Maestros Modelos

Una tarde cuando Juan regresó del campo encontró a María muy emocionada. ¡Manuelito había pronunciado su primera palabra! Juan, sabiendo lo que eso significaba, también se puso muy contento. Era maravilloso observar con cuánta rapidez Manuelito aprendía otras palabras y su significado. Impulsado por sus padres, Manuelito aprendió a identificar objetos, personas y lugares con sus nombres correctos. Pronto demostró la habilidad de arreglar palabras en frases sencillas. Durante ese período emocionante del crecimiento Juan y María se sorprendían con frecuencia al oír que Manuelito repetía palabras y expresiones que les eran comunes a ellos. Al poco tiempo Juan y María se dieron cuenta que su niñito empleaba muchas de sus horas en la comunicación. Tenía la habilidad de expresar sus ideas y sostener una conversación sobre muchos temas, en particular las cosas que le interesaban.

“No tiene nada de extraordinario”, quizá diría usted. Es cierto, es muy normal que los niños desarrollen la habilidad del habla durante esta etapa de su vida. Pero lo significativo es que Manuelito está creciendo y hablando el mismo idioma del resto de la familia, y no otro diferente. También está aprendiendo a comer los mismos alimentos de que ellos disfrutan y a actuar en formas típicas de su mundo. ¿Por qué? La explicación más razonable es la influencia de sus padres, porque por esa asociación se forman sus actitudes, sentimientos y comportamientos. Jesús dijo: “Todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro (Lucas 6:40). Esto significa que el alumno recibe gran influencia del ejemplo de sus maestros. El nutrimiento informal, entonces, tiene un papel vital en el desarrollo del crecimiento cristiano. En esta lección estudiará usted más acerca del modelo informal del nutrimiento cristiano. Aprenderá los valores del aprender a través de la interacción y la identificación con otros. También descubrirá quienes son los modelos significativos en el nutrimiento cristiano.

APRENDER DE LA TOTALIDAD DE LA FE

¿Recuerda cómo se inició su vida cristiana? ¿Verdad que creyó en el evangelio, aceptó la oferta de salvación y entregó su vida a Cristo? Por supuesto que lo hizo. Todos comenzamos con esa respuesta al evangelio a través de la fe. Es por eso que experimentamos el nuevo nacimiento, el cual constituye la puerta de acceso a la vida espiritual. Hemos visto que al crecer espiritualmente, vamos siendo más y más como Cristo. Por tanto, nuestra relación con El se desarrolla en forma creciente y madura para que podamos reflejar su naturaleza, carácter y valores, los cuales se expresan por la forma en que vivimos. Esa respuesta de fe inicial al evangelio nos ha conducido a una vida basada en la fe, una nueva calidad de vida caracterizada por la integridad o la totalidad en Jesucristo. Esta totalidad que surge de nuestra fe viva puede considerarse como la totalidad de la fe. ¿Pero cómo aprendemos la totalidad a través de la fe? ¿De qué se compone? ¿Cómo aprendemos a experimentar una vida como la de Cristo?

Un examen cuidadoso revela que la fe, la cual produce totalidad, está compuesta de conocimiento y vida (fe aplicada a situaciones de la vida diaria). Dios nos ha comunicado su mensaje como verdad que puede ser rechazada o aceptada. Esta verdad, la cual revela tanto la naturaleza como el carácter de Dios y su propósito para el hombre, ha sido escrita, preservada y trasmitida a nosotros en la forma de las Escrituras. La verdad bíblica es la fuente de conocimiento la cual hace que la fe crezca y madure.

