Yo puedo ser obrero

Ahora Luciano entiende más acerca de la iglesia y los ministerios que Dios ha dado a sus miembros. A medida que examina a la iglesia, ve que no todos tienen el mismo ministerio. Están los que predican y enseñan, los que dan mensajes de sabiduría y conocimiento, y los que sirven y comparten.

Hay muchas diferentes maneras en que Luciano podría ayudar a sus hermanos en el Señor, pero hay más cosas que le gustaría saber. Por ejemplo, quiere saber cómo trabajar para Dios, y le gustaría saber cómo descubrir y recibir los dones de ministerio que Dios tiene para él.

¡Usted también se podría haber preguntado esas mismas cosas! Usted podría ser creyente desde hace mucho tiempo pero cree que no hay nada especial que usted puede hacer. Dios tiene un ministerio para usted. Primera Corintios 12:7 nos asegura que “a cada uno le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”. Que las verdades de esta lección le muestren cómo usted puede descubrir cuál es su ministerio especial en el cuerpo de Cristo.

Ayuda Especial Para Los Obreros

Una gran tarea

Jesús mandó: “Id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado” (Mateo 28:19–20). Esta es nuestra tarea―hacer discípulos y enseñarles.

La mayoría del mundo no es salvo, de modo que los obreros cristianos tienen el deber de ayudar a que las masas a oigan el evangelio. No podemos descuidar esto. Jesús dejó el mandamiento para que sus seguidores lo obedecieran. Esta es una gran tarea para la que necesitamos la ayuda especial
de Dios.

Tenemos un enemigo

Solos no podemos vencer a nuestro enemigo. Nuestro enemigo es Satanás, quien quiere ver que la obra de Dios fracase. Si el obrero cristiano fracasa, la obra de Dios padece. ¿Recuerda la historia de Sansón en Jueces 16? Sansón fue apartado para un trabajo especial para Dios. Pero por un momento se descuidó del llamado de Dios. De modo que Sansón perdió la presencia de Dios y quedó sin ningún poder para vencer a sus enemigos.

Tenemos el poder de Dios

Puesto que la tarea es inmensa y el enemigo es fuerte, Dios nos da ayuda especial para trabajar para Él. Jesús dio a sus discípulos poder para que fueran sus testigos (Hechos 1:8), y hoy nosotros tenemos ese mismo poder del Espíritu Santo.

Dios quiere que el mundo sea salvo, por eso nos ha dado al Espíritu Santo para que nos ayude a hacer la voluntad del Padre en la tierra. Dios da el poder, y nosotros trabajamos para Él usando su poder.

Dones para los obreros

Dios es omnisciente. Él ve la obra y al obrero. En su sabiduría Él puede elegir a la persona correcta para el lugar correcto. De modo que Él nos llama a trabajar para Él.

A veces recibimos el llamado mientras leemos la Biblia. El Espíritu Santo puede usar la Palabra inspirada de Dios para hablarnos. En nuestro corazón llega a ser un llamado a servirle. O Dios puede ponernos una carga en el corazón mientras oramos. Podríamos interesarnos en un lugar que necesita el evangelio. Mientras trabajamos para ayudar a llevar el evangelio allí, sentimos en el corazón que Dios quiere que vayamos como obreros a ese lugar.

El llamado de Dios también puede llegar cuando los creyentes buscan al Señor. En Hechos 13:2, el Espíritu Santo instruyó a la iglesia de Antioquía: “Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado”.

Dios no llama a todos a la misma obra. Por ejemplo, Dios podría llamar a un hombre de negocios a ser un testigo de Cristo con la manera en que maneja su negocio. Una mujer podría ser ama de casa y dar un testimonio santo en su comunidad, testificando a sus vecinos y orando por los que predican y enseñan la Palabra. Nadie queda excluido del llamado de Dios. Así como nadie es igual a otro, un llamado tampoco es igual a otro. Dios lo necesita a usted para que sea un obrero cristiano. Cuando sienta que el Espíritu le habla al corazón, préstele atención.

Dios capacita

Cuando la persona siente el llamado de Dios, podrá obedecer ese llamado porque Dios da a sus obreros los dones de ministerio. En la Lección 3 estudiamos estos dones.

