La Voluntad de Dios en la Salvación

En nuestra primera unidad de estudio examinamos los elementos fundamentales de la salvación y lo que Dios demanda del hombre. Observamos que la experiencia de salvación es como una reacción en cadena que se inicia cuando el hombre se arrepiente, cree y se convierte. Ahora consideraremos la voluntad de Dios en la salvación y la provisión que ha hecho de vida espiritual, una nueva categoría, y una nueva posición para todo el que responde positivamente al evangelio.

Al examinar la voluntad de Dios en la salvación, comprenderemos de nuevo que su eterno consejo y propósito al predestinarnos para ser conformados a la imagen de su Hijo son inescrutables. El corazón honesto e inquisitivo siempre se maravillará al tratar de ajustar la soberana voluntad y propósito de Dios con el libre albedrío del hombre. La voluntad de Dios se revela en su gran amor por nosotros, así como en la rica misericordia que nos demostró al darnos vida en Cristo, aun cuando estábamos muertos en delitos y pecados (Efesios 2:4-5).

La gracia significa que Dios estaba a favor de nosotros cuando nosotros estábamos en su contra. De pura gracia decidió crearnos con la capacidad de rechazar su amor. Entonces reveló su gracia insondable cuando dio por nosotros, una raza rebelde, al Hijo de su ser. ¿Cómo fue posible que Cristo viniera para identificarse con pecadores culpables, que asumiera la culpa de los pecados de ellos, y que se diera en la cruz como rescate para su liberación? ¡La respuesta se halla en la verdad de que Dios amó mucho al mundo! ¿Incomprensible? Sí. Y al abordar esta lección, lo mejor que podemos hacer es adorarle cuando no podamos comprender este amor, misericordia y gracia tan infinitos.

ELECTION

Objective 1. Recognize the definition of election as it is presented in Ephesians 1:3-14.

One of the major sections in this lesson concerns election. The other section treats the related teaching on foreordination. Taken together these two words tell us much about the purpose or will of God for the lives of men and women.

Clearly, anything that reaches into the past very far has a certain air of mystery about it. This is especially true when the subject deals with decisions of God in eternity. But, as we shall see, the subject of God’s will for people who respond to Him is not surrounded by mystery. Rather, it speaks to us of comfort, security, fellowship, and eternal inheritance. As we consider the actions of our Heavenly Father described by the words election and foreordination, we will see the gracious provision He has made for those who accept His offer of salvation.

ELECCION

Una de las secciones principales de esta lección se relaciona con la elección. La otra trata sobre la enseñanza relacionada con la preordenación. Estos dos términos tratan ampliamente el propósito o la voluntad de Dios para las vidas de hombres y mujeres.

Por supuesto, cualquier estudio que se remonte profundamente al pasado se rodea de cierto aire de misterio. Y más aún cuando el tema se relaciona con las decisiones de Dios en la eternidad. Pero, como lo estudiaremos, el tema de la voluntad de Dios para la gente que reacciona positivamente a El no tiene nada de misterio. Más bien nos habla de consuelo, seguridad, compañerismo y herencia eterna. Al considerar las acciones de nuestro Padre celestial descritas por las palabras elección y preordenación, estudiaremos la provisión de la gracia que El ha hecho para quienes aceptan su oferta de salvación

Significado de la elección

En relación con la salvación, la elección es el acto de la gracia de Dios por el cual escoge, en Cristo Jesús, para salvación a todos los que El sabe de antemano (previo conocimiento) que aceptarán y permanecerán en su fe en El.

En esta definición general vemos la provisión que hace la gracia de Dios: ofrece salvación a toda la gente en Cristo Jesús. Observe que también se incluye una parte condicional para la gente: aceptar la salvación y mantenerla por la fe en la obra completa del Señor Jesucristo. Por tanto, desde la eternidad Dios decidió (eligió) salvar a la gente. Debido a que no merecían su gracia, los escogió en los méritos (o merecimiento) de otro, Cristo Jesús. Los escogió para que fuesen santos y sin mancha, para ser adoptados como hijos, para la alabanza de su gloria y para recibir una herencia eterna (Efesios 1:3-14). Recordará usted de la lección 1 que Dios ha provisto la salvación de toda la gente. Nuestro enfoque en esta lección, sin embargo, se concentra en los beneficios de su provisión para la gente que acepta su oferta de gracia.

Ejemplos bíblicos de la elección

Para comprender el significado de la elección con mayor plenitud, consideraremos los términos hebreos y griegos como se emplean en la Biblia. Consideraremos también ejemplos de elección del Antiguo y del Nuevo Testamento que ilustran la idea.

