedicados compartieron el mensaje con un propósito: alcanzar al perdido, brindarle la única esperanza posible a un mundo ignorante y desesperanzado. Y aunque estos creyentes eran como ovejas en medio de lobos, en un mundo pagano hostil, el mensaje fue divulgado rápidamente por todo el imperio romano y más allá de sus fronteras. Durante esos primeros años, la persecución fue implacable pero cuanto más sufrieron los creyentes más consagrados llegaron a ser. El celo y la determinación de ellos fue ricamente recompensada. En tres siglos, el cristianismo logró un lugar de aceptación dentro del imperio romano; lo cual demostró que aun las puertas del infierno no pudieron prevalecer contra la iglesia de Jesucristo (Mateo 16:18). El evangelio, entonces, hizo un impacto permanente en el mundo como resultado directo del mensaje del evangelio. Desde entonces, la vida espiritual y el poder de la iglesia ha avanzado o declinado en relación directa con el lugar que la iglesia le ha dado a la predicación de la Palabra. Todos los grandes avivamientos de la vida espiritual en la iglesia fueron seguidos por el regreso al concepto bíblico de la predicación. La predicación es esencial en la iglesia de Dios. La fuerza de la iglesia se eleva o cae en su compromiso y pasión con la predicación. Por lo tanto, desee convertirse en el mejor predicador que usted puede ser, ya que la única cosa que sustituirá la gran predicación es la predicación aun mayor.
Palabras del Nuevo Testamento
Hemos considerado varias definiciones del Nuevo Testamento de la palabra predicar y hemos observado que el lenguaje bíblico sugiere una variedad de métodos que la iglesia primitiva utilizó para presentar el evangelio a los no convertidos. Al estudiar más extensamente el tema de la predicación, notamos que aun hay otros métodos de comunicación que son sugeridos por el idioma original del Nuevo Testamento. Algunas palabras griegas sugieren el método personal e informal mientras que otras hacen referencia a la presentación formal e ininterrumpida del mensaje desde un púlpito (similar a nuestra idea actual de la predicación). Note los diferentes métodos de comunicar el evangelio que sugieren las siguientes palabras del Nuevo Testamento.
Keruso significa “proclamar como un heraldo”. Esta palabra sugiere la proclamación pública e incluye la figura de un heraldo que tiene a su cargo hacer un anuncio y la de un embajador que representa a otro. La predicación del evangelio incluye ambas ideas. Quien predica cumple funciones de heraldo y de embajador de Cristo (2 Corintios 5:20). Esta palabra es usada en casi 60 ocasiones en el Nuevo Testamento incluyendo Mateo 3:1; Hechos 8:5; Romanos 10:8, 14–15; 2 Timoteo 4:2.
Euangelizo significa “anunciar las buenas nuevas; predicar las buenas nuevas.” Esta es la raíz de nuestras palabras evangelizar, evangelista y evangelio. Debido a que el contenido del mensaje está estrechamente relacionado con la misma predicación, esta palabra describe tanto el método como el mensaje: predicación (contar, decir), es el método; las “buenas nuevas” es el mensaje. Esta palabra es usada en casi 70 ocasiones en el Nuevo Testamento, incluyendo Mateo 11:5, Lucas 3:18, y Hechos 5:42.
Observará que las dos palabras anteriores sugieren, en la mayoría de los casos, un discurso formal tal como comúnmente consideramos a la predicación hoy en día. En contraste, las siguientes palabras describen métodos más informales y menos elaborados en la participación del mensaje de salvación hacía el perdido. Note, también, que muy poco es dicho en el Nuevo Testamento acerca de predicar sermones y dar discursos mientras que mucho es mencionado acerca de decir o contar las buenas nuevas y hablar a la gente acerca de Jesús el Salvador.
Laleo significa “hablar,” “conversar”, “decir”. Literalmente significa “decirlo en voz alta”, lo cual proporciona la idea de un método más personal sugerido en la conversación. Esta palabra es normalmente traducida en su Biblia como “hablar” o “conversar”. Es utilizada en más de 250 ocasiones en el Nuevo Testamento. Hechos 11:19 ilustra muy bien este método.
