Crecimiento en las Familias

Cierta tarde calurosa Juan estaba muy ocupado trabajando en su automóvil. Manuelito observaba muy de cerca mientras su padre trabajaba. La herramienta que Juan usaba se le resbaló, con la cual se golpeó la mano y dio un grito de dolor. Al día siguiente, mientras jugaba, Manuelito pretendía que estaba reparando su bicicleta con la misma herramienta que su padre había usado. María lo observaba y vio cuando también a él se le resbaló de la mano la herramienta. Manuelito gritó y repitió las mismas palabras que su padre había pronunciado el día anterior.

Esa noche María le contó a Juan lo que había hecho Manuelito. Charlaron acerca de la importancia de su influencia personal sobre la vida de su hijo. Puesto que ambos padres deseaban que Manuelito creciera normalmente hasta llegar a ser un adulto bien ajustado, responsable, oraron juntos para que Dios les ayudara a darle siempre un buen ejemplo a su hijo.

Quizá usted haya experimentado algo parecido en su hogar. ¿Recuerda alguna ocasión cuando imitó una acción que había visto en sus padres? O quizá alguno de sus hijos ha imitado su comportamiento. Esta lección trata del nutrimiento que se imparte en el hogar. El propósito del nutrimiento consiste en ayudar a las personas a desarrollarse en su totalidad y madurar a la semejanza de Cristo. La unidad familiar constituye uno de los lugares más importantes donde ocurre el nutrimiento. La Palabra de Dios contiene muchas alusiones a este tema tan importante que puede darle dirección a su vida y ministerio. Ojalá que su importancia quede bien grabada en su mente al ocuparse en edificar el cuerpo de Cristo a través de los diversos ministerios del nutrimiento.

EL PUNTO DE VISTA BIBLICO SOBRE EL MATRIMONIO

El designio de Dios

Los primeros dos capítulos de Génesis narran los maravillosos actos creadores de Dios. Este relato incluye la creación de los cielos y la tierra. Revela que Dios colocó el sol, la luna y las estrellas en los cielos, así como el propósito de ellos. Leemos que llenó la tierra de muchas y diversas clases de plantas, cada una con capacidad de reproducirse a sí misma. Además, leemos que llenó la tierra, el mar y los cielos de una fascinante variedad de criaturas, con lo cual casi completó su acto creador. Después, al ver todo lo que había hecho, dijo que era muy bueno.

El acto creador final de Dios, la corona de la creación, fue el hombre. El hombre fue creado a la imagen de su Creador. Hasta ese punto, Dios no había hecho ninguna criatura o planta como El. Pero en ese momento, Dios, del polvo de la tierra, formó un cuerpo humano y sopló en él aliento de vida. Esa criatura, modelada en la imagen del Creador, era el hombre. Era diferente a todas las otras criaturas porque era un ser moral: tenía la habilidad de conocer y decidir entre el bien y el mal. En ese sentido era como su Hacedor. También tenía la habilidad de comunicarse con Dios.

El hombre era diferente de otras criaturas no sólo porque era un ser moral, sino porque estaba solo. Todas las otras criaturas fueron creadas en pares, hembra y macho, pero el hombre cultivaba solo el huerto del Edén. Entonces Dios dijo: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él” (Génesis 2:18). Por ello Dios tomó una parte del costado del hombre e hizo una mujer para que fuera su compañera. Sería su ayudante y compartiría la responsabilidad de cultivar el huerto. Debía complementar los esfuerzos de su esposo, proveerle compañerismo y junto con él poblar la tierra.

Dios creó al hombre de manera especial para un propósito también especial: tendría la capacidad de responder al amor de Dios y glorificarle. Además, leemos que Dios creó a la primera pareja humana con la capacidad de establecer una relación especial. La relación entre esposo y esposa se designó para constituir la relación básica de una familia, la cual provee identidad social. Puesto que Dios creó al hombre y a la mujer para ofrecerse mutuamente, observamos que El mismo diseñó a la familia.

El relato de Génesis recalca que la relación entre esposo y esposa es de ayuda mutua. Dios se propuso que los esposos y las esposas vivieran juntos para que se suplieran así las necesidades de los dos. Tienen la capacidad de relacionarse y compartir las experiencias emocionales, intelectuales y espirituales de la vida. Además, el matrimonio provee para la relación física más íntima posible entre cónyuges. Dios bendijo esta unión e hizo posible que el hombre y la mujer se reprodujeran y poblaran la tierra.