Algunas verdades bíblicas son declaraciones basadas en hechos. Por ejemplo, en los Diez Mandamientos vemos algo de cómo es Dios, lo que espera de su pueblo y los resultados de la desobediencia. Algunas verdades toman la forma de conceptos, los cuales son ideas generales derivadas de un número de experiencias con cosas relacionadas (por ejemplo, a las naranjas, plátanos y manzanas se les llama fruta). Aprendemos el concepto de la santidad por muchas reglas cuidadosas que Dios estableció en la ley levítica para separar las cosas no sagradas de las santas. Finalmente, algunas verdades se conocen como principios aplicados a la vida. Por ejemplo, el mandamiento de amar a Dios con nuestro ser total constituye un principio que gobierna nuestra relación con Dios principalmente, pero en la aplicación práctica este principio podría formar la base de nuestra relación con los demás. Hechos, conceptos y principios, entonces, constituyen la base para un conocimiento fundado en la fe. Es necesario obtener este conocimiento para desarrollarnos en totalidad en Jesucristo. Sin este conocimiento no podemos saber cómo practicar la vida de fe que verdaderamente le agrada a Dios.

Además del testimonio escrito, Dios se reveló a sí mismo en forma viva en la persona de Jesucristo. San Juan dijo: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloría . . . )” (Juan 1:14). Además, San Pedro declaró que fue testigo ocular de la majestad, la honra y la gloria de Cristo (1 Pedro 1:16-18) y aseguró que al venir a la tierra nos dejó un ejemplo para que siguiéramos en sus pisadas (1 Pedro 2:20-25). Nos demostró cómo vivir una vida a toda plenitud, cómo ser lo que Dios se propuso que fuéramos. Su vida es un ejemplo de la vida de fe que le agrada a Dios plenamente. (Su obediencia, sumisión, disposición para hacer la voluntad del Padre y su compromiso de amar totalmente a quienes el Padre desea que se salvaran, a pesar de su hostilidad hacia El.)

Por el estudio de este curso quizá usted ya haya descubierto que el aprender es mucho más que la simple adquisición de datos e información. También es de importancia comprender la información, integrarla a nuestras creencias y cambiar nuestro comportamiento de acuerdo con ella.

En las lecciones 1 y 2 estudió usted la importancia de la Palabra de Dios en el crecimiento espiritual. En la lección 3 estudió la importancia de la tarea de hacer discípulos y de ser modelo de crecimiento espiritual. Tanto el conocimiento como los ejemplos bíblicos de cómo puede aplicarse este conocimiento en la vida cristiana son útiles en el nutrir el crecimiento cristiano.

Concluimos la unidad 1 observando que el nutrimiento cristiano exige modelos informales y formales. La información bíblica—hechos, conceptos y principios—puede enseñarse a través de modelos formales que involucran actividades de enseñar y aprender como las que se usan en un salón de clase. Pero la comprensión de valores y comportamientos cristianos apropiados se comunican a través de interacciones íntimas y la identificación personal de los alumnos con los demás. El aprender sobre la totalidad basado en la fe requiere el estudio formal y sistemático de la Palabra de Dios, así como el nutrimiento informal, con frecuencia no estructurado, que ocurre cuando uno se relaciona con sus modelos y los imita.

Debido a que son esenciales tanto los modelos informales como los formales de nutrimiento cristiano, consideraremos con mayor cuidado el modelo informal en esta lección. Luego, en la lección 7, enfocaremos nuestra atención en asuntos prácticos relacionados con la enseñanza de la Palabra de Dios en modelos formales.

DESARROLLAR UNA ESTRATEGIA DE SOCIALIZACION

En cierta ocasión oí decir a un hombre analfabeto: “Algunas cosas se aprenden mejor ‘experimentándolas’ que ‘estudiándolas’.” Se refería a lo que el profesional llamaría socialización. Antes de aceptar la socialización como estrategia para el nutrimiento cristiano, necesitamos comprender el significado del término.

La socialización es el proceso de integrar a una persona en un contexto social dado—prepararla para funcionar significativamente dentro de una asociación o grupo de personas particular. Presupone el desarrollo de una válida comprensión de la sociedad y el orden social en el que uno vive. Es el proceso de aprender el idioma, normas, valores, actitudes y comportamiento apropiado como lo percibe un grupo dado de personas. La socialización se refiere al aprender, no en el sentido formal, tradicional de la escuela, sino en el sentido de absorber el sentir de nuestro ambiente.

