Su nueva vida 7: Usted tiene un Ayudador

Nunca fue la intención de Dios que usted viviera la vida cristiana sin su ayuda. Es más, Dios en realidad ha venido a vivir en usted por el poder del Espíritu Santo.

Algunos creen que ser cristiano es simplemente aprenderse un nuevo conjunto de reglas. Se equivocan. La vida cristiana no es un conjunto de reglas que usted tiene que guardar. No depende de sus luchas por ser bueno. Es una nueva vida de Dios, que brota dentro de usted y que emana de usted.

Conforme deje que el Espíritu Santo lo guíe, usted aprenderá cómo guardar las normas de Dios. El Espíritu Santo le dará poder para apartarse del mal y escoger el bien. Día a día, usted crecerá más a la semejanza de su Padre celestial.

¡Sí, usted tiene un maravilloso Ayudador! Esta lección explicará quién es Él y cómo le ayuda a usted.

El Espíritu Santo es su Ayudador

Mediante la vida y la muerte de Jesucristo, Dios proveyó todo lo necesario para su salvación. Él también ha provisto todo lo que necesita para vivir su nueva vida. Él ha hecho esto al enviar a su Espíritu Santo.

El Espíritu Santo puede estar en todas partes al mismo tiempo. Cuando Jesús estaba en la tierra, El sólo podía estar en un lugar a la vez. Cuando Él ascendió al cielo, envió al Espíritu Santo para estar con todos los cristianos―para vivir en nosotros, dirigirnos y ayudarnos. Juan escribió la promesa
de Jesús:

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre…Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho. (Juan 14:16, 26)

El fruto del Espíritu Santo

Es natural que nosotros queramos ir por nuestro propio camino. Esta es una tendencia de la naturaleza humana. Queremos hacer lo que nos agrada en vez de lo que es correcto. Es por esto que necesitamos escuchar la voz interna del Espíritu Santo que nos insta a hacer la voluntad de Dios y nos muestra el camino. Gálatas 5:16, 25 enseña:

Digo, pues: Andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne…Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.

El Espíritu de Dios lo dirigirá y lo fortalecerá, pero usted debe hacer su parte. Usted debe cooperar con el Espíritu Santo y dejar que Él lo dirija. Esto es lo que la Biblia a veces llama andar en el Espíritu. Usted ya lo está haciendo cuando lee su Biblia y pone en práctica lo que lee en ella.

El poder del Espíritu Santo en usted

Jesús sabía que sus seguidores necesitarían un poder más grande que su propio poder para hacer la obra de Dios. Él les dijo que esperasen hasta ser llenos del Espíritu Santo para recibir poder y ser sus testigos en todo el mundo.

Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días…pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. (Hechos 1:4–5, 8)

Juan el bautista dijo esto de Jesús: “…Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego” (Lucas 3:16).

El libro de Hechos da la emocionante historia de cómo Dios cumplió esta promesa el día de Pentecostés y los maravillosos resultados después.

Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen. Moraban entonces en Jerusalén judíos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se juntó la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos estos que hablan?…les oímos hablar
en nuestras lenguas las maravillas de Dios. (Hechos 2:4–7, 11)

Este bautismo con el Espíritu Santo, o plenitud del Espíritu Santo, también se llama la experiencia pentecostal, porque ocurrió por primera vez el día de Pentecostés. Cuando una persona que habla bajo el poder del Espíritu Santo usa una lengua que no sabe, a veces lo llamamos glosolalia. Esta palabra griega significa “hablar en lenguas”. También lo llamamos una experiencia carismática, de la palabra carisma, que significa “don”. Esto quiere decir que es un don del Espíritu Santo y una experiencia sobrenatural.

El hablar en lenguas fue la señal de que el Espíritu Santo había venido. Pero eso fue sólo el comienzo. Jesús prometió que el Espíritu Santo nos daría poder. Este poder tiene dos propósitos:

• Ayudarnos a hablarles a otros acerca de Jesús.

• Ayudarnos a orar más eficazmente.

Cuando los cristianos testifican y oran en el poder del Espíritu Santo, suceden cosas maravillosas, que pueden hacer que muchos se vuelvan al Señor.

Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén,
esto os sea notorio, y oíd mis palabras. (Hechos 2:14)

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. (Hechos 2:41)

Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios. (Hechos 4:31)

Este mismo poder es para los cristianos hoy. Desde el comienzo del siglo XX, varios millones de personas, en iglesias de diferentes denominaciones por todo el mundo, han gozado de esta experiencia pentecostal en un bautismo de poder.

En Hechos 2:38–39, Pedro predica: …Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Esta maravillosa experiencia pentecostal es para usted. Pídale a Dios que lo bautice con el Espíritu Santo.

Los dones del Espíritu Santo

Como acaba de leer en Hechos 2:38–39, el Espíritu Santo mismo es llamado un “don”. Esta palabra también señala las capacidades que Él les da a los cristianos. Las capacidades se llaman “dones” del Espíritu Santo. Cristo quiere que su iglesia sea llena de poder espiritual, por eso el Espíritu Santo
da capacidades especiales a diferentes miembros. De esta manera, cada persona puede tener una parte en la obra y en el crecimiento de la iglesia.

Pablo escribe a la iglesia en Corinto: Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo…Pero a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho…Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. (1 Corintios 12:4, 7, 11)

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