Edificamos en comunidad

Dos hombres están excavando un pozo. Un tercer hombre pasa por allí y pregunta:

“¿Qué está usted haciendo con la pala, señor?”

Uno de ellos dice, “Sólo estoy excavando este pozo.”

“¿Y usted, señor?” dice, dirigiéndose al otro hombre.

“Bueno, yo estoy edificando una hermosa escuela.”

¿Nota usted la diferencia entre la perspectiva o actitud de cada hombre? Uno lo consideraba sólo como arduo trabajo. No podía ver más allá del trabajo que debía realizar en ese momento. El otro sí pudo ver hacia el futuro, la hermosa escuela que sería edificada en ese lugar.

¿Es usted como el primer hombre o el segundo? ¿Vislumbra usted un hermoso edificio, o sólo fango que se ha de excavar? En esta lección consideraremos el fundamento sobre el cual debemos edificar y cómo edificar en ese fundamento. ¡Seamos edificadores en nuestra comunidad!

Edificamos sobre un fundamento apropiado

Bajo cada gran edificio debe haber un buen cimiento. Sin fundamento, el edificio se derrumba. Lo mismo ocurre en la vida cristiana. Su espíritu de comunidad debe basarse sobre la roca sólida, Jesucristo. Él es su fundamento. Pablo escribe: “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Corintios 3:11).

Se necesita una base bíblica para el crecimiento espiritual. En Mateo 7:24–27, Jesús contó la historia de dos edificadores. Uno edificó su casa sobre la roca. El otro edificó su casa sobre la arena, sin un fundamento apropiado. Las tormentas se desataron y comenzaron las inundaciones. La casa edificada sobre la arena se desplomó. Pero la casa edificada sobre la roca, se mantuvo firme.

En esta historia, Jesús dijo que el hombre sabio que edificó sobre una roca es como un hombre que obedece las palabras de Cristo. La roca sobre la cual edifica son las enseñanzas de Cristo. El hombre que edificó sobre la arena es como el que no obedece las palabras de Cristo.

Es una cosa decir que creemos en Cristo, y otra que vivimos en obediencia a sus palabras. Jesús dijo: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). Usted necesita un fundamento sólido en su vida sobre el cual basarse en las tormentas de la vida. Estas se presentan de muchas maneras: la muerte de un ser amado, enfermedad, pérdida de posesiones, o tentación. Si hemos edificado sobre el fundamento de la obediencia a Dios, tenemos una conciencia limpia y la confianza de que Él nos ayudará en medio de la tormenta. En 1 Juan 3:21–22 leemos estas palabras:

Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él.

Sólo nuestra fe y nuestro fundamento en el Señor y en su Palabra nos guardarán durante tiempos difíciles. ¿Es Él su fundamento? ¿Es usted obediente a su Palabra?

Edificamos juntos

Después que se ha puesto el fundamento, podemos comenzar a edificar. No sólo estamos edificando como individuos, sino también formamos parte de la iglesia universal de Jesucristo, todos los creyentes unidos que están siendo edificados como una estructura completa basada en Jesucristo.
Pedro escribe: “Como piedras vivas” seamos “edificados como casa espiritual” (1 Pedro 2:5). Y en Efesios 2:20–22, Pablo dice:

Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

Todos somos piedras del mismo edificio. Las Escrituras nos dan mucha instrucción respecto a nuestras relaciones mutuas. He aquí algunas palabras de consejo que el apóstol Pablo dirigió a algunas iglesias:

Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. (Efesios 4:2–3)

Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. (Efesios 4:29)

Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. (Efesios 4:32)

Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. (Gálatas 6:2)

Así que según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe. (Gálatas 6:10)

Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. (Colosenses 3:14)

En estos versículos se enseña claramente que la comunidad de creyentes tiene una gran responsabilidad de cada uno hacia otros. Entre los creyentes, más que en cualquier otro grupo de personas, se ha de manifestar el espíritu de comunidad: compañerismo, comunión, asociación, amor, interés, dar y recibir. La iglesia primitiva practicó esta clase de espíritu de comunidad (Hechos 2:43–47).

Cuando edificamos en comunidad con otros, debemos ser flexibles. ¡No dije cambiables! Una persona flexible es aquella que se ajusta a las formas más adecuadas de suplir las necesidades de otros con una meta común. Por ejemplo, un amigo a quien le está usted testificando le pide que le acompañe al zoológico el domingo por la tarde. Pero usted se ha formado el hábito de asistir a la iglesia los domingos por la tarde. Por tanto, le sugiere a su amigo que vayan al zoológico el domingo, pero más temprano, para que luego le acompañe a usted a la iglesia. De esta manera, usted queda bien con su amigo al pasar un buen rato de compañerismo con él, y a la vez se le presenta la oportunidad de ganarlo para el Señor.