Ilustración de la socialización

¿Cómo toma usted sus alimentos? ¿Usa tenedor o cuchara? Quizá use palillos chinos o come con los dedos. La forma en que usted come la aprendió a través de la socialización. Sí está acostumbrado a comer en cierta forma, quizá otras formas le sean incómodas y no naturales. Usted aprendió la forma correcta de tomar alimentos en su cultura al observar a otros y al hacer lo que ellos hacían. Quizá se sorprenda al saber que algunas personas de otras partes del mundo comen en forma diferente de la suya.

Esta ilustración de la forma de comer constituye un ejemplo de comportamiento que es muy cultural en la práctica. Lo que es socialmente aceptable en una cultura, en otra puede considerarse inaceptable, falto de cortesía o hasta grosero. Los valores se aprenden por la socialización. Quizá haya observado que diferentes grupos culturales viven y actúan de diferentes maneras. Sostienen diferentes valores. Los niños que nacieron en cierto grupo crecen aprendiendo las formas y la sabiduría de ese grupo, mientras que los nacidos con otro grupo crecen aprendiendo, valorando y actuando de forma diferente. La razón de estas diferencias radica en que cada uno ha aprendido las formas de su cultura a través de la socialización.

¿Cómo aprendió usted a hablar su lengua materna? Quizá no me lo pueda explicar; probablemente le parezca que siempre ha sabido su idioma . Quizá se sienta mejor hablando su idioma que cualquier otro que haya aprendido desde entonces. Aunque le parezca que siempre ha sabido su idioma, comprendemos que en realidad usted lo aprendió. ¿Qué hubiera pasado si, recién nacido, lo hubieran llevado a vivir en otra área del mundo donde se usa un idioma diferente? De seguro hubiera crecido sabiendo ese idioma en lugar del que ahora habla, porque aprendemos el idioma a través del proceso de socialización.

Explicación de la socialización

La socialización ocurre en el contexto de experiencias compartidas en una situación de la vida real. Desarrollamos el comportamiento de acuerdo con nuestras creencias y valores. Estas acciones son observadas por aquellos que nos rodean y se convierten en la base de lo que aprenden por medio de la socialización. Debido a la naturaleza de la relación, el aprender a través de la socialización con frecuencia es desorganizado, sin estructura y no se planifica sistemáticamente. Sencillamente ocurre al proveer las oportunidades el contexto de la vida.

El aprender a través de la socialización es instrucción por medio de los modelos. Las personas aprenden por lo que ven, tal como lo estudiamos en nuestra consideración de la relación de maestro y discípulo. La forma de vida, la comprensión y los valores que exhiben cierto estilo de vida se comunican de tal manera que se ven y comprenden claramente por los miembros de esa sociedad. Al practicar el alumno lo que aprende de los modelos sociales, desea experimentar la misma calidad de vida.

El desarrollo de relaciones íntimas con los demás constituye otra parte esencial de la socialización. Por lo general una persona conoce a alguien a quien desea establecer como su modelo para imitarlo. Esa otra persona se convierte así en modelo para el alumno. Con mucha frecuencia, se desarrolla una afinidad entre el modelo y el alumno a la cual llamamos mutualidad, la misma que se expresa en el cuidado mutuo, la confianza, el reconocimiento de lo que otro vale, de sus méritos y sentido de interdependencia.

De igual manera, la socialización demanda que el alumno tenga oportunidad de imitar al modelo. La vida provee muchas de esas oportunidades. Puesto que la mayoría del modelado eficaz ocurre en situaciones de la vida real, se necesita que también la imitación ocurra en experiencias de la vida real. El alumno trata de repetir lo que hace el modelo. Este esfuerzo constituye el responder a la enseñanza. Al actuar por sí mismo el alumno espera del modelo señales de aprobación o desaprobación.

Aplicación de la socialización

Una de las formas en que aprendemos acerca de la vida que da Cristo reside en el proceso de socialización. Aprendemos a practicar la nueva vida abundante dada por Jesús de la misma manera en que aprendimos las costumbres y el idioma de nuestra cultura. Los valores, actitudes, motivos, conciencia y comportamientos apropiados a la vida que da Cristo se absorben a través de las relaciones significativas, íntimas con las personas cuyas vidas modelan la vida que da Cristo.

