Su nueva vida 8: Su vida es una luz

La Biblia nos enseña que el pecado, el error y la ignorancia acerca de Dios son como las tinieblas. Todos los que no tienen a Cristo andan a tientas en estas tinieblas―perdidos, engañados por Satanás e incapaces de encontrar el camino al cielo.

¡Pero Dios ama a los que están en tinieblas! Él envió a su Hijo Jesucristo para ser la luz del mundo. Ahora que usted ha recibido a Jesús, su vida está llena de luz. Su presencia en usted es como la llama de una vela o el poder que hace brillar una lámpara. Porque Él está en usted, usted es la vela de Dios, la lámpara de Dios. Dios quiere que la bondad y la verdad de Jesús brillen a través de su vida.

Muchos lo están observando para ver si lo que usted dice acerca del poder de Dios es verdad. Su vida les muestra cómo el evangelio puede cambiar a la gente. Lo que usted hace, aun más que lo que dice, es un testimonio para Jesús.

En esta lección, examinaremos algunos de los rayos de luz que brillan en su vida porque Jesús vive en usted. Estos rayos pueden ayudar a convencer a otros que el evangelio es verdad.

Su vida es como una luz

Usted ha aprendido que Dios envió a su Hijo Jesucristo para ser la luz del mundo. Él hizo esto porque ama a toda la gente y no quiere que nadie esté confuso ni temeroso. Esto es lo que Jesús dijo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

Ahora que usted es cristiano, la presencia de Jesucristo, la Luz del mundo, está en usted. Si le parece que usted vive en un lugar oscuro, no se desaliente. Dios lo ha puesto donde usted está como una lámpara. Su vida puede mostrar a los que lo rodean el camino al Salvador y al cielo. Jesús enseñó:

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder…Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mateo 5:14, 16)

La gente necesita oír la predicación acerca de Jesús. Pero también necesita ver a los cristianos en acción. Su vida puede ser un sermón poderoso y vivo que convence a los demás de la verdad del evangelio. Estudiemos ocho rayos de luz que pueden brillar en usted cada día.

Ocho maneras de brillar

Sea honesto

Pagar sus cuentas puntualmente es un buen testimonio. Los cristianos deben ser justos y honestos en todos sus tratos. Deben pagar a tiempo o devolver en buenas condiciones lo que les prestan. No deben contraer obligaciones financieras que no podrán pagar. Deben cumplir con sus promesas.

No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. (Romanos 12:17)

Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra. (Romanos 13:7)

Hable como hijo de Dios

¿Qué pensaría la gente del poder de Dios para salvar si usted maldijera y dijera groserías? ¿Brillaría su luz si usted peleara, chismeara, criticara a otros, alardeara de sí mismo, dijera mentiras y usara un lenguaje inadecuado y grosero?

Por otro lado, muchos han sido convencidos del poder del evangelio por el cambio en la manera de hablar de los que se hicieron cristianos. Una de las cosas más difíciles de hacer para cualquier persona es controlar la lengua. No sólo lo que usted dice sino el tono de voz puede o ayudar a atraer a la gente a Cristo, o volverla en contra del cristianismo. Santiago 1:26 advierte:

Si alguno se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.

Ayude a los demás

Si nosotros realmente amamos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, lo demostraremos en maneras prácticas al ayudar a los que necesitan nuestra ayuda. Pídale a Dios que le muestre cómo puede ser un verdadero amigo de los que tienen problemas y dificultades.

La religión pura y sin mácula delante de Dios el Padre es esta: Visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo. (Santiago 1:27)

Compórtese con sabiduría

“Absteneos de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22). Las acciones imprudentes pueden arruinar la influencia de la persona a favor de Dios. Por ejemplo, mostrar amor a nuestros hermanos cristianos es algo maravilloso. Pero no debemos hacerlo de manera que dé la impresión equivocada. ¿Cómo interpretan los demás lo que usted hace? Compórtese con sabiduría. Sea un buen ejemplo en todo lo que hace, y su luz brillará para Dios.

No sea, pues, vituperado vuestro bien. (Romanos 14:16)

Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. (1 Timoteo 4:12)

Manténgase saludable

Un cristiano trata de observar las reglas de higiene para dar un ejemplo de limpieza en su hogar, en su vestimenta y en su persona. Pero la limpieza va más allá de eso. Su cuerpo es el templo del Espíritu Santo; por tanto, usted debe mantenerlo limpio por dentro y por fuera. Su cuerpo no debe ser manchado, debilitado ni enfermado por ningún vicio o acto inmoral. Mantenga su cuerpo fuerte y sano para que pueda trabajar para el Señor.