Observamos, entonces, que además de cuidar la creación y suplir las necesidades de ellos, el propósito de Dios para Adán y Eva también consistía en procrear hijos. La capacidad de procrear y criar hijos es una función natural de la vida humana. Aun cuando Adán y Eva debían participar de la más íntima relación entre ellos, también debían establecer una relación de amor con sus hijos. Como padres, debían proveer un ambiente familiar en el cual pudieran nutrir a sus hijos en la disciplina y la amonestación del Señor. Su vida y enseñanzas debían ser una expresión de su amor y confianza en Dios. De esta manera sus hijos contarían con un modelo apropiado. Los hijos podrían crecer hasta llegar a la madurez y con el tiempo establecer su propia familia por los mismos principios de sus padres.

La Biblia muestra claramente que desde el principio de la historia el nutrimiento forma una parte importante de la relación entre esposo y esposa y padre e hijo. También revela que el nutrimiento en la familia constituye el plan de Dios. Por precepto y ejemplo, un modelo para la vida familiar emerge de las Escrituras. Este fue muy bien resumido en Proverbios 22:6: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.” Aquí se sugiere que Dios diseñó a las familias para proveer relaciones de nutrimiento útiles para que las personas puedan desarrollarse totalmente y encontrarse a sí mismos.

La naturaleza del matrimonio

La relación matrimonial es tan especial que se reconoce en todas las sociedades. Casi siempre el matrimonio de una pareja se formaliza ya sea por una ceremonia civil o religiosa o por un rito acostumbrado. Ya sea que los ritos sean sencillos o muy complicados, por lo general se sigue algún procedimiento con el cual se reconoce formalmente a un hombre y a una mujer como unidad familiar básica: esposo y esposa.

El matrimonio de un hombre y una mujer se basa en ciertas expectaciones y compromisos entre ellos. Si repasara con cuidado Génesis 1:26-28 y 2:20-25 encontraría varios factores que caracterizan la relación matrimonial.

1. El matrimonio fue ordenado por Dios como relación sólo entre un hombre y una mujer. Dios los diseñó el uno para el otro de manera especial. Este es el orden sexual natural que Dios se propuso para el ser humano.

2. El matrimonio es una relación íntima considerada como “unidad” entre el hombre y la mujer. Esta se revela en la forma en que Dios creó a la mujer del costado del hombre. Esta es una excelente ilustración de la unidad que se debería encontrar en el matrimonio. Adán vio a Eva como parte vital de su propio cuerpo. Cuando Dios hizo el cuerpo de Eva, lo diseñó en forma diferente del cuerpo de Adán. La diferencia misma de sus cuerpos los preparó para la intimidad física entre ellos. Dios los preparó en todas formas para la intimidad del uno con el otro.

3. El matrimonio es una relación monógama. Aunque muchas culturas reconocen y permiten matrimonios polígamos, la Biblia no registra tal circunstancia en el caso de Adán y Eva. La Biblia hace especial hincapié en que Dios tuvo el propósito de que el matrimonio se hiciera sólo entre un hombre y una mujer.

4. El matrimonio ha de ser una relación permanente. El esposo y la esposa deben estar unidos hasta que uno de ellos muera. Por el matrimonio son unidos como una sola carne en un pacto hecho delante de Dios, por lo que tal compromiso está en vigencia entre ellos mientras los dos vivan.

5. El matrimonio marca el comienzo de una nueva unidad familiar. Cuando un hombre y una mujer son unidos como esposo y esposa, establecen así una nueva familia con una identidad diferente de las familias en las cuales ambos nacieron y fueron criados. Por lo demás, se le da reconocimiento social a esta nueva unidad y quedan bajo las leyes de matrimonio y propiedad. En algunas culturas los nuevos esposos dejan de vivir con sus respectivos padres. Establecen un nuevo hogar y comienzan a procrear sus propios hijos.

