Crecimiento en Grupos de Testimonio
A Juan siempre le gustaba charlar acerca de la temperatura y el progreso de sus siembras con los otros agricultores del área. A María, de igual manera, le gustaba reunirse con grupos de señoras para compartir noticias acerca de sus hijos e intercambiar recetas e ideas hogareñas. Por eso ninguno de los dos se sorprendió mucho cuando Manuelito le respondió a su abuelo que lo que más le gustaba de la escuela era jugar con otros niños.
Los humanos somos seres sociales y nos necesitamos el uno al otro. Nos apoyamos y ayudamos el uno al otro. Aprendemos y crecemos en ambiente de grupo.
Por la asociación con otros creyentes también nos ayudamos para crecer espiritualmente. La iglesia local suple las necesidades de asociación en la adoración colectiva, el compañerismo, la instrucción y el servicio. Sin embargo, los grupos de testimonio más pequeños proveen una base más informal para la asociación y tienden a involucrar a los creyentes en forma más personal en el proceso de la nutrición de la vida espiritual. Ambas formas de asociación son necesarias, por lo que el grupo pequeño siempre complementará el ministerio de la iglesia local.
En esta lección usted estudiará el significado de los grupos de testimonio, la forma en que ministran para suplir las necesidades de los demás y cómo organizar y dirigir reuniones de grupos de testimonio. Al relacionarse con un grupo de testimonio, verá que le provee oportunidades para que aprenda de los demás y a la vez para que les ayude a desarrollarse en semejanza a Cristo.
COMO COMPARTIR LA VIDA DE CRISTO EN GRUPOS PEQUEÑOS
El propósito de los grupos de testimonio
Todos los creyentes tienen algo en común: han recibido nueva vida espiritual, la vida de Jesús. Al estudiar este curso, usted se ha dado cuenta de la necesidad de todo creyente de nutrir su vida espiritual. Esta lección introduce otro elemento que contribuye al crecimiento espiritual. Debido a que los creyentes participamos en común de la vida de Jesús, nos relacionamos los unos con los otros. Todos los que participan de esta vida forman parte de su cuerpo (1 Corintios 12:12, 27). Esto significa que todos los creyentes se relacionan unos con otros de forma vital y dinámica. Esta relación puede ser impersonal y sin significado alguno si no se desarrolla; debe crecer y desarrollarse, porque esa es la naturaleza del cuerpo, como lo hemos estudiado.
Somos responsables no sólo por el crecimiento y el desarrollo personal mutuo, sino también por el crecimiento de nuestra experiencia colectiva. La iglesia se hace fuerte y productiva por el crecimiento y la vitalidad de sus partes individuales. Todas estas partes individuales trabajan juntas para el propósito global del cuerpo. El cuerpo natural funciona en forma saludable y productiva cuando cada parte desempeña su tarea específica. En el sentido espiritual, el cuerpo de Cristo funciona eficazmente cuando cada miembro en crecimiento hace su parte. Los grupos de testimonio constituyen una de las formas más efectivas en que puede ocurrir este desarrollo. Veremos adelante lo que ocurre cuando los miembros de los grupos de testimonio llevan a la iglesia su entrega, energía y trabajo. Los grupos de testimonio pueden promover las funciones de la iglesia local: glorificar a Dios, extender su reino y edificar y madurar a los miembros de su cuerpo. Por tanto, los creyentes deben reunirse para compartir la vida de Cristo y el compañerismo de su cuerpo.
Los grupos de testimonio constituyen una forma importante y significativa de promover el crecimiento y el desarrollo espiritual. Los grupos pequeños como de 10 a 12 personas se dedican al compañerismo, a la oración intercesora los unos por los otros, al ministerio mutuo de la Palabra de Dios y a compartir los recursos espirituales. Proveen un ambiente importante en el que puede ocurrir el crecimiento espiritual. Las relaciones que se desarrollan en tales grupos son recursos valiosos para nutrir la vida de Cristo en cada miembro que desarrolla madurez espiritual. Estas relaciones de grupo hacen posible que cada miembro obtenga fortaleza y apoyo de todos los demás miembros y contribuya al desarrollo espiritual de los demás. Los miembros de los grupos pequeños de testimonio pueden afirmarse el uno al otro para crecer espiritualmente y, a la vez en el proceso, también se enriquece la experiencia conjunta del grupo.
