Acérquese al Inconverso
“¡Mira cómo soplo!” decía el viento ufanándose. “Las ramas de los árboles tocan el suelo, las nubes vuelan veloces por el cielo, y grandes embarcaciones navegan a toda vela por el océano. Pero tú, sol, lo único que haces es brillar. No haces nada de importancia.”
“Bien”, respondió el sol, “pongamos a prueba nuestras fuerzas. ¿Ves a aquel viajero en el camino? Quien logre hacerle que se quite su abrigo será el ganador”.
“¡Muy bien!” respondió el viento confiadamente. “¡Le voy a quitar su abrigo con una fuerte ráfaga!” El viento comenzó a soplar fuertemente sobre el viajero, quien se abotonó bien su abrigo. Mientras más fuerte soplaba el viento más se aferraba el hombre a su abrigo. Finalmente el viento se dio por vencido.
“Ahora me toca a mí”, dijo el brillante sol. En unos cuantos minutos el viajero se desabotonó su abrigo. Al continuar el sol enviando sus tibios y amigables rayos de calor, el hombre se quitó el abrigo y lo llevó en su brazo.
Aunque esta es una fábula, la historia contiene una gran verdad. Cuando la fuerza o el poder fracasan, siempre gana el calor del amor y la amistad. La demostración del amor de Cristo se convierte en un principio directriz en la obra de ganar almas.
Cierto hombre hostil al evangelio se había convertido a Cristo. Lleno de gozo por su nueva fe, se compró una Biblia y comenzó a leerla. Cada vez que la Biblia tocaba su corazón corría al camino cercano a su casa y detenía a quien pasara por ahí. Después de leer el versículo apuntándolo con su dedo, le preguntaba al caminante: “¿Había oído usted acerca de esta verdad?” Aunque su celo es digno de elogio, su método no siempre produce resultados.
En esta lección estudiará varias formas de abordar al inconverso. Busque la dirección del Señor y use los métodos que le sean más útiles.
HAGASE, AMIGO DEL PROBABLE CONVERTIDO
Aunque no existen reglas rígidas sobre cómo abordar a la gente con las Buenas Nuevas, la más básica es, aparentemente, la de establecer amistad con los inconversos. El Señor Jesucristo lo hizo. De hecho, llegaron a llamarle “amigo de publicanos y de pecadores” (Lucas 7:34). A propósito se asoció con aquellos que los líderes religiosos despreciaban: “Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come” (Lucas 15:2). Jesús siempre hacía contacto con personas que tenían necesidades espirituales. Diligentemente se sentó a comer en compañerismo con ellos. Debemos seguir su ejemplo y establecer amistad con los inconversos cuando nos sea posible.
Mientras más contacto tenga una persona con los inconversos, mayores serán las posibilidades de que se conviertan. Estas se deben a que el mensaje del evangelio y el amor de Dios fluyen a través de contactos o amistades establecidas entre los creyentes y los inconversos. Donde se hacen muy pocos contactos, menor número de gente se convierte.
En ocasiones los recién convertidos ganan más almas que los creyentes de muchos años. Claro que la frescura de su entusiasmo es un factor de suma importancia. Pero otro factor radica en que aún se mueven en un círculo de amigos y parientes inconversos, mientras que los amigos, los parientes y contactos del creyente en su mayoría ya también son de la familia de Dios.
El creyente de muchos años, por tanto, no sólo debe mantener la frescura de su entusiasmo en la obra del Señor, sino que también debe cultivar amistades entre los inconversos con el propósito de llevarlos a los pies del Señor.
Una de las formas consiste en invitar a los inconversos a su casa para participar de una comida o refrescos. Tales invitaciones a menudo abren la puerta para hacer amigos a quienes después se pueden ganar para Cristo. Otra forma consiste en ayudar a quien padece alguna necesidad. Estudiaremos más acerca de ésta casi al final de la lección.
USE BUEN SENTIDO COMUN
Para acercarse o abordar a un probable convertido se necesita buen sentido común. Las siguientes sugerencias le ayudarán a realizar su tarea de ganar almas con mayor efectividad. El principio directriz de San Pablo consiste en ser “fieles en todo, para que en todo adornen la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:10).