La meta del proceso de aprender consiste en nutrir la nueva vida que da Jesús. Procura ayudar a que la vida se desarrolle en madurez y se exprese en todas las áreas de nuestra vida. El logro de esta meta se facilita por el proceso de socialización. El modelo de discipulado que Jesús usó cuando les enseñó a los doce se necesita hoy en el ministerio del nutrimiento cristiano.

Debemos reconocer la poderosa influencia que ofrecen las relaciones entre el maestro y el alumno, y también impulsar estas relaciones. Puede usted ayudar a las personas a madurar espiritualmente estableciendo relaciones valiosas, íntimas con ellos, como lo hicieron los creyentes tesalonicenses (1 Tesalonicenses 1:7).

ESTABLECER RELACIONES DE MODELO

Cuando experimentamos el nuevo nacimiento, la vida de Jesús aún se ha desarrollado plenamente en nosotros. La tarea de aquellos que participan en el ministerio del nutrimiento cristiano consiste en cultivar esta nueva vida para llegar a la madurez espiritual. El fin de este proceso será el desarrollo a la semejanza de Jesús—la madurez de su vida dentro de nosotros. Esta semejanza se comunica a través de relaciones de modelo.

Una de nuestras características es la de esforzarnos por lograr la suficiencia—ser educados, tanto en nuestra propia opinión como en la de los demás. En algunas sociedades se hace mucho hincapié en que los estudiantes den prueba de su habilidad académica. En otras sociedades quizá lo impulsen a uno a dar prueba de su habilidad como atleta, proveedor para la familia, padre, vecino o ciudadano. Ya sea que esté consciente de ello o no, los creyentes deben ser competentes como testigos y siervos eficaces de Jesucristo. San Pablo, por ejemplo, explica sus esfuerzos para ser competente como soldado de la cruz (1 Corintios 9:24-27). Este ejemplo demuestra la forma en que el deseo de suficiencia penetra también en la esfera de lo espiritual. En el proceso de esforzarse por ser competentes a menudo buscamos a aquellos que percibimos como hábiles y maduros y tratamos de imitarlos—de adaptar sus rasgos, valores y carácter.

Quizá usted lo haya experimentado en su vida. Quizá conozca a alguien que posea una destreza que usted estima mucho. Desearía ser como esa persona. ¿Ha oído en alguna ocasión a un músico a quien considera excepcional y ha sentido el deseo de poder tocar un instrumento como él lo hace? Quizá haya tratado de desarrollar la técnica y el estilo de esa persona. En cierta manera, esa es una relación de modelo. También tratamos de encontrar a personas cuya vida nos parece ideal y deseable. Luego tratamos de imitar su vida y ser como ellas. El modelar es un medio de primer orden para comunicar semejanza.

Una relación modelo es una relación de recursos. La persona más madura provee apoyo y ayuda a la menos madura. Es una relación de ayuda. El propósito de tal relación es de sostener al más débil o menos maduro hasta que se desarrolle en habilidad. En cuanto a la vida cristiana, esto significa que el maestro ofrece apoyo hasta que el alumno desarrolla estatura espiritual y comienza a reflejar la semejanza de Cristo.

Sin embargo, la relación de modelo no es una de dominio. El modelo no debe “ahogar” a su discípulo. No debe hacer decisiones por él. De hecho, no deberían existir obligaciones en la relación de modelo que estorben el crecimiento y el desarrollo. El alumno no debería percibir la relación como amenazante. Más bien, debería respetar mucho a su modelo y tratar de ser como él, porque le demuestra las verdaderas cualidades de la semejanza a Cristo. El alumno también verá cómo su modelo responde a los diversos problemas de la vida y cómo la semejanza de Cristo se percibe en él bajo todas las circunstancias y cómo sus valores y comportamiento son fieles a la naturaleza de la vida de Cristo. Sobre esta base el alumno debería tratar de llegar a ser como El. Es una relación voluntaria, la cual se basa en la vida ejemplar del modelo que el discípulo percibe. El modelo responde al mandato bíblico de nutrir la vida espiritual del menos maduro; el discípulo responde de acuerdo a sus necesidades de consejo, instrucción, impulso y compañerismo íntimo.