Ese rico compañerismo, las relaciones entre las personas, la dedicación profunda del uno para con el otro y el comportamiento íntimo de la vida de Jesús constituyen características únicas de la iglesia cristiana. Estas caracterizan a la iglesia como Jesús se propuso que fuera. Algo inferior a eso es mucho menos de lo que El desea para su cuerpo. Para impulsar más el desarrollo y la madurez de su cuerpo, el Señor de la iglesia dio varios dones de ministerio a la iglesia a través del Espíritu Santo para facilitar el compartimiento mutuo del compañerismo y la nutrición.
Los grupos de testimonio en perspectiva histórica
La idea de que los creyentes se reúnan en grupos pequeños para compartir la vida de Jesús no es nueva. Jesús conocía el significado del compartimiento íntimo que acompaña la experiencia del grupo pequeño. De entre sus muchos seguidores, Jesús seleccionó a doce asociados íntimos y con ellos desarrolló un grupo pequeño efectivo. La relación de Jesús con los doce incluía muchos elementos de la dinámica de grupo, la cual los científicos sociales modernos han identificado como necesaria para la experiencia de grupo valiosa. En esta experiencia de grupo, cada individuo fue nutrido para crecer en madurez espiritual. Mejor aún, el grupo se desarrolló y se fortaleció en dedicación, propósito y conocimiento como el Señor se lo había propuesto. Por tanto, Jesús comisionó a los doce con la tarea continua de la predicación del evangelio.
Esos primeros líderes cristianos continuaron usando esa estrategia de grupo pequeño en su ministerio. El libro de Hechos revela la existencia de varios grupos pequeños durante el período inicial de la historia cristiana. Hechos 2:41,42 indica que los cristianos primitivos se reunían para participar en el evangelismo, la enseñanza, el compañerismo, la adoración y la oración. Otros pasajes de Hechos indican que los creyentes del siglo I se reunían regularmente en las casas de varios creyentes. Estas reuniones les daban la oportunidad del compartimiento íntimo, el estudio bíblico y la oración eficaz respecto a sus necesidades y las de otros creyentes. Hemos de recalcar que aparte de las ocasiones en que los creyentes de Jerusalén adoraban en el templo, los creyentes en general, por varios siglos, no contaban con un lugar de adoración pública en donde se pudieran reunir como cuerpo colectivo. A pesar de ello, los diversos grupos se comunicaban y compartían las mismas metas globales al reunirse en casas (Hechos 12:12; Romanos 16:5; 23 Colosenses 4:15; Filemón 1-4), auditorios de escuelas públicas (Hechos 19:19) y en sinagogas (Hechos 14:1, 3; 17:1; 18:4), mientras se lo permitían. No obstante, la obra de proclamación del evangelio siguió adelante efectivamente y venció todos los obstáculos.
El modelo de las reuniones de grupos pequeños establecido en el período apostólico continuó durante mucho tiempo. Durante los tiempos de persecución oficial por parte del gobierno, las reuniones de grupos pequeños ofrecían la ventaja adicional de seguridad. En ese ambiente, los recién convertidos aprendían las verdades paganas. Necesitaban nueva orientación acerca de la vida y la realidad para que pudieran practicar la vida cristiana efectivamente. A través de esas experiencias de aprender en grupo, centenares de miles recibieron la enseñanza que necesitaban para ayudarles a comprender tanto las responsabilidades como los privilegios cristianos y para impulsarlos en su desarrollo espiritual.
A través de siglos de historia cristiana, las reuniones de grupos pequeños proveyeron oportunidades para que los creyentes disfrutaran de compañerismo, se nutrieran mutuamente y compartieran su vida y experiencia común. En ocasiones todos perdían la vitalidad de la vida cristiana y el ministerio, excepto unos cuantos que se reunían en esos grupos pequeños de testimonio. En otras ocasiones, los grupos pequeños de testimonio han jugado un papel muy importante en la renovación espiritual de la iglesia cristiana en diversos lugares. Por ejemplo, Juan Wesley organizó reuniones de clases a las que llamaban sociedades, como parte de su estrategia para conservar los frutos del avivamiento espiritual que sacudió a toda Gran Bretaña en el siglo XVIII. Durante la primera parte del siglo XX, se celebraban reuniones de grupos pequeños en hogares cristianos en muchas partes del mundo. En algunas partes, los grupos pequeños se reunían en instalaciones de escuelas bíblicas, en centros de retiros espirituales o donde les era posible para dedicarse a suplir sus necesidades espirituales y en particular para entregarse de lleno al control del Espíritu Santo. Estas reuniones ayudaron a facilitar el desarrollo y la extensión de los movimientos pentecostales, los cuales hicieron un renovado hincapié en la vida de santidad personal y en la obra y el ministerio del Espíritu Santo en y a través de la vida de los creyentes.