Tome en cuenta su apariencia
Lo que usted es en lo interior reviste más importancia que su apariencia externa. Pero su apariencia externa es lo primero que la gente observa en usted. Esta puede dictar si la gente desea escucharle o no. No nos referimos a sus características físicas de nacimiento, ni si tiene o no ropa muy costosa. Eso es de menor importancia. Sin embargo existen ciertas reglas básicas dignas de mencionarse.
La ropa debe ser modesta y apropiada, ya que debe llamar la atención a Cristo, no a usted. Puede usted adornar el evangelio luciendo de la mejor manera posible, vistiendo algo fresco y limpio. La limpieza personal constituye otro factor. El olor de su cuerpo que pasa inadvertido para usted puede ser ofensivo para los demás. Pero el mal aliento es lo peor de todo, por lo que debe siempre contar con abundante refrescante o deodorizante del aliento.
Tome en cuenta su forma de comportarse
“Andad sabiamente para con los de afuera, redimiento el tiempo” (Colosenses 4:5). He aquí algunas sugerencias para actuar sabiamente:
Sea natural. Puede usted aprender a hablar naturalmente sobre temas espirituales de modo que lleguen a formar parte de su conversación diaria. La evangelización debe convertirse en algo tan natural para usted como la respiración. Cuando su corazón esté lleno del gozo y el amor de Cristo podrá decir como San Pedro y San Juan: “Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído” (Hechos 4:20). Emplee lenguaje usual. No trate de impresionar a la gente. Hágales saber que usted es sólo un “pecador salvo por la gracia”.
Utilice un tono de voz natural. Si de veras se interesa usted por las personas, éstas sentirán ese interés. Si está usted contento por su experiencia cristiana, también ellas lo notarán. Cristo dijo: “El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno . . . porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6:45).
Sea cortés. ¡Esta es una virtud básica en todo el mundo! Su conversación con el inconverso, incluyendo la forma en que lo aborda, debe ser cortés y considerada, aun cuando él no lo sea para con usted. Nunca argumente ni eleve su voz — no logra nada con ello. Más bien, “sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal” (Colosenses 4:6). La sal le pone sabor a todo y lo purifica. “La blanda respuesta quita la ira” (Proverbios 15:1). Nuestro Señor empleó palabras llenas de gracia con las que atrajo a la gente común, quienes le oyeron alegremente (Marcos 12:37).
¡Use tacto! Aprenda y observe lo que se considera localmente como costumbres apropiadas; evite situaciones que puedan parecer dudosas. Donde sea posible, las mujeres deben tratar con las mujeres y los hombres con los hombres. En caso contrario, invite siempre a otra persona. “No sea, pues, vituperado vuestro bien” (Romanos 14:16). No se imponga sobre la gente. Donde le reciban, no abuse de la bienvenida ni de su tiempo quedándose más de lo normal. Recuerde que ellos también están sujetos a un horario de actividades.
DEMUESTRE UNA ACTITUD AMABLE
La actitud de uno hacia la gente también refleja lo que tiene en el corazón. Permita que el amor de Cristo en su corazón irradie una actitud amable hacia sus familiares, amigos y asociados inconversos.
Escuche al probable convertido
En ocasiones actuamos con mucha prisa cuando comenzamos a evangelizar, no nos detenemos a escuchar a las personas. Al darse tiempo para escuchar con atención a una persona que le abre su corazón y conversa con usted, le demuestra que tiene interés en ella, con lo que quizá gane su confianza. Tiene usted la oportunidad de aprender mucho sobre ella que le servirá para saber cómo hablarle de Cristo.
Simpatice con sus problemas
Si escucha con atención a una persona pronto se dará cuenta de sus problemas y dificultades particulares. Simpatice con ella. Demuéstrele genuino interés y amor. Al permitirle compartir sus problemas y dificultades con usted, podrá presentarle mejor a Cristo como Salvador y ayudador. San Pablo escribió que debemos “también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación” (2 Corintios 1:4).
¡Permita que el fruto del Espíritu atraiga a las personas!