Es un hecho muy conocido que el fumar cigarrillos es una de las principales causas de cáncer de pulmón y que causa muchas muertes. También, el alcoholismo y el uso de drogas matan a miles cada año. Nosotros no debemos cometer suicidio, ya sea instantánea o gradualmente, porque esto sería destruir el templo de Dios.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es. (1 Corintios 3:16–17)

La Biblia prohíbe la embriaguez. Note lo que ordena: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18). Usted puede mostrar su reverencia a Dios al tratar con respeto el cuerpo que Él le ha dado. Practique los hábitos que conducen a la buena salud, y evite los que hacen daño. Usted será recompensado en dos maneras. Tendrá el bienestar físico que viene de tratar su cuerpo de la manera correcta, y el gozo espiritual que viene de obedecer a Dios.

Jesús vino para darle libertad y bienestar en todas las áreas de su vida. Si usted tiene un problema con cualquier mal hábito, hable con su pastor. Pídale a él y a la iglesia que oren para que usted pueda lograr una victoria completa. Su vida cambiada será un testimonio para otros que usted quiere ver libertados de las cadenas del pecado y del vicio.

Compórtese con modestia

Debemos ser modestos en nuestra conversación, comportamiento y apariencia. La modestia es lo opuesto del orgullo y la vanidad. Si nos comportamos como si fuéramos mejores que los demás y despreciamos a los que hacen las cosas que nosotros no haríamos, los alejaremos del cristianismo en vez de ganarlos para el Señor.

No tenemos absolutamente ningún derecho de ser orgullosos por lo que somos, por lo que hacemos ni por lo que tenemos. No merecemos nada de lo que Dios ha hecho por nosotros ni de lo que nos ha dado. Recuerde que si no fuera por su misericordia y su obra en nuestra vida, seríamos los pecadores más viles y horribles que el mundo haya conocido jamás.

Los que son vanos y orgullosos quieren que todos se fijen en ellos. Podrían llamar la atención a sí mismos al vestir a la última moda, ponerse ropa y joyas costosas o alardear de su conocimiento y habilidades superiores. Un cristiano modesto evita los estilos que son extremos, indecentes o de mal gusto para los hijos del Señor.

Varios pasajes de la Biblia instan a la modestia y advierten contra la vanidad. Todos nosotros tenemos el deseo de vernos bien y podemos ser tentados a prestar más atención a nuestra apariencia. Por supuesto que Dios no está en contra de la belleza. Pero Él quiere que nuestra belleza venga de nuestro interior―de un carácter hermoso que brilla en un rostro agradable y gozoso. Pedro dice que nuestro atavío debe ser “…el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de gran estima delante de Dios” (1 Pedro 3:4).

Acepte la responsabilidad

Tenemos que ganarnos la vida mediante el trabajo honesto y no dejar que el amor al dinero nos lleve a cosas como las apuestas, la lotería ni ningún juego de azar. No producimos ni vendemos cosas que hacen daño a otros, “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6:10).

Dios quiere que seamos buenos obreros, no perezosos. El trabajo honesto trae muchos beneficios. Una persona que acepta la responsabilidad de sí misma y de su familia gana respeto propio. También gana el respeto del empleador. Los cristianos que han hecho bien su trabajo sin quejarse, han convencido a más de un jefe de empresa o gerente de que el evangelio es real.

Cuando la iglesia comenzó, los cristianos a menudo comían juntos. Sin embargo, algunos de los que venían a comer no querían trabajar. Los líderes adoptaron esta regla:

Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma. (2 Tesalonicenses 3:10)

El trabajo honesto es una manera eficaz de hacer que su luz brille.

Y que procuréis tener tranquilidad, y ocuparos en vuestros negocios, y trabajar con vuestras manos de la manera que os hemos mandado, a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera, y no tengáis necesidad de nada. (1 Tesalonicenses 4:11–12)

Si usted no puede encontrar trabajo, dígaselo a su pastor y a sus hermanos cristianos. Pida oración y esté dispuesto a hacer cualquier trabajo honesto. Dios sabe cuáles son sus necesidades, y Él le ayudará.

Trate bien a su familia

¿Cómo trata usted a su familia? Su vida familiar dice mucho a los demás, para bien o para mal. Muchos han perdido el interés en el evangelio a causa de las peleas en los hogares de los que dicen ser cristianos. Por otra parte, muchos que tenían poco interés en la predicación han aceptado a Cristo con
sólo ver la paciencia, el amor y el gozo del Señor en un hogar cristiano. Usted estudiará más sobre esto en la siguiente lección.

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