Las Iglesias Ministran a las Personas


Varios turistas visitaron una hermosa catedral y dedicaron tiempo para admirar su belleza, arquitectura y tesoros. Los líderes de la iglesia local expresaron a sus visitantes: “Hace mucho tiempo, Pedro le dijo al cojo que estaba junto a la puerta la Hermosa, ‘No tengo plata ni oro.’ ¡Ahora no podemos decir que no tenemos plata ni oro!”

“Ah”, contestó uno de los visitantes, “desafortunadamente tampoco pueden decir como Pedro: ‘Lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda’” (Hechos 3:6).

¡Las iglesias de hoy también pueden suplir las necesidades de las personas como lo hicieron las iglesias del Nuevo Testamento! La riqueza, la educación y el prestigio no son sustitutos para el poder de Dios. “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8). ¡Que en el nombre del Señor podamos ministrar a las personas!

Las Iglesias Nutren a los Creyentes

Los verdaderos líderes de la iglesia son como los pastores que cuidan de las ovejas. Jesucristo relató una historia acerca de un buen pastor y otro asalariado. El dijo:

Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen; así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre (Juan 10:11-15).

Poco tiempo después de su casamiento, Timoteo y María fueron recibidos como miembros de su iglesia. Además de concurrir a los estudios bíblicos, han estado asistiendo a las clases de preparación de líderes y han estudiado varios cursos por correspondencia. Gracias a ello y al tiempo que juntos dedican a la oración, ambos han crecido rápidamente en el Señor.

Como líder suplente, Timoteo ha aprendido también varias lecciones. Ha descubierto que el Espíritu Santo le ayuda al hablar cuando busca a Dios y depende de él. María ha estado enseñando una clase de escuela dominical. También ha estado tomando lecciones de piano y lo toca durante sus reuniones juveniles. ¡ Ellos se gozan verdaderamente en su iglesia!

La iglesia de Timoteo y María ilustra las maneras en que una iglesia puede nutrir a sus creyentes. La palabra nutrir significa suplir con alimento, instruir y educar. Los líderes de la iglesia tienen la responsabilidad de alimentar el rebaño de Dios, de ayudar a los nuevos convertidos a alimentarse en la Palabra de Dios. La iglesia provee oportunidad para que las personas oren y busquen al Señor; los desafía a ser llenos con el Espíritu Santo; su ministerio consiste en orar por los enfermos y consolar en tiempo de tristeza. La iglesia es la expresión visible del cuerpo de Cristo.

Las Iglesias Ayudan a los Necesitados

Al comienzo de su ministerio, Jesucristo se puso de pie en la sinagoga (casa de adoración), en Nazaret, su ciudad natal, para leer la Escritura. Desplegando el rollo, leyó:

El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor (Lucas 4:18-19).

Jesús es llamado el Cristo, que significa “El Ungido”. Dios ungió a su Hijo con el aceite del Espíritu Santo y poder. El “anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hechos 10:38). Como Cristo, las personas que componen su iglesia deben ser ungidos con el poder del Espíritu para contar las buenas nuevas. Usted estudió sobre este tema en la lección 2.

Jesús vino a dar buenas nuevas para el pobre. El pobre representa los corazones necesitados de todo lugar. El mensaje de salvación y libertad debe ser entregado a ellos en tal forma que lo puedan comprender y responder. Jesús también habló de los cautivos, los ciegos y los oprimidos. Tales palabras pueden describir a las personas, ya sea espiritual o físicamente. Cristo vino a suplir cada necesidad. El evangelio proporciona salvación completa para todo el hombre: ¡su cuerpo, alma y espíritu!

La Biblia nos insta a equilibrar nuestra fe con nuestras acciones:

Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma (Santiago 2:14-17).

En algunos países muchos de sus habitantes viven en chozas improvisadas, preguntándose de dónde vendrá la próxima comida. Confrontan desesperadamente la falta de comida y ropa. En otros lugares los refugiados se enfrentan al hambre. ¿Cómo puede el pueblo de Dios ayudar a esas personas?

Las iglesias pueden dar a través de organizaciones que tienen los medios para llegar a esas áreas de sufrimiento. Muchas denominaciones cuentan también con programas de ayuda y las iglesias locales pueden enviar dinero, comida y ropa por medio de esas agencias.

