Cómo ser obrero

Luciano está lleno de gozo. A medida que ha estudiado la Biblia y que ha pasado horas en oración buscando al Señor, el Espíritu Santo le ha mostrando cómo puede ministrar a otros.

Se le pidió que fuera a la casa de un enfermo y que orara por él. Mientras oraba sintió la maravillosa unción y presencia del Espíritu Santo. Una semana después oró por un niño que tenía una fiebre muy alta. El niño fue sanado. Un domingo acompañó a otro creyente que predicaba todos los domingos en un pueblo cercano. Luciano dirigía los himnos y un culto de testimonios. También enseñaba una clase para niños varones.

Luciano está entusiasmado al pensar en cómo Dios da a cada uno de nosotros dones para trabajar en la obra del Señor. Ahora que Luciano se ha dado cuenta de que puede ser obrero, quiere saber más acerca de qué clase de obrero debe ser y cómo puede desarrollar sus dones.

Quizá también usted quiera saber más acerca de estas cosas. A medida que estudia esta lección, vea qué es lo que la Biblia dice acerca de ser un obrero cristiano. Y así aprenderá más a desarrollar sus dones de ministerio.

Siga el ejemplo de Cristo

Sea siervo

¿Qué clase de persona era Jesús cuando vivía en la tierra? La Biblia lo muestra como alguien que se interesaba mucho por la gente y sus necesidades. No era egoísta.

En Mateo 14:13–14 leemos que Jesús se entristeció cuando supo que Juan el Bautista había muerto. Jesús quería estar solo, pero la multitud lo siguió. ¿Él los rechazó cuando lo encontraron? No. Él tuvo compasión de ellos y atendió a las necesidades de ellos. Él hizo la voluntad de su Padre aunque
estaba triste y quizás cansado. De la misma manera, el obrero cristiano no siempre podrá hacer lo que quiere hacer. Es siervo del Señor; el siervo hace lo que su amo quiere.

En Juan 13:1–17 leemos que Jesús sirvió a sus discípulos lavándoles los pies. Al terminar les dijo: “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros” (v. 14). Para lograr éxito como obreros cristianos debemos imitar a Jesús, quien “no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).

Tenga el fruto del Espíritu

Cuando seguimos el ejemplo de Cristo, sus cualidades se ven en nosotros. La Biblia llama estas cualidades fruto. La persona llena del Espíritu Santo tiene la responsabilidad de cerciorarse de que el fruto del Espíritu Santo se vea en su vida.

Dios no solamente nos da dones para el ministerio sino que también nos da poder para controlarnos y poder dar un buen testimonio. La gente puede recibir ayuda por nuestros dones, pero nuestra personalidad podría ser un obstáculo. Debemos tener cuidado de no permitir que ni el orgullo ni ningún otro vicio nos descalifique.

Para este estudio vamos a considerar el fruto del Espíritu que se encuentra en Romanos 12:9–21. Se ha escogido esta porción para ayudarnos a entender más cómo trabajar para el Señor. Nos muestra cómo debe ser la persona que ministra. Usted puede ayudarse al estudiar la lista, orar por su propia vida y pedir la ayuda del Espíritu Santo. No se desanime. Ningún obrero es perfecto, pero podemos llegar a ser como Cristo cuando lo amamos y le servimos.

Desarrolle sus dones

Quizá no siempre estemos conscientes de todos los dones que Dios nos da, pero podemos estar conscientes de la dirección de Dios. Ya sabemos que nuestro don será el don correcto para nosotros. Todos pueden hacer mejor su trabajo cuando creen que lo pueden hacer bien. También sepa que Dios puede darnos un don que no tiene nada que ver con nuestros talentos naturales. ¿Qué clase de ministerios son posibles para nosotros?

Descubra sus dones

El Espíritu Santo puede hacer que hasta las personas tímidas sean intrépidas. Entregue a Dios su vida y sus talentos y disfrutará de su ministerio. No tema probar nuevas clases de trabajo, especialmente si siente que Dios lo atrae hacia esas cosas. No se obligue a hacer cosas nuevas, pero sí permita que el Espíritu Santo lo dirija.

Usted podría recibir palabra de uno de los ancianos o de un líder de la iglesia, que le podría ayudar para saber cuál es su ministerio. Con frecuencia los que han servido al Señor como líderes pueden intuir cuando alguien tiene un don de ministerio. Ya sea que usted reciba un don definitivo o sólo
sienta el impulso del Espíritu a medida que sirve a Dios, sepa que también tiene un ministerio y que hay ayuda para usted en el uso de ese ministerio.

Aprecie sus dones

Su ministerio es un don de Dios para usted. Hónrelo siempre. Esto no quiere decir que usted debe sentirse orgulloso. Ser orgulloso es creerse ser demasiado. Honrar su don es estar consciente de que Dios se lo dio y que le debe dar a Dios la gloria.

A las personas que trabajan en la iglesia las alaban con frecuencia aquellos para quienes trabajan. La alabanza hace que uno se sienta bien. Pero el diablo quizá procure derrotarnos por medio de ella. No podemos atribuirnos gloria por nuestro ministerio. Es el don de Dios para nosotros. Honramos el don, pero no nos alabamos a nosotros mismos por ese don. Debemos recordar siempre que Dios nos ha dado todo lo que tenemos (1 Corintios 4:7).

Use sus dones

Romanos 12:6 enseña que debemos usar la fe que tengamos para manifestar nuestro don. Si ese don es anunciar el mensaje de Dios, debemos hacer precisamente eso. Parece que se nos dice que busquemos nuestro ministerio o don y que luego lo usemos.

Ya hemos visto que hay dos maneras de desarrollar nuestro ministerio una vez que hayamos descubierto cuál es. Ejercemos nuestra fe y estudiamos. ¿Qué debemos estudiar? Piense en su don. Si usted es un ministro de la Palabra de Dios, su primera responsabilidad será saber lo que ésta dice. Este conocimiento llegará al leer y estudiar la Palabra de Dios en oración.

El Espíritu de Dios es nuestro ayudador (Juan 16:13). Pídale que le enseñe el verdadero significado de la Palabra para que usted pueda enseñar la verdad. Usted también puede usar libros acerca de la Biblia, pero recuerde que no todos los libros escritos acerca de la Biblia dan la verdad. Si algún libro no enseña la misma verdad que la Biblia, no lo use.

Todo trabajo en la iglesia debe ser un ministerio espiritual. Recuerde que los primeros diáconos eran hombres llenos del Espíritu Santo aunque su trabajo era encargarse del dinero que se les daba a las viudas. Es aconsejable que todo obrero sea lleno del Espíritu Santo.

De modo que estas son las maneras en que usted puede desarrollar sus dones: ejercite la fe, estudie, ore y use sus dones. Esto es lo que quiso decir Pablo cuando dijo que usted debe enseñar, si es que enseñar es su don. Y que debe servir, si es que servir es su don. Y que debe dar, si es que dar es
su don (Romanos 12:6–8). Use su don, de otra manera el cuerpo padecerá. Para ejercer su tendrá que dedicar su tiempo y energía, pero eso bendecirá a todo el cuerpo y lo hará más fuerte a usted.

El apóstol Pablo le escribió a Timoteo animándolo a que usara su don: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti” (2 Timoteo 1:6). ¡Nosotros también debemos mantener vivos nuestros dones!

Ahora que usted ha completado la primera unidad, usted está preparado para contestar las preguntas de la Evaluación de Unidad uno. Repase las lecciones anteriores, luego siga las instrucciones que están en la hoja de respuestas. Envíe su hoja de respuestas a la dirección de su oficina de inscripción.

 

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