El primer don, el Espíritu Santo, fue dado el día de Pentecostés. Podemos hacer muchas cosas, pero para hacer una obra espiritual necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. Por supuesto que un don no es algo que conseguimos por nuestros propios esfuerzos. Se nos da un don porque alguien tiene una necesidad. Dios da dones a los obreros cristianos porque tienen necesidad de ellos. Pablo escribe: “a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo” (Efesios 4:7).

Un don para usted

Dios escoge nuestros dones

Ya hemos dicho que Dios puede escoger a la persona correcta para el trabajo correcto. Esto indica varias cosas:

1. Dios sabe qué trabajo hemos de hacer.
2. Dios sabe qué dones necesitamos.
3. Dios nos dará esos dones.

Suponga que cierta iglesia en su pueblo necesita pastor. Dios sabe de esta necesidad. En un pueblo cercano un creyente llamado Eduardo ora respecto al trabajo que él debe hacer. Él sabe de la necesidad de esa iglesia y siente que Dios quiere que se ofrezca para ser el pastor. ¿Cómo ayudaría Dios a Eduardo para cumplir con el trabajo de pastorear? Dios le daría los dones de ministerio según los necesite, pero Eduardo también debe hacer lo que pueda para prepararse para su trabajo y desarrollar sus dones. Quizás haya un instituto bíblico al pueda asistir para recibir preparación. O podría estudiar por correspondencia.

Y así es con nosotros. Dios nos llama a trabajar para Él y escoge los dones que necesitamos. Los dones se adaptan tanto a la obra como al obrero. Dios sabe qué dones son importantes en nuestro trabajo. Él sabe cuáles se adaptan mejor a nosotros.

Él escoge mejor que nosotros, así que podemos confiar en que Él escogerá lo correcto. Cuando Él nos dé un don, será exactamente lo que necesitemos para hacer el trabajo al que nos ha llamado.

Dios usa nuestros dones

Dios nos da capacidades especiales para servirle. Dios también puede usar cualquier capacidad o talento que dediquemos a Él. Por ejemplo, suponga que un hombre que sabe pintar acepta a Cristo. Si este hombre entrega a Dios su talento, Dios puede usarlo para bendecir a la iglesia. El hombre
podría pintar un cuadro para adornar la iglesia. Podría pintar cuadros para ayudar a su maestro de escuela dominical a enseñar la lección. De esta manera, su talento podría ser un don para la iglesia.

Cualquiera que sean sus dones o talentos, Dios los puede usar. En Romanos 16:1–2 se menciona a Febe, una sierva de la iglesia. No sabemos qué era lo que ella hacía. Pero seguramente Dios usó su vida porque el apóstol Pablo dice que “ella ha ayudado a muchos, y a mí mismo” (Romanos 16:2). No importa qué dones tenga el obrero cristiano, Dios puede usarlos para bendecir y ministrar a los demás.

Al recibir su don

El apóstol Pablo escribió a los creyentes de Roma que una parte de la adoración es ofrecernos a Dios (Romanos 12:1). En las ofrendas de sacrificio del Antiguo Testamento, se apartaban animales para usarlos en la adoración. De una manera más figurativa, los cristianos se ofrecen para el servicio de Dios. El cristiano debe ofrecerse a Dios primero antes de poder recibir dones de Él.

Piense en los dones cuando estudie el Nuevo Testamento. Familiarícese con la manera en que se usaban y cómo fortalecían al cuerpo. Fíjese cómo se usan los dones en su iglesia. Piense en cómo estos dones le ayudarían a usted como obrero cristiano.

La razón por la que usted quiere recibir dones es importante también. No se da ningún don para engrandecer a la persona. Es algo malo desear un don para que la gente crea que uno es espiritual. Ore por la obra que usted hace. Desee los dones que dan poder para ministrar y ayudar a los demás. Comience con los dones que más le atraen. Piense en los dones que el Espíritu Santo pone en la mente. No olvide que Dios es quien da el don
(1 Corintios 12:28, Efesios 4:11). Ore por y desee los dones, pero deje que Dios los escoja.

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