En la actualidad, en muchas partes del mundo existen grupos de testimonio cristiano. En ocasiones se reúnen informalmente; otros están estructurados con mayor formalidad. Creyentes de todas las esferas de la vida, niveles sociales, diversas creencias docrinales y organizaciones religiosas se reúnen para participar en el compañerismo, la adoración, el estudio bíblico y la oración. En ocasiones estos grupos pequeños se reúnen en salones de edificios de oficinas o fábricas durante la hora del almuerzo o después de las horas de trabajo. En otras ocasiones se reúnen en salas de conferencias en restaurantes u hoteles. Con frecuencia se reúnen en salones de clases de escuelas y con mayor frecuencia aún en casas. Ya sea que estén estructurados libre e informalmente o más formalmente y ya sea que el lugar sea un comedor, un salón de clases, una oficina o una bodega, lo importante es que estos grupos se reúnan, compartan la vida de Jesús y sean edificados.
Algunas de las congregaciones cristianas más grandes del mundo organizan a su pueblo en grupos tales, comúnmente llamados grupos celulares, grupos de compañerismo de vecindario, o con algún otro nombre similar. Los líderes de estas iglesias grandes dependen de estas reuniones de grupos pequeños para proveerles el compañerismo íntimo y el ministerio personal que cada creyente necesita para impulsar su desarrollo espiritual personal.
En cada período de la historia cristiana, el propósito de estos grupos pequeños siempre ha sido el mismo: compartir la vida de Cristo en grupo. Participan de rico compañerismo espiritual y sesuplen las necesidades de los creyentes individuales. Aún más, en este contexto cada creyente tiene oportunidades de ejercer sus dones en servicio a otros en el cuerpo de Cristo así como también a los que aún no son creyentes.
Usted se dará cuenta, como lo han hecho los creyentes desde los tiempos de Jesús, de que la participación regular en actividades de grupos pequeños de testimonio le ayudará a su crecimiento espiritual. Sus propias necesidades serán suplidas a través de tales relaciones y también se dará cuenta que éstas le proveen oportunidades de contribuir a la nutrición espiritual de otros creyentes.
Satisfacción de necesidades individuales en grupos de testimonio
Los sicólogos han descubierto que las personas tienen ciertas necesidades básicas: intelectuales, sociales, físicas, sicológicas y espirituales. Para los creyentes, los grupos pequeños de testimonio les ayudan en todas las áreas de la vida humana, pero en particular suplen mejor sus necesidades y relaciones espirituales. Estas dos van de la mano porque la vida que da Cristo es una vida compartida. Todos los creyentes participan en grupo. Fijemos ahora nuestra atención en un examen de cuatro necesidades básicas comunes a todas las personas.
1. Todas las personas necesitan sentir que pertenecen. Descubrimos nuestra identidad y nuestro sentido de identidad personal al pertenecer a un grupo. Desarrollamos nuestro sentido de valor propio a través de la interacción con personas que nos aceptan y nos aman en el amor de Cristo. Aun cuando este tipo de relación es posible en la iglesia, su probabilidad es aun mayor en grupos pequeños, donde podemos conocer a otros en forma más íntima. Un niño, por ejemplo, desarrolla su identidad personal al pertenecer a su familia. De manera similar, los recién convertidos desarrollan su identidad como hijos de Dios y miembros del cuerpo de Cristo al pertenecer al compañerismo de otros creyentes. Todos necesitan ser amados, aceptados, incluidos y saber que pertenecen al grupo. La participación en un grupo de testimonio cristiano provee la oportunidad de suplir esta necesidad de manera significante.
2. Todos necesitamos relacionarnos con otras personas. Las personas en general son seres sociales. En todo el mundo, buscan y organizan grupos sociales con los cuales se identifican. Muy pocos deciden vivir aislados. Construimos comunidades y ciudades y nos relacionamos con otras personas. Se cree que mientras más compleja sea una sociedad, las personas llegan a ser más independientes. Nos necesitamos uno al otro, así como también relacionarnos con los demás en un nivel más personal. Nos desarrollamos mejor en el impacto de nuestra vida sobre otra vida. Las concesiones mutuas de las relaciones interpersonales son necesarias para el sano desarrollo de la personalidad. De igual manera, las mutuas concesiones de las relaciones interpersonales dentro del cuerpo de Cristo son necesarias para el crecimiento y el desarrollo espiritual. La ayuda que damos y recibimos impulsa el crecimiento y el desarrollo. Aun cuando quizá requiera alguna adaptación inicialmente, necesitamos desarrollar confianza en aquellos con los que nos relacionamos. Esto producirá verdadera estabilidad y dedicación al grupo y su ministerio dentro del cuerpo de Cristo.