¡Una frutería llena de apetitosos duraznos, peras, naranjas, manzanas y otras frutas presentadas atractivamente llamará la atención de las personas y les despertará su apetito! Lo mismo ocurre en el caso del fruto del Espíritu en la vida de una persona. Lea Gálatas 5:22-23. Permita que el precioso Espíritu Santo produzca fruto de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza en su vida y atraiga a la gente, con lo cual se le hará más fácil ganarla para Cristo.
USE EL ABORDAJE CORRECTO
De los diversos relatos del evangelismo personal registrados en el Nuevo Testamento podemos obtener puntos muy útiles para abordar a los inconversos. Lo primero que resalta es la gran variedad de métodos de abordaje. Los tipos son variados porque las personas también varían en personalidad. Cada quien somos singulares y diferentes de los demás. Pero ahora consideraremos algunas formas más comunes de abordar a los inconversos.
El método de abordaje directo
Jesús usó el método de abordaje directo cuando Nicodemo se entrevistó con El. Puesto que Nicodemo era líder religioso, Jesús lo condujo al punto de la conversión por el renacimiento, diciendo que todos deben nacer de nuevo (Juan 3:3, 5). Repase lo que estudió en la lección 4. ¿Recuerda cómo usó Jesús lo que llamamos el “abordaje brusco”? Jesús dejó perplejo al anciano recalcándole que necesitaba comenzar de nuevo, nacer del Espíritu. Aunque Nicodemo era un hombre de prestigio, bien educado, y quizá hasta rico, la vida no le satisfacía del todo. Necesitaba ser salvo. Este abordaje directo lo condujo a su conversión.
Un ganador de almas muy conocido, John Vassar, a menudo usaba el abordaje directo. En forma muy cortés le hacia preguntas a un extraño como las siguientes: ¿Está usted bien con Dios? ¿Es usted salvo? ¿Está listo para encontrarse con el Señor? ¿Sabe usted si sus pecados ya han sido perdonados? ¿Dónde pasará usted la eternidad? Debido a la personalidad de John Vassar y a su forma de hacer las preguntas, nadie lo rechazaba.
El método de abordaje indirecto
En ocasiones el método directo no es el mejor, por lo que puede usarse también y con mayor efectividad el indirecto. Se espera el momento oportuno en la conversación para tratar los temas espirituales. Jesús empleó el método indirecto cuando habló con Zaqueo. Repase lo que ha estudiado en la lección 6 acerca de ese relato.
El método de abordaje por preguntas
En este caso se le hace una pregunta al probable convertido. Bajo la dirección del Espíritu Santo Felipe abordó al oficial etíope en el momento oportuno y le preguntó: “¿Entiendes lo que lees?” (Hechos 8:30). Felipe había oído que el oficial estaba leyendo su rollo y usó el abordaje por preguntas. Repase lo que ya ha estudiado sobre Felipe y su método de ganar almas en la lección 5.
Se pueden hacer dos clases de preguntas. Las directas lo conducen, tanto a usted como al probable convertido, directamente al tema de la salvación. Las indirectas también lo hacen, pero dando un rodeo. He aquí ejemplos de preguntas indirectas: ¿Ha pensado últimamente en lo espiritual? ¿Está usted interesado en las cosas espirituales? ¿Ha pensado en alguna ocasión convertirse al cristianismo? ¿Qué cree usted acerca de Jesucristo?
En ocasiones descubrirá usted que una persona tratará de evadir toda discusión o desviarla hacia otro tema. Las respuestas como Soy ateo; No creo que la Biblia sea la Palabra de Dios; Creo que todas las religiones son buenas; ¿Cómo sabe usted que Dios existe? pueden desviar al ganador de almas de la simple explicación del evangelio. Pero recuerde que no tiene usted que defender la Palabra de Dios, sino sólo usarla y permitir que el Espíritu Santo convenza a la persona. No necesariamente tiene que contestar estas preguntas para dar testimonio. Con frecuencia puede darle otro giro a la conversación volviéndola a lo básico por medio de otras preguntas como: Sí, pero ¿le gustaría oír lo que creen los creyentes? ¿Le ha explicado alguien lo que creen los creyentes acerca de ello? ¿Le gustaría oír lo que me ocurrió cuando me convertí a Cristo?