Al mismo tiempo, no debemos olvidar a los necesitados de nuestras comunidades. El grupo de mujeres o cualquier otro brazo de la iglesia frecuentemente asume esta responsabilidad. Quizá un niño que asiste a la escuela dominical carezca de ropa o calzado adecuado. Alguien puede visitar la familia y con sabiduría y tacto puede hallar la manera de ayudarla.

¡No debemos olvidar al rico necesitado! Muchas personas ricas llevan grandes cargas de confusión y vacío. Ellas, también, necesitan una palabra de aliento, ¡un mensaje de esperanza!

Las Iglesias Evangelizan a los Perdidos

Jesucristo habló de su propia vida y ministerio en términos de “buscar y salvar al perdido” (Lucas 19:10). Los perdidos son personas que espiritualmente necesitan la salvación y el perdón de pecados.

La tarea principal de las iglesias consiste en evangelizar a los perdidos. Cumplen esa
responsabilidad cuando comparten las buenas nuevas de salvación a todos, testifican del poder de Cristo, ganan a otros para el Señor, y hacen discípulos que evangelizarán a otros

Tres años han transcurrido desde que se casaron María y Timoteo.

—¿Qué piensas? —le pregunta María a Timoteo, quien ha estado muy callado todo el día.

—¿Conoces esas cuatro familias que fueron salvas el mes pasado, los que viven al otro lado de la ciudad?

—Sí. ¿Qué ocurre con ellos?

—Ellos no pueden asistir regularmente a la iglesia debido a la distancia. Además, no hay iglesia en esa área a pesar de que es un lugar densamente poblado.

—Sé lo que dirás —respondió María muy seriamente—. Dios me ha estado hablando acerca de ello también. Debemos ayudarles.

—¡Alabado sea el Señor! —exclamó Timoteo—. Estoy contento de que desees voluntariamente hacerlo. ¿Pero sabes lo que significa? Deberemos dejar de asistir a las reuniones que tanto amamos.

—Sí, lo sé —aseguró María—. Eso fue lo más difícil. Pero fi nalmente me rendí y le dije sí al Señor. Sabía que El estaba tratando este asunto contigo también.

—Esta conversación me confi rma, entonces, que no era sólo mi imaginación. Siento que Dios desea que organicemos una misión de la iglesia bajo la supervisión de nuestro pastor. Puedo conservar mi trabajo y podemos ministrar los fines de semana. Las cuatro familias pueden formar la base para comenzar. Hablaremos de este asunto con el pastor y veremos qué puede hacerse.

La predicación que Timoteo y María escucharon acerca de los campos “blancos y listos para la siega” (Juan 4:35) desafió sus corazones. La instrucción recibida en la evangelización y clases para líderes de la iglesia, además de la experiencia actual en la extensión, los ha estado preparando. Ellos sienten ahora que han sido nutridos por su iglesia para un propósito: poner en práctica lo que han aprendido.

¡Timoteo y María están en lo correcto! Una iglesia nutre a los nuevos convertidos por medio de los sermones del pastor, la enseñanza de la Biblia impartida por otros, y las importantes actividades. Pero si todo eso únicamente llegara al corazón de las personas, se estancaría. Los creyentes deben ser canales por medio de los cuales las bendiciones puedan fluir hacia el exterior. Cuanto más den, más recibirán.

Una iglesia avanza en la evangelización del perdido como el fuego lo hace en un leño ardiendo. Nuestro Señor, antes de su ascensión al cielo, dijo:

Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra (Hechos 1:8).

Durante el Pentecostés el Espíritu Santo descendió como fuego; le proveyó a la iglesia el poder para que se propagara.

Hoy, las iglesias en todo el mundo son avivadas ardientemente con el poder del Espíritu de Dios. Ellas, en la medida que obedezcan el mandamiento de Cristo de evangelizar hasta lo último de la tierra, se transformarán en llamaradas ardientes en un mundo de oscuridad, frialdad y pesimismo.

“Hace . . . a sus ministros llama de fuego.” —Hebreos 1:7

De todo lo que las iglesias hacen, esto es lo más importante, porque cuando el evangelio del Salvador haya sido predicado y enseñado a todas las naciones del mundo, ¡Jesucristo mismo volverá por los suyos!