Su nueva vida 9: Cómo tener un hogar feliz

La Biblia nos enseña que Dios instituyó la familia. El planeó que el hombre y la mujer vivieran juntos como esposos y que trajeran hijos al mundo. Porque Él lo hizo, nosotros podemos depender de Él para ayudar a nuestra familia.

Dios nos ayuda al estar presente en nuestros hogares. En un hogar cristiano, Cristo es la Cabeza. Su presencia lo llena de gozo, paz y amor.

Dios también nos ayuda al darnos pautas a seguir para la vida familiar. Estas pautas ayudan a la gente a saber cómo comportarse como esposos, y cómo comportarse como padres e hijos. En esta lección, usted estudiará estas pautas.

No hay mayor bendición en este mundo que tener un hogar verdaderamente cristiano. Es un refugio de las tormentas del pecado y de las dificultades. Es un lugar donde los hijos se sienten seguros y amados. ¡Usted puede hacer que su hogar sea un “pedacito de cielo” si hace lo que Dios le dice!

Ore por la salvación de su familia

Usted puede orar en fe sabiendo que la salvación de su familia es la voluntad de Dios. No se desaliente si su familia no acepta a Cristo inmediatamente. Siga orando; Dios responderá a la oración. “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:31).

Sea un buen cristiano en el hogar

Es fácil comportarse como un buen cristiano en la iglesia, pero ¿qué clase de cristiano es usted en su casa?

Lea las siguientes instrucciones de la Biblia. Piense cómo usted se ajusta a estas enseñanzas en su hogar.

Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos. (Colosenses 3:8, 9)

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto. (Colosenses 3:12–14)

¿Muestra usted aprecio por el trabajo de su esposo o esposa? ¿Por la ayuda de sus hijos o de sus hermanos? ¿Por los sacrificios que sus padres han hecho por usted?

¿Es usted amoroso o egoísta? ¿Es usted malhumorado e irritable o paciente y perdonador? ¿Es usted dictatorial o escucha las opiniones de los demás? ¿Es usted respetuoso y obediente con sus padres o es obstinado y desobediente?

¿Le gusta ayudar y complacer o es usted perezoso? ¿Coopera usted gustosamente con los demás sin criticar ni quejarse? ¿Se desalienta fácilmente o está contento aun cuando las cosas van mal? ¿Es fácil para los demás vivir con usted?

Pida perdón por sus faltas

Jesús nos enseñó a pedir perdón a quienes hemos ofendido. Si no está dispuesto a hacerlo, esto será un impedimento a su comunión con Dios.

Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del
altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. (Mateo 5:23–24).

No siempre es fácil pedir perdón por nuestras faltas, pero es una buena manera de desasirse de los malos sentimientos y mantener feliz su hogar. ¿Tiene usted una mala predisposición? Reconocer su falta y pedir a sus seres amados que oren por usted es un gran paso hacia la victoria. “Confesaos
vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados” (Santiago 5:16).

Sea alegre

Tenga fe en Dios y alábelo por las respuestas a sus oraciones, aún cuando todo parezca oscuro. Nehemías dijo: Id y comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es
vuestra fuerza. (Nehemías 8:10)

No se desaliente si se le hace difícil controlar su temperamento o algún otro aspecto desagradable de su carácter. El mismo esfuerzo que está haciendo para vencerlos es un testimonio de su amor por el Señor. Él le está ayudando a crecer espiritualmente. ¿Le parece muy lento su crecimiento? Mire más al Señor y menos a usted mismo, y se sorprenderá de cómo Él resolverá los problemas en su hogar. Dios es su Padre amoroso que cuida de usted.

Pídale a Dios que le ayude a hacer este cambio y siga pidiéndoselo.

Mantenga sagrado su matrimonio

Dios quiere que usted tenga un hogar feliz. Su Palabra le da
pautas para ayudarle a hacer feliz su matrimonio.

Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne; así que no son ya más dos, sino uno. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. (Marcos 10:6–9)

Muchas parejas hoy viven juntas sin casarse. Cuando la persona acepta a Cristo, querrá tener un matrimonio legal. De esta manera, la pareja tiene un mejor testimonio en la comunidad, le da la protección de las leyes a su familia y honra a Cristo. Si usted necesita consejo acerca de los documentos
legales necesarios, hable al respecto con su pastor. Él con gusto le ayudará en todo lo que pueda.

