Su nueva vida 10: Su nueva libertad
La mayoría de la gente quiere libertad. Algunos quieren libertad de leyes opresivas y dictadores tiránicos. Todavía otros quieren tener libertad para decir y hacer lo que les dé la gana. Pero ¿cuál es la verdadera libertad? ¿Puede ser libre una persona encarcelada? ¿Puede ser libre una persona en una
sociedad injusta?
La respuesta es que sí. La verdadera libertad no es lo que está fuera de la persona, sino lo que está dentro. En la Biblia, Pablo el apóstol escribe acerca de “la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (Romanos 8:21). Sólo los hijos de Dios tienen verdadera libertad.
Esta lección habla de la libertad que usted tiene ahora por ser es hijo de Dios. Esta libertad lo liberta de los terribles efectos del pecado. Lo liberta del temor de no poder agradar a Dios. Le ayuda a vencer el error y la confusión espiritual. Estas bendiciones son suyas por lo que Jesucristo ha hecho por
usted. Pero son sólo el comienzo. ¡Su nueva vida de libertad continuará a la eternidad!
Libertad del pecado
Jesús murió para libertarlo de la culpa, del castigo, del poder y de la presencia del pecado.
• Culpa: Él tomó la culpa por todo lo malo que usted jamás haya hecho.
• Castigo: Usted estaba condenado a morir, pero Jesús murió en su lugar. Al aceptarlo como su Salvador, usted es libre de la sentencia de muerte.
• Poder: Jesús conquistó a Satanás y rompió el poder que el pecado tenía en usted.
Porque el que ha muerto, ha sido justificado del pecado. Y si morimos con Cristo, creemos que también viviremos con él. (Romanos 6:7–8)
Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro. (Romanos 6:11)
Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin, las vida eterna. (Romans 6:22)
Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. (Romanos 8:1)
La tentación de pecar: Algunos son libertados instantáneamente de sus malos hábitos en el momento que aceptan al Señor. Otros tienen que luchar durante meses contra sus ansias por el tabaco, las drogas u otros vicios; pero a medida que siguen orando y creyendo, Dios les da la victoria.
Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. (Juan 8:36)
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. (Santiago 4:7)
Si usted todavía batalla contra los malos hábitos, no se dé por vencido. Cuando el diablo lo tiente, clame por fe la libertad que Cristo da. Comience a alabar al Señor por su libertad, y usted pronto tendrá la victoria sobre el tentador. Su pastor con gusto orará con usted y le ayudará.
Usted enfrentará diferentes clases de tentaciones mientras viva en esta tierra. Pero estas tentaciones son pruebas que pueden ayudarle a crecer. Usted se volverá más fuerte cada vez que las resista. Cuando llegue al cielo, la obra de Dios en usted se completará: será libre para siempre de todo deseo de pecar.
Los efectos y la presencia del pecado: Ahora usted ve a su alrededor el pecado y sus efectos―sufrimiento, tristeza y muerte. Un día glorioso usted irá a su eterno hogar y será libre hasta de la memoria del pecado.
Libertad del temor
Usted está libre del temor de lo que los demás pudieran hacerle. Su vida está bajo el cuidado de Dios, “escondida con Cristo en Dios” (Colosenses 3:3). Usted podría tener que sufrir por la causa de Cristo o hasta morir; pero Él estará con usted en todo momento. Nada puede sucederle excepto lo que Él
permita. Pablo escribe: “Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Romanos 8:31).
Usted está libre del temor de la hechicería, del mal de ojo, de supersticiones y del temor de la mala suerte. Con el Cristo vivo a su lado para protegerlo, no necesita usar medallones, fetiches, magia, poner un vaso de agua frente a una foto, ponerle a su hijo un talismán en la muñeca o en el cuello, tener
una imagen del ángel de la guarda ni cualquier otra imagen para protegerlo. Dios no se agrada si usted confía en estas cosas. Él promete protegerlo.
…él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre. (Hebreos 13:5–6)
…porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. (1 Juan 4:4)
Libertad del error
Satanás ha atrapado a millones de personas en las falsas religiones. Él les da ideas erróneas de cómo llegar al cielo. Ellas oran al sol y a la luna, a las piedras, a los ríos, a los árboles y tratan de encontrar la verdad en sueños y revelaciones. Les piden a los espíritus de los muertos que les ayuden. Ellas
encienden velas y queman incienso a ídolos hechos de oro, plata, madera, piedra o yeso. Ofrecen sacrificios y hacen votos cuando oran al espíritu para que les ayude.
La Palabra de Dios―no las ideas de los hombres―nos muestra el verdadero camino al cielo. Al leer la Palabra de Dios, usted descubre la verdad y está libre de estos errores.
Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;
y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. (Juan 8:31–32)
En los siguientes versículos de la Biblia Dios se opone firmemente al uso de imágenes y de cualquier otra forma de espiritismo. Ahora que usted le ha entregado su vida, los mandamientos de Dios son más importantes que cualquier voto que usted pudiera haber hecho a cualquier ídolo. Estos
mandamientos son de Dios. Él tiene el poder de libertarlo de las promesas que usted haya hecho a cualquier imagen, espíritu o falsos dioses.
No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni
en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad
de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. (Éxodo 20:3-5)
No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas. (Deuteronomio 18:10-12)
Usted está libre de servir a los espíritus o dioses falsos porque ahora pertenece al único Dios verdadero. También está libre del poder de los espíritus malos y del temor a lo que éstos pudieran hacerle. El Espíritu Santo de Dios que vive en su corazón es más poderoso que cualquier espíritu malo que trate de atormentarlo.