3. Cada persona necesita compartir. Debido a que nos consideramos como personas de valor innato, sentimos la necesidad de compartir nuestros descubrimientos, de incluir a otros en lo que sabemos, pensamos y sentimos. Debido a que nos pertenecemos el uno al otro, necesitamos relacionarnos mutuamente. Necesitamos recibir las opiniones de los demás y compartir las nuestras con otros afines a nosotros y que acaso se beneficien del mutuo intercambio. Esta necesidad de compartir se deriva de nuestra comprensión de la mutualidad, la identidad propia y la relación. Debido a la obra de Jesús dentro de nuestra vida, obtenemos experiencia en el crecimiento espiritual que será de valor y ayudará a otros que atraviesan por situaciones parecidas. Al compartir nuestros descubrimientos con los demás, crecemos espiritualmente y les proveemos ayuda que puede producirles crecimiento también.
4. Cada persona necesita participar. Sentimos la necesidad de dar, de contribuir y participar en eventos comunales. Nadie se siente verdaderamente contento sólo con recibir de los demás. Necesitamos participar, ser incluidos y ayudar en lo que podamos. Necesitamos formar parte de lo que está ocurriendo, participar, recibir de otros y también darles de nuestros recursos. La participación en la misión cristiana, el compartir a Jesús con otros, ayudar a los demás a desarrollarse en semejanza a Cristo—todo representa oportunidades para que los creyentes expresen activamente su fe. Las oportunidades de hacerlo están disponibles especialmente a través de la participación en los grupos de testimonio cristiano.
Luego los grupos pequeños proveen un ambiente en el cual se suplen las necesidades de los creyentes. También ofrecen el ambiente propicio para que los creyentes suplan las necesidades de otros miembros del grupo. La intimidad y mutualidad que se desarrolla en tal ambiente de grupo pequeño hace posible que nos extendamos hacia los otros participantes del grupo de modo que todos recibamos ayuda mutua por la relación. El propósito de estos grupos pequeños es proveer el marco en el cual pueda ocurrir tal relación. Las actividades y funciones del grupo deberían estructurarse de manera que pudieran extenderse a todos los participantes. Una atmósfera de amor, confianza, interés por los demás, franqueza respecto a necesidades y problemas y una disposición para ayudar de cualquier manera que sea necesario es indispensable en el grupo pequeño de testimonio. Característicamente, este es el tipo de atmósfera que uno encuentra en estos grupos.
Funciones de los grupos de testimonio
Un creyente maduro comprende sus responsabilidades cristianas y sabe cómo utilizar los recursos que Dios le ha provisto para cumplirlas. Estas responsabilidades se dividen en tres agrupaciones: 1) hacia Dios, 2) hacia sí mismo y 3) hacia otros. Primero, sus responsabilidades hacia Dios incluyen la alabanza, la adoración y la gloria que le pertenecen a El. Dios es sin igual y desea que reconozcamos su valor y le demos la gloria a El. Lo hacemos por medio de la oración y la comunión con El alabándole por lo que ha hecho. También reconocemos su valor al aprender a depender de El para suplir nuestras necesidades y llevar nuestras cargas. Segundo, las responsabilidades del creyente maduro hacia sí mismo incluyen el desarrollo de una sana comprensión de sí mismo y de quien es como hijo de Dios, su necesidad de mayor crecimiento espiritual y la necesidad de expresar su fe. Es esencial una comprensión equilibrada de sus fortalezas y debilidades. Desarrolla prioridades y valores correctos. La nutrición de nuestra vida espiritual es esencial en el desarrollo de la totalidad que ya estudiamos. Tercero, el creyente maduro tiene responsabilidades hacia los demás, tanto para con otros miembros del cuerpo de Cristo como para con aquellos que aún no han recibido nueva vida en El. Estas responsabilidades interpersonales incluyen el recibir y el dar apoyo, fortaleza y ayuda. Dentro del cuerpo de Cristo se experimenta interdependencia entre sus miembros.
Si se estructuran debidamente, los grupos de testimonio cristiano ayudan a las personas a desarrollarse en estas tres áreas de responsabilidad. Las funciones de los grupos de testimonio cristiano incluyen compañerismo, estudio bíblico, adoración, oración y evangelismo.
