Las Iglesias Conmemoran la Muerte del Señor


Un grupo evangélico del siglo XVII, los del Pacto, enfrentaron en Escocia una persecución muy severa. Debido a ello tenían que reunirse en secreto.

Cierta noche, una joven escocesa iba rumbo a la reunión de creyentes cuando de pronto algunos enemigos salieron a su paso. La sujetaron con violencia y le preguntaron hacia dónde se dirigía. En una chispa de inspiración, respondió con valentía: “Voy hacia una cena donde escucharé la voluntad y la lectura del testamento de mi Hermano mayor.”

“Parece que es inofensiva”, contestó el líder del grupo, y la dejaron ir. La joven, gozosa, se marchó rápidamente a la reunión secreta para participar de la Santa Cena.

La joven escocesa se refería a la Cena del Señor como la cena hacia donde se dirigía. Jesús era su Hermano mayor. El testamento que se leería era el nuevo pacto que el Señor hizo efectivo con su muerte en la cruz.

La Cena del Señor: Una Ilustración

¡María está radiante! Timoteo sonríe cuando ella ocupa un lugar junto a él. Ella y algunas otras personas han sido bautizadas en agua hace poco. El servicio de la Cena de Señor está por comenzar y ella participará por primera vez.

María ya recibió instrucción acerca del signifi cado de la Santa Cena. Ella se une a los cantos y a la adoración. Luego, algunas lágrimas corren por sus mejillas cuando escucha que el pastor lee las palabras de Jesús: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado” (Lucas 22:19). Ahora entiende mucho mejor el signifi cado de la adoración. En lugar de mirar a su alrededor mientras el símbolo del pan es pasado, ella alaba y agradece al Señor en su corazón. Luego el pastor lee: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama” (Lucas 22:20).

Los creyentes participan de la Cena con reverencia. ¡Cuán maravilloso que el Señor se haya ofrecido a sí mismo por los pecados del mundo! María siente la proximidad del Señor y desea más del Espíritu de Dios.

“Necesitamos ser bautizados con el Espíritu Santo”, le murmura María a Timoteo. Él le aprieta su mano en señal de acuerdo.

En París, Francia, se erigió un gran monumento, el magnífi co Arco del Triunfo. Debajo del imponente arco descansa en una tumba “El soldado desconocido”, el cual representa a todos los soldados que han muerto en batalla. Miembros de un grupo patriótico encienden una “llama de conmemoración” que expresa la gratitud de una nación por quienes han sacrificado su vida por su patria.

Los creyentes también tienen una conmemoración. La “Cena del Señor”, o la Santa Cena, nos recuerda el sufrimiento y la muerte del Señor por nosotros. El partimiento del pan y la copa representan su cuerpo crucifi cado y su sangre derramada por todos los pecados de la humanidad. En la Cena del Señor participamos del pan y de la copa, los cuales nos recuerdan el gran sacrificio que Jesucristo hizo por nosotros (1 Corintios 5:7).

La participación de la Santa Cena ilustra o describe el sufrimiento y la muerte de Jesús. En esta conmemoración, sin embargo, no sólo debemos simpatizar con sus sufrimientos. También debemos pensar en su victoria, en su tarea terminada y aceptarlas. La muerte de Cristo no fue en vano. Completó con ella la tarea que el Padre le había encomendado y ahora puede reclamar a un pueblo para sí mismo.

Además, necesitamos recordar que la Cena del Señor ¡no es un altar! ¡Es una conmemoración! Nos dice cómo Cristo “se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” (Hebreos 9:26).

¡La Cena del Señor no es un altar donde Cristo es sacrifi cado nuevamente! Cuando recordamos la muerte del Señor, le agradecemos por su sacrifi cio que es completo. Proclamamos su muerte hasta que venga otra vez (1 Corintios 11:26).