En el Antiguo Testamento, la palabra hebrea bahar se usa con mayor frecuencia. Significa “escoger” o “seleccionar”. Se usa 164 veces, y en más de 100 se refiere al escogimiento que Dios hace. Por tanto, estos ejemplos son muy importantes para demostrar la actividad de Dios en la elección.

En el ejercicio anterior observamos escogimientos divinos que se relacionan con personas escogidas, objetos escogidos y un lugar escogido. La palabra bahar casi siempre se refiere al escogimiento que Dios hizo de su pueblo Israel. Ninguna cualidad esencial de Israel puede explicar por qué fue escogido como pueblo especial por sobre otros pueblos (Deuteronomio 7:7). Sin embargo, la insignificancia de Israel le dio a Dios la oportunidad de demostrar primero su gracia, y luego su poder para que su nombre pudiera ser proclamado en toda la tierra (Exodo 9:16). Sobre la elección de Israel leemos sencillamente: “Te escogí, y no te deseché” (Isaías 41:9).

La elección de Israel como pueblo de Dios constituyó un privilegio grande y santo. Pero este escogimiento impuso una gran responsabilidad sobre el pueblo escogido. Como resultado, fueron castigados con mayor severidad que las naciones vecinas por su terco orgullo o por no obedecer las leyes de Dios.

Jeremías 7:9-10 implica que la gente creía firmemente en la seguridad de su elección y que por ella quedaban libres de responsabilidades. Pero como lo estudiaremos, Dios nunca tuvo esa intención con ellos. Porque junto con el privilegio viene la responsabilidad de responder al amor de Dios en fe y obediencia. Aunque Israel como nación había sido electa, las personas eran responsables de su propia reacción a la voluntad de Dios revelada.

Ezequiel aprendió que aun cuando Dios había escogido al pueblo de Israel, las personas tenían la responsabilidad de vivir en obediencia a las leyes de Dios (Ezequiel 18:4). Si no vivían de acuerdo con lo que Dios demandaba, sólo les esperaba la muerte (Ezequiel 18:13).

Estos pasajes relacionados con la elección de Israel nos enseñan acerca de la voluntad y la obra de nuestro santo Padre celestial lleno de gracia. También revelan su carácter santo y su actitud hacia el pecado. Y éstos, así como Romanos 11:17-23, nos advierten para que nosotros, como Israel, no seamos cortados (separados) de Dios.

En el Nuevo Testamento se usan como 50 veces las palabras que se traducen como elección. Son las siguientes:

  1. Eklegomai –“escoger”
  2. Ekloge –“el acto de escoger o seleccionar”
  3. Eklektos –“el escogido o seleccionado”

Aproximadamente la mitad de estas palabras nos muestran el ejercimiento de la voluntad de Dios en la elección. Predomina el principio de la libre elección. En el Nuevo Testamento la forma verbal (llamada voz media) indica el interés personal directo del que hace el escogimiento, en este caso, Dios mismo. En la elección Dios nunca predetermina el futuro del hombre, ni tampoco la elección libra al hombre de la responsabilidad de decisión propia.

PUNTOS DE VISTA DE LA ELECCION

Punto de vista determinista

Algunas personas consideran la elección en forma diferente de lo que creemos es consistente con la enseñanza total de las Escrituras. Creen que Dios desde la eternidad seleccionó el destino de cada persona. Creen que Dios determinó que algunos fuesen salvos y recibieran vida eterna y que algunos otros se perdieran eternamente. De acuerdo con tales personas, Cristo sólo murió por los electos. A éste le podemos llamar el punto de vista determinista.

De acuerdo con quienes sustentan este punto de vista, la salvación es asunto netamente de Dios; el hombre no tiene nada que ver con ella. La razón, dicen ellos, radica en que el hombre es tan corrupto y su voluntad está tan esclavizada al pecado que sin la ayuda de Dios no se puede arrepentir, creer y escoger correctamente. Consideremos brevemente algunas de las características principales de este punto de vista.

Este punto de vista se deriva de la doctrina o enseñanza de la eterna seguridad, la creencia de que una vez que uno está en la gracia, siempre lo estará. Dios ha determinado desde la eternidad que un ser humano sea salvo, por lo que primero será salvo y luego será protegido y guardado sólo por la gracia de Dios, la cual es irresistible, a fin de que nunca se pierda.