Lo más importante para usted radica en tratar de obtener la oportunidad de presentar el mensaje básico del evangelio. Los pasos para explicar el camino de salvación se presentarán en la siguiente lección.
El método de abordaje de “pedir un favor”
Al viajar con sus discípulos rumbo al norte, hacia Galilea, Jesús deliberadamente escogió la ruta de Samaria.
En Juan 4:5-30 se registra la entrevista de Jesús con la mujer samaritana junto al pozo de Sicar. Cansado del largo viaje por los caminos montañosos el Señor se sentó a descansar junto al pozo de Jacob mientras que los discípulos iban al pueblo cercano a comprar alimentos.
Debido al intenso calor del mediodía, pocas personas iban a sacar agua del pozo a esa hora. Pero en el momento oportuno preparado por Dios llegó una mujer samaritana. Jesús la sorprendió pidiéndole un favor. Después de tan larga caminata, El tenía sed, por lo que le dijo: “Dame de beber.”
La petición de ese favor no era común. En aquel tiempo los judíos y los samaritanos no disfrutaban de relaciones amistosas. Los judíos no usaban ni siquiera los mismos vasos o recipientes que usaban los samaritanos. Los despreciaban porque eran una raza mixta. Muchos siglos antes sus antepasados eran judíos puros, pero se mezclaron con asirios, pueblo enemigo (2 Reyes 17:24-41). Por ello la mujer le contestó al Señor: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?”
Pero el Maestro derribó las barreras raciales y religiosas diciendo: “Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.”
Después de despertar su curiosidad, Jesús la condujo de un tema común, el agua, al tema espiritual del agua viva. Al principio la mujer no comprendió lo que Jesús le dijo: “Señor”, le contestó la mujer con todo respeto, “no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?”
La mujer le hizo una pregunta al Señor, pero sin esperar la respuesta, tocó el tema de su antepasado común, Jacob. “¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob?”
Jesús le contestó su primera pregunta y se concretó al tema del agua viva. ¡Cuán maravillosas palabras brotaron de sus labios!
Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna (Juan 4:13-14).
La mujer samaritana sólo podía darle al Salvador agua natural del pozo para satisfacerle temporalmente su sed. Jesús, en cambio, le daría agua viva con la cual quedaría satisfecha para siempre. Además, el don del Señor para ella sería como un manantial, la fuente de agua viva dentro de ella misma.
“Señor”, dijo la mujer con profundo anhelo, “dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla”. Aún no comprendía la diferencia entre el agua natural y el agua viva que Jesús le estaba ofreciendo. ¡Fuera lo que fuere, ella la deseaba!
Entonces el Señor le despertó el hambre de justicia diciéndole: “Vé, llama a tu marido, y ven acá.”
“No tengo marido” le contesto la mujer.
“Bien has dicho: No tengo marido”, contestó Jesús. “Porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad”.
Jesús conocía su vida tan infeliz. Probablemente nunca había experimentado un matrimonio feliz — se había casado varías veces. Había perdido toda virtud. Pero en lo profundo de su corazón anhelaba algo mejor. Con todo, trató de evadir el doloroso tema de su miseria discutiendo un tema religioso.
“Señor, me parece que tú eres profeta”, dijo ella. “Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar” (Juan 4:19-20). Parecía que trataba de provocar al Señor a discutir. Pero El le enseñó que la verdadera adoración a Dios es asunto netamente espiritual. El tiempo y el lugar no tienen importancia. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4:24).
De nuevo, la mujer cambió el giro de la conversación. “Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.”
Jesús la sorprendió contestándole: “Yo soy, el que habla contigo” (Juan 4:25-26).
Perpleja por esa respuesta y al ver que regresaban los discípulos, la mujer dejó su cántaro y se fue a la ciudad. Entonces comenzó a anunciar abiertamente: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo?”
Conociendo a la mujer e interesados en lo que decía, la gente de la ciudad corrió a ver a Jesús. Al oír su mensaje, muchos creyeron en El. Le dieron la bienvenida a la ciudad y le rogaron que se quedara varios días. Lo reconocieron y creyeron en El como “el Salvador del mundo” (Juan 4:39-42).