6. El matrimonio es una relación cómoda de confianza mutua. No debe existir vergüenza o timidez entre el esposo y la esposa. La Biblia se refiere a esto en Génesis 2:25. Aun cuando estaban desnudos, Adán y Eva no sentían vergüenza o timidez. Estaban conscientes de sus diferencias, pero plenamente satisfechos en la inocencia y pureza de su entrega mutua.

De acuerdo con el relato de Génesis, queda claro que Dios diseñó una relación de amor, íntima y satisfactoria de la cual quería que disfrutaran mutuamente el esposo y la esposa. Esta relación debía expresar amor y proveer la base para el nutrimiento y el cuidado humano mutuo. En un ambiente tal se crearía naturalmente un contexto en el cual los niños pudieran ser criados de modo que apreciaran las bendiciones de Dios en su hogar y en cada aspecto de su vida.

El nutrimiento en el matrimonio

La relación matrimonial establecida originalmente por Dios y reafirmada a Adán y a Eva después de su caída, aún continúa vigente hoy. El apóstol San Pablo enseña que el esposo es la cabeza de la esposa y el hogar (1 Corintios 11:3). También afirma que los esposos y los padres son básicamente responsables de proveer lo suficiente para suplir las necesidades de su familia. Si un hombre no apoya a su familia, es considerado peor que quien ni siquiera cree en Dios (1 Timoteo 5:8). No debemos olvidar que San Pablo se está refiriendo a los esposos y las esposas creyentes en estos pasajes.

La historia de Adán y Eva que hemos estudiado en Génesis 1 y 2 continúa en los capítulos 3 y 4. Cuando lee uno estos capítulos, observa que Adán y Eva cometieron un serio error que afectó todos los aspectos de su vida. Ya no pudieron seguir viviendo en el huerto del Edén donde había abundante alimento y flores hermosas. Por su pecado de desobediencia a los mandatos de Dios fueron echados fuera del huerto, después de lo cual vivieron y trabajaron en un lugar lleno de espinas. Tenían que trabajar arduamente sólo para obtener alimentos y un lugar donde vivir. Su posición en relación con el orden creado cambió de inmediato. Por ello, en lugar de ser responsables de la creación se convirtieron en sus esclavos. Por su pecado, también cambió su relación entre ellos. Eva había sido creada para que fuera la ayudante de su esposo, pero por su pecado Dios puso a Adán como líder del hogar. Además, Eva tenía que sufrir mucho para dar a luz a sus hijos. Por el pecado de Adán la tierra también fue maldita. Ya no disfrutaba de la abundancia que había experimentado en el huerto. Por ello tenía que trabajar arduamente para sostener a su esposa y familia. El pecado también llegó a ser la base de los problemas que surgieron en su relación matrimonial.

Dios considera sagrada la relación matrimonial. Jesús se refiere a la relación entre esposo y esposa como aquella en la que Dios ha unido a dos personas (Marcos 10:9). Puesto que todo lo que Dios creó es bueno, llegamos a la conclusión de que tenía la intención de que el matrimonio fuera una buena asociación. No sólo ordenó Dios el matrimonio, sino que también les dio instrucciones en su Palabra a los cónyuges sobre la forma en que podían vivir juntos y hacer que su hogar fuera más feliz.

Es particularmente importante que los casados aprendan las enseñanzas básicas de la Palabra de Dios acerca del matrimonio si desean establecer una relación amorosa, de nutrimiento. Se han dado instrucciones específicas para cónyuges, con las que se les enseña a vivir honorable y efectivamente como creyentes cristianos. Estudiemos primero las enseñanzas para los esposos.

Instrucciones para los esposos

Al hablar acerca de la relación familiar, el apóstol San Pablo amonestó a cada esposo a amar a su esposa así como Cristo ama a su iglesia. Cuando usted ama genuinamente a alguien, con toda sinceridad se preocupa por esa persona y sólo le desea lo mejor. Su amor lo impulsará a hacer todo lo que esté a su alcance para cuidarla y pensar en su bienestar antes que en el suyo propio. Cristo demostró su amor por la iglesia al morir para redimir a los que amaba a fin de presentárselos a sí mismo. Los esposos deberían poseer también esta actitud de cuidado humano.

El hombre que ama a su esposa y familia trabaja para sostenerlos. Usa sus destrezas y habilidades para proveerles alimento, techa y abrigo. Un esposo amoroso no olvida ni descuida sus responsabilidades para con su familia.