Si queremos ganar a nuestra comunidad para Cristo, hemos de trazar un plan. Pero siempre hemos de estar dispuestos a que el Espíritu Santo nos dirija. Si Él desea cambiar el plan, permítaselo.

La ciudad de Seúl, Corea, cuenta con una población de más de diez millones. En una de las iglesias de la ciudad sus miembros ministran casi un millón de personas cada semana. Pero su edificio no tiene la capacidad para que todos se reúnan al mismo tiempo, por lo que han aprendido a adaptarse a fin de suplir las necesidades de la gente.

En Seúl es muy común que la gente se reúna en diferentes sectores para celebrar reuniones públicas en “centros cívicos.” Cada sector cuenta con sus propios dirigentes quienes reúnen a los que viven en ese sector. El pastor de la iglesia ha adoptado esa misma práctica para ministrar a su pueblo. No todos pueden asistir a la iglesia, por lo que él ha llevado la iglesia a ellos. Se han adaptado para suplir las necesidades de ellos.

Si tres personas viven en la misma sección de la ciudad, una de ellas ofrece su casa para celebrar una reunión en algún día de entre semana por la noche. Invitan a sus amigos y vecinos. El grupo crece cuando la gente acepta al Señor. Cuando ya se reúnen doce personas, el grupo se divide. Ya cuentan con miles de grupos pequeños diseminados por toda la ciudad, por medio de los cuales ministran a casi un millón de personas cada semana.

A menudo olvidamos que la iglesia no es un edificio; se compone de personas. Es importante que adoremos juntos, pero necesitamos estar dispuestos a adaptarnos cuando sea necesario a fin de alcanzar a la gente en todas partes con el evangelio.

Edificamos puentes

Los ladrillos y las piedras se han usado como materiales de construcción desde hace muchos años. Los mismos ladrillos o piedras que se pueden usar para construir iglesias, escuelas y hospitales pueden también usarse para construir cárceles. Las mismas piedras que se usan para edificar puentes pueden también usarse para edificar paredes. La diferencia reside en el diseño de los planos del constructor.

Los puentes les permiten a las personas circular en dos direcciones al pasar por sobre obstáculos. Constituyen medios para establecer comunidad. Unen a las personas. Recuerde que según la primera lección uno de los significados básicos de koinonia indica una relación en doble sentido, una relación de dar y recibir. Algunos puentes o paredes pueden edificarse sin ladrillos o piedras. Edificamos puentes al demostrar amistad, ayudar a la gente, al estar a su disposición cuando nos necesitan. O edificamos paredes cuando negamos nuestra amistad y nos aislamos de los demás.

Los cristianos deben tratar de hacer amigos en todos los niveles de la sociedad. Edificamos paredes cuando nos consideramos superiores a los demás. También cuando nos negamos a alcanzar a quienes según nosotros están en un nivel superior al nuestro. Ya sea usted agricultor, obrero, empleado u
oficial del gobierno, puede hacer amigos en niveles diferentes del suyo. Entonces debe tratar de ganarlos para el Señor. Nunca he ganado a una persona para Cristo sin antes hacerme amigo de ella.

Las paredes dividen y separan a las personas. Probablemente haya leído acerca de la Gran Muralla China, que fue edificada hace muchos siglos y todavía existe. Fue edificada para mantener a algunas personas adentro y otras afuera. En sentido metafórico, es más seguro edificar paredes que puentes. Cuando edificamos puentes corremos el riesgo de ser ofendidos o rechazados. Pero Jesús nos ha prometido: “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.” (Juan 16:33).Él no le pidió al Padre que nos sacara del mundo, sino que nos mantuviera cerca de Él y seguros en el mundo (Juan 17:15).

En ocasiones es necesario derribar paredes antes de poder alcanzar a otros. Las paredes se erigen por diferencias entre las personas, como su nivel social, su raza, su color o sus costumbres. Jesús tuvo que derribar algunas paredes cuando le testificó a la mujer samaritana junto al pozo (Juan 4:7–9).

Debemos decidir continuamente entre edificar paredes o puentes en nuestra comunidad cristiana y en nuestra comunidad mayor en el mundo. ¿Está usted demostrando un verdadero espíritu de amor a su comunidad? ¿Está usted ganando a los perdidos para Cristo ganándolos primero para usted? Su comunidad conocerá el verdadero significado del espíritu de comunidad cuando usted les ministre en amor.

Ahora que usted ha completado la primera unidad, usted está preparado para contestar las preguntas de la Evaluación de Unidad uno. Repase las lecciones anteriores, luego siga las instrucciones que están en la hoja de respuestas. Envíe su hoja de respuestas a la dirección de su oficina de inscripción.

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