El Pan y la Copa

El Pan

Durante la cena de Pascua cuando Jesús comió con sus discípulos, tomó un trozo de pan, dio gracias, lo partió y lo repartió a sus discípulos diciendo: “Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí” (Lucas 22:19).

Anteriormente, en su ministerio, el Señor se había referido a sí mismo como al “pan del cielo” y al “pan de vida” (Juan 6:32 y 35). El era el pan entregado por Dios, el que vino del cielo y entregó su vida por el mundo.

Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo (Juan 6:51).

Lo que el Señor quiso decir, en el sentido espiritual, se aclara cuando leemos Juan 6:25-58. Algunos de los que escuchaban al Señor pensaban que se refería a su cuerpo, por lo que discutieron acaloradamente. Se ha de interpretar este vocabulario en la misma forma que las palabras: “Yo soy la puerta de las ovejas” (Juan 10:7). Jesús, literalmente, no es una puerta. La puerta representa al Señor y su obra. Ciertas características de una puerta, como la fortaleza y su función de dividir y proteger, representan su carácter y su ministerio.

Cuando tomamos un trozo de pan en la Cena del Señor, por fe recibimos la vida de Jesús. De la misma manera en que el pan fortalece nuestro cuerpo, su vida nos proporciona fuerza espiritual.

La Copa

Después de la cena, el Señor tomó la copa y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis en memoria de mí” (1 Corintios 11:25). El fruto de la vid representa su sangre derramada; la copa también representa el nuevo pacto sellado con su sangre vertida por nosotros (Lucas 22:20).

Más tarde, aquella misma noche, después de cenar y hablar con sus discípulos, el Señor fue al monte de los Olivos. Allí, en un lugar llamado Getsemaní, se arrodilló solo y dijo:

“Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42). La “copa” a la cual se refi rió, representa los pecados del mundo. Esta carga era más pesada que su mismo dolor físico. Su angustia era tan grande que la transpiración que cayó a tierra era como gotas de sangre.

¡La copa de sufrimiento y pecado de la cual Jesús bebió llegó a ser la copa de salvación para nosotros! ¡Que siempre podamos estar completamente agradecidos a él, quien nos amó y dio su vida por nosotros! (Gálatas 2:20).

Formas y Propósitos de la Santa Cena

Existen diferentes prácticas dentro de la iglesia respecto a la Santa Cena. Algunos grupos sólo utilizan pan sin levadura y, en este sentido, siguen el ejemplo de la Pascua, en la cual utilizaban pan sin levadura (Marcos 14:1). Otros prefi eren que el pan sea de una pieza, ya sea una hogaza, oblea u hostia. Las iglesias grandes prefi eren usar obleas de tamaño individual, que son más prácticas.

Algunas iglesias utilizan una o dos copas grandes que comparten todos los participantes. En este caso la copa se limpia con una tela después de que cada persona toma un sorbo. Otras congregaciones utilizan pequeñas copas individuales. La bebida puede ser vino, vino mezclado con agua, o jugo de uva. En algunas partes del mundo donde no se puede conseguir el jugo de uva, éste es sustituido por el jugo de otras frutas.

Some churches observe the Lord’s Supper every Sunday as part of the morning worship. Others serve communion the fi rst Sunday of every month. Rural churches might have communion only once in several months—whenever a minister is able to come for a service. The Scripture says “whenever.” This leaves it up to the local churches to decide what is best for them.

Algunas iglesias celebran la Santa Cena todos los domingos por la mañana como parte del servicio de adoración. Otras la administran el primer domingo de cada mes. Las iglesias rurales quizá celebran la comunión sólo una vez en varios meses cuando al ministro le es posible asistir a un servicio. La Escritura dice “Todas las veces”, lo cual deja a criterio de las iglesias la frecuencia de la celebración.

Aunque algunas iglesias practican “comunión cerrada” (estrictamente para sus miembros), la mayoría de las iglesias pentecostales celebran servicios de “comunión abierta”. Es decir, que todos los nacidos de nuevo son invitados a participar.

Siguiente lección