El compañerismo se basa en el cuidado humano mutuo, en un sentido de pertenencia mutua. Quienes disfrutan del compañerismo comparten impulsados por la conciencia de que están vitalmente unidos por una vida común en Cristo. Esta es una función principal de los grupos de testimonio cristiano. Estos deberían ser unidades en las cuales las personas que se preocupan por el bienestar mutuo se reúnen para compartir alegrías, desengaños, crecimiento, dolores, visión espiritual, preguntas, problemas, amor, interés mutuo, penas y cargas. Al compartirse éstos con franqueza, los llevan a la vez todos los miembros del grupo. El compañerismo involucra el ejercicio, del verdadero amor cristiano y suple la más profunda necesidad humana: rodearse de personas amorosas que se preocupan por nuestro bienestar. El compañerismo exige que estemos juntos para compartir a través de lo cual ocurre el nutrimiento espiritual.
El estudio bíblico en grupos de testimonio debería envolver principalmente el compañerismo de la verdad bíblica. Con mucha frecuencia toma la forma de discusión y no tanto de conferencia. Lo ideal es que el grupo explore las Escrituras en conjunto para descubrir lo que Dios dice, qué significaba el texto cuando fue escrito originalmente y cómo se aplica su verdad a nuestra vida para suplir las necesidades diarias. El grupo de estudio bíblico no debe considerarse como el compartimiento de opiniones mal informadas o de ignorancia mutua. Más bien, cada participante debería estudiar con cuidado el pasaje bajo consideración por adelantado y asistir a la reunión del grupo con contribuciones y preguntas bien pensadas. El estudio de la Biblia en conjunto con el tipo de formato de estudio que estudiamos en la lección 7 ayuda al crecimiento espiritual. Al aplicar individual y personalmente las opiniones compartidas, cada participante crece por la interacción con la Palabra y con otros miembros del grupo. Aun más, aprende a aceptar puntos de vista alternos que tienen igual validez. Y con ello desarrolla sensibilidad hacia los sentimientos de los demás. Lo mejor de todo, sin embargo, es que los miembros del grupo aprenden las enseñanzas de la Palabra de Dios y cómo aplicarlas a las situaciones de su vida.
La adoración involucra dar honra, respeto o reverencia a quien lo merece. En la adoración cristiana expresamos reverencia y honra a Dios por lo que El es. Esta expresión puede demostrarse por medio del canto, la acción de gracias, la alabanza, la oración y el testimonio. En muchas ocasiones la lectura de pasajes bíblicos apropiados, el canto de himnos cuidadosamente seleccionados, así como los comentarios valiosos respecto al carácter de Dios y su actividad estimulan la conciencia de su santa presencia y el reconocimiento de su divino amor y poder. Las reuniones de grupos pequeños proveen el marco natural para esas actividades espirituales. Con frecuencia se puede dar más tiempo a estas actividades en reuniones de grupos pequeños que en cultos regulares de la iglesia. Las actividades de adoración por lo regular deberían formar parte de las reuniones de grupos pequeños.
Los grupos de testimonio ofrecen un ambiente excelente para compartir cargas y necesidades en oración y cumplir el mandato bíblico de “sobrellevad los unos las cargas de los otros” (Gálatas 6:2). Se le debería dar oportunidad a las personas para expresar sus problemas y necesidades a fin de que los otros participantes del grupo puedan en realidad participar de estas cargas y llevarlas a Dios en oración. Por la oración experimentamos comunión con Dios y le expresamos nuestras necesidades más profundas y sinceras. En el marco de las reuniones de grupos pequeños se puede seguir una gran variedad de modelos de oración. Por ejemplo, el grupo entero puede orar en conjunto, expresándole a Dios las diversas necesidades, o una sola persona puede dirigir al grupo en oración, expresando las necesidades y peticiones del grupo. Un tiempo de oración silenciosa permitirá que todos le expresen en silencio a Dios lo que hay en su corazón. La oración conversacional también se presta para el ambiente de grupo de testimonio. La oración conjunta constituye una de las mejores formas de llevar los unos las cargas de los otros, la cual representa una de las funciones esenciales de las reuniones de grupos pequeños.