Martureo significa “ser un testigo” o “dar testimonio”. Esta palabra nos da la idea de un testimonio convincente basado en convicciones genuinas y en evidencias claras. Juan el bautista fue un testigo así, enviado por Dios a testificar acerca de la luz de la salvación de Dios. Este método de comunicar el evangelio es utilizado en más de 70 ocasiones en el Nuevo Testamento. Algunos ejemplos de este método son Juan 1:7–8, 15; Hechos 1:8, 5:32; y 14:3.
Dialegomai significa “dialogar”. Esta palabra sugiere el intercambio de ideas, una oportunidad para preguntar y reaccionar al mensaje presentado. Esta palabra es opuesta al monólogo, que implica que el habla es hecha por una sola persona. En el diálogo existe la situación de enseñanza y aprendizaje. Esta palabra es incluida en esta sección cuyo tema es la predicación, porque esta asociada con la idea de persuadir a la gente a aceptar el mensaje del evangelio y ser salva. Esta sólo aparece en algunas ocasiones en el Nuevo Testamento, pero los siguientes pasajes son ejemplos de este método: Marcos 9:34; Hechos 17:2, 17; 18:4.
Kantangelo significa “decir totalmente y con autoridad”. Otras dos palabras, plero y paresiazomai añaden a la idea de totalidad y autoridad el significado respectivo de “llenar” y “hablar abierta y valientemente”. Algunas referencias para estas palabras son: Hechos 13:38; 15:36; y 17:3.
Razones para la Predicación
Escogida por Dios
Dios escogió la predicación para comunicar su mensaje de salvación. Juan el Bautista “en aquellos días vino . . . predicando en el desierto de Judea. y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3:1–2). Él tuvo todas las características de un heraldo y embajador: proclamando el mensaje de otro, preparando el camino para alguien que vendría después de él y representando un reino (véase v. 3).
Cuando Jesús hizo el anuncio público de su misión, le dio a la predicación la prioridad en la comunicación de su mensaje al ser humano. Él leyó la profecía de Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas [euangelizo] a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar [keruso] libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar [keruso] el año agradable del Señor” (Lucas 4:1819). Nuevamente en sus propias palabras, Jesús describe la importancia de su ministerio de predicación: “Es necesario que también a otras ciudades anuncie [euangelizo] el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado” (Lucas 4:43). El alcance de ese ministerio de predicación es visto en el siguiente versículo: “Y predicaba [keruso] en las sinagogas de Galilea” (Lucas 4:44). Jesús, al dar a sus discípulos la Gran Comisión, les dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). “Y ellos, saliendo, predicaron [keruso] en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían” (Marcos 16:20). Cuando los discípulos obedecieron al mandamiento de predicar, los milagros confirmaron su mensaje, las multitudes creyeron y la iglesia llegó a ser un poderoso ejército en marcha. Es por esto qué es importante que usted aprenda lo que más pueda sobre la predicación, dedicarse a la tarea (y gozo) de la predicación, y luego hacerla a menudo.
Note que Pablo, al escribir a la iglesia de Corinto, describió la predicación como el método que Dios escogió para salvar a los que creyeran, y rechazó la sabiduría de los griegos y las señales que pedían los judíos (1 Corintios 1:21–25).
Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios. (1 Corintios 1:23–24)
Pablo hace otra gran defensa de la predicación en su carta a la iglesia de Roma. Él declara que la salvación es para todos (Romanos 1:5–12), y continúa: “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Romanos 10:13). Luego, el apóstol desarrolla una línea de pensamiento sistemática:
¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán [kerusoanunciado] si no fueren enviados? . . . Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios. (Romanos 10:14–17)
La necesidad de predicar es clara: la fe en Cristo para salvación es el resultado de la predicación del evangelio a la gente. Esta incluye cada método de comunicación sugerido por las palabras del Nuevo Testamento que hoy, en nuestras biblias modernas, son traducidas como predicación.
Por lo tanto, ningún método nuevo es necesario para avanzar el reino de Dios en la vida de las personas. Él ha escogido la predicación como el medio principal para la comunicación del evangelio. Usted notará que Él no utilizó los medios políticos para edificar un reino espiritual, tampoco la acción social ni las actividades culturales. Sólo el evangelio puede cambiar verdaderamente las vidas de las personas.