Punto de vista del libre albedrío

En contraste con el punto de vista determinista, muchos creyentes sustentan otro punto de vista de la elección. Esta es nuestra posición, bajo la cual reconocemos la responsabilidad del hombre en la salvación, y puede llamársele el punto de vista del libre albedrío. Creemos en la enseñanza bíblica de que la voluntad de Dios consiste en que toda la gente sea salva. Esta posición se basa en la evidencia de que Cristo murió por toda la gente (1 Timoteo 2:6; 4: 10; Hebreos 2:9; l Juan 2:2; 2 Corintios 5:14), y ofrece su gracia a todos. Aunque estamos de acuerdo en que la salvación es una obra divina, en la cual no inßuyen ni las buenas obras ni los méritos (merecimiento) del hombre, éste debe cumplir ciertas condiciones. Su responsabilidad en la elección, de poner toda su confianza en lo que Cristo ofrece, le asegura la provisión divina de salvación.

Esta verdad concuerda con las declaraciones de Cristo (Juan 3:15-18), particularmente, de que todo aquel que cree puede recibir vida eterna. La fe, es decir, el acto de creer en Cristo como condición para ser salvo, no tiene ningún mérito; con ella sólo acepta la condición impuesta por el Señor. Podemos aceptar o rechazar la gracia de Dios. Poseemos esa capacidad para decidir por nosotros mismos.

Puesto que la salvación se basa en nuestra reacción a la oferta que Dios hace, por un acto de nuestro libre albedrío debemos determinar si aceptamos o rechazamos su oferta. Las características principales del punto de vista del libre albedrío son las siguientes:

El punto de vista del libre albedrío sobre la elección consiste en que Dios escoge “a todo aquel que desee” ser salvo. Los centenares de millares de creyentes de todo el mundo que sustentan este punto de vista creen que la oferta de salvación es lo suficientemente amplia como para incluir a todo aquel que quiera ser salvo. Creemos que Dios, debido a su previo conocimiento, previó a todas esas personas que aceptarían el evangelio y mantendrían su salvación. A éstos los predestinó (escogió de antemano desde la eternidad) para vida eterna. La posición del libre albedrío consiste en que Dios sabía de antemano el destino eterno de estas personas, pero no lo determinó.

En resumen, sostenemos que el punto de vista del libre albedrío es el más bíblico de los dos. En el estudio de la doctrina de la salvación, creemos que se acerca más a la enseñanza general de las Escrituras que el punto de vista determinista. Ha inßuido en nosotros la verdad de que la elección nunca aparece en las Escrituras como violación de la voluntad humana. Tampoco en la Biblia se trata al hombre como si quedara libre de responsabilidad. La responsabilidad sólo puede existir junto con el libre albedrío.

LA ELECCION EN LA BIBLIA

En ocasiones nos inclinamos a recurrir a una o dos fuentes de “pruebas” para respaldar nuestras ideas o prejuicios sobre cierto tema. Sin embargo, si queremos ser justos en nuestros esfuerzos por comprender un tema, debemos compilar toda la evidencia disponible, evaluar todos los datos relacionados, y sólo hasta entonces llegar a una conclusión. Por ejemplo, alguien puede llegar a la conclusión de que según Juan 14:13-14 puede recibir cualquier cosa que pida en el nombre de Cristo. Sin embargo, al considerar el caso con mayor detenimiento, observamos que detrás de esta misma promesa en Juan 15:16 yacen las condiciones de Juan 15:1-15. La luz adicional de esta segunda fuente es muy significativa al darnos la base bíblica para comprender la naturaleza de la oración efectiva. Con estos datos ante nosotros, estudiemos otras evidencias bíblicas relacionadas con la elección.

En los pasajes anteriores, observamos la soberanía de Dios al escoger a Israel. También notamos que junto con el privilegio de ser escogido, Israel recibió responsabilidades muy serias: ser obediente, vivir rectamente, y reaccionar a la gracia de Dios en alabanza y adoración motivadas por el amor. El castigo de la desobediencia sería la destrucción (véase Deuteronomio 7:10-11). La concesión de todo lo provisto por la elección dependía de la reacción de obediencia de cada persona (Deuteronomio 7:12-26; también el capitulo 8).

Debemos observar muy bien que, aun cuando la santidad no constituye la base de la elección, sí es la meta. Pablo dijo que Dios “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia” (Tito 3:5). Cuando hablamos de la elección del pueblo de Dios, no nos referimos sólo a la elección para salvación, sino más bien para santidad.