En el establecimiento de la relación de modelo, hemos de procurar que los alumnos respondan en forma que verdaderamente exaltará a Cristo y que conducirá a una entrega más profunda a El y a su obra. De hecho, hay varios niveles de responder a la relación del modelo. El nivel más bajo, llamado condescendencia, es aquel en el cual los alumnos llevan a cabo la obra del Señor simplemente porque se les dice. Sencillamente se someten a la cooperación y para ser aceptados en el grupo cristiano cercano. Hacen lo que se les pide sin una entrega personal. Pero también existe un segundo nivel de respuesta conocido como identificación. Debido a su gran respeto por el líder y su propio deseo de ser como él, los alumnos cumplen la obra sin ningún compromiso particular. Aun cuando la identificación emana de la sincera admiración por el modelo y su deseo de agradarle, no existe verdadera dedicación a la obra. Finalmente, el nivel más alto de respuesta es aquel en el cual los alumnos adoptan la obra del modelo y las metas cristianas como propias. A esto se le llama asimilación. El propósito de la obra queda integrado en su propio sistema de valores. Los alumnos perciben la obra del Señor como expresión de su amor a Dios y una oportunidad de ejercer sus dones y compromisos. Se deleitan en seguir a su modelo, pero al hacerlo alcanzan sus propias metas cristianas al cumplir el llamamiento más alto de cumplir con la obra del Maestro. Cuando los alumnos responden de esta manera, podemos regocijarnos en el fruto que ha resultado de la relación de modelo.

En resumen, podemos decir que la meta de la relación de modelo es más bien “ser” que “hacer”. Exige que el alumno sea, mucho más que simplemente haga. El resultado deseado de la relación de modelo para el alumno consiste en “llegar a ser” como el modelo, no sólo “actuar” como él.

En el ministerio del nutrimiento cristiano establecemos relaciones de discipulado con las personas—abrimos nuestras vidas a ellas para que las observen y las imiten. Esta relación quizá exija que hagamos mucho de lo siguiente con los alumnos: aplicar la Palabra a situaciones de la vida, considerar las responsabilidades y los privilegios cristianos, proponerse a conocer y a hacer la voluntad de Dios. Por sobre todo, hemos de establecer un modelo en conversación, comportamiento, uso del tiempo, talentos, finanzas y relaciones que demuestren la personalidad de Cristo en nuestra vida. A fin de prepararse usted para esta función, necesita “ser” el tipo de persona que otros desearían adoptar como modelo, dar expresión viva a la vida de Cristo en tal grado de madurez que otros reconocerán que, al imitarle, su vida espiritual será nutrida para llegar a la totalidad. Esto significa que usted también procurará ser más y más como Cristo.

Lo imponente de la función de un modelo debería hacer que uno se humillara. El hecho de que otros procuren llegar a ser como usted no debería enorgullecerle. La responsabilidad de nutrir la vida espiritual de los creyentes en crecimiento es muy grande, por lo cual Santiago advirtió que los maestros creyentes serán juzgados con mayor severidad (Santiago 3:1).

Unión y semejanza

¿Cómo llegamos a conocer a alguien lo suficientemente bien como para desarrollar semejanza con él? O bien, ¿cómo establecemos relaciones en las que la otra persona nos conozca tan bien que desee llegar a ser como nosotros?

Las relaciones de modelo exigen que estemos con alguien con frecuencia en una variedad de situaciones por un largo período de tiempo. Tal unión debe desarrollarse en una situación de la vida real. En esta relación en desarrollo, la vida interna del modelo está abierta al alumno. El modelo debe mostrar consistencia entre los ideales de la madurez espiritual y su propio comportamiento, a fin de que no haya discrepancia entre lo que “predica” y lo que “practica”. El alumno también debería tener la amplia oportunidad de imitar lo que observa. Todos estos elementos esenciales pueden observarse en lo que ha estudiado ya usted en esta lección. Quizá sería bueno resumir estas observaciones en cuatro factores esenciales de relaciones de modelo. 1) interacción; 2) intimidad; 3) identificación; 4) imitación.