El Modelo del Nuevo Testamento
La predicación en el Nuevo Testamento, en su primera etapa, era un anuncio oficial o proclamación de la provisión de Dios de salvación para todos los pueblos. Nadie “predicó” por predicar. Los apóstoles predicaron “el evangelio de Cristo”, “arrepentimiento y perdón de pecados”, “a Cristo crucificado”, y temas similares. El acto de la predicación en esta etapa nunca estuvo separado del mensaje de salvación.
Los creyentes de la iglesia comenzaron inmediatamente a proclamar las buenas nuevas en Jerusalén, según el Señor les dirigía (Hechos 1:8). Pedro, con los demás discípulos, hizo el primer anuncio de este mensaje el día del Petecostés (Hechos 2:14–42). Inspirado por el Espíritu Santo, Pedro demostró como las profecías del pasado fueron cumplidas en los eventos que estaban ocurriendo. Él entonces urgió a la multitud a aceptar el mensaje de salvación que Dios les ofrecía. La incrédula multitud fue movida por el mensaje. Cuando la gente preguntó que debían hacer, Pedro los llamó a arrepentirse de sus pecados y a ser bautizados. Como resultado de este mensaje conmovedor, tres mil personas fueron añadidas a la iglesia. El modelo fue establecido; la iglesia crecía y los creyentes fueron por todo lugar predicando el evangelio.
Como ya hemos visto, la predicación pública a una multitud, la presentación de un sermón, no fue el único método que utilizó la iglesia primitiva para propagar el evangelio. La persecución forzó a los creyentes a utilizar otros métodos. “Y todos fueron esparcidos por las tierras de Judea y de Samaria, salvo los apóstoles” (Hechos 8:1). “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio” (Hechos 8:4). Esta persecución introdujo el método del testimonio personal, hablando y comunicando las buenas nuevas, en gran escala. Esta propagación fue amplia y eficaz.
Los que habían sido esparcidos a causa de la persecución que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor. (Hechos 11:19–21)
No existe indicación alguna que estos creyentes, quienes predicaron fielmente el evangelio, fueron reconocidos formalmente como clérigos profesionales por los ancianos de Jerusalén. Tampoco estuvieron asociados con el ministerio del púlpito o con la predicación pública. Ellos, sencillamente, fueron “murmurando el evangelio” y contando las buenas nuevas cada vez que podían. Esta dispersión de la iglesia por medio de la persecución llegó a ser un punto decisivo en el relato del libro de los Hechos cuando los discípulos salieron con el evangelio desde Jerusalén, Judea y Samaria hacia las partes más lejanas de la tierra. (Véase Hechos 1:8.)
El testimonio personal fue otro método neotestamentario de propagar el evangelio. El hombre ciego dio testimonio personal de su sanidad a quienes le preguntaron (Juan 9:25). Pablo dio testimonio de su conversión en tres ocasiones en el libro de los Hechos. En cada ocasión, dijo simplemente lo que había ocurrido cuando nació de nuevo y lo que eso significaba para su vida (Hechos 22:1–22; 24:10–21; 26:1–29).
Pablo, también, usó frecuentemente el diálogo para predicar el evangelio. Por hábito y plan consciente, él entraba en la sinagoga local, discutía y disputaba con los judíos y otros acerca de Jesús el Mesías (Hechos 17:1–3). Algunos eran convencidos y otros no (Hechos 17:4–5). Estas discusiones daban oportunidad para preguntas, debate e interacción entre los presentes. El propósito del diálogo era convencer a los oyentes para que creyeran el mensaje del evangelio y fueran salvos. (Para otros ejemplos de la utilización de este método por Pablo, véase Hechos 18:14, 19; 19:8–10.)
La iglesia del Nuevo Testamento utilizó una variedad de métodos para propagar el evangelio. Sin embargo dos cosas fueron siempre las mismas: el mensaje y el objetivo. Ellos predicaron el evangelio, en esta primera etapa, principalmente para salvar al perdido.