No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. (Romanos 12:17)

Manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas obras. (1 Pedro 2:12)

La Palabra de Dios se opone fuertemente a todo tipo de relación sexual fuera del matrimonio. Prohíbe estrictamente toda coquetería o relación amorosa ilícita de cualquiera de los cónyuges con otra persona. Hebreos 13:4 advierte: “Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios”.

Las parejas que mantienen sus votos matrimoniales disfrutan de grandes bendiciones. Pueden confiarse mutuamente porque saben que los dos son fieles en pensamiento, palabra y hecho. Al servir al Señor juntos, su matrimonio refleja la vida del cielo. Es libre del engaño, la sospecha, los celos y la
infidelidad que dañan a tantos hogares.

Cásese con una persona cristiana

Usted ha aceptado a Cristo como el Señor de su vida. Si su cónyuge no quiere servir a Cristo, ustedes se encontrarán yendo en direcciones opuestas. Siempre sentirán como que tienen que escoger entre el deseo de agradar a Cristo en todo y el deseo de agradar a su cónyuge.

Como cristiano usted quiere agradar a Dios. Usted quiere serle útil a Él, asistir a la iglesia, gozar de comunión con otros cristianos y tomar parte en la obra de la iglesia. A usted le gustaría orar con la familia en casa y alabar y servir a Dios todos juntos en familia.

El cónyuge que no es salvo no se interesa en estas cosas. A veces si su cónyuge va a la iglesia con usted, cree que usted debe acompañarlo a los lugares de diversión que no son buenos para los cristianos. O si no, su cónyuge va por un camino y usted va por otro, haciendo así su hogar muy infeliz. Todavía peor, muchos cristianos han dejado que el cónyuge que no es salvo los aparte del Señor.

Dios no quiere que usted caiga en una trampa que Satanás usa con tantos cristianos. La Palabra de Dios advierte contra casarse con alguien que no es creyente. El siguiente versículo se aplica a la elección de su cónyuge:

No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? (2 Corintios 6:14)

Si usted se casa con alguien de una religión diferente, siempre habrá problemas graves. ¿Cómo podrán estar de acuerdo con respecto a la instrucción religiosa de los hijos? ¿Cómo podrán criarlos en el servicio del Señor?

Por supuesto que si usted ya está casado con alguien que no es un verdadero cristiano, su deber es orar y tratar de ganárselo para Cristo. Usted ha de ser un esposo fiel y dejar que su luz brille para Dios en su hogar. Pero si usted todavía está soltero y se va a casar, cerciórese de casarse con un cristiano. Esta es la única manera en que puede tener verdadera unidad y paz en su vida familiar.

Siga el modelo de Dios para la vida familiar

Sea un buen padre

Los padres son responsables ante Dios de cuidar bien a sus hijos. Deben proveer para las necesidades materiales y espirituales de su familia. Deben darles a sus hijos el cuidado amoroso que ellos necesitan. Las actividades de la iglesia no dejan libres a los padres de sus responsabilidades con
su familia. “Porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8).

Enseñe a sus hijos a amar a Dios

Si usted enseña a sus hijos a amar a Dios y a obedecer su Palabra cuando ellos son pequeños, les evitará a ellos y a usted mismo muchos sufrimientos cuando sean mayores. Reúna a su familia todos los días para pasar tiempo con Dios en la lectura de la Biblia y oración. Deje que cada uno participe. Oren juntos por los problemas de cada miembro de la familia. Denle gracias a Dios por sus bendiciones.

Vayan juntos a la escuela dominical y a la iglesia. Exhorte a sus hijos a que le entreguen su vida a Dios a temprana edad. Cuando adoran y sirven a Dios juntos, su amor fortalece los lazos familiares. Como dice el refrán: “La familia que ora junta, permanece junta”. Pablo escribe: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efesios 6:4).

Ame a su familia

Dios es amor. Cuanto más de Dios tenga usted en su vida, tanto más amor tendrá por su familia. Y entre más amor haya en su hogar, más feliz será. Cuando sus hijos necesiten corrección, usted debe disciplinarlos motivado por el amor que tiene para ellos en vez de por ira.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (1 Corintios 13:4–7)

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