Brille en su comunidad

En el Museo del Canal de Panamá, se exhibe una antigua pieza de un faro. Fue fabricada en Francia en el siglo diecinueve y llevada a Panamá cuando los franceses trataban de construir el canal. No pudieron continuar la construcción debido a las enfermedades y a la falta de dinero. Sin embargo,
dejaron esa antigua pieza de faro. Por muchos años sirvió para señalar la ruta a puerto seguro a muchos barcos.

Dentro de esa pieza de faro tiene un lugar donde se puede colocar una pequeña lámpara de kerosén. Alrededor del lugar de la lámpara colocaron muchos trozos angostos de vidrio que sirven como reflectores. Aproximadamente 800 de estos cristales rodean la lámpara. No tienen luz propia, pero reflejan la de la lámpara. La débil luz de una lamparita de kerosén se multiplica centenares de veces para producir una luz potente, brillante y resplandeciente. Durante muchos años, barcos y botes fueron dirigidos al puerto por esta luz distante. Les mostró la ruta hacia un puerto seguro.

De la misma manera, nosotros reflejamos la luz de Jesucristo al mundo. La Biblia compara al cristiano tanto con la luz como con la sal. En esta lección usted estudiará cómo puede ser luz y sal para su comunidad. Estudiará que el control de Jesucristo sobre su mente le ayudará a reflejar su amor al mundo.

Cómo ser una luz para su comunidad

Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo” (Juan 8:12). También dijo: “Vosotros sois la luz del mundo…Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:14, 16). Nosotros no tenemos luz propia, sino que reflejamos la luz de Jesús, como los reflectores del antiguo faro de Panamá reflejaban la luz de la lámpara.

Uno de los propósitos de la luz consiste en alumbrar los senderos para que la gente los pueda ver y transitar por ellos seguramente. El salmista escribe: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119:105). Quizá la gente no lea la Palabra de Dios, pero observa nuestras vidas. Al estudiar la Palabra y caminar en su luz, otros podrán ver mejor el camino recto. Serviremos como reflectores de la luz de Cristo y ayudaremos a otros a encontrar el camino a Cristo.

Otro propósito de la luz consiste en advertir sobre el peligro. Los faros se construyen para advertir a los navegantes la cercanía de rocas en el agua o costas escarpadas. Los cristianos sirven como faros para advertir sobre los peligros del pecado. No sólo la Palabra de Dios nos ayuda a evitar el pecado, sino que se refleja en nuestras vidas para advertir a otros. A menudo es necesario que demos una advertencia contra el pecado.

La luz también hace posible que la gente vea las cosas tal como son. Hebreos 4:12–13 dice:

Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Cuando nuestros corazones están abiertos a la Palabra, nos vemos a nosotros mismos como Dios nos ve. A la vez, cuando personas inconversas observan nuestra vida, reconocen su pecado y su necesidad del poder transformador de Jesús. Pablo escribe que los creyentes viven en una generación impía: “En medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo; asidos de la palabra de vida” (Filipenses 2:15–16).

Cómo ser como la sal en su comunidad

Jesús dijo: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres” (Mateo 5:13). Una función o propósito de la sal consiste en purificar. Cuando la sal se usa para purificar, destruye las cosas ajenas al objeto que se purifica.

La pureza es una virtud o cualidad que los cristianos deben demostrar a su comunidad. Ser puro significa que nuestras vidas no contienen nada impuro. Al ser purificados, podemos influir sobre nuestra comunidad en favor de la pureza. El espíritu del mundo está tratando de rebajar el nivel de honestidad y bondad moral. El cristiano mantiene en alto la norma de pureza en palabra, conducta y pensamiento. El pecado es como una
infección. Hemos de actuar como agentes de sanidad para destruirlo y prevenir que se extienda. Cuando hablamos contra el pecado, fungimos como la sal en nuestra comunidad.

La sal también se usa para preservar. Por ejemplo, la usamos para preservar pescado y carne. Por la sal, ni el pescado ni la carne se corrompen. Yo nací en la isla de Terranova. Una de las comidas más populares de la isla es la “carne de sal”. Se le da este nombre porque la sal se usaba para preservar la carne de res. En Terranova también florece la industria de la pesca. Todavía recuerdo cuando visitaba los muelles donde anclaban los botes pesqueros y empacaban toneladas de pescados en sal. La sal preservaba el pescado por mucho tiempo y no se echaba a perder. Entonces se empacaba para su venta.

En estos dos casos la sal preserva la carne para que se pueda comer más tarde. La carne conserva sus cualidades naturales. No pierde su sabor. El cristiano debe ser la sal de la tierra. Debe fungir como un agente de preservación en el mundo. El cristiano debe influir sobre otros para el bien.

La cualidad más común de la sal es su capacidad de dar sabor. Tiene su sabor propio, pero su mejor uso consiste en hacer que las comidas también tengan sabor. El cristianismo es para la vida lo que la sal es para los alimentos. Le da sabor a la vida. Sin el cristianismo ni su influencia la vida es insípida, sin significado ni propósito. El cristianismo le da sabor y significado a la vida, nos da un motivo por el cual vivir.

Los cristianos debemos ser puros e influir sobre otros para que también sean puros. Hemos de hacer todo lo posible para preservar lo recto y lo bueno. Nuestras vidas deben demostrarles a otros que el cristianismo le da nuevo significado y propósito a la vida. De esa manera fungimos como la sal, así como Cristo dijo que lo haríamos.

Cómo mantener una mente renovada

Acabamos de aprender que no tenemos luz propia, sencillamente reflejamos la luz de Cristo. Tampoco tenemos poder para preservar, purificar o darle sabor al mundo. El poder viene de Dios, quien nos da la sabiduría para usar su poder en bien de otros.

Lo mismo ocurre en el caso de su mente. Usted no puede comprender cómo funciona, sólo Dios puede comprenderlo. Por tanto, mientras más le ceda a Dios el control de su mente o pensamientos, mayor será el control que Él ejerza sobre su mente. Romanos 12:2 dice: “No os conforméis a este siglo,
sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento.”

Una transformación o cambio radical ocurre en nosotros cuando encontramos al Señor. Todo cobra nueva vida. Vemos las cosas en forma diferente. Nuestros pensamientos son diferentes. Nuestra mente es renovada. Es decir, ha quedado nueva, fresca y limpia. Dios controla nuestros pensamientos e ideas. Hemos de formarnos el hábito de permitirle a Dios que influya sobre nosotros a través de nuestra mente. Permita que Dios impregne su mente con los pensamientos de Él. Al orar, usted se tornará sensible a la dirección del Espíritu Santo. Le dará sabiduría para sus relaciones con los demás. Al seguir su dirección, su mente será transformada y renovada, y usted verdaderamente será sal y luz para su comunidad.

En 1 Corintios 2:16 el apóstol Pablo dice: “Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.” También dice en Filipenses 2:5: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.” Después pasa a explicar la actitud que Cristo tuvo. Lea Filipenses 2:5–11, luego estudie el cuadro sinóptico de la página anterior hasta que comprenda las actitudes de Cristo y la respuesta de Dios hacia esas actitudes.

¿Posee usted la clase de mente que Cristo? ¿Es usted sumiso, humilde y obediente? Pídale al Señor que le ayude a obtener una mente renovada, la mente de Cristo. Al obtener la mente de El le ayudará a relacionar el amor de Él y su interés con su comunidad.

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