Un esposo amoroso se preocupa por los sentimientos de su esposa. El esposo que ama a su esposa no habla ni piensa mal de ella. Por el contrario, dice y hace cosas que expresan su amor por ella. No ridiculiza sus errores ni faltas, sino que con paciencia y amor trata de encontrar una solución para esos problemas. Su comprensión y paciencia crean un ambiente favorable en el cual pueden ocurrir el mejoramiento con toda probabilidad.

El esposo que verdaderamente ama a su esposa se preocupa lo suficiente por ella como para comprender sus necesidades emocionales. Toma tiempo para tratar con los problemas que le conciernen a ella. Expresa su amor por ella y hace todo lo posible para que se sienta segura en su relación con él. Le da el apoyo emocional necesario para ayudarle a ser mejor esposa y madre.

El hombre que ama a su esposa y aprecia su función en la unidad familiar procura nutriría espiritualmente. La esposa debería ver en su esposo a una persona que ama a Dios y provee un ejemplo para la familia en el servicio y la adoración a Dios. Dirige las devociones familiares, ayuda en el vecindario como creyente, sirve en la iglesia como parte vital del cuerpo y aplica la Palabra continuamente a las situaciones de la vida. Por sobre todo, siempre tiene a su esposa y familia en oración, dándole gracias a Dios por ellos y por el privilegio de ser mayordomo de las cosas de Dios. Dios se agrada cuando un hombre dirige a su familia de esta manera.

Una esposa obtiene seguridad en la relación matrimonial cuando comprende que forma parte vital de la vida de su esposo y que él la ama. Obtiene más confianza cuando él expresa confianza en la opinión de ella en momentos en que es necesario hacer decisiones que influyen sobre ella y la familia. El esposo nutre a su esposa al considerarla como la persona más importante de su vida. El conocimiento de que la necesitan y la quieren forma parte vital de la relación del matrimonio y la familia.

Otra forma importante en que un esposo provee apoyo de nutrimiento y amor por su esposa consiste en ayudarla en su función como madre. El esposo y padre debería enseñar a sus hijos que deben amar, respetar y obedecer a su madre. Un esposo amoroso nunca permite que su esposa sufra reproche o que abusen de ella los hijos. La esposa debe saber que cuenta con el respaldo de su esposo en la familia cuando establece y pone en vigencia reglas para el hogar al disciplinar a los hijos.

San Pablo subraya el deber del esposo de preocuparse por las necesidades sexuales de su esposa. En 1 Corintios 7:3-5 exhorta a los esposos a no dejar de cumplir el deber conyugal o sexual con su esposa, excepto por mutuo consentimiento y por un tiempo muy limitado. Las Escrituras enseñan que la intimidad sexual forma parte del contrato matrimonial entre un esposo y su esposa y no debería usarse en forma negativa o egoísta contra un cónyuge. La negación a cumplir el deber sexual con el cónyuge abre la puerta a Satanás para tentar a ambos a pecar en esta área de su vida.

Instrucciones para las esposas

A la esposa también se le dan instrucciones acerca de su relación con su esposo. San Pablo enseña que la esposa debe someterse a su esposo (Efesios 5:22). En este contexto, se implica que el esposo debe asumir la función de liderato en la familia. La esposa demuestra sumisión reconociendo y aceptando la función de liderato de su esposo, reconociendo a la vez, por ello, el orden divino para la familia y la autoridad de Dios en su vida. La sumisión no significa ni implica que la mujer sea inferior a su esposo, ni tampoco por ello se le da licencia a él para comportarse como tirano con ella. La sumisión es el reconocimiento de las diferentes funciones que ha establecido Dios dentro de la vida familiar. Al esposo se le ha enseñado a amar su esposa, pero la esposa debe estar dispuesta a recibirlo para que el amor de él se haga real en la vida de ella.

