Crecimiento en las Iglesias

Juan y María procuraron hacer de su hogar el lugar ideal en el cual Manuelito pudiera crecer hasta llegar a la madurez. Deseaban que tuviera recuerdos gratos de sus experiencias al crecer. Sabían que algún día su hijo habría de aceptar las responsabilidades de la madurez. Llegaría el día en que escogería una vocación, seleccionaría una compañera para casarse, criarían hijos y se involucrarían activamente en los asuntos de la comunidad. Se gozaban de que su crecimiento y desarrollo lo involucraba en actividades e intereses saludables que reflejarían un comportamiento más maduro.

De igual manera, nuestro Padre celestial quiere que sus hijos se identifiquen con un compañerismo de creyentes, la iglesia, a fin de que puedan ser nutridos en madurez espiritual y ser capacitados para la participación activa en el servicio cristiano. Las iglesias proveen tanto la capacitación para el crecimiento y la madurez cristiana como la capacitación para el ministerio.

En la lección final de este curso hará usted un repaso del ministerio de nutrición de la iglesia. Al estudiar esta lección, descubrirá la forma en que el compañerismo con una iglesia puede ayudarle a crecer en madurez espiritual y la forma en que le ayudará a capacitarle para ayudar a otros en el crecimiento espiritual.

LA IGLESIA: LUGAR DE NUTRIMIENTO

En el sentido más amplio, la iglesia incluye a todos los creyentes que han recibido nueva vida en Jesús. Cuando usted nació otra vez recibió la vida de Jesús y espiritualmente se unió a El y a todos los demás que comparten su vida. Por eso se convirtió en parte del cuerpo espiritual, la iglesia. Cuando nos referimos a la iglesia en el sentido del Nuevo Testamento, pensamos en aquellos que han sido llamados a seguir a Jesús. Este cuerpo de seguidores de Cristo se conoce correctamente como la iglesia.

La iglesia de Cristo tiene dos aspectos: el universal y el local. El universal se refiere al término iglesia en el sentido más amplio. Se compone de todos aquellos que comparten la vida de Jesús por virtud del nuevo nacimiento. Es universal porque incluye a los creyentes cristianos de todos los lugares a lo largo de la historia de la iglesia. La iglesia local se refiere a la asamblea o congregación local. La iglesia local es la manifestación de la iglesia universal en un lugar determinado. Sin la iglesia local, la iglesia universal no tendría expresión específica. Por tanto, la iglesia local es el compañerismo de personas redimidas que se unen en un lugar determinado para cumplir los propósitos y la misión de la iglesia universal. Es el cuerpo de Cristo en un lugar específico.

Cristo, la cabeza de la iglesia, se expresa en la tierra a través de la iglesia. La misión de la iglesia es por eso una extensión de la misión de Jesús. El ha desafiado a la iglesia a continuar la obra que inició (Mateo 28:19-20; Marcos 16:15; Lucas 24:46-49). Las iglesias locales como parte de la iglesia universal comparten la responsabilidad de cumplir esa misión. Cada creyente forma una parte de ella, en la cual desempeña una función específica. Las personas que se han unido a Cristo por el nuevo nacimiento deberían ser integrados en su cuerpo por su afiliación a una congregación local de creyentes. Allí su vida espiritual puede nutrirse en semejanza a Cristo, en la cual también descubren oportunidades de contribuir al desarrollo espiritual de otros creyentes. Estas dos ideas pueden resumirse diciendo: “Las iglesias son lugares donde ocurre el nutrimiento cristiano.”

Esta breve introducción a la naturaleza de la iglesia llama la atención a dos hechos principales: 1) todo creyente forma parte del cuerpo universal de Cristo y por lo tanto debería identificarse con la vida, testimonio y compañerismo de un cuerpo local de creyentes; 2) la misión de Cristo es también la nuestra. Su propósito consiste en redimir, de entre todas las personas, a un cuerpo de creyentes y transformarlos a su semejanza. Como parte de su cuerpo, hemos sido desafiados a cumplir su misión. Podemos ser de mayor eficacia en esta misión al crecer en el conocimiento de su Palabra y el uso de los dones espirituales que nos ha dado. El crecimiento espiritual, que incluye profundidad en la aplicación de la Palabra de Dios a las situaciones de la vida diaria, también se obtiene al dar testimonio a los inconversos y compartir con los menos maduros que nosotros. Para que la obra de Cristo sea lo más eficaz posible, necesitamos crecer en madurez espiritual.