LA PREORDENACIÓN (PREDESTINACION)

Significado de la preordenación

Llegamos ahora a la segunda palabra importante de nuestro estudio del propósito de Dios para la salvación de la gente: preordenación. Las palabras preordenación y predestinación significan lo mismo. En la Versión Reina-Valera Revisión 1960 de la Biblia las palabras predestinó y predestinado se usan sólo cinco veces: véase Romanos 8:29,30; 1 Corintios 2:7; y Efesios 1:5, 11. La Biblia de las Américas traduce la palabra en estos versículos de igual manera. La Versión Popular usa palabras que significan “lo que de antemano Dios había decidido”; es decir, desde la eternidad. Nosotros usamos la palabra preordenación porque algunas personas creen que la predestinación se refiere a un acto arbitrario y determinista de Dios. Tal punto de vista o posición alienta el fatalismo.

En el cristianismo no sustentamos un punto de vista fatalista de la elección divina. Creemos que Dios es soberano, pero también creemos que ha creado a la gente con la capacidad de rechazarlo, resistir su voluntad. La Biblia demuestra que la gente puede resistir el llamamiento del Espíritu Santo a la salvación y perderse finalmente (Proverbios 29:1; Hebreos 3:7-19). También indica que quien lo desee puede reaccionar favorablemente al ofrecimiento de Dios y ser salvo (Apocalipsis 22:17; Juan 3:36).

La palabra preordenación se deriva del término griego proorizo, que significa “decidir de antemano”. Aplicado a la salvación, significa que en la elección Dios tiene el propósito de salvar a los que aceptan a su Hijo y la oferta de salvación, y por su preordenación El se ha propuesto cumplir este propósito. Por tanto, por preordenación damos a entender que Dios lleva adelante su propósito de salvar a los que aceptan esta salvación. En otras palabras, ya ha provisto lo necesario para quienes El sabía de antemano que le aceptarían.

Las bases de la preordenación

El significado sencillo de las palabras previo conocimiento es “saber de antemano”. En Romanos 8:28-30, Pablo muestra claramente que el orden divino consiste primero en el previo conocimiento, y luego en la preordenación (predestinación). El apóstol Pedro declara que el previo conocimiento (presciencia) determina la elección (1 Pedro 1:2). Por tanto, Dios conoce previamente, luego elige y finalmente lleva a cabo su propósito (preordenación).

Pero luego surge la pregunta: ¿Qué sabía Dios de antemano acerca de los que se mencionan en Romanos 8:29? No hay ninguna indicación en este pasaje. Sin embargo, de acuerdo con el contexto de la enseñanza general de las Escrituras sobre la participación real del hombre en la salvación (por medio de su fe), creemos que el previo conocimiento significa el previo conocimiento de Dios de la fe del hombre. Por tanto, Dios preordena “a todo aquel” que desee ser salvo. Este plan es lo suficientemente amplio como para incluir a todos los que quieran ser salvos. Esta verdad se ha explicado con la siguiente ilustración: En la puerta de salvación se encuentran estas palabras: “Todo aquel que desee puede entrar”; sin embargo, después de entrar por la puerta y ser salvo, uno lee en la misma: “Elegidos según el previo conocimiento de Dios.”

Por su previo conocimiento, Dios sabía de antemano quiénes reaccionarían favorablemente a su ofrecimiento de salvación y continuarían sirviendo a Cristo. El los preordenó para una herencia eterna. El conocía de antemano su escogimiento y destino eterno, pero no decidió en lugar de ellos.

Preordenación en la Biblia

En el Nuevo Testamento la palabra traducida como preordenar o predestinar y sus derivados se usa seis veces. En cada caso significa “determinar” o “decidir de antemano”. En los siguientes versículos consideremos qué o a quién Dios ha preordenado. Al hacerlo, veremos con mayor claridad la verdad de la preordenación.

Considere los versículos anteriores de nuevo y observe lo que no es la preordenación. Los detalles de nuestras vidas no están prefijados.

El propósito redentor de Dios en nosotros como personas está preordenado. Y el propósito básico de la preordenación consiste en que quienes aceptamos la salvación de Dios establezcamos una relación con El, dinámica, santa, como sus hijos, para ser conformados a la imagen de Cristo.

En el plan de salvación observará usted que Dios y el hombre están relacionados estrechamente. Dios extiende su gracia, pero el hombre cree. Dios ordenó que su pueblo debería realizar buenas obras. La gente creyó y su fe produjo buenas obras. No son salvos por las buenas obras, sino que éstas dan evidencia de su relación dinámica con Cristo. Dios ordena las buenas obras, pero la gente las lleva a cabo. En la obra de salvación en nuestras vidas, Dios nos permite trabajar con El. Su parte es grandiosa: El conoció previamente, eligió, preordenó, llamó, glorificó, santificó e hizo mucho más. Sin embargo, nos permite trabajar con El.

Para resumir nuestro estudio de la elección y la preordenación, recordemos el consejo de Pablo a los efesios:

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:8-10).

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