La esposa cumple una función de nutrimiento en el matrimonio en la forma en que se relaciona con su esposo. Su esposo necesita saber que ella aprecia sus esfuerzos para proveerle lo necesario. Ella debería expresar su aprecio por los esfuerzos de él, por la provisión y el interés de modo que esté consciente de que ella toma en cuenta todo lo relacionado con su liderato. También puede ser de apoyo usando sabiamente los recursos familiares que administra. Aún más, su habilidad para apoyar a su esposo fielmente cuando confronte problemas y reveces le ofrecerá el aliento amoroso necesario para momentos difíciles.

Una esposa amorosa trata de hacer que el hogar sea un lugar placentero y de descanso para su esposo. Una casa limpia, comidas oportunas y una actitud placentera, amorosa hacia las responsabilidades hogareñas le muestran al esposo que su esposa se preocupa profundamente por él. La esposa que aborda sus responsabilidades de esta manera sin duda descubrirá que su esposo responderá en forma amorosa y de preocupación hacia ella también.

La esposa cristiana dedicada nutrirá a su esposo al dirigir él a la familia en la oración y en el servicio a Dios. Indicará el apoyo de su liderato por medio del alto valor que les da a las cosas espirituales tanto en el hogar como en la iglesia. Una esposa tal mantendrá una buena relación con Dios a fin de que la relación con su esposo también sea mejor. Esta armonía en el hogar será un testimonio apropiado para su familia de lo práctico y la realidad de la verdadera vida cristiana y también lo será para los vecinos. Hará más efectivo su servicio a Dios en su iglesia local, ya que reflejará en su vida el amor, la paz y el gozo de Dios que emana de su vida diaria.

El esposo experimenta necesidades emocionales y físicas que la esposa cristiana debe atender. Deberá hacer todo lo posible para apoyar a su esposo, demostrándole que se preocupa por sus necesita des y que puede depender de ella. Amorosamente proveerá la intimidad necesaria para enriquecer su relación con su esposo. Así como San Pablo exhortó a los esposos a estar conscientes de las necesidades sexuales de la esposa, también dio instrucciones a las esposas respecto a las necesidades sexuales del esposo (1 Corintios 7:3-5). Por medio de la intimidad sexual, la esposa puede expresar la aceptación plena de su esposo y darle su afecto más profundo. A su vez quizá descubra que al suplir las necesidades del esposo, éste responderá positivamente para suplir las de ella.

De acuerdo con el pasaje de Efesios, Dios desea que el matrimonio y la vida hogareña de los creyentes sean felices y satisfactorios. La responsabilidad de esto descansa por igual en cada cónyugue. Cada quien ha de nutrir la relación con cuidado y diligencia a fin de que conduzca a un hogar feliz y una vida abundante juntos.

LA NATURALEZA DE LAS FAMILIAS

Cuando oyen la palabra familia, muchas personas quizá piensan en el hogar en el que nacieron y se criaron. Si usted es adulto y ya no vive con sus padres, quizá recuerde algún evento especial o costumbre que practicaban sus padres cuando era niño. Si así es, quizá este evento le traiga gratos recuerdos. El término familia tiene un significado especial, cariñoso, para muchas personas. Es la unidad social en la que comenzó nuestra vida y continúa influyendo sobre nosotros de formas muy importantes.

En Génesis 1:28 observará usted que Dios deseaba que Adán y Eva tuvieran hijos. En las Escrituras los hijos son considerados como parte de la herencia y las bendiciones de Dios en la vida. Son de mucha estima (Salmo 127:3). Proverbios 17:6 dice que los nietos son corona de los viejos y, la honra de los hijos, sus “padres” (o antepasados). Este es el designio de Dios para la familia: que un esposo y una esposa lleguen a ser padre y madre. Así lo ordenó El, por lo que es bueno y correcto.

Los hijos por lo general viven con sus padres y sus hermanos hasta que llegan a ser adultos. Quizá dentro de la cultura donde usted vive haya una edad cuando los hijos dejan el hogar de sus padres y establecen su propio hogar. Como adultos se espera que se sostengan a sí mismos y suplan sus propias necesidades. Este es el proceso natural de la vida.