Libertad de la confusión
En el Antiguo Testamento de la Biblia hay muchas leyes. Algunos se sienten confusos acerca el significado que estas leyes tienen para nosotros hoy.
Muchas de estas leyes son de naturaleza ceremonial y pertenecen a un pacto que Dios hizo con los hebreos hace muchos años. Moisés recibió los términos de este pacto y todas sus reglas para la nueva nación que él había sacado de Egipto. Este pacto incluía instrucciones sobre los sacrificios, días santos, formas de adoración, limpieza y alimentos. Algunos llaman este pacto la ley “mosaica”, en nombre de Moisés.
Todos estos reglamentos religiosos eran como figuras de Jesucristo y la salvación que Él proveería. Él sería el sacrificio perfecto que nos quitaría nuestros pecados. Él cumpliría todo lo que la ley representaba y establecería un nuevo pacto con los que lo aceptaran como Salvador, fueran hebreos o no.
Las restricciones en la ley mosaica eran para los hebreos del tiempo de Moisés hasta el tiempo de Cristo en la tierra. Desde ese entonces, nosotros estamos bajo los términos del nuevo pacto, el Nuevo Testamento.
Algunos se confunden y piensan que tenemos que guardar el sábado como un día santo, como la ley de Moisés mosaica lo requería. Pero desde que Jesús resucitó de los muertos el primer día de la semana, los cristianos han tenido la costumbre de reunirse ese día, domingo, en memoria de su resurrección. Desde los tiempos de la Biblia, lo han llamado el “día del Señor”.
Hoy nosotros consagramos un día de la semana para reunirnos para adorar a Dios. Sin embargo, no hacemos esto por ningún reglamento que nos obligue a hacerlo. Lo hacemos porque amamos a Dios y porque el Espíritu Santo nos da el deseo de estar con nuestros hermanos en el Señor.
Bajo la ley de Moisés el pueblo no podía comer ciertos animales. Bajo el nuevo pacto nosotros no estamos limitados por estas restricciones. Tenemos la misma libertad que Dios dio a la humanidad mucho más antes de la ley mosaica. Él le dijo a Noé que los humanos no debían comer sangre, y esta
prohibición se repite en el Nuevo Testamento. Pero podemos comer cualquier clase de carne.
Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis. (Génesis 9:3-4)
Porque todo lo que Dios creó es bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de Dios y por la oración es santificado. (1 Timoteo 4:4-5)
De todo lo que se vende en la carnicería, comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia…Si algún incrédulo os invita, y queréis ir, de todo lo que se os ponga delante comed, sin preguntar nada por motivos de conciencia. (1 Corintios 10:25, 27)
Por tanto, nadie os juzgue en comida o en bebida, o en cuanto a días de fiesta, luna nueva o días de reposo. (Colosenses 2:16)
Libertad de la preocupación
Su Padre Celestial lo ama y cuidará de sus necesidades. Confíe en Él.
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. (1 Pedro 5:7)
No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
(Mateo 6:31-33)
La enfermedad trae preocupación y ansiedad a nuestra vida. Pero esta es sólo otra clase de preocupación que podemos entregar a nuestro Padre celestial. Jesucristo, el Gran Médico, es su mejor amigo. Él lo ama. Así como Él sanó a los enfermos cuando estaba aquí en la tierra, Él sana a la gente hoy en respuesta a la oración. La Biblia dice que usted debe pedirles a los ancianos de la iglesia (el pastor y los líderes) que oren por usted cuando esté enfermo.
¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. (Santiago 5:14–15)
El pastor y los ancianos pueden imponerle las manos o pueden pedirle a Dios que lo toque y lo sane. O podrían ungirlo con aceite; esta es una manera de mostrar que confían en el poder del Espíritu Santo para sanarlo.
Muchos han recibido maravillosas sanidades de parte de Dios. Pero a veces Dios decide no sanar en seguida a la persona. Por ejemplo, el apóstol Pablo oró a Dios tres veces por cierto problema. Dios oyó la oración de Pablo, pero no le quitó el problema. Él le dijo a Pablo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (2 Corintios 12:9).
Pase lo que pase, usted puede confiar en Dios completamente. Un día Él le cambiará el cuerpo en uno semejante al del Señor Jesús. ¡Su nuevo cuerpo será perfecto! Ninguna enfermedad, deformidad ni debilidad le causará más problemas.
Libertad en el futuro
La libertad que usted tiene es maravillosa. Pero Dios tiene mucho más planeado para el futuro. Jesús, el Gran Libertador, volverá a la tierra en busca de los que le pertenecen. En ese momento usted conocerá, al fin, la plena y gloriosa libertad de los hijos de Dios. Jesús lo llevará a su hogar celestial. Toda la creación será libertada para siempre de la presencia y de los efectos del pecado.
Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. (Apocalipsis 21:4)
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse. (Romanos 8:18)
Porque la creación fue sujetada a vanidad… porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. (Romanos 8:20-21)
Mantenga su libertad
Hasta que Jesús regrese para llevarnos a nuestro hogar, todavía tenemos que batallar contra Satanás. Habrá tentaciones y pruebas, pero no debemos renunciar a nuestra libertad. Gálatas 5:1 nos recuerda: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.”
Nunca olvide que su nueva vida y libertad están en el Señor Jesucristo. Dependen de la presencia y poder de Él en usted―no de lo bueno que usted trate de ser. La vida cristiana no es guardar un conjunto de reglas. “Es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria” (Colosenses 1:27).
De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. (2 Corintios 5:17)
Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. (Gálatas 2:20)
Usted ha encontrado en Cristo una maravillosa vida nueva―vida eterna con la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Atesórela por sobre todas las cosas; la disfrutará más y más.