La interacción se refiere al impacto de una vida sobre otra. Cuando las vidas se unen, ocurre la interacción. Al relacionarse usted con alguien, interactúan juntos. La interacción implica que ha ocurrido alguna forma de comunicación entre ustedes e implica también que ambos han influido en sus vidas mutuamente. La interacción puede considerarse como el primer paso en el desarrollo de las relaciones entre personas. La interacción comienza en un nivel bajo o superficial, pero con el tiempo se profundiza e intensifica. La interacción nos inicia en un proceso de movimiento que nos lleva de nosotros o de nuestro egocentrismo hacia la orientación a los demás y su punto de vista de la vida. Al interactuar con los demás aprendemos a darles valor como personas. Al relacionarnos con otros desarrollamos una conciencia del valor y la dignidad de ellos y a la vez aclaramos nuestro propio sentido de valor propio también.

Las relaciones caracterizadas por la interacción con frecuencia se profundizan en intimidad. La intimidad implica cercanía y familiaridad. Se caracteriza por profundos lazos emocionales de cálida amistad que se desarrolla a través de la asociación. La intimidad sugiere informalidad y calor humano personal y privado entre las personas que han desarrollado relaciones estrechas. Su asociación es tal que cada una se siente segura y libre para revelar sus pensamientos más íntimos a la otra y encuentra satisfacción al conocer a la otra persona de esta forma íntima. Las relaciones de modelo de mayor eficacia son íntimas. En este conocimiento a fondo de la otra persona se observa el verdadero yo del modelo, ve en él lo que percibe como competencia y desea ser como él.

En el contexto de la comunidad cristiana, la intimidad resulta naturalmente de la comunidad de la vida compartida. Dos personas que practican la vida que da Cristo poseen algo en común que las une fuertemente; se pertenecen la una a la otra, pero como diferentes miembros de un cuerpo. Esta mutualidad en Jesucristo constituye la base del amor espiritual, la más profunda y alta expresión de intimidad.

La identificación implica la proyección de uno mismo en la vida de otra persona. Significa que vemos en ella rasgos y características que nos son deseables. La identificación implica que una persona se siente atraída emocionalmente a otra de tal manera que se cree ser como ella en formas importantes. La identificación con frecuencia le conduce a uno a compartir experiencias en forma vicaria. Significa relacionarse tan estrechamente con otra persona que trata uno de ser como ella. En cierta ocasión conocí a un niño pequeño que se identificaba tanto con un deportista famoso que le pidió a su madre que le llamara por el nombre del deportista.

La imitación se refiere a relacionarse uno en forma tan estrecha con otra persona que trata de llegar a ser lo que ella es. Es el intento de parecerse a otra persona. Sin embargo, es más que el simple intento de actuar como la otra persona o hacer lo que hace. Incluye el intento de ser lo que esa persona es. Significa recibir la influencia de otra persona en forma tal que refleje uno sus características, su enfoque de la vida, incluyendo sus pensamientos y sentimientos, así como su comportamiento. Hace lo que ella hace, no para agradarle, sino para agradarse a sí mismo en el deseo de ser como ella. La imitación produce la asimilación de valores y el estilo de otra persona hasta el grado de comenzar a experimentarlos como propios. La unión trae la semejanza. Por lo tanto, las relaciones entre las personas se desarrollan de la interacción a la intimidad, a la identificación y a la imitación.

En el ministerio del nutrimiento cristiano, en el que la meta consiste en ayudar a otros a desarrollarse en semejanza a Cristo, este concepto tiene aplicación particular. El creyente más maduro debería desear de todo corazón que la vida de Cristo dentro de él se desarrolle y crezca hasta identificarse totalmente con Jesús de modo que llegue a ser una expresión viva a través de su propia vida. De esta manera otros verán la naturaleza de Cristo expresada en él. La meta del cuerpo de Cristo debería consistir en personificar la vida que da Cristo de forma tan poderosa que otros deseen identificarse profundamente con nuestro Señor. Puesto que usted forma parte de ese cuerpo, como todos los creyentes, su vida se convierte en una expresión viva de la vida de semejanza a Cristo—un modelo para que lo imiten los demás. Al imitarle, comienzan a desarrollarse y a crecer en semejanza a Cristo. ¡Qué hermosa responsabilidad y privilegio!