Histórica y actualmente eficaz
Jesús señaló que Él edificaría su iglesia y que ni aun las fuerzas del Hades prevalecerían contra ella (Mateo 16:18). Y desde el Día del Pentecostés en adelante, fue establecido el lugar y poder de la predicación. Los enemigos del apóstol Pablo testificaron del poder de su predicación cuando reclamaron que él había trastornado el mundo o, literalmente hablando, había estremecido el orden social (Hechos 17:6). Mientras tanto, él había afectado maravillosamente grandes ciudades y aun provincias enteras (Hechos 19:26).
Pablo recordó a los creyentes de Corinto que las tremendas ganancias logradas mientras estuvo con ellos, fueron el resultado de la predicación guiada por el Espíritu (1 Corintios 2:1–5). Entonces las buenas nuevas eran esparcidas: poderosamente, con convicción e irresistiblemente. Para principios del siglo IV, el evangelio había triunfado sobre la persecución, la oposición de los gobiernos, muchos errores doctrinales y sobre su propia infancia. También ganó aceptación en el Imperio Romano y una visión nueva que traspasó las fronteras de la Roma imperial alcanzando hasta los confines de la tierra.
La historia de la iglesia registra períodos de grandes avances como también de declinación. Pero cada vez que la iglesia experimentó avances en su vida espiritual, siempre fue acompañada por la proclamación dinámica de la Palabra de Dios.
Con el correr de los siglos, la predicación experimentó algunos cambios. Pero continúa siendo el método altamente eficaz de comunicar la verdad que Dios escogió, y que la iglesia primitiva utilizó tan bien. Hoy la predicación demuestra su valor como un medio para alcanzar las masas de personas que viven aglomeradas en las ciudades del mundo. En las reuniones de masas, los heraldos modernos de la verdad proclaman las buenas nuevas para evangelizar el perdido y, así, multitudes de personas están encontrando a Jesucristo como Señor y Salvador.
Además, millones de televidentes y radioescuchas reciben la predicación del evangelio cada semana a través de los medios de comunicación. En áreas distantes, grabaciones llevan el mensaje de la palabra predicada a las almas hambrientas. Los tratados del evangelio llevan el mismo mensaje a nivel personal a otros millones de personas, mientras que el testimonio eficaz y la proclamación fiel guían a muchos a Cristo. Y en innumerables iglesias y puntos de predicación, la Palabra de Dios es comunicada todas las semanas para evangelizar al perdido y madurar la vida espiritual de los creyentes. La predicación, como puede observarse, es tan importante ahora como lo fue siempre. Esto es especialmente cierto mientras el Espíritu Santo prepara la iglesia para la venida del Señor.
Ejemplos de Predicación
En el ministerio profético del Antiguo Testamento, observamos ejemplos de los profetas hablando como heraldos de Jehová y sirviendo como sus embajadores. Por ejemplo, Jeremías dijo en repetidas ocasiones: “Vino a mí palabra de Jehová . . .” (Jeremías 1:4; 2:1). Él y otros profetas comunicaron el mensaje a la gente que revelaba la mente de Dios en relación con las condiciones existentes. Elías, Isaías y Oseas son entre otros quienes anunciaron el mensaje de Dios en el contexto del Antiguo Testamento y representaron fielmente a Dios ante su pueblo Israel. El ministerio de ellos sirvió para llamar a la nación al arrepentimiento y al servicio fiel, y a inspirar confianza en Dios para salvación.
La predicación del Nuevo Testamento tiene, mayormente, las siguientes características en común: la utilización de las Escrituras del Antiguo Testamento; una clara y autoritativa proclamación de la vida, muerte, resurrección y ascensión de Jesucristo, y una invitación a que los que escuchan el mensaje acepten a Cristo como su Salvador. El mensaje de Pedro en Jerusalén (Hechos 2), su mensaje en el templo (Hechos 3), el discurso de Esteban ante el concilio (Hechos 6). y el mensaje de Pedro en la casa de Cornelio (Hechos 10) son ejemplos de la proclamación en el Nuevo Testamento con el fin de evangelizar al perdido. El mensaje de Pablo en el Areópago (Hechos 17) es un ejemplo de discusión y discurso que tiene como propósito mostrar la salvación a los perdidos.