Sin embargo, antes de que los hijos lleguen a la edad cuando normalmente abandonan a sus padres, viven en familia. Algunas culturas quizá tengan diferentes arreglos familiares. Probablemente los hijos estén bajo el cuidado de otras personas y no tanto bajo los padres. Estos pueden ser tíos y tías o abuelos. El niño pronto se da cuenta de quién tiene la responsabilidad de suplir sus necesidades, de que depende de él o ellos para obtener alimento, casa, protección y seguridad. Los padres tienen ciertos deberes y obligaciones hacia un hijo durante sus años de desarrollo. Sin embargo, cuando el niño llega a ser adulto, asume estas responsabilidades por sí mismo. Y los padres enseñan a sus hijos durante la niñez y la adolescencia a cuidarse por sí mismos, a actuar con responsabilidad y a prepararse para funcionar como adultos.

Puesto que la mayoría de los años de una persona los vive como adulto, es necesario que reciba atención especial y capacitación durante los años previos a la madurez. Las lecciones básicas de la vida por lo general las aprende en el hogar paterno. Nuestros primeros maestros por lo general son nuestros padres. Debe establecerse un fuerte vínculo de amor e intimidad entre los padres y los hijos. Este vínculo de amor y cuido humano debería continuar por toda la vida de la persona. La relación entre padre e hijo es muy especial y provee significado y dirección por toda la vida.

Observamos la naturaleza de la familia en cada cultura. En cada una se puede observar un ciclo de vida. Los niños al nacer son infantes pequeñitos, indefensos. Al comenzar a crecer y a madurar, se les enseñan lecciones de la vida importantes para los años de la madurez. Por lo general hay una edad cuando el hijo o la hija ya se considera como adulto. Se le exige que se comporte como miembro adulto de la sociedad. Del matrimonio de estos jóvenes adultos normalmente nacen hijos y se inicia el ciclo de nuevo.

El nutrimiento en las familias

Quizá usted recuerde lo que estudiamos en esta lección acerca del efecto del pecado en el matrimonio. Los resultados del pecado de Adán y Eva causaron serios problemas a su familia para ellos como padres y para sus hijos. Existen muchas ideas y enseñanzas. acerca de la forma apropiada en que los padres deben criar a sus hijos. Sin embargo, para los padres creyentes, las mejores enseñanzas se encuentran en la Biblia. Estas son las instrucciones que dio Aquel que diseñó la familia. Como tales, estas lecciones naturalmente deberían proveer la mejor información.

En Efesios 6:4 se instruye a los padres a criar a sus hijos en la “disciplina y amonestación del Señor”. La palabra disciplina, como se usa en este texto, tiene varios significados. Significa nutrir, educar con buena instrucción y capacitación. Y, por supuesto, se refiere a la corrección disciplinaria como medio para ayudar en el proceso de enseñanza.

Además se instruye a los padres a enseñar a sus hijos en la “amonestación del Señor”. Amonestar significa llamar la atención de los hijos a algo con un propósito. Quizá el padre tenga que usar de severidad o advertencia para ayudarle al niño a aprender. Amonestar también implica que los hijos deben ser capacitados y se les debe enseñar en cada parte de su ser. Aprenden la disciplina física al desarrollar sus destrezas de moción en el trabajo y el juego. Se les enseña a desarrollar sus habilidades intelectuales. A los hijos se les da la instrucción apropiada sobre cómo expresarse emocionalmente. Y ciertamente se les da enseñanza completa que los hará madurar espiritualmente.

El crecimiento hacia la madurez es un proceso de aprender. Los hijos reciben nueva comprensión de varias fuentes. Pueden ser nutridos por el ambiente, por ejemplo y por explicación. Todas éstas áreas de instrucción son importantes y los padres pueden usarlas efectivamente para capacitar al niño en forma apropiada.

Los niños aprenden muchas lecciones sólo del ambiente en que viven y se desarrollan hacia la madurez. Los padres pueden aumentar su efectividad en el nutrimiento de sus hijos proveyéndoles en el hogar las circunstancias que contribuirán al proceso de aprender. Los padres creyentes pueden hacer mucho para desarrollar una atmósfera cristiana. La música, los materiales de lectura, los juguetes y los juegos, el arte y las formas sanas de diversión son sólo unas cuantas cosas que pueden influir en los hijos y hacer un impacto de enseñanza en ellos. ¿Ha observado cómo un niño comienza a imitar los sonidos que escucha en el ambiente que le rodea? Quizá oiga una canción en el televisor o la radio y después los padres oyen que trata de cantar la misma canción. La influencia cristiana puede formar parte de la vida del niño si los padres llenan el ambiente con las cosas que imparten el mensaje cristiano o hacen que éste influya en el mismo. Estas cosas por lo general ejercen un impacto positivo en el niño.