El evangelismo consiste en presentar el evangelio a los inconversos a través del poder del Espíritu Santo para que puedan recibir a Cristo como su Salvador personal y seguirle como su Señor. Una de las funciones de los grupos de testimonio cristiano consiste en presentar a Cristo a las personas de una manera simple, clara y persuasiva. Alguien que tenga experiencia en conducir a otros a Cristo debería tener la oportunidad de presentar las verdades esenciales del mensaje del evangelio bajo el marco de los grupos pequeños. Los participantes del grupo con frecuencia se sienten en libertad de invitar a sus amigos a asistir a tales reuniones. Los visitantes casi siempre se sienten más a gusto en un grupo pequeño que en un culto regular de la iglesia. Los participantes del grupo deberían ser animados a invitar a sus amigos inconversos a las reuniones de grupos pequeños con la seguridad de que sus amigos inconversos serán expuestos a las demandas claras y valiosas del evangelio.
IDENTIFICAR LOS PRINCIPIOS DE EFICACIA DEL GRUPO
Las fuerzas dinámicas entran en acción cuando dos o más personas trabajan juntas para alcanzar una meta común. Estas fuerzas incluyen asuntos tales como 1) el propósito y el antecedente del grupo, 2) la personalidad y los antecedentes de las personas que componen el grupo y 3) las metas de los participantes. Estas son las fuerzas que determinan la interacción del grupo. Las relaciones mutuas, los modelos de comunicación y los procesos decisivos, todos reciben influencia de la dinámica de grupo.
De esta dinámica resultan ciertos principios que contribuyen a la eficacia del grupo. Tanto los participantes como los líderes del grupo deberían estar conscientes de estos principios para lograr eficacia máxima.
El primer principio que se ha de observar es el de la participación del grupo. Todos los miembros deben participar en el proceso del grupo. Deben sentirse en libertad de intercambiar ideas libremente y participar en las conclusiones y las decisiones del grupo. Ninguna persona en particular debería dominar al grupo. A quienes tienden a dominar las funciones del grupo se les debe ayudar a comprender la importancia de permitir que otros contribuyan también. Quienes tienden a ser vergonzosos, tímidos y de marginarse deberían recibir ayuda para llegar a ser participantes activos en los procesos del grupo.
Otro principio de eficacia del grupo es la comunicación del grupo. Esta involucra lo que se dijo y el impacto que hace. La comunicación eficaz incluye por lo menos tres aspectos principales: 1) el mensaje verbal, las palabras expresadas;
2) acentuación vocal, el tono en que se expresan las palabras y
3) acentuación no verbal, los gestos o ademanes que usa el comunicador para trasmitir su mensaje. Para que ocurra la comunicación eficaz, estas tres cosas deben estar de acuerdo. Si se expresa una cosa en palabras y otra en formas no verbales, se produce confusión.
En el proceso de comunicación, se fija uno el objetivo de trasmitir una idea como se concibe en la mente. La meta de los oyentes consiste en comprender con claridad las ideas como las concibió el comunicador originalmente. Para eso se necesita hablar y escuchar con eficacia. En el proceso del grupo es necesario comunicar claramente de modo que todos puedan comprender lo que se propuso expresar.
Otro principio de eficacia del grupo es la atmósfera del grupo Esta se refiere a los sentimientos que los participantes experimentan los unos por los otros. La atmósfera del grupo puede variar de la aceptación plena por un lado a la defensiva por el otro. Para la eficacia del grupo, los participantes necesitan sentirse libres para expresar sus verdaderos sentimientos personales sin temor al rechazo. El grupo debe prestar apoyo para que nadie sea tímido ni se sienta amenazado por la presencia de otros. Cada miembro necesita desarrollar flexibilidad al ajustarse a las necesidades de los demás y para las diferentes tareas del grupo.
DIRIGIR GRUPOS DE TESTIMONIO
Quizá usted haya participado en actividades de grupos pequeños, al servir en un comité, asistir a una clase o de manera informal. Quizá haya participado en algún grupo cristiano como el descrito en esta lección. O bien quizá pueda recordar situaciones que ilustran, positiva o negativamente, muchos puntos discutidos en esta lección. Y puede ser que hasta haya participado con regularidad en un grupo de testimonio cristiano. En tal caso, estoy seguro de que la experiencia ha producido un efecto de nutrición para su vida espiritual. Espero que esté desarrollando una conciencia creciente de que Dios no sólo desea que usted madure en lo espiritual, sino también que ayude a otros a crecer en semejanza a Cristo. Al ayudar a otros a crecer, quizá tenga que organizar y dirigir grupos de testimonio. La sección final de esta lección está diseñada para contestar algunas de las preguntas más comunes y prácticas relacionadas con esta tarea. Esperamos que la siguiente lista le sea útil al dedicarse a la tarea de organizar y dirigir grupos de testimonio.