Nos hemos detenido mucho en este caso del evangelismo personal porque contiene un gran número de puntos útiles sobre cómo abordar a los inconversos. Jesús reconoció a la mujer samaritana como persona. Un rabí de aquellos días en ocasiones ni le hablaba a una mujer, ¡menos a una samaritana! Pero Jesús no permitió que estorbaran barreras culturales ni sociales. Nosotros, también, hemos de ver el valor de las personas y buscar la manera de alcanzarlas con el mensaje del evangelio.
Jesús la dirigió de lo conocido a lo desconocido; del pozo de un antepasado a una fuente espiritual de agua viva; de la adoración de Dios limitada a la adoración de Dios el Padre en el poder del Espíritu; de su conocimiento de El como profeta al conocimiento subsecuente de El como Mesías y Salvador del mundo.
Por medio de la solicitud de un favor Jesús no sólo ganó un alma, sino que también recibió una cordial bienvenida en un pueblo samaritano donde muchos creyeron en El. El abordaje correcto puede hacer que muchos acepten a Cristo como Señor.
El método de abordaje de ofrecer ayuda
Muchas personas han aprovechado las oportunidades de ofrecer ayuda a los demás, con lo que han propiciado un contacto espiritual. Por lo general, los actos prácticos de bondad abren las puertas para la evangelización.
Cierto creyente, líder laico, de la gran ciudad de Londres, visitó a una familia que experimentaba grandes dificultades. El padre estaba enfermo; los cuatro niños jugaban con pedazos de los muebles; la madre ya había perdido todo interés en mantener limpia la casa, por lo que la tenía sucia y descuidada.
El obrero trató de alentar a la familia, pero sabía muy bien que las simples palabras no bastaban. Por ello le hizo una sugerencia a la madre; “Si le consiguiera algunos metros de papel para tapizar, ¿lo usaría en las paredes para alegrar un poco el ambiente de la casa?”
“¡Sí!” respondió, “lo haríamos con mucho gusto”.
A los pocos días de haberles llevado el papel para tapizar, el obrero los visitó de nuevo. ¡Cuán alegre sorpresa le esperaba! El papel adornaba los limpios e impecables cuartos de la casa. El padre, a pesar de su enfermedad, había reparado los muebles. Cuán agradecidos le estaban por la ayuda que les había dado. Entonces le fue más fácil conducirlos al conocimiento del Salvador, a Jesucristo.
El método de abordaje de despertar interés
Jesús despertó el interés en la mente de la mujer samaritana cuando comenzó a hablarle sobre el agua viva. La discusión sobre temas de interés mutuo prepara el camino para la discusión de temas espirituales.
En Mateo 4:18-20 se narra la historia de cuando Jesús caminaba por la playa del mar dé Galilea. De pronto vio a dos hermanos ocupados en la pesca: Simón Pedro y Andrés. Jesús los llamó diciéndoles: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres.” Les habló en su mismo lenguaje — el de los pescadores, el que más les interesaba.
“Ellos entonces, dejando al instante las redes, le siguieron.” Todavía la gente hoy sigue dejando sus redes, hablando figurativamente, porque el Señor les habla en palabras comprensibles, con las que se pueden relacionar.
El método de abordaje por elogio
En ocasiones honestamente podemos elogiar a una persona por algún rasgo de carácter o un buen acto. El elogio puede convertirse en un método de abordaje muy efectivo. Cuando Simón Pedro comenzó a seguir a Cristo, El le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (Juan 1:42). Cefas quiere decir, Pedro o piedra. Simón Pedro reaccionó favorablemente. ¡El Señor había cautivado su corazón!
Al final de la lección 2 escribió los nombres de las personas que desea usted ganar para el Señor. Ha estado orando para que Dios le dé la clave para alcanzarlos para El. Esperamos que a través de las semanas también haya estado buscando oportunidades de presentarles el evangelio en forma apropiada.
Si no ha tenido esas oportunidades, quizá necesite tomar más tiempo para familiarizarse mejor con esas personas o ganar su confianza. También puede orar definidamente por ello, mientras que continúa estando al tanto de sus necesidades.