Parte del material que ha estudiado en este curso pertenece más al aspecto universal de la iglesia, pero esta lección se enfoca en su expresión local. Parte de la tarea de las iglesias locales consiste en nutrir la vida espiritual hacia la madurez cristiana. En el ministerio de la iglesia local y a través del mismo, encontrará usted la ayuda que necesita para crecer en lo espiritual. También encontrará abundantes oportunidades para ayudar a otros a madurar en semejanza a Cristo.

Cuando el pueblo de Dios en la iglesia local trabaja en conjunto y armonía se suplen las necesidades del crecimiento del cuerpo y los inconversos se sienten atraídos a Cristo. Además, los creyentes que componen el cuerpo de Cristo se nutren y capacitan para la participación valiosa en el servicio a los demás.

El ministerio de la Palabra de Dios en las iglesias cumple ciertos propósitos esenciales: 1) llama a los inconversos a la fe en Cristo; 2) nutre la fe de los creyentes, enseñándoles a vivir de manera que agraden y glorifiquen a Dios. Aunque este ministerio puede expresarse de muchas maneras, tales como en la enseñanza, el impulso, la amonestación y la corrección, su propósito sigue siendo el mismo. En el asunto del nutrimiento de la vida espiritual de los creyentes, resaltan dos cuestiones: 1) la capacitación para la madurez; 2) la capacitación para participar en el servicio. Estos son los resultados del ministerio de la Palabra de Dios de la iglesia.

Todos reconocen que la instrucción y la capacitación constituyen una parte vital de la ayuda que se le da a un niño para crecer y madurar. Al niño debe enseñársele a vestirse y a comer por sí mismo, a leer, a relacionarse debidamente con los demás y a controlar sus emociones. Los padres y los maestros cooperan para ayudar al niño a hacer estos cambios. En forma parecida, la iglesia ofrece oportunidades de ministerio designadas para proveer crecimiento espiritual y desarrollo en madurez espiritual.

Desde un punto de vista bíblico, la meta suprema del crecimiento cristiano es la semejanza a Cristo. Al crecer espiritualmente, avanzamos en forma progresiva hacia la madurez cristiana. El servicio cristiano es una medida de expresión de madurez espiritual. Nuestro deseo de ser como Cristo nos conducirá a servir como El sirvió y a participar en el desarrollo espiritual de los demás. Otra expresión de la madurez cristiana es el desarrollar visión espiritual juicio y carácter sanos.

En este punto repase lo que estudió en la lección 2, la sección titulada Seis niveles de necesidad. Observe cuidadosamente el progreso de la infancia espiritual hacia la madurez espiritual. Además, observe que el desarrollo se enfoca en la participación en el servicio cristiano. La vida cristiana consiste en más que oír, también implica hacer (Santiago 1:22). Efesios 4:11-16 indica que todo el pueblo de Dios debe llevar a cabo obras de servicio cristiano. Estos versículos también enseñan que los líderes de la iglesia deben capacitar al pueblo de Dios para cumplir su servicio. Además, el versículo 16 sugiere que el creyente demuestra su madurez en Cristo al tomar su debido lugar en el cuerpo de Cristo, al derivar fortaleza del cuerpo y dar su fortaleza y dones para el bienestar y el desarrollo de los demás. Por tanto, el cuerpo de Cristo se desarrolla y madura cuando cada miembro lleva a cabo su servicio. Esto se logra cuando la iglesia, a través de sus miembros y líderes, nutre la vida espiritual de sus miembros y los capacita para el servicio cristiano eficaz. La iglesia, a través de su ministerio de nutrimiento, informa a sus miembros de sus responsabilidades, los impulsa a usar sus destrezas y talentos para la gloria de Dios y provee oportunidades de servicio.

EL DESARROLLO DE ESTRUCTURAS DE MINISTERIO

Las iglesias locales elaboran programas de ministerio para ayudar a promover su evangelismo y servicios de extensión. Estos programas están basados en principios de servicio cristiano como los estudiados en este curso. Los programas que elaboran las iglesias locales constituyen el intento de llevar a la práctica las creencias en formas que lograrán sus metas de ministerio.