1. ¿Dónde se deben reunir? Una de las primeras consideraciones en la organización de un grupo de testimonio cristiano se relaciona con el lugar en el que han de reunirse. La única respuesta apropiada sería: cualquier lugar en el que el grupo pueda reunirse y cumplir su propósito. Me he reunido con tales grupos en restaurantes u hoteles, en salas de conferencias de edificios de oficinas y en comedores de fábricas. Algunos grupos se reúnen en salones de clases de escuelas; sin embargo, probablemente más grupos de testimonio se reúnen en las casas de los participantes que en cualquier otro lugar. Por lo general debe procurarse la reunión casera en donde y cuando sea posible. El ambiente se presenta para la informalidad de la reunión y los participantes tienden a sentirse más relajados que en el ambiente más formal de una oficina, hotel o comedor de fábrica. Algunos grupos se reúnen en la misma casa regularmente; otros se reúnen por turno en las diferentes casas de los participantes.
2. ¿Cuándo, con qué frecuencia y por cuánto tiempo deben reunirse? La respuesta a la pregunta de cuándo reunirse es muy sencilla: cuando les sea más conveniente a los participantes del grupo. Me he reunido con grupos en reuniones previas al desayuno, al almuerzo y por las tardes. Conozco a algunos grupos que se reúnen a media mañana o a media tarde. Deben reunirse cuando les sea más conveniente a los miembros del grupo. De igual manera, el mismo criterio se aplica al día de la semana para reunirse. Por lo general estos grupos de testimonio se reúnen como una vez por semana durante una o dos horas. Sin embargo, la frecuencia y la duración de la reunión deberían basarse en las necesidades y deseos de los participantes y su disponibilidad para asistir. Se necesita flexibilidad en la planificación en todo momento en las reuniones de los grupos de testimonio, pero en particular durante las primeras etapas de su desarrollo.
3. ¿Quiénes deben participar? El asunto de quiénes participan en el grupo también puede llegar a ser una preocupación. Algunos grupos comienzan como esfuerzos evangelísticos en los que los inconversos componen la mayoría de los participantes. Al comenzar el evangelio a obrar en la vida de estas personas, muchas reciben nueva vida en Cristo y cambia la composición del grupo. Algunos grupos han sido organizados para mujeres, mientras que otros para hombres y otros más son grupos mixtos. Otros grupos se organizan por edades: 1) adolescentes o jóvenes; 2) jóvenes adultos; 3) adultos de medianía de edad; 4) y adultos de edad avanzada. Muchos grupos se forman sobre la base de intereses comunes; por tanto, quienes trabajan en la misma oficina o fábrica, asisten a la misma escuela o, con mayor frecuencia, viven en el mismo vecindario o área geográfica, tienden a reunirse con aquellos que sostienen puntos de vista y de interés común. Los grupos de testimonio cristiano pueden ser organizados en cualquier parte y entre cualquier grupo de personas que desee compañerismo cristiano y esté dispuesto a dedicarse a nutrir a sus miembros individuales en el crecimiento espiritual.
4. ¿Cuál tamaño de grupo es mejor para obtener resultados óptimos? El tamaño del grupo constituye otra cuestión vital estrechamente relacionada con la meta del nutrimiento para el crecimiento espiritual. Algunas personas tienden a decir: “Mientras más grande sea el grupo, es mejor.” Quizá sea verdad esa declaración en el caso de juegos y fiestas, pero no funciona bien para los grupos de testimonio. Veamos por qué. Es un hecho que mientras más grande sea el grupo más exige relaciones entre sus miembros. Esta circunstancia significa que cada miembro tendrá menos tiempo para la interacción mutua, así como menos oportunidades de verdadero testimonio personal. Cuando los grupos de testimonio pierden su carácter personal, se vuelven menos valiosos para los participantes y pueden considerarse simplemente como “otra actividad relacionada con la iglesia”. Las personas se inclinan a establecer y sostener bien sólo un número reducido de relaciones mutuas. Si se rebasa ese número de relaciones éstas pierden su significado; son sólo casuales y hasta forzadas. Por tanto, cuando un grupo aumenta más allá de cierto tamaño, sus esfuerzos se vuelven contraproducentes Piense en eso por un momento.
Es obvio que mientras más grande sea el grupo mayor será el número de relaciones que cada persona debe desarrollar y sostener. Debido a este factor, muchos líderes de grupo experimentados han descubierto que el tamaño del grupo pequeño ideal es como de ocho a doce personas; el número mayor que puede tener sin perder su carácter de grupo pequeño es como de 15 personas. Por tanto, cuando un grupo crece hasta ese tamaño, debe organizarse en dos grupos pequeños. Cuando éstos crezcan hasta ese mismo tamaño, deben dividirse de nuevo. Quienes trabajan regularmente como líderes de grupos pequeños se dan cuenta que los grupos más pequeños tienden a aumentar con mayor rapidez que los más grandes. Por tanto, para resultados óptimos, el grupo pequeño debería incluir como diez, pero no más de quince personas.