IDENTIFICAR MODELOS APROPIADOS

El modelo de la vida que da Cristo constituye un poderoso medio de comunicación, el cual nutre el crecimiento espiritual en semejanza a El. ¿A quién pueden recurrir los recién convertidos para buscar una relación valiosa de modelo? ¿Quiénes son los modelos apropiados de la vida que da Cristo?

Los padres participan en relaciones de modelo con sus hijos. Existen naturalmente entre los hijos tiernos e impresionables vínculos y los padres. Todos los factores necesarios para las relaciones de modelo deberían estar presentes en las relaciones familiares normales—cercanía, la oportunidad de observar, participación valiosa juntos y el amor mutuo. Estas características deberían estar presentes en la relación entre padres e hijos.

La Biblia reconoce que esta relación de modelo natural debería existir entre padres e hijos. De hecho, bajo la ley Dios mandó a los padres que fueran modelos apropiados por su obediencia a sus estatutos, juicios y ordenanzas.

Espero que comprenda mejor, de acuerdo con el pasaje de Deuteronomio y las preguntas anteriores, por qué Moisés exhortó a los padres de la nación de Israel a vivir de manera ejemplar ante sus hijos. Los padres debían amar a Dios totalmente—ser ejemplos dignos de modelar. Debían guardar los mandamientos de Dios en sus corazones—valorar las cosas espirituales. Debían enseñar esto a sus hijos dándoles prioridad a las cosas espirituales en sus relaciones familiares. Sus hogares debían ser centros de instrucción religiosa. Los padres cristianos, de igual manera, deben ser modelos de una vida como la de Cristo.

Otro nivel de asociación estrecha e interacción para un individuo lo constituye por lo general un grupo pequeño de amigos cercanos. Este grupo puede incluir familiares, vecinos y amigos de la familia. Muchas de estas personas quizá sean modelos apropiados naturales. Quizá pueda usted recordar a personas con quienes sostiene una relación de ese tipo. Pueden ser sus modelos si son más maduras que usted, o usted puede ser modelo para ellas si no son tan maduras como usted.

Quizá ya haya descubierto en el estudio de este curso que Dios ha designado a algunas personas en la iglesia para servir específicamente como maestros. Todos los pasajes relacionados con los dones del ministerio hacen referencia particular a los maestros. Los miembros de la iglesia que sirven como maestros tienen la obligación particular de practicar una vida digna de ser imitada. Los maestros tienen el deber bíblico de practicar una vida que enseñe las verdades de la Palabra a través de su comportamiento, valores, estilo de vida y actitud (1 Timoteo 4:12).

En un sentido muy real, debido a la naturaleza de la iglesia cristiana, todo creyente debería ser un modelo para que otros lo imiten. San Pablo les dijo a los creyentes de Corinto que eran como cartas vivas leídas por todos los que les rodeaban (2 Corintios 3:1-3). Dijo que era como si la Palabra de Dios hubiera sido escrita en sus corazones. Esto significa que sus vidas debían ser expresiones vivas de semejanza a Cristo que todos pudieran ver. Debido a la naturaleza íntima del cuerpo de Cristo, existen naturalmente las relaciones de modelo. En algunos casos, otros quizá vean en usted la cualidad de vitalidad espiritual que desean experimentar y traten de ser como usted sin que usted se dé cuenta de su deseo. Sin embargo, más importante aún, debería usted procurar conscientemente desarrollar relaciones en el nivel profundo que impulsan la intimidad, la identificación y la imitación.

He obtenido una nueva comprensión de la declaración de Jesús: “Todo el que fuere perfeccionado, será como su maestro.” El nutrimiento cristiano, en su obra de ayudar a las personas a madurar en semejanza a Cristo, cumple esta tarea de comunicar vida a través del proceso de socialización. Este incluye el establecer relaciones de modelo y conduce a que el alumno sea como su maestro. Las relaciones personales que existen entre los miembros del cuerpo de Cristo son medios apropiados para modelar la realidad que nutre el crecimiento espiritual.

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