En su intento de establecer programas de ministerio significativos, las iglesias locales procuran suplir las necesidades de desarrollo espiritual de todas las personas, aparte de su etapa de desarrollo espiritual o edad. Al proveer oportunidades de servicio las iglesias locales capacitan a los creyentes en proceso de madurez para aplicar lo que han aprendido al ayudar a otros. Esta forma de ministerio proporciona ayuda para los recién convertidos y ejercita los talentos y destrezas de los creyentes en desarrollo, así como crecimiento en semejanza a Cristo y madurez cristiana. Debido a las distintas necesidades de los creyentes recién convertidos y los maduros, las iglesias locales procuran ofrecer programas equilibrados, graduados y organizados.

El ministerio de nutrimiento de una iglesia local se equilibra cuando ofrece una variedad de las oportunidades que son necesarias para ayudar a las personas en el desarrollo espiritual de cada área de su vida. La iglesia de los tiempos del Nuevo Testamento subrayaba el evangelismo, la enseñanza, el compañerismo, la adoración y la oración (Hechos 2:41-42). Todas estas actividades son indispensables para el pleno desarrollo espiritual. Por tanto, las iglesias locales deberían examinar sus programas de ministerio para asegurarse de que ofrecen oportunidades equilibradas en estas cinco áreas. La iglesia local debe diseñar actividades que se enfoquen en estas áreas de ministerio. También debería ofrecer un programa equilibrado que provea oportunidades para todos en el compañerismo a fin de aprovechar estos servicios.

Puesto que las congregaciones se componen de una gran variedad de personas, desde niños pequeños hasta adultos de edad avanzada, un programa equilibrado debería incluir ministerios para todas estas edades. Esto nos lleva a la necesidad de programas graduados. La necesidad de la capacitación graduada es un hecho muy claro. Los niños de edad escolar, por ejemplo, se clasifican por grados de acuerdo con su edad y diferencias en su habilidad de aprender. Los estudiantes universitarios se clasifican a la base de sus previas experiencias en el aprender y sus logros. Las iglesias, al operar bajo el mismo principio, ofrecen unas oportunidades de aprender para niños, otras para jóvenes y aun otras para adultos. Además, algunas iglesias creen necesario agrupar a sus alumnos de otras maneras para alcanzar a los de diferentes niveles de logros académicos, intereses y etapas de desarrollo espiritual. Es obvio que las necesidades de dos jóvenes, un graduado universitario de una gran ciudad y el otro un agricultor con poca educación escolar y sin experiencia fuera de su remota aldea rural, serán muy diferentes. Estas diferencias influirán sobre su experiencia del aprender. De igual manera, dos adultos de la misma edad bien pueden experimentar diferentes situaciones familiares. Si uno está casado y sus hijos han nacido en su temprana edad, quizá experimente relaciones entre padre y adolescente. Sin embargo, la otra persona de la misma edad quizá está criando hijos pequeños o casi bebés. Sus necesidades e intereses, por lo tanto, serán muy diferentes. Para suplir las necesidades de todos sus miembros, la iglesia debería estructurar oportunidades de aprender sobre bases graduadas. Luego entonces, un programa graduado, se refiere al desarrollo de un programa de oportunidades educativas para grupos de alumnos con características parecidas que influirán sobre su proceso de aprender. Se ha descubierto que los programas graduados promueven el aprender eficaz; por tanto, para ayudar a sus miembros a aprender y a crecer en madurez espiritual, la iglesia debe establecer programas graduados.

Es necesario organizar un programa con muchas actividades y características. Según las investigaciones sobre la materia las tareas grandes pueden llevarse a cabo mejor cuando se dividen sistemáticamente en varias tareas más pequeñas. Esta es la naturaleza de la organización. La organización le ayuda a la eficiencia agrupando tareas similares y colocando cada una bajo la supervisión de una persona que puede especializarse en un aspecto de la obra total. Un sistema de organización provee el marco dentro del cual pueden ocurrir las actividades, conecta las diversas partes de un programa en un todo unificado y provee coordinación de las diversas partes. Un plan organizacional también provee comunicación entre los diferentes grupos y sus líderes y define las relaciones entre las partes. Aún más, establece el alcance de las responsabilidades y los modelos de autoridad y responsabilidad.

Las iglesias cuyos programas de nutrimiento incluyen una variedad de actividades, necesitan organizar sus esfuerzos para asegurar el logro de lo que se han propuesto: que sus programas alcancen las metas propuestas. También necesitan organizarse para ayudar a evitar duplicación innecesaria en áreas de importancia.