5. ¿Quién lo dirigirá? Otra preocupación para quienes desean organizar grupos de testimonio cristiano radica en el liderato. Los líderes surgen de diferentes maneras en un grupo. Con mayor frecuencia, los pastores nombran a los que han demostrado un carácter sano, profundidad de visión espiritual y sensitividad al Espíritu Santo. Después, cuando el grupo ha ganado experiencia, algunos líderes surgen debido a su personalidad carismática. Es obvio que poseen cualidades que atraen a los demás y tienen la habilidad de inspirar a otros a alcanzar sus metas. Otros llegan al liderato porque han desarrollado conocimiento o destrezas extraordinarias en el área de interés del grupo. Por ejemplo, una persona podrá ser seleccionada para dirigir a un grupo de maestros porque tiene más capacitación y experiencia que los otros maestros. En ocasiones los líderes son escogidos por un proceso democrático, es decir, por el voto en las elecciones del grupo y por su popularidad entre todos sus miembros. Sin embargo, en ocasiones las personas dominantes tratan de controlar las funciones del grupo haciendo campaña para ser electos. Si los miembros del grupo no ejercen un juicio sano, pueden experimentar serias dificultades espirituales. Esta es una de las mejores razones de por qué los grupos de testimonio deberían depender de la iglesia local.
Lo ideal es que un buen líder tenga la capacidad de inspirar, poseer carisma, conocimiento y destrezas especiales. Por su amor a Dios y a otras personas, los demás desearán seguirlo. Además, si su nivel de madurez espiritual y profundidad de visión espiritual es mayor que la de los demás, tendrá la capacidad de ayudarlos a crecer espiritualmente. Aún más, si goza de popularidad entre el grupo, tiene excelentes probabilidades de ser electo. Haría usted muy bien si se esforzara en ser el tipo de persona que puede dirigir a otros hacia el crecimiento espiritual.
La tarea del líder del grupo de testimonio cristiano consiste en dirigir el proceso del grupo, impulsar la interacción espiritual con la Palabra de Dios y de los unos con los otros. El líder puede dirigir el estudio bíblico o hacer una presentación evangelistica. Sin embargo, en algunas ocasiones deberá sentarse y escuchar o participar en la discusión mientras otros enseñan o dirigen al grupo. La función del líder consiste en facilitar la interacción del grupo y dirigir sus actividades y procesos hacia el logro de su meta. En el caso de los grupos de testimonio cristiano, la meta consiste en impulsar el crecimiento espiritual de cada participante. La razón primordial de la existencia de los grupos cristianos es de naturaleza espiritual más bien que social. Es necesario estar consciente de ello para que el grupo pueda alcanzar sus metas.
Como se observó anteriormente, otra función importante del líder consiste en armonizar las actividades del grupo con la de un cuerpo mayor, la iglesia de la cual forma parte. Como en el caso del cuerpo natural, el espiritual se fortalece y es saludable en la medida en que trabajan juntos sus miembros, y cada parte funciona de acuerdo con su designio y propósito. Al realizar los grupos la obra del cuerpo de Cristo, se realiza la tarea del evangelismo, se conservan los frutos del mismo y se da evidencia del crecimiento espiritual hacia la madurez. A través de los grupos de testimonio, los miembros de la iglesia tienen la oportunidad de ejercer sus dones, ayudar a otros y desarrollar madurez cristiana. En el contexto de un cuerpo mayor, pueden recibir mayor impulso al reconocer los resultados de sus esfuerzos colectivos, tanto en su propia área como en los campos misioneros extranjeros. El líder alerta deberá esforzarse por mantener las actividades del grupo en su perspectiva correcta. Como siervo de Cristo responsable será sumiso no sólo al gran Pastor de las ovejas sino también al pastor local que el Señor ha puesto sobre su rebaño. También debería reconocer cualquier tendencia de apartarse de las metas de nutrimiento del grupo y hacia las actividades en torno de personalidades. Los grupos de testimonio desempeñarán una función eficaz en la iglesia mientras sus actividades giren en torno a Cristo y le exalten. Cualquier grupo que tenga otro propósito diferente de la edificación del cuerpo de Cristo no producirá resultados permanentes ni tendrá éxito.