Los padres tienen la hermosa oportunidad de nutrir a sus hijos por el ejemplo de sus propias vidas. Los hijos son muy impresionables. Lo que ven que hacen sus padres lo consideran como correcto. Pronto comienzan a imitar el comportamiento y las acciones de ellos. Los padres creyentes que amorosamente nutren a sus hijos procurarán enseñarles la verdad bíblica por su ejemplo personal. El ejemplo de los padres ejerce un impacto de largo alcance sobre sus hijos. A menudo los niños continúan recibiendo influencia del ejemplo paternal incluso ya de adultos.

Los padres creyentes tienen la obligación y la oportunidad de nutrir a sus hijos explicándoles lo que deben aprender. Los hijos son bendecidos y se benefician mucho cuando los padres les leen y explican historias bíblicas. Las lecciones de la Biblia son lecciones de la vida para los niños. Aprenden rápidamente a juzgar su comportamiento por los ejemplos de las Escrituras. Su mente comienza a desarrollar una comprensión de la verdad básica impartidora de vida de la Palabra de Dios. Este conocimiento se convierte en la base para comprender las leyes morales de Dios. Este conocimiento creciente de la Palabra de Dios que comienza en la niñez puede ejercer un efecto que se extiende hasta sus años de madurez, lo cual por lo general sucede.

El nutrimiento apropiado de los hijos exige que los padres disciplinen y corrijan su comportamiento de manera amorosa y llena de interés. Al ir creciendo los niños, los padres observan que más y más desean hacer las cosas a su manera. Con mucha frecuencia, incluso se portan mal. Dios ha mandado que los hijos obedezcan a sus padres y que los honren (Efesios 6:1). Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a los hijos lo bueno y lo malo, así como de exigir de ellos que obedezcan sus enseñanzas. No es bueno que los niños desobedezcan a sus padres sin recibir la disciplina apropiada. Los padres tienen la obligación, ante Dios, de nutrir a sus hijos con el tipo de disciplina que corrige y enseña a la vez. Como resultado de este tipo de disciplina los hijos desarrollan la fortaleza para ejercer autodisciplina cuando llegan a la madurez.

El propósito del nutrimiento en la familia consiste en desarrollar esas cualidades de la vida en los hijos, las cuales los llevarán a la madurez y a la totalidad. Pero es de mayor importancia el desarrollo del conocimiento y la comprensión del niño acerca de Dios y su Palabra. Así se le provee una base sólida para el razonamiento y el juicio moral. Los hijos también deben aprender a ser miembros buenos, responsables, de su sociedad y comunidad. Deberían ser nutridos de tal manera que se preparen para enseñar y entrenar a sus propios hijos algún día.

Aun cuando el nutrimiento más básico debe recibirse en el ambiente familiar, en la iglesia se debe recibir nutrimiento adicional, donde la familia adora a Dios en unión de otras familias. Los niños necesitan ver el valor de cada familia en su fidelidad, testimonio y servicio en su comunidad. Deben ser dirigidos a considerar la iglesia como lugar de instrucción espiritual, adoración colectiva, compañerismo y servicio. El ejemplo que establecen los padres en términos de su asistencia a la iglesia y el sostén que dan a sus ministerios sin duda alguna ejercerá una influencia por toda la vida sobre sus hijos.

Conclusión

El nutrimiento en las relaciones familiares hace un hincapié muy importante en la Palabra de Dios. Dios diseñó estas relaciones: la del matrimonio y la de padres e hijos. Su Palabra nos ofrece enseñanzas adecuadas e importantes acerca de la forma de desarrollar un hogar feliz y alegre. Los esposos y las esposas creyentes descubrirán que su matrimonio será mucho más significativo y gratificador si cada quien procura agradar a Dios primero y luego a su cónyuge. Los padres que valoran las enseñanzas cristianas e impregnan la verdad de Dios en sus hijos desde una edad muy tierna descubrirán por lo general que sus hijos al crecer más responsables y se ajustan mejor a la vida como adultos.

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