Los modelos organizacionales por lo general se muestran en diagramas visuales que muestran cómo las comunicaciones fluyen vertical y horizontalmente. Tales cuadros también muestran en forma visual cómo una cierta tarea se relaciona con el programa total y quiénes son los supervisores y los subordinados. En un diagrama, los niveles más altos de responsabilidad y obligación aparecen arriba del esquema y otras actividades aparecen en sus respectivos niveles hacia abajo. Véase el ejemplo de un diagrama esquemático para una iglesia en la página anterior.

LA CAPACITACION PARA EL MINISTERIO

La capacitación de líderes forma parte vital del ministerio de nutrición de una iglesia local. Usted ya ha descubierto que todo creyente ha de participar activamente en el servicio cristiano. En el Nuevo Testamento, las palabras servicio y ministerio se derivan de la misma palabra griega y tienen el mismo significado.

Desafortunadamente, a través de la historia de la iglesia se comenzó a hacer una distinción artificial entre los ministros y los laicos en la iglesia. El malentendido de que sólo los líderes ordenados de la iglesia son ministros es muy común. Pero esta idea no se encuentra en el Nuevo Testamento. De acuerdo con las Escrituras, todo creyente tiene la responsabilidad de prestar su servicio cristiano.

Dios ha establecido a ciertos líderes en su iglesia y les ha dado la responsabilidad particular de capacitar y equipar al resto del cuerpo para el servicio. Esta es la enseñanza clara de Efesios 4:11-12. Los santos, todo el pueblo de Dios, deben realizar las obras del ministerio, mientras que los apóstoles, los profetas, los evangelistas y pastores y maestros deben preparar (capacitar o equipar) a los santos para el ministerio.

Quizá usted experimentó cierto grado de temor o se sintió incompetente la primera vez que consideró esta idea. Muchos creyentes experimentan tales sentimientos. Lo que usted experimentó fue la conciencia de su necesidad de capacitación. Se sintió incompetente y mal capacitado para tal tarea. Por eso Dios ha provisto a líderes para que le ayuden. Al recibir la instrucción de los líderes de la iglesia más maduros, desarrolla el deseo de servir a Cristo y ayudar a otros a venir a El, a madurar en su semejanza.

Dios ha provisto la capacitación inicial de cada creyente para el ministerio. A través del Espíritu Santo le ha dado a cada miembro de la iglesia la capacitación esencial para obras de servicio. La presencia del Espíritu Santo en la iglesia y en la vida del creyente lo capacita para la vida y el servicio eficaz. Además, Dios le ha dado a cada creyente algún don (o dones) espiritual a fin de capacítario para el ministerio dentro del cuerpo de Cristo. Cuatro pasajes del Nuevo Testamento indican que todo creyente ha recibido tal capacitación para el servicio: Romanos 12:3-8; 1 Corintios 12:1-11; Efesios 4:11-16; 1 Pedro 4:10-11. Aunque todos los miembros reciben un don o varios, no todos reciben los mismos. Una variedad de dones ha sido distribuida entre los miembros del cuerpo. Cada don complementa a los demás. Al ejercer todos esos dones, el cuerpo es hecho completo.

Una de las partes principales de la responsabilidad de la iglesia en la capacitación de sus miembros para el ministerio consiste en ayudar a su pueblo a descubrir sus dones. Si un creyente no esta consciente de su don, ¿cómo se le puede ayudar a descubrir lo que Dios desea que él haga? Un buen punto de comienzo sería el deseo de trabajar para el Señor, estar fascinado con cierto aspecto de servicio y sentirse atraído o dominado por el mismo. En ocasiones éste comienza al identificarse uno con un sentido de realización al observar a otros servir al Señor en alguna capacidad. Una vez que la persona se siente atraída a un aspecto particular de servicio cristiano, debería buscar oportunidades de participar en el mismo. Debería experimentar un sentido de realización y satisfacción al desempeñar este servicio, si en verdad es el don de Dios para él. En este proceso, los creyentes deberían descubrir también que Dios no los ha llamado a ciertas tareas. Este es un descubrimiento sano. Quizá uno de los mejores indicios del don de servicio de un creyente sea el reconocimiento que le dan los creyentes más maduros. Al ser testigos del uso del don, del espíritu en el que se usa y la respuesta espiritual que sigue, pueden discernir con frecuencia si este es el comienzo de un ministerio ungido por el Espíritu o no. El Espíritu que mora dentro de él da testimonio de lo genuino del don. Entonces pueden impulsar a la persona a seguir desarrollando el don tal como San Pablo impulsó a Timoteo (2 Timoteo 1:6). Luego entonces, una parte principal de la capacitación de creyentes para el ministerio, consiste en ayudarlos a descubrir el don que Dios les ha dado.

Mas no basta con descubrir el don que poseemos. Los dones se reparten en formas sin desarrollar. Es necesario que se desarrollen por la práctica y el uso. Incluso a los músicos más dotados les es necesario practicar largas y tediosas horas para desarrollar sus dones. Por esa razón la iglesia participa en el ministerio del nutrimiento. Los líderes de la iglesia dedican gran parte de su tiempo y energías a la tarea de capacitar a los miembros de la iglesia para el servicio espiritual. Al ayudar a las personas a desarrollar los dones que Dios les ha dado, la iglesia, a través de sus líderes, capacita a los creyentes para el ministerio. También provee oportunidades para la aplicación de las lecciones aprendidas.

EL PERSONAL PARA LOS MINISTERIOS DE NUTRIMIENTO

Para que una iglesia local tenga éxito en su ministerio de nutrimiento debe contar con el liderato de personas capaces y dedicadas. Cada grupo dentro del programa necesita un líder dedicado. Por tanto, cada iglesia local requiere cierto número de personas para que sirvan en sus programas de nutrimiento. En la Biblia se mencionan en particular dos tipos de líderes de nutrimiento de la iglesia: 1) pastores y 2) maestros. Sin menoscabar la importancia de otras personas, estudiaremos las funciones de estos dos grupos mencionados en las Escrituras.

Los pastores constituyen el don de ministerio especial de Dios para la iglesia. Por lo general reciben capacitación especial con el fin de prepararlos para su obra. Con frecuencia dedican todo su tiempo, o la mayor parte del mismo, al ministerio de la iglesia. Tienen la responsabilidad del liderato espiritual de todos los aspectos de la obra de la iglesia. Esta incluye tanto responsabilidades generales como específicas en el ministerio de nutrición de la iglesia.

Si lee de nuevo Efesios 4:11,12 con mucho cuidado, observará que los pastores y los maestros se relacionan estrechamente. En el idioma original del Nuevo Testamento (griego), la gramática del pasaje sugiere que estas dos funciones podían combinarse en la misma persona. Estos dos oficios representan dos funciones diferentes, aunque relacionadas, que desempeñaban en la iglesia las mismas personas. Debido a esta relación estrecha, este vocablo en ocasiones se escribe pastoresmaestros para destacar su asociación estrecha.

La función pastoral se refiere a la tarea de velar por el rebaño. Se compara con un pastor que vigila y cuida un rebaño de ovejas. La función de la enseñanza incluye nutrimiento, capacitación y desarrollo de las personas a quienes ministra. Las dos ideas en realidad no están muy aparte la una de la otra. El pastor dirige al rebaño hacia pastos verdes donde abunda el buen alimento y agua fresca. El maestro instruye en la Palabra de Dios, la cual es alimento espiritual y dirige a las personas hacia Jesús, el agua de vida. El pastor-maestro tiene la responsabilidad de velar y cuidar la congregación, así como de enseñar y capacitar a los miembros para el servicio eficaz y madurez máxima. La enseñanza forma parte esencial del oficio pastoral.

Los creyentes acuden a su pastor en busca de enseñanza. Reciben y valoran su consejo e instrucciones. Muchos de sus sermones son de instrucción. Puesto que emplea gran parte de su tiempo preparándose para enseñar a las personas, éstas deberían respetar y proteger su tiempo de estudio. Esta es una parte muy importante de su obra y ministerio.

La obra del pastor incluye la supervisión de todos los ministerios de la iglesia. El programa de nutrición es una de esas áreas generales bajo su supervisión. Quizá delegue a otros la supervisión específica de las diveras partes del programa, pero le da dirección general a todos los programas de ministerio. En este oficio, debe funcionar como el maestro principal de un grupo de maestros colegas. En esta capacidad, supervisa el programa total de nutrición y, en muchas ocasiones, él también se dedica a la enseñanza.

De acuerdo con el pasaje de Efesios, los pastores han recibido la responsabilidad específica de enseñar a fin de preparar al pueblo de Dios para obras de servicio. Tienen la responsabilidad particular de capacitar a otros para que el cuerpo de Cristo sea edificado en conocimiento, unidad de la fe y madurez en Cristo. La capacitación de liderato y el desarrollo del ministerio constituyen una parte importante de la responsabilidad total del pastor por el ministerio de la iglesia. Debería funcionar como ministro principal en un cuerpo de ministros. Su tarea principal consiste en reconocer y desarrollar el liderato potencial. así como capacitar y equipar al pueblo de Dios para ministrar. Esta tarea incluye el ayudar a las personas a descubrir lugares de servicio en los que puedan desarrollarse y ejercer sus dones para la gloria de Dios y la edificación de su cuerpo. En realidad, esta es la tarea más desafiante del pastor. El desarrollo del potencial humano bajo Dios y la capacitación de las personas para participar en el servicio cristiano es a la vez una imponente responsabilidad y una gran oportunidad. Jesús seleccionó en particular a algunos de entre las masas de personas que le seguían. De entre las multitudes decidió capacitar a los doce. De igual manera, San Pablo seleccionó a personas especiales a quienes pudiera capacitar para liderato en el ministerio. Timoteo ofrece un ejemplo de este modelo. Esta es la tarea específica del pastor-maestro.

Aun cuando el pastor es el maestro principal de la iglesia, no debería ser el único. Los diversos aspectos del programa de nutrimiento exigen que muchas personas asuman responsabilidades de enseñanza, por lo cual Dios ha hecho arreglos para suplir esta necesidad impartiendo el don de maestros a la iglesia. Las iglesias locales deberían esforzarse por seleccionar a los maestros de entre aquellos que Dios ha dotado para ese oficio. La enseñanza es un ministerio importante de mucha responsabilidad (Santiago 3:1). Los maestros deberían reconocer la importancia de su tarea, ya que tienen la gran oportunidad de influir sobre el destino eterno de muchas personas.

Muchas personas que enseñan en los programas de nutrimiento de la iglesia no contarán con la preparación formal que por lo general se espera de los maestros de escuela pública. Pero tampoco es necesario que obtengan tal preparación; no obstante, necesitan las cualidades necesarias para comunicar la verdad eficazmente a sus alumnos. Puesto que la mayor parte de la enseñanza en la iglesia consiste en ayudar a las personas a crecer espiritualmente, los maestros de la iglesia deben ser creyentes vivificados y en crecimiento que conocen las enseñanzas de las Escrituras. Además de su experiencia en el nuevo nacimiento, deben practicar una relación dinámica, creciente, con el Señor y ser llenos del Espíritu Santo. Su comportamiento debería reflejar la calidad de vida que Jesús ofrece, porque deben ser modelos de la vida que da Cristo.

Los maestros dedicados se caracterizan por la manera en que responden a las exhortaciones bíblicas a crecer en la gracia (2 Pedro 3:18) y a desarrollar la facilidad de comunicar la verdad del evangelio (2 Timoteo 2:15). Poseen un agudo y creciente apetito de la Palabra de Dios y del ministerio cristiano. Esto no significa que los maestros de la iglesia deben saber todo lo que está disponible para aprender en estas áreas. Probablemente nadie sepa todo lo que se puede saber. Significa más bien que deberían dominar ciertas enseñanzas bíblicas básicas. También significa que deberían desarrollar profundidad crítica de las enseñanzas de la Palabra de Dios y sus aplicaciones a la vida diaria. Aún más, estos maestros de la iglesia deberían tener cierta comprensión de la naturaleza humana y de la composición sicológica de sus alumnos. Deberían comprender también ciertos hechos básicos del proceso de enseñar y aprender y cómo aplicar su conocimiento en situaciones de instrucción. San Pablo le enseñó a Timoteo que los obreros cristianos deberían ser personas fieles con la habilidad de enseñar a otros (2 Timoteo 2:2).

Quizá esté usted considerando iniciar un ministerio de enseñanza en su iglesia local. Probablemente sienta que Dios le ha dado el don de enseñar. En tal caso, debería procurar el desarrollo y el ejercicio de ese don cuantas veces se le presente la oportunidad. Puede prepararse para un servicio más eficaz procurando aprender más en las áreas estudiadas en el párrafo anterior. He procurado sugerir en este curso muchos factores que han ayudado a otros a desarrollar las destrezas y el conocimiento necesario para ser productivos en el ministerio del nutrimiento. Confío en que ahora estas sugerencias dirigirán sus esfuerzos y aumentarán en el futuro al continuar desarrollando los talentos que Dios le ha dado.

El hecho mismo de haber completado este curso indica que ha adquirido muchas de las destrezas básicas necesarias para este ministerio sagrado y emocionante. Ahora debe usted usar lo que ha aprendido. Al hacerlo, crecerá espiritualmente y ayudará a otros a crecer